Un ciudadano alemán de 95 años que fue guardia de un campo de concentración nazi y vivía en Estados Unidos fue deportado el sábado a Alemania, informó el Departamento de Justicia.
Friedrich Karl Berger, que vivía en Tennessee y tenía ciudadanía alemana, fue enviado a su país de origen por haber sido guardia armado del campo de concentración Neuengamme en 1945, señaló el departamento. Berger fue deportado por tomar parte de “actos de persecución promovidos por los nazis”, informaron las autoridades judiciales.
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“La deportación de Berger demuestra el compromiso del Departamento de Justicia y de las autoridades de asegurarse de que Estados Unidos no es un sitio seguro para quienes participaron de crímenes nazis contra la humanidad y otros abusos a los derechos humanos”, dijo el fiscal general (ministro de Justicia) interino Monty Wilkinson.
Un juez de inmigración ordenó en marzo del año pasado la deportación de Berger, que vivía en Estados Unidos desde 1959. Berger estuvo estacionado cerca de Meppen, en Alemania, durante la Segunda Guerra Mundial, donde prisioneros eran mantenidos en “atroces” condiciones y trabajaban “hasta la muerte”, dijo al tomar su decisión la jueza Rebecca Holt.
Berger admitió en el juicio que evitó que prisioneros escaparan del campo de concentración de Neuengamme. También dijo que no sabía que los prisioneros eran maltratados y que algunos murieron. Aseguró que seguía órdenes.
La corte también descubrió que, en marzo de 1945, ante el avance de las fuerzas británicas y canadienses, Berger ayudó a vigilar a prisioneros mientras eran evacuados por la fuerza en condiciones inhumanas, lo que resultó en la muerte de unos 70 cautivos.
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Los prisioneros incluían a “judíos, polacos, rusos, daneses, alemanes, letones, franceses, italianos y opositores políticos” de los nazis, señaló el Departamento de Justicia. Más de 40.000 prisioneros murieron en el campo de Neuengamme según los registros históricos.
Berger voló a Alemania el sábado y llegó a Frankfurt para ser interrogado. Hasta el momento no está claro si será sometido a juicio en su país de origen. La Justicia alemana abandonó el proceso contra Berger en diciembre de 2020, citando evidencia insuficiente.
El Departamento de Justicia reunió pruebas de archivos estadounidenses y europeos, “incluyendo registros del histórico juicio de Nuremberg”. Este año marca el 75 aniversario del juicio de Nuremberg, durante el cual juristas de los países Aliados que ganaron la Segunda Guerra sometieron a juicio a figuras principales del régimen Nazi bajo la ley internacional. Doce acusados fueron condenados a muerte y colgados.
“Esto es ridículo”
En una entrevista el año pasado con el diario The Washington Post, Berger señaló que los sucesos ocurrieron cuando tenía 19 años, estaba desarmado y siguiendo órdenes. “Luego de 75 años, esto es ridículo”, le dijo al Post. “No puedo entender como esto puede pasar en un país como este”, añadió.
Berger nunca pidió ser transferido de sus funciones y luego recibió una pensión de Alemania basada parcialmente en su servicio durante la guerra, según el Departamento de Justicia. En 1979, el gobierno de Estados Unidos creó la Oficina Especial de Investigaciones del Departamento de Justicia dedicada a encontrar nazis. Hasta el momento el programa obtuvo victorias judiciales contra 109 individuos.
La última deportación hasta este sábado había sido la del exguardia de la SS Jakiw Palij, también de 95 años, quien vivía en Nueva York desde 1949 y fue expulsado en agosto de 2018. El caso de Berger es “posiblemente el último” en Estados Unidos, dijo el año pasado a la AFP Eli Rosenbaum, directora del programa especial del Departamento de Justicia.
Fuente: AFP.
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Criminal nazi fue clave para crear el mayor cartel de drogas en Sudamérica, revela semanario
- Berlín, Alemania. AFP.
El criminal de guerra nazi Klaus Barbie tuvo un papel clave en la creación de uno de los cárteles de droga más importantes de Sudamérica, reveló una investigación del semanario alemán Der Spiegel publicada ayer viernes. El exjefe de la policía nazi en la ciudad francesa de Lyon, ocupada por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, huyó a Sudamérica tras el final del conflicto.
