El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, participó este martes en un atípico desfile militar frente a la Presidencia y el Congreso en Brasilia, en medio de un clima de tensiones institucionales por sus reiterados ataques al sistema electoral.

Junto a los comandantes del Ejército, la Marina, la Aeronáutica y algunos ministros, Bolsonaro observó el convoy de vehículos militares desde lo alto de la rampa del Palacio de Planalto, con vista al Congreso y la corte suprema.

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Formalmente, el acto fue organizado para que integrantes de las Fuerzas Armadas entregaran al mandatario la invitación a un ejercicio militar que ocurre anualmente desde 1988 a unos 80 km de la capital.

Pero el desfile de los blindados y otros vehículos militares por la región central de Brasilia, sede de los tres poderes, es apuntado por observadores como algo inédito desde la vuelta a la democracia en Brasil y como un gesto de fuerza de Bolsonaro, cada vez más cercado por investigaciones judiciales y con su popularidad en declive.

Durante el desfile, que duró unos 10 minutos, decenas de partidarios del gobierno se concentraron frente a la Presidencia, algunos portando pancartas pidiendo una intervención militar para “salvar a Brasil”. La exhibición coincide además con la discusión en el Congreso Nacional de una propuesta para modificar el sistema electrónico de votación, centro de las críticas del presidente. Tanto Bolsonaro como la Marina, que organiza el ejercicio militar, niegan cualquier conexión entre el desfile y esas discusiones.

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“Como ocurre desde 1988, nuestra Marina realiza ejercicios en Formosa (Goiás). Como la tropa viene de Rio de Janeiro, el paso por Brasilia es obligatorio (...) Recibiré el saludo y les desearé buena suerte en la misión”, había afirmado Bolsonaro la víspera en un mensaje dirigido a los miembros del poder judicial y del Congreso, el cual firmó como “jefe supremo de las Fuerzas Armadas”.

Con su popularidad en declive tras un año y medio de pandemia, el mandatario intensificó las últimas semanas sus ataques contra la corte suprema y el Tribunal Superior Electoral (TSE), a cuyos jueces acusa de querer perjudicarlo de cara a la elección de 2022.

Bolsonaro, quien busca la reelección, asegura que hubo fraude en las dos últimas presidenciales y que él debía haber ganado en la primera ronda en 2018, alegaciones que no tienen fundamento según la justicia electoral y numerosos especialistas.

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El presidente pide que las urnas electrónicas, el sistema vigente desde 1996, impriman un recibo de los votos, con el fin de que puedan contarse físicamente, un reclamo que sus seguidores han pasado a defender en manifestaciones callejeras de los últimos meses.

Los reiterados cuestionamientos de Bolsonaro a la legitimidad de las elecciones llevaron a la justicia electoral y a la corte suprema a abrir sendas investigaciones en su contra. Bolsonaro llegó a amenazar con la posibilidad de emplear un “antídoto” fuera de la Constitución contra esos procedimientos judiciales, a los que considera ilegales.

Fuente: AFP.

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