Centenares de niños desafiaron el miércoles la prohibición de manifestarse en los campos de refugiados rohinyas en Bangladés para conmemorar el cuarto aniversario de la violenta represión contra esta minoría en Birmania, que generó un masivo éxodo. Miles de policías y soldados armados patrullaron los campos del distrito de Cox’s Bazar, aunque no intervinieron.
Unos 750.000 rohinyás huyeron del estado birmano de Rakáin (oeste) en agosto de 2017, tras una operación de represión del ejército en ese país de mayoría budista, denunciado por asesinatos y violaciones contra esa minoría. Familias enteras se sumaron en condiciones muy difíciles a los 200.000 refugiados víctimas de persecuciones y ya instalados en campos del otro lado de la frontera, en Bangladés.
Lea más: En Kabul siguen las evacuaciones, entre “las más difíciles de la historia”
Este miércoles niños, algunos de solamente cinco años, participaron en una marcha-sorpresa de 15 minutos en el campo de Kutupalong, el mayor campo de refugiados del mundo, para pedir justicia por los rohinyás muertos durante la represión, cuya cifra es de varios miles, según las ONG.
Entre 3.000 y 4.000 niños participaron, gritando “¡queremos justicia!”, y pìdiendo una repatriación “justa”, según el responsable comunitario Mohamad Osman. Según la policía, solo algunas decenas de niños habrían participado.
Las autoridades de Bangladés han prohibido las manifestaciones en los campos de refugiados afirmando que podrían propagar el COVID-19. La pandemia ha causado la muerte de al menos 30 rohinyás y contaminado a miles más.
Lea más: Falleció la artista plástica Jess Jiménez
Fuente: AFP.
Dejanos tu comentario
Un genocidio olvidado: las atrocidades de los nazis contra los gitanos
- Por Blaise Gauquelin.
Z de “Zigeuner” (“gitano”) y un número. Algunos supervivientes todavía llevan el horror del holocausto gitano tatuado en la piel, recuerdo de un genocidio olvidado que los historiadores intentan documentar. Rosa Schneeberger es una de las últimas sinti, una comunidad itinerante que deambula desde tiempos medievales por el oeste de Europa.
Tenía solo cinco años cuando la deportaron con su madre y sus hermanos al mayor campo de reclusión de gitanos, Lackenbach, construido en 1940 por los nazis en la anexionada Austria, donde familias enteras eran sometidas a trabajos forzados. A los 88 años, Schneeberger, de nacionalidad austríaca, evoca con dolor los recuerdos que dejó enterrados en lo más profundo de su mente durante décadas.
En el salón de su casa en la ciudad austríaca de Villach, repleta de fotografías de sus cuatro hijos, sus diez nietos y sus dos bisnietos, Rosa cuenta a la AFP lo que recuerda de esa dolorosa infancia. “Solo dejaba de tener hambre cuando robaba la comida de los caballos”, explica. “Los alimentaban mejor que a nosotros”.
En Lackenbach, los niños estaban obligados a cargar rocas, mientras los adultos trabajaban en el bosque, en la construcción de carreteras o en otras obras públicas. Los más viejos y los más pobres caían exhaustos en las letrinas, recuerda. “Los nazis recuperaban en la mañana temprano sus cadáveres congelados”.
Su querido abuelo murió enfermo ante sus ojos, dice. Solo un 10 % de los 11.000 gitanos y sintis austríacos sobrevivieron a las atrocidades nazis. Unos 4.000 fueron enviados a Lackenbach, de los que 237 murieron debido a las enfermedades, el frío y las palizas. Muchos fueron enviados a los campos de exterminio en la Polonia ocupada, como el de Chelmno o el de Auschwitz, liberado por el ejército soviético hace 80 años, el 27 de enero de 1945. Schneeberger sobrevivió hasta la liberación de Lackenbach en marzo de 1945 porque su padre, como muchos en su comunidad, tocaba un instrumento y entretenía a los guardias.
Lea más: Las preguntas delicadas que el chatbot chino DeepSeek no sabe responder
Unos 200.000 muertos
Los historiadores no saben cuántos gozaron de la misma suerte. La alemana Karola Fings, de la Universidad Heidelberg, está recopilando la primera enciclopedia sobre este tema. “En muchos países, todavía no hemos comprendido todo el alcance” de la persecución, afirma. En Estonia, por ejemplo, la comunidad fue virtualmente aniquilada y el dialecto que hablaban ya no existe.
