El ejército fue desplegado este sábado en las gasolineras de Líbano, afectado por una fuerte escasez de combustible, en tanto el Banco Central se negó a restablecer las subvenciones al carburante. Líbano atraviesa desde fines de 2019 una de sus peores crisis económicas desde 1850, según el Banco Mundial, y se está viendo golpeado por importantes carencias de combustible, que afectan al suministro de bienes de primera necesidad.

El Banco Central de Líbano anunció el miércoles que solo acordará líneas de crédito según las tasas del mercado negro para la importación de combustible, lo cual dio lugar a una oleada de ira y pánico en el país e hizo temer un nuevo aumento de los precios y de la escasez, incluso el pan.

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Varios establecimientos tuvieron que cerrar sus puertas, al carecer de carburante para sus generadores, en tanto los cortes de electricidad pueden llegar hasta 22 horas cada día. “No me retractaré en [la decisión de] retirar las subvenciones para el combustible a menos que el uso de las reservas obligatorias [de divisas] sea legalizado”, declaró este sábado el director del Banco Central (BDL), Riad Salamé, a una radio local.

“Disponemos de 14.000 millones de dólares de reservas [obligatorias], además de 20.000 millones de dólares de activos externos”, precisó. Las reservas de divisas del BDL superaban los 30.000 millones de dólares antes de la crisis. La situación es tal que el centro médico de la Universidad Americana de Beirut (AUBMC), uno de los principales hospitales del país, advirtió el sábado que se avecina un “desastre inminente” y afirmó que se vería obligado a cesar sus actividades en 48 horas si no obtiene combustible.

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“Cuarenta enfermos adultos y 15 niños que tienen respiradores morirán de inmediato”, avisó el hospital en un comunicado. “180 personas que sufren de insuficiencia renal morirán intoxicadas en unos cuantos días [...] Centenares de enfermos de cáncer, adultos y niños, morirán en las próximas semanas”, añadió.

Las reservas del BDL se redujeron mientras que la libra libanesa perdió más del 90% de su valor frente al dólar, encareciendo los costos de las importaciones. El billete verde se negocia hoy en el mercado negro a más de 20.000 libras, frente a una tasa oficial que se mantiene en 1.507 libras.

Intervención del ejército

El sábado, se formaron filas interminables frente a las gasolineras, mientras que ciudadanos furiosos atacaron los camiones de distribución de carburante, según medios locales. En un comunicado, el ejército amenazó con “tomar las gasolineras cerradas, confiscar la gasolina que encuentre ahí [...] y distribuirla directamente y de manera gratuita” a los automovilistas.

Les fuerzas de seguridad interiores (FSI) indicaron que no “se quedarán con los brazos cruzados” frente al caos. Según corresponsales de la AFP, a primera hora de la tarde, los soldados obligaron a abrir a varias estaciones de servicio del norte de Beirut y de otras zonas. Algunas habían cerrado, guardando el combustible, con la esperanza de que suban los precios.

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Riad Salamé criticó el sábado a importadores y distribuidores, acusados beneficiarse de las subvenciones y de guardar combustible para venderlo más caro en el mercado negro o en la vecina Siria. “Es inaceptable que importemos 820 millones de dólares de combustible y que no haya ni diésel, ni gasolina ni electricidad” en el mercado local, dijo Salamé.

Salamé, que lleva en el cargo desde 1993, ha sido acusado por la población de llevar al país a la deriva --algo de lo que también acusan a la clase política-- y de haber transferido grandes sumas al extranjero durante la ola de protestas de 2019.

Fuente: AFP.

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