El “carnicero de Lyon”, como se le conocía durante la guerra por sus torturas, fue extraditado de Bolivia a Francia en 1983. Años más tarde, en 1987, fue condenado a cadena perpetua por crímenes contra la humanidad. Murió en prisión en 1991. El semanario alemán logró acceder a archivos de la CIA y del Congreso estadounidense que detallan los vínculos de este exjefe de la Gestapo con Roberto Suárez, barón de la droga boliviano.
“Sin él, Suárez probablemente no habría llegado a ser tan poderoso, Bolivia no se habría convertido en la cuna de una industria mundial de la cocaína, y Pablo Escobar y el cártel de Medellín no habrían crecido tan rápido”, afirmó Der Spiegel. Bajo el nombre de Klaus Altmann, el alemán conoce al “rey de la cocaína” a finales de los años 1970 y se convierte en su asesor de seguridad.
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En Bolivia, el criminal de guerra se había forjado una reputación local y llegó a asesorar a los presidentes bolivianos en materia de represión. Barbie se convirtió de facto en “el jefe de todos los servicios secretos”, contó en un documental el exministro del Interior boliviano Gustavo Sánchez.
En su investigación, el semanario alemán detalla el papel de intermediario que jugó Klaus Barbie entre los militares y Roberto Suárez, quien organizó el incipiente cultivo de coca en los años 1970. Ambos trabajan estrechamente con el colombiano Pablo Escobar, que transporta la cocaína hacia Estados Unidos.
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En Bolivia, el dinero de la droga sirvió para armar a los militares, autores de un sangriento golpe de Estado en 1980. Pero entre estos militares había un grupo de mercenarios neonazis, conocidos como los “Novios de la Muerte”, cuyo cuartel general, el “Club Bavaria”, estaba decorado con esvásticas. Barbie y Suárez “derrocaron al gobierno boliviano e instauran un régimen corrupto que alimentó el narcotráfico”, apunta el artículo. La investigación también reveló que la CIA estaba al corriente de la implicación de Barbie en el narcotráfico.
En 1982, la alianza entre los militares y los narcotraficantes se vino abajo y Suárez fue enviado a prisión en 1988. Klaus Barbie fue extraditado a Francia en 1983 tras ser perseguido por la familia Klarsfeld. Condenado por “crímenes contra la humanidad”, murió en prisión en 1991, a los 77 años. La investigación también reveló que la esposa de Roberto Suárez era de origen judío y que su tía, que vivía en Lyon, había sido deportada por orden de Klaus Barbie.
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Un genocidio olvidado: las atrocidades de los nazis contra los gitanos
- Por Blaise Gauquelin.
Z de “Zigeuner” (“gitano”) y un número. Algunos supervivientes todavía llevan el horror del holocausto gitano tatuado en la piel, recuerdo de un genocidio olvidado que los historiadores intentan documentar. Rosa Schneeberger es una de las últimas sinti, una comunidad itinerante que deambula desde tiempos medievales por el oeste de Europa.
Tenía solo cinco años cuando la deportaron con su madre y sus hermanos al mayor campo de reclusión de gitanos, Lackenbach, construido en 1940 por los nazis en la anexionada Austria, donde familias enteras eran sometidas a trabajos forzados. A los 88 años, Schneeberger, de nacionalidad austríaca, evoca con dolor los recuerdos que dejó enterrados en lo más profundo de su mente durante décadas.
En el salón de su casa en la ciudad austríaca de Villach, repleta de fotografías de sus cuatro hijos, sus diez nietos y sus dos bisnietos, Rosa cuenta a la AFP lo que recuerda de esa dolorosa infancia. “Solo dejaba de tener hambre cuando robaba la comida de los caballos”, explica. “Los alimentaban mejor que a nosotros”.
En Lackenbach, los niños estaban obligados a cargar rocas, mientras los adultos trabajaban en el bosque, en la construcción de carreteras o en otras obras públicas. Los más viejos y los más pobres caían exhaustos en las letrinas, recuerda. “Los nazis recuperaban en la mañana temprano sus cadáveres congelados”.
