La demanda de los biocarburantes retrocede este año por primera vez en dos décadas, debido a la pandemia y al desplome de los precios del petróleo estos últimos meses, un revés que preocupa al sector. “La caída de los precios del petróleo ha tenido un impacto muy negativo en los biocarburantes”, explica a la AFP Olivier Lemesle, director de estudio en el gabinete Xerfi. Los biocombustibles ya no son competitivos frente a los precios actuales del crudo, apunta.

Por ello, la producción de biocarburantes para los transportes en el 2020 registrará una caída de 11,6% respecto a la del 2019, una cifra sin precedentes en dos décadas, según el informe anual de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) publicado a principios de noviembre. De todas las fuentes de energía renovables, el uso de los biocarburantes ha sido el que más se ha reducido en la crisis sanitaria, precisa la organización.

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Y esto debido a que las condiciones de los biocarburantes y los carburantes fósiles no eran las mismas en 2020: mientras el coste del equivalente de un barril de biodiésel se mantenía en torno a los 70 dólares (según el grupo agroindustrial francés Avril), el precio del petróleo bruto se desplomaba desde principios de año debido a las medidas drásticas impuestas en todo el mundo para frenar el COVID-19. Desde el 6 de marzo, el barril de Brent no ha superado los 50 dólares, aunque en todo el 2019 estuvo por encima de ese umbral. Y las perspectivas para 2021 no son muy positivas.

“Solución medioambiental”

Estos sustitutos de la gasolina o el diésel producidos a partir de vegetales presentan, sin embargo, ventajas, sobre todo medioambientales, ya que suponen una reducción de las emisiones de los gases de efecto invernadero de al menos 50% respecto a los combustibles fósiles. “Los biocarburantes tienen su lugar, forman parte de la solución medioambiental”, subraya Jean-Philippe Puig, director general del grupo Avril, cuyos ingresos provienen de los biocarburantes en una tercera parte.

Pero, además de los precios desiguales respecto al petróleo, el sector depende de la voluntad política que decide, por ejemplo, si aumentar o no el nivel del uso de los biocarburantes en las gasolineras.

Otro problema de este tipo de combustible es que la primera generación de biocarburantes, hecha con remolacha, trigo o maíz, excluye grandes cantidades de alimentos de base de los circuitos de alimentación de muchos países. El desarrollo del coche eléctrico, y a largo plazo de los motores de hidrógeno