Países como Bélgica, Países Bajos o Croacia quedaron particularmente afectados. En otros, como Francia, Bulgaria y Rumania, muchos sobrevivieron. Pero no existen datos previos a la guerra sobre la dimensión de la población romaní. Actualmente se estima que cuenta con 12 millones de personas, de un origen cultural muy diverso. Entre ellos hay cientos de supervivientes del holocausto.
“Si juntamos los datos de los que sabemos seguro que eran sintis y romaníes, podemos decir que hubo entre 110.000 y 120.000 muertos”, afirma la historiadora Fings. “Pero hay un gran número de casos no registrados”, agrega. “La hipótesis que más o menos se impone en la investigación es que podemos hablar de alrededor de 200.000 muertos”.
Los crímenes cometidos solo se documentaron en el Tercer Reich, donde la primera redada de gitanos tuvo lugar en junio de 1938. Sin embargo, todas las pruebas se destruyeron al final de la guerra y los “verdugos” reintegrados en la sociedad alemana “continuaron estigmatizando a las víctimas gitanas como antisociales y delincuentes”, explica Fings.
Internacionalmente, la investigación no ha progresado hasta los últimos 20 años, cuando ya era demasiado tarde para recoger el testimonio de muchos deportados, a quienes los nazis identificaban con un triángulo negro o marrón, en función del campo.
La francesa Henriette Asseo, experta en la historia del pueblo gitano en Europa, considera “atroz” que después de la guerra, los supervivientes no fueran considerados “víctimas raciales” ni en Alemania ni en otros países del centro de Europa.
De hecho, en Alemania no se ha devuelto su antigua nacionalidad a las víctimas que escaparon. “Se ha hecho todo para excluirlos de las indemnizaciones”, afirma Asseo. Y eso que desde 1935, las leyes de Nuremberg --las leyes raciales sobre ciudadanía en el Tercer Reich y “protección de la sangre alemana”-- establecían que “los gitanos pertenecen a las razas impuras”.
Discriminación
El reconocimiento del genocidio gitano no empezó a surgir hasta los años 1980, gracias a la movilización de activistas nacidos después de la guerra dispuestos a “reconquistar el pasado” mientras caía el comunismo y la democracia se abría paso, explica Asseo. Pero recién en 2015 se instauró el 2 de agosto como el “Día Europeo de Conmemoración del Holocausto Gitano”.
En diciembre de 2024, la Alianza Internacional de Memoria del Holocausto (IHRA) publicó recomendaciones para aprender de esta “historia ignorada”. Pero en muchos casos, el paso del tiempo ha sepultado las memorias. En la Checoslovaquia comunista se construyó una granja porcina industrial donde había el campo Lety, situado en el sudoeste de Praga.
Entre 1942 y 1943, unos 1.300 gitanos fueron internados en horribles condiciones en ese lugar. Al menos más de 300 fallecieron, muchos de ellos menores de 14 años, aunque los supervivientes aseguran que la cifra subestima lo ocurrido. Después de 20 años de campañas y presiones, el gobierno checo compró en 2018 la granja para demolerla y erigir un memorial. Este se inauguró en abril del año pasado, cuando ya el último superviviente del campo había fallecido.
Jana Horvathova, una checa descendiente de esos supervivientes, fue una de las activistas que reclamó la apertura del memorial. “Según las encuestas, al menos el 75 % de la opinión pública todavía está influenciada por prejuicios hacia los gitanos, lo que implica una falta de interés en la cuestión”, afirma.
Anna Miscova, una historiadora checa responsable de la exhibición permanente instalada en el lugar, también atribuye a la discriminación hacia esta comunidad las dificultades para arrojar luz sobre esa masacre. “Alguna gente no quería hablar porque escondían el hecho de ser gitanos”, explica.
Lea también: Los Ángeles: recaudan USD 5 millones para víctimas de incendios ya controlados
“Todo se ha esfumado”
Ni siquiera dentro de las familias se ha transmitido el recuerdo. Muchos supervivientes se casaron con parejas no gitanas y dejaron de hablar su idioma de infancia, el romaní. Es el caso de Christine Gaal, nacida en 1949. Para pasar desapercibidos, sus padres incluso se cambiaron su apellido Sarkozy, muy extendido entre los gitanos.