Su querido abuelo murió enfermo ante sus ojos, dice. Solo un 10 % de los 11.000 gitanos y sintis austríacos sobrevivieron a las atrocidades nazis. Unos 4.000 fueron enviados a Lackenbach, de los que 237 murieron debido a las enfermedades, el frío y las palizas. Muchos fueron enviados a los campos de exterminio en la Polonia ocupada, como el de Chelmno o el de Auschwitz, liberado por el ejército soviético hace 80 años, el 27 de enero de 1945. Schneeberger sobrevivió hasta la liberación de Lackenbach en marzo de 1945 porque su padre, como muchos en su comunidad, tocaba un instrumento y entretenía a los guardias.
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Unos 200.000 muertos
Los historiadores no saben cuántos gozaron de la misma suerte. La alemana Karola Fings, de la Universidad Heidelberg, está recopilando la primera enciclopedia sobre este tema. “En muchos países, todavía no hemos comprendido todo el alcance” de la persecución, afirma. En Estonia, por ejemplo, la comunidad fue virtualmente aniquilada y el dialecto que hablaban ya no existe.
Países como Bélgica, Países Bajos o Croacia quedaron particularmente afectados. En otros, como Francia, Bulgaria y Rumania, muchos sobrevivieron. Pero no existen datos previos a la guerra sobre la dimensión de la población romaní. Actualmente se estima que cuenta con 12 millones de personas, de un origen cultural muy diverso. Entre ellos hay cientos de supervivientes del holocausto.
“Si juntamos los datos de los que sabemos seguro que eran sintis y romaníes, podemos decir que hubo entre 110.000 y 120.000 muertos”, afirma la historiadora Fings. “Pero hay un gran número de casos no registrados”, agrega. “La hipótesis que más o menos se impone en la investigación es que podemos hablar de alrededor de 200.000 muertos”.
Los crímenes cometidos solo se documentaron en el Tercer Reich, donde la primera redada de gitanos tuvo lugar en junio de 1938. Sin embargo, todas las pruebas se destruyeron al final de la guerra y los “verdugos” reintegrados en la sociedad alemana “continuaron estigmatizando a las víctimas gitanas como antisociales y delincuentes”, explica Fings.
Internacionalmente, la investigación no ha progresado hasta los últimos 20 años, cuando ya era demasiado tarde para recoger el testimonio de muchos deportados, a quienes los nazis identificaban con un triángulo negro o marrón, en función del campo.
La francesa Henriette Asseo, experta en la historia del pueblo gitano en Europa, considera “atroz” que después de la guerra, los supervivientes no fueran considerados “víctimas raciales” ni en Alemania ni en otros países del centro de Europa.
De hecho, en Alemania no se ha devuelto su antigua nacionalidad a las víctimas que escaparon. “Se ha hecho todo para excluirlos de las indemnizaciones”, afirma Asseo. Y eso que desde 1935, las leyes de Nuremberg --las leyes raciales sobre ciudadanía en el Tercer Reich y “protección de la sangre alemana”-- establecían que “los gitanos pertenecen a las razas impuras”.
Discriminación
El reconocimiento del genocidio gitano no empezó a surgir hasta los años 1980, gracias a la movilización de activistas nacidos después de la guerra dispuestos a “reconquistar el pasado” mientras caía el comunismo y la democracia se abría paso, explica Asseo. Pero recién en 2015 se instauró el 2 de agosto como el “Día Europeo de Conmemoración del Holocausto Gitano”.
En diciembre de 2024, la Alianza Internacional de Memoria del Holocausto (IHRA) publicó recomendaciones para aprender de esta “historia ignorada”. Pero en muchos casos, el paso del tiempo ha sepultado las memorias. En la Checoslovaquia comunista se construyó una granja porcina industrial donde había el campo Lety, situado en el sudoeste de Praga.
Entre 1942 y 1943, unos 1.300 gitanos fueron internados en horribles condiciones en ese lugar. Al menos más de 300 fallecieron, muchos de ellos menores de 14 años, aunque los supervivientes aseguran que la cifra subestima lo ocurrido. Después de 20 años de campañas y presiones, el gobierno checo compró en 2018 la granja para demolerla y erigir un memorial. Este se inauguró en abril del año pasado, cuando ya el último superviviente del campo había fallecido.
Jana Horvathova, una checa descendiente de esos supervivientes, fue una de las activistas que reclamó la apertura del memorial. “Según las encuestas, al menos el 75 % de la opinión pública todavía está influenciada por prejuicios hacia los gitanos, lo que implica una falta de interés en la cuestión”, afirma.
