El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se propone anunciar próximamente su estrategia para tratar con Pekín y se multiplican los llamados para que defienda militarmente a Taiwán en caso de una agresión china Con 23 millones de habitantes, Taiwán es considerada por China como una provincia rebelde llamada a volver a su control, por la fuerza si es necesario.

Estados Unidos, que reconoce diplomáticamente a Pekín desde 1979, mantiene relaciones con Taipei y se mantiene como su principal apoyo militar. Una ley estadounidense obliga a ayudar a la isla en caso de conflicto, pero desde hace décadas Estados Unidos aplica una “ambigüedad estratégica” al abstenerse de decir en qué circunstancias intervendría militarmente en defensa de Taiwán.

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El objetivo es doble: evitar darle a Pekín un pretexto para aplicar una política más agresiva respecto a Taipei y también evitar cualquier veleidad del gobierno taiwanés de declarar formalmente su independencia, lo cual haría sonar tambores de guerra.

Esa ambigüedad ha permitido una cierta estabilidad en la región, pero ante la creciente agresividad de Pekín, algunos expertos, como Richard Haas, influyente presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, creen que “llegó la hora de que Estados Unidos introduzca una estrategia clara”. Biden debería “dejar explícito que Estados Unidos replicará ante todo uso de la fuerza de China contra Taiwán”, dijo Haas en un artículo publicado en septiembre en la revista Foreign Relations.

El debate tomó luego mayor amplitud. “La ambigüedad envía a Pekín la señal de que el compromiso de Estados Unidos en la región es dudoso”, señaló más recientemente la oficial de la Armada de Estados Unidos, Michele Lowe. “La claridad envía la señal contraria”, añadió Lowe, asesora del Chicago Council on Global Affairs.

“Profundamente desestabilizante”

La aviación china multiplicó en los últimos meses sus incursiones en la zona de identificación de defensa aérea de Taiwán. Los militares estadounidenses temen una sorpresiva invasión y critican lo que a sus ojos es falta de claridad de la Casa Blanca.

El almirante Philip Davidson, exjefe de las fuerzas estadounidenses en la región Indo-Pacífico, dijo en marzo al Congreso que China podría invadir la isla “en los próximos seis años” y advirtió que el concepto de ambigüedad estratégica “debe reexaminarse”.

Dos semanas después, el almirante John Aquilino, su sucesor, habló en el Senado y mostró vaguedad sobre el calendario de una posible invasión china. No obstante, se dijo abierto a considerar con el secretario de Defensa, Lloyd Austin, “los riesgos y beneficios potenciales de un cambio de política”.

Otros asesores de Biden son más reticentes, como la directora de los servicios de inteligencia Avril Haines, quien fue interrogada por ese eventual cambio de estrategia durante una audiencia ante la Comisión de las Fuerzas Armadas del Senado.

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“Los chinos lo considerarían como profundamente desestabilizante”, respondió. “Pienso que solidificaría la percepción de los chinos de que Estados Unidos es proclive a limitar el poderío de China, incluso por la fuerza; probablemente haría que Pekín socave los intereses de Estados Unidos en todo el mundo”, añadió.

Además, sostuvo, el gobierno de Taiwán podría verse incitado a declarar la independencia; especialmente porque desde la represión en Hong Kong se ha fortalecido la posición de Taipei sobre el tema. Pero Biden no parece tentado a abandonar toda ambigüedad, según su asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan.

“Seguimos las huellas del consenso bipartidario que viene de décadas con gobiernos republicanos y gobiernos demócratas sobre las relaciones entre Estados Unidos y China y nos oponemos a cambiar unilateralmente el status quo”, dijo Sullivan la semana pasada en una conferencia. “Eso se lo comunicamos a China y lo hemos afirmado ante Taiwán”, aseguró.

Fuente: AFP.

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