En su residencia de ancianos en Viena nadie sabe su pasado. “Si supieran que lo era (gitana), los pensionistas no serían tan agradables conmigo”, afirma. Sus hijos no se sienten gitanos ni conocen sus costumbres ni saben tocar el címbalo, un popular instrumento con cuerdas metálicas tocado por muchos músicos de esa comunidad.
La madre de Gaal, que tuve 13 hijos, fue la única en regresar del campo de concentración de Ravensbruck. Su padre perdió a siete hermanos y hermanas. “La itinerancia, los músicos en las posadas, los trabajos que teníamos como comerciantes de caballos, todo eso se ha esfumado”, lamenta la hija de Schneeberger, Gina Bohoni, de 64 años.
“Los sintis están desapareciendo”, agrega. Mientras Gina recuerda los insultos que sufrió en la escuela, su sobrina de 27 años escucha en silencio, tomando conciencia de su legado. Sin embargo, no quiere dar su nombre. Si su jefe se entera que es gitana, asegura, sería un desastre.
Fuente: AFP.
Dejanos tu comentario
La increíble historia de cómo mil niños fueron salvados del genocidio en Ruanda
En 1994, en pleno genocidio contra la minoría tutsi en Ruanda, mil niños huérfanos o separados de sus familias fueron salvados gracias a los “convoyes de la vida” de una oenegé suiza, una historia que sale a la luz 30 años después. La escritora francoruandesa Beata Umubyeyi Mairesse, que entonces tenía 15 años, hizo el viaje junto a su madre en un convoy el 18 de junio.
Casi todo el viaje lo hizo “echada en el fondo” del camión, lleno de niños, y “cubierta con telas” para esconderse porque las autoridades ruandesas solo habían autorizado el rescate de menores de 12 años. Beata cuenta esta historia poco conocida en su libro “El convoy”, publicado recientemente, una investigación de varios años que empezó con sus propios “recuerdos difuminados” y que es al mismo tiempo la reconstrucción de lo que vivieron y un homenaje a quienes les salvaron, arriesgando sus propias vidas.
El genocidio contra la minoría tutsi en Ruanda, orquestado por el régimen extremista hutu entonces en el poder, mató a casi un millón de personas entre abril y julio de 1994. Fue un proceso de exterminio sistemático, perpetrado por los militares y los milicianos del grupo paramilitar hutu Interahamwe. Entre junio y julio de 1994, mil niños se salvaron de una muerte segura gracias a los convoyes que puso en marcha la oenegé suiza Terre des Hommes (Tdh).
También gracias al compromiso de varios extranjeros y ruandeses (una pareja de cooperantes, un cónsul, periodistas, sacerdotes y monjas) que permitieron sacarlos al vecino Burundi. La AFP habló con varios de estos huérfanos, adoptados o acogidos en el extranjero, y que han reconstruido con valentía su historia.
Lea más: Alertan sobre contaminación de atún enlatado con mercurio
Camiones abarrotados
En las fotos que Beata ha podido consultar se ven las miradas asustadas o sorprendidas de los niños mirando al fotógrafo desde el interior de los camiones o a su llegada a Burundi. Algunos habían sido internados en orfanatos o centros de acogida antes de las masacres, o eran huérfanos tutsis cuyos padres acababan de ser asesinados.
Fueron sacados del país en autobuses o camiones abarrotados, muchos eran supervivientes de las masacres y llevaban vendas. La muerte los acechaba en cada retén de las carreteras controladas por los extremistas hutus. Uno de los testigos, Jean-Luc Imhof, un cooperante que trabaja desde hace 30 años para la oenegé suiza, ayudó a la autora en su investigación.
En 1993 y 1994 estuvo destinado en Ruanda y volvió al país en 1995. La organización de estos convoyes fue “caótica”, recuerda. En ese momento el genocidio llevaba semanas en marcha. A medida que avanzaban los rebeldes tutsis del Frente Patriótico Ruandés (FPR), que acabaría poniendo fin al genocidio, los militares y la milicia Interahamwe “enloquecieron” porque sentían la derrota inminente.