Anna Miscova, una historiadora checa responsable de la exhibición permanente instalada en el lugar, también atribuye a la discriminación hacia esta comunidad las dificultades para arrojar luz sobre esa masacre. “Alguna gente no quería hablar porque escondían el hecho de ser gitanos”, explica.
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“Todo se ha esfumado”
Ni siquiera dentro de las familias se ha transmitido el recuerdo. Muchos supervivientes se casaron con parejas no gitanas y dejaron de hablar su idioma de infancia, el romaní. Es el caso de Christine Gaal, nacida en 1949. Para pasar desapercibidos, sus padres incluso se cambiaron su apellido Sarkozy, muy extendido entre los gitanos.
En su residencia de ancianos en Viena nadie sabe su pasado. “Si supieran que lo era (gitana), los pensionistas no serían tan agradables conmigo”, afirma. Sus hijos no se sienten gitanos ni conocen sus costumbres ni saben tocar el címbalo, un popular instrumento con cuerdas metálicas tocado por muchos músicos de esa comunidad.
La madre de Gaal, que tuve 13 hijos, fue la única en regresar del campo de concentración de Ravensbruck. Su padre perdió a siete hermanos y hermanas. “La itinerancia, los músicos en las posadas, los trabajos que teníamos como comerciantes de caballos, todo eso se ha esfumado”, lamenta la hija de Schneeberger, Gina Bohoni, de 64 años.
“Los sintis están desapareciendo”, agrega. Mientras Gina recuerda los insultos que sufrió en la escuela, su sobrina de 27 años escucha en silencio, tomando conciencia de su legado. Sin embargo, no quiere dar su nombre. Si su jefe se entera que es gitana, asegura, sería un desastre.
Fuente: AFP.
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¿En Paraguay existieron campos de concentración al estilo nazi?
- Por Paulo César López
- paulo.lopez@nacionmedia.com
- Fotos: Gentileza
En esta entrega de Mito o Realidad, el periodista e investigador Carlos Pérez Cáceres responde a la pregunta de si en nuestro país existieron campos de concentración al estilo nazi. Si bien la detención y confinamiento de adversarios políticos fue moneda corriente durante las revoluciones y dictaduras que se sucedieron en el Paraguay hasta casi la última década del siglo pasado, los centros de reclusión tenían características muy sui generis que conviene revisar antes de hacer equivalencias directas.
Uno de los principales sitios caracterizados como un campo de concentración en nuestro país es el exfortín de Minas Cue, en el km 180 de la ruta PY15 en Loma Plata, departamento de Boquerón. Este lugar ha sido muy publicitado en los últimos años tras el hallazgo de vestigios de la guerra del Chaco durante la construcción de la Ruta Bioceánica, lo que le valió ser declarado museo a cielo abierto.
El autor de “Dictadura y memoria” brinda algunas características de los centros de detención que funcionaron durante el régimen de Higinio Morínigo, principalmente, pero que tienen antecedentes en la época de las revueltas liberales y cuyo modelo se siguió replicando durante la larga autocracia de Alfredo Stroessner.
–¿Es cierto que durante el gobierno de Higinio Morínigo en nuestro país funcionó un campo de concentración al estilo nazi?
–El gobierno de Morínigo tenía una tendencia hacia el fascismo, sobre todo en su apoyo militar. Claramente eran partidarios de las ideas de Adolf Hitler y de Benito Mussolini. Los campos de concentración nazis fueron brutales porque en muchos de ellos se propiciaba y se daba muerte a los enemigos del régimen. Sin embargo, aquí en el Paraguay estos campos de concentración no tenían ni la tecnología ni el objetivo de exterminar –en cantidad– a los enemigos o adversarios del Gobierno. Lo que se buscaba con el confinamiento en estos campos de concentración era principalmente alejar a los militantes a esos lugares inhóspitos para separarlos de sus organizaciones. Habría que caracterizar cómo eran los campos de concentración nazis y a partir de esta definición hacer las comparaciones. Yo creo que se buscaba generar la desazón en los militantes y el miedo en la ciudadanía para que no haga militancia política.
–¿Cuál fue el periodo en el que estuvo en funcionamiento?