“Terre des Hommes se enfrenta a una situación increíble: la responsabilidad de esos más de mil niños identificados”, recuerda el cooperante. “Eran sobre todo niños pequeños, de entre cinco y diez años, y menores de tres años. Muchos resultaron heridos, en especial por golpes de machete”, dice.
Lea también: Colombia: adaptan moteles del amor para hospedar a delegados de la COP16
Barreras
La oenegé tomó la decisión, en acuerdo con otras entidades humanitarias internacionales, de organizar su salida. El primer convoy, organizado a inicios de junio con el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), logró llegar a Burundi. El del 18 de junio, que no se pudo hacer con el CICR, “fue aún más arriesgado”.
“El convoy avanza hacia incógnitas increíbles, hay barreras donde los militares obligan a salir a los niños, que arriesgan su vida cada vez”, relata Imhof. Recuerda las tragedias que presenciaron estos niños para sobrevivir y los “traumas que cargan”. Muchos de ellos “vieron masacrar a su familia”.
“Su vida cotidiana consistía en huir de la muerte varias veces por día”, cuenta. Treinta años después, Claire Umutoni, huérfana del genocidio tutsi junto a sus cuatro hermanas, narra esos momentos con una agudeza que estremece. “Recibimos una llamada telefónica hacia el 20 de abril de una persona cuya voz mi padre reconoció; sabía que era uno de los dignatarios de la ciudad de Butare (sur), que le dijo ‘tu hora ha llegado’”.
Los padres pidieron entonces a sus hijas salir inmediatamente de la casa. Claire, de 17 años, y sus hermanas se refugiaron en diferentes sitios de los que serían expulsadas. La joven se convierte de golpe en jefa de familia de sus cuatro hermanas tras la muerte, con una “crueldad inimaginable”, de su madre el 26 de abril y de su padre el 10 de mayo. Las hermanas se refugian en una escuela.
“Caían bombas cerca de la escuela donde estábamos con varios huérfanos; los niños habían sufrido todo tipo de heridas, en el cuerpo y emocionales, era terrible”, suspira Claire en Canadá, donde vive. El 3 de julio Claire sería llevada a Burundi en uno de los convoyes con varios huérfanos.
“Caos”
“Recuerdo que en la carretera había muchos genocidas huyendo con martillos y machetes (...) era un caos porque el FPR estaba a las puertas de Butare, pero aún había genocidas que querían matar a los tutsis”, cuenta. Recuerda también los controles de carretera a cargo de milicianos que llevaban “porras, grandes cuchillos de matadero, granadas” y su “sensación de miedo constante”.
Finalmente, Claire y sus hermanas son acogidas por unas tías. “Mi tía decidió enviarme a Canadá en 1999, a un país lejano, para empezar una nueva vida, para reconstruirme... y elegí no caer en la locura”, cuenta Claire, ahora funcionaria en la Oficina del Consejo Privado de Canadá y madre de tres hijos.
Regresó a Ruanda en 2008 para enterrar a sus padres, cuyos cuerpos finalmente fueron identificados. Para Beata, el año 2024 marca un “despertar”. “Los que eran pequeños entonces por fin están conociendo esta historia, y eso es poderoso”, dice. Tras la publicación de su libro fue contactada por varios de los niños salvados, ahora adultos. “Cuando alguien se pone en contacto conmigo, le explico que puedo enviarle fotos e intentamos averiguar en qué convoy estuvo, el libro tiene un impacto”.
“Gracias a ustedes”
Varios de los “niños de los convoyes” se reunieron por primera vez el pasado 30 de junio con cooperantes y periodistas que participaron en su exfiltración. El encuentro, al que asistió la AFP, tuvo lugar en el Memorial de la Shoah, en París. Cuando Nadine Umutoni Ndekezi -que ahora vive en Bélgica- toma la palabra, evocando sus recuerdos del convoy del 3 de julio que la exfiltró del orfanato en el que se había refugiado cuando sólo tenía nueve años, la emoción se apodera del auditorio.
Agradece “la valentía” de quienes participaron en los rescates. “Estamos aquí hoy también gracias a ustedes, porque no se dieron por vencidos”, dice esta mujer, ahora trabajadora social en salud mental y madre de un adolescente de 14 años. Agradece también a Beata, que le permitió “al fin” saber quiénes le ayudaron a escapar.
“Son nuestros héroes, hicieron un acto increíble”, abunda Claire Umutoni, en declaraciones a AFP. Al final de la entrevista, Claire resume los últimos 30 años. “Elegí vivir en nombre de nuestro pueblo, que fue asesinado cuando no era culpable. Para permanecer digna e íntegra frente a los genocidas”.
Fuente: AFP.
Dejanos tu comentario
Piribebuy, la vergonzosa y horrenda acción de los aliados en la única batalla urbana
La ciudad de Piribebuy recuerda hoy uno de los capítulos más nefastos de la historia de la humanidad. Este lunes 12 de agosto se cumplen 155 años de la única batalla urbana que se desarrolló en el marco de la Guerra Grande, que duró 6 años.
La contienda desarrollada el 12 de agosto de 1869 fue una de las más sangrientas de la Guerra contra la Triple Alianza, en la que el Ejército paraguayo defendió con heroísmo sin igual la soberanía nacional. Piribebuy se había convertido en aquel entonces en la tercera capital de la República. Los aliados llegaron con todo y comenzó la batalla.
La Nación/Nación Media conversó con el historiador Eduardo Ortiz Mereles, presidente de la Asociación Cultural Mandu’arã, y con Miguel Romero, actual encargado del Museo Histórico Comandante Pedro Pablo Caballero, de la ciudad de Piribebuy, quienes brindaron un relato histórico basado en conocimientos bibliográficos, así como también en la versión oral de los ancestros.
Le puede interesar: Mito o realidad: La masacre de Concepción y la orden del mariscal López
El profesor Ortiz explicó que para comprender estos hechos se debe remontar a diciembre de 1868, tras la derrota en la batalla Itá Ybaté, donde el Marqués de Caxias (Brasil) dio por terminada la guerra y se retiró del comando de operaciones. Lo reemplazó el príncipe Gastón de Orleans, conocido también como Conde D’Eu, pariente de los reyes de Francia, yerno mimado, casado con Isabel, hija del emperador Pedro II de Brasil.
Por otro lado, la defensa de Piribebuy se encomendó al teniente coronel Pedro Pablo Caballero, con un efectivo de 1.600 hombres, mujeres y niños, que dio frente al enemigo que apareció en la zona el 9 de agosto, con más de 20.000 hombres de las tres armas y con 43 piezas de artillería.
“Para entonces, López ya estaba en retirada hacia el Norte, perseguido por el enemigo que lo superaba en número, pero consiguió reagrupar a su ejército, conformado ya por ancianos, mujeres, adolescentes y niños, que se alistaron de manera voluntaria”, indicó.
Leé también: Vida y legado de Humberto Rubin: a 2 años de su partida
Ortiz mencionó que tres días antes de la batalla de Piribebuy, la pequeña ciudad ya estaba sitiada por el grueso del ejército aliado. Ante la inminente llegada, sobre todo del ejército imperial, el Tte. Cnel. Caballero ordenó que las familias y los civiles abandonasen la ciudad y se escondieran en el monte para evitar ser víctimas de la desigual batalla que tendría lugar. Pero la mayoría se negó a evacuar y dejaron sin efecto la orden.
Inicio de la contienda
Don Miguel Romero destacó que los primeros enfrentamientos comenzaron el 10 de agosto, en las afueras de Piribebuy. Al día siguiente, llegó la intimación del ejército aliado exigiendo la rendición y finalmente, el 12 se dio la batalla en la ciudad. Duró 5 horas y se desarrolló con tres ataques definitivos.
“Esta es la parte rigurosa que debemos rememorar siempre, la batalla de Piribebuy fue muy injusta para nosotros. Siendo la tercera capital del Paraguay, en la ciudad quedaban 1.600 personas, donde los militares formados eran un poco más de la docena, el resto eran civiles, en su mayoría mujeres, ancianos y niños”, indicó.
Lea también: Ycuá Bolaños: 20 años de una tragedia que marcó con fuego al Paraguay
Agregó que “el ejército aliado estaba compuesto por unos 20 mil soldados y más de 43 cañones rayados con balas enormes, en tanto que el ejército paraguayo solo contaba con cañones cuyas balas eran pequeñas”.
Tomaron parte en la batalla el propio Conde D’Eu, el general Joâo Manuel Mena Barreto, el general Vitorino y el general Correa da Cámara, mientras que el resto del ejército aliado quedó expectante del resultado.