–Ya con anterioridad bajo gobiernos liberales se dio lo del famoso campo de concentración de Fortín Galpón, que al parecer fue de los primeros en el país luego de la finalización de la guerra contra la Triple Alianza. Sin embargo, es bajo el gobierno de Morínigo cuando se va a utilizar más de seguido. Casi durante todo su gobierno uno de los castigos para los opositores era el confinamiento a algunos de esos campos de concentración. Este castigo continuó luego con Stroessner. En las décadas del 50 y 60 hay muchos casos denunciados por las organizaciones políticas. Ninguno de los partidos políticos, gremios de estudiantes y trabajadores dejaron de tener este tipo de castigos. Hasta antes de la caída de la dictadura, aunque con otros contenidos, se puede hablar de los confinamientos de Domingo Laíno, de los mopoquistas y de otras organizaciones.
TERRITORIOS INHÓSPITOS
–¿Le parece correcto conceptualmente comparar estos presidios con los campos de la solución final?
–No creo que se puedan comparar. Los campos de concentración de aquí eran lugares inhóspitos, lejos de alguna zona urbana, con casi nada para hacer y de asumir algún tipo de contactos, a no ser entre los mismos confinados. Durante la época de Morínigo y en los primeros años de Stroessner los confinados se solían escapar de estos campos, pasaban al Brasil o a la Argentina, para luego ingresar nuevamente al país –de manera clandestina– y continuar con la militancia gremial y política. Hay muchos casos registrados y se tiene la experiencia del Movimiento 14 de Mayo. Muchos de ellos fueron confinados y luego se escaparon para volver al país y seguir luchando contra la dictadura.
–¿Qué características tenían estos sitios y dónde estaban ubicados?
–La gran mayoría de los campos de concentración se encontraban en el Chaco y en algunos casos eran islas donde llegaban una vez por mes algunos barcos que traían medicamentos y alimentos, así como cartas o encomiendas de los parientes. En estos campos de concentración, por lo menos en la época de Stroessner, se enviaba a militares castigados para hacer de encargados de los mismos. Los presos vivían en chozas, algunas para varias camas y en algunos lugares no tenían esa posibilidad.
INFRAESTRUCTURA
–¿Cuál era la infraestructura con la que contaba el lugar?
–No tenían ninguna condición de las que conocemos hoy. El baño era cualquier lugar, sin la más mínima infraestructura higiénica, agua potable no se tenía, electricidad tampoco. Uno se despertaba y debía realizar alguna tarea como trabajar en huertas, en la elaboración de ladrillos, en producir mosto –en caso de contar con animales–. No había bibliotecas ni nada parecido. En algunos casos se permitía la visita de familiares, pero eso era muy difícil y siempre se conseguía con base en alguna relación amistosa, de parentesco o algún tipo de corrupción.
–¿Cuál era la capacidad que tenían estos centros?
–Dependía del lugar. Algunos podían albergar a cierta cantidad, mientras que otros mucho menos. Por ejemplo, el campo de concentración de Emboscada tenía una cierta capacidad, pero cuando los presos políticos fueron enviados allí –desde 1976 en adelante– las instalaciones fueron sobrepasadas. Sin embargo, hay que recordar que para los presos políticos salir de Investigaciones o de las comisarías, lugares donde siempre se torturó, era una especie de alivio, aunque tuvieran que seguir sin libertad y con otras dificultades.
REGISTROS
–¿Hay registros fotográficos de estos lugares?
–En el libro del periodista uruguayo Carlos Boche se pueden apreciar algunas fotos, tanto de los presos políticos y gremiales como de las condiciones en que tenían que vivir. También se pueden conseguir fotos de Emboscada y de otros sitios como Abraham Cue. La característica siempre fue tener condiciones terribles para la gente y de generar una serie de problemas de salud que empeoraban las condiciones de los presos.
–¿Algo que desee añadir que no le haya preguntado?
–La represión de los gobiernos dictatoriales contra las organizaciones opositoras tenía tres elementos principales. Primero la tortura, luego el confinamiento, que se hacía con el objetivo de alejar al militante y separarlo de sus organizaciones. En tercer lugar el exilio, que tenía la finalidad de alejarlo del país y tener que adaptarse a un nuevo medio. Esto hacía que muchos de esos exiliados, una vez conseguido trabajo o de contraer matrimonio, ya no regresaban al país y no volvían a la militancia política en nuestro territorio.