Defensa con lo que estaba a mano
Luego de agotar las pocas balas que tenían y con la pólvora que sobraba, las mujeres cargaron los cañones con lo que tenían disponible, incluían vidrios rotos, piedras pequeñas, restos de vasijas de cerámica, cubiertos e instrumentos de metal y hasta frutos de cocoteros, que al ser disparados emitían un silbido debido a sus orificios y confundían a los soldados brasileños, relató don Romero.
Ahí peleó hasta el último defensor, desde las casas, los arroyos, incluso desde la mismísima Iglesia, que se había convertido en una especie de fortín, ya que contaba con paredes de hasta un metro de grosor.
Tanto Romero como Ortiz coincidieron en que en las últimas acciones de la lucha murió el general brasileño João Manuel Mena Barreto, comandante en jefe del 2º Cuerpo de las tropas imperiales. Cayó con un balazo en la zona de la ingle, disparado por un tirador paraguayo. Este hecho provocó la ira del Conde D’Eu, que ordenó la muerte por degollamiento de todo paraguayo.
La orden no solo se cumplió de inmediato, sino que se cometieron los actos vandálicos más vergonzosos del ejército aliado, en su mayoría contra mujeres y niños de los que quedaban apenas un centenar. Los prisioneros fueron degollados y muchas mujeres ultrajadas y mutiladas antes de ser degolladas.
Te puede interesar: Hace 16 años una breve, sorpresiva e intensa tormenta sacudió Asunción y Central
Entre los primeros en ser asesinados estuvo el propio Tte. Cnel. Caballero, quien no aceptó la rendición. El Conde ordenó degollarlo y desmembrarlo por fuerza de 4 caballos.
Don Romero mencionó que, en la versión oral del pueblo, el Conde D’Eu no saciada aún su sed de venganza por la muerte de general, por lo que preguntó si aún habían personas vivas en la ciudad y se le informó que en el Hospital de Sangre habían 600 internados, más las enfermeras.
Entonces, ordenó cerrar las puertas, ventanas e incendiarlo con todos dentro. “En el relato de Efraín Cardozo, dice que se cerraron puertas y ventanas y quemaron vivos a los 600 heridos más las enfermeras, una de ellas era Francisca Yegros de Yegros, quien no quiso abandonar a sus heridos y se inmoló lanzando a su hijo por la ventana”, relató.
Siga informado con: Paraguay: 5 hechos históricos que cambiaron el rumbo del país
Presuntas motivaciones
El profesor Ortiz señaló que existen dos versiones sobre la motivación sanguinaria del Conde D’Eu, aclarando que ambas son especulativas. Por un lado, que el soldado Gervasio León diera muerte a un alto mando del ejército aliado, cuando ellos eran superiores en números.
La otra versión, no confirmada, es que existía una relación muy cercana entre el conde D’Eu y el Gral. Mena Barreto, con la presunción de que eran pareja; pese a que el conde D’Eu estaba casado con la hija del emperador Pedro II.
Don Miguel Romero recordó que de la sangrienta jornada del 12 de agosto de 1869 solo un reducido número de mujeres y niños logró salir con vida y como testigos marcados a sangre para contar la historia. Una de ellas fue la sargenta Cándida Cristaldo, quien hasta los últimos días de su vida recordó haber visto en un extremo de la plaza el cadáver de una madre aun con su criatura en brazos, que dulcemente seguía mamando de sus senos ensangrentados.
“Un grupo de mujeres fueron formadas en fila para comenzar un bárbaro sistema de ejecución: luego de que uno arrancara los senos femeninos de un tajo con una filosa bayoneta, otro tiraba un lanzazo mortal. Y faltando solo unas cuantas mujeres más antes que le toque a Cándida Cristaldo, como si fuese un milagro de Dios, harto de tanta barbarie apareció un oficial brasileño impetuosamente uniformado, con un entorchado dorado que brillaba al sol, y ordenó que inmediatamente parara esa inhumana ejecución. Así pudieron salvar sus vidas Cándida Cristaldo y otro grupo de 5 mujeres”, concluyó el historiador.
Dejanos tu comentario
Nobel de la Paz presidirá gobierno en Bangladés tras 400 manifestantes muertos
El premio Nobel de la Paz Muhammad Yunus, creador de un sistema de microcréditos para los pobres, dirigirá un gobierno interino en Bangladés y se comprometió a celebrar elecciones próximamente, tras la disolución del Parlamento y la huida de la primera ministra Sheikh Hasina.
Yunus, que se encuentra en Europa y regresará a Bangladés el jueves según sus servicios, escribió el miércoles en la revista británica The Economist que hará lo posible para que “se celebren elecciones libres y justas en los próximos meses”. “Necesitamos ante todo jóvenes que no estén obsesionados con saldar cuentas, como lo han estado muchos de nuestros gobiernos anteriores”, declaró.
El economista de 84 años también hizo un “ferviente llamamiento a todos para que mantengan la calma”. “Estén tranquilos y prepárense para reconstruir el país. Si tomamos el camino de la violencia, todo será destruido”, indicó en un comunicado. La decisión de “formar un gobierno interino” liderado por Yunus fue tomada en una reunión entre el presidente Mohamed Shahabuddin, los jefes militares y los líderes estudiantiles que encabezaron las protestas a principios de julio, indicó este miércoles la presidencia bangladesí.
Lea más: Venezuela: reportan 24 muertos en protestas por reelección de Maduro
“El presidente pidió al pueblo ayudarle a superar la crisis. Es necesaria la formación rápida de un gobierno interino para superar la crisis”, agregó en un comunicado. Muhammad Yunus declaró el martes que estaba dispuesto a asumir la jefatura de un gobierno interino. “Siempre he puesto la política a distancia (...) Pero hoy, si es necesario actuar en Bangladés, por mi país y por el coraje de mi gente, entonces lo haré”, expresó en una declaración escrita enviada a la AFP.
Yunus es conocido por haber sacado a millones de personas de la pobreza gracias a la entrega de microcréditos, una iniciativa por la que recibió en 1998 el premio Príncipe de Asturias de la Concordia y el premio Nobel de la Paz en 2006. También se ganó la persistente enemistad de Sheikh Hasina, que lo acusaba de “chupar la sangre” de los pobres.
Lea también: Presidente de Bolivia plantea referéndum para definir reelección
Nahid Islam, un dirigente del colectivo de estudiantes, confirmó la decisión a los periodistas tras una reunión de tres horas en la presidencia y calificó las conversaciones de “fructuosas”. El presidente Shahabuddin aceptó que el gobierno interino “se forme lo antes posible”. El jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, sostuvo que el nuevo gobierno deberá “respetar los principios democráticos, el estado de derecho y reflejar la voluntad del pueblo”.
El presidente Shahabuddin disolvió este martes el Parlamento, una de las exigencias clave de los estudiantes, compartida con la principal formación de oposición, el Partido Nacionalista de Bangladés (BNP), que exige que se convoquen elecciones en los próximos tres meses. Sheikh Hasina, de 76 años, estaba en el poder desde hace 15 años, pero su último mandato como primera ministra, que comenzó en enero, estuvo marcado por el boicot de la oposición a las elecciones, que denunció que no fueron libres ni justas.
La policía pide “perdón”
Hasina terminó dimitiendo y huyó del país el lunes bajo la presión de una ola de protestas que comenzó a inicios de julio con un movimiento estudiantil en contra de un sistema de cuotas para los funcionarios, pero que derivó en una movilización más amplia contra el gobierno. Un total de 432 personas murieron en las protestas, 10 de ellas el martes y 122 el lunes, según un recuento de AFP con base en fuentes policiales, gubernamentales y médicas.
El martes la situación fue menos tensa, aunque se registraron diez muertos, los comercios reabrieron y se levantó el toque de queda. El presidente Shahabuddin destituyó al jefe de la policía nacional y el ejército reestructuró este martes la cúpula militar y depuso a altos mandos considerados como cercanos a Hasina.
El principal sindicato de la policía pidió “perdón” por haber disparado contra los estudiantes. La federación afirmó que los agentes policiales fueron obligados a “abrir fuego” contra los jóvenes y que después, fueron presentados como los “malos”. También anunció una huelga para garantizar la seguridad de los efectivos.
A última hora del lunes, el jefe de Estado había ordenado la liberación de las personas detenidas durante las manifestaciones y de la principal rival política de Hasina, la ex primera ministra Jaleda Zia, del BNP, que estuvo años en arresto domiciliario.
Fuente: AFP.