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Trump: “Yo no soy un nazi, soy lo opuesto a un nazi”
“No soy un nazi”, dijo ayer lunes Donald Trump para defenderse de quienes le acusan de ser “fascista” y de querer gobernar Estados Unidos de forma autoritaria si gana las elecciones presidenciales dentro de ocho días. Los ataques personales se han convertido en la norma en la recta final de los comicios más reñidos de la historia contemporánea de Estados Unidos.
La vicepresidenta y candidata demócrata Kamala Harris insiste en que su rival, el expresidente Trump, es un peligro. Estas elecciones no son las de 2016 o 2020 porque “hay mucho en juego”, sostiene. Trump “es aún más inestable y más desquiciado, y ahora quiere un poder sin control”, declaró este lunes en un acto en Michigan (norte), uno de los siete estados que pueden decidir el resultado electoral junto con Pensilvania, Wisconsin, Georgia, Carolina del Norte, Arizona y Nevada.
“Y esta vez, no habrá nadie allí para detenerlo, ni siquiera la Corte Suprema, que hace meses le dijo al expresidente que es esencialmente inmune haga lo que haga en la Casa Blanca”, añadió, días después de llamarlo “fascista”. Trump ha llamado “asesinos” y “terroristas” a los migrantes y dice que “envenenan la sangre del país”, pero desmintió que aspire a convertirse en un líder autoritario al estilo de “Hitler”.
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Polémica
“La nueva línea de Kamala (Harris) y su campaña es que todos los que no votan por ella son nazis. Somos nazis”, afirmó ante una muchedumbre enfervorizada en Atlanta. Trump contó que su padre solía decirle que no usara nunca la palabra nazi ni Hitler y criticó a los demócratas por utilizar ambas. “Él es Hitler y luego dicen él es un nazi. Yo no soy un nazi, soy lo opuesto a un nazi”, afirmó en Georgia.
Hace unos días su exjefe de gabinete en la Casa Blanca, John Kelly, declaró al New York Times que Trump encaja en la definición de fascista y que le dijo que Adolf Hitler “también hizo algunas cosas buenas”. Harris ha dado crédito a las declaraciones de Kelly, un exgeneral de los Marines, y ha acusado a Trump de admirar “a los dictadores”.
Desde el domingo ha estallado una nueva polémica por comentarios racistas hechos por algunos oradores en un mitin del republicano. “Hay una isla flotante de basura en medio del océano en este momento, creo que se llama Puerto Rico”, afirmó el humorista Tony Hinchcliffe, que también se burló de los latinos diciendo que “les encanta hacer bebés”, parodió a judíos y palestinos y se mofó de un hombre negro, con el estereotipo de que a los afroestadounidenses les gusta mucho la sandía.
“Lo mejor”
El equipo de campaña del republicano se distanció del comentario del cómico que llevó a artistas como Bad Bunny, Ricky Martin, Marc Anthony o Jennifer Lopez a apoyar a Harris. “Esta broma no refleja la opinión del presidente”, afirmó una de las portavoces de Trump. César Viera, de 18 años, asistió al mitin de Trump en Atlanta con una bandera de Estados Unidos sobre sus hombros.
Los comentarios en el Madison Square Garden no le parecieron ofensivos. “Soy latino también y voy a votar por Trump”, declaró a la AFP, convencido de que “es sencillamente lo mejor para la economía en este momento”. Más de 47 millones de estadounidenses han votado por anticipado, incluido el presidente Joe Biden, que lo hizo este lunes en el estado de Delaware (nordeste).
Las tensiones arrecian, avivadas por el miedo a que Trump pueda volver a negarse a reconocer una derrota, como hizo en 2020. La preocupación aumentó después de que un incendio quemara cientos de votos anticipados depositados en una urna supuestamente segura en un distrito altamente competitivo en el noroeste del estado de Washington.
Y otra fue dañada horas antes en Portland, Oregón, en un “acto intencionado”, según la policía. Harris, empatada en las encuestas con Trump, no desperdicia ninguna oportunidad para denunciar la retórica del republicano. “Está centrado y realmente obsesionado con sus quejas, consigo mismo, y con dividir a nuestro país”, afirmó este lunes pasado. El martes la exfiscal de 60 años pronunciará lo que su equipo de campaña llama un “alegato final” contra Trump en Washington, en el lugar donde el expresidente arengó a sus simpatizantes antes de que atacaran el Capitolio el 6 de enero de 2021.
Fuente: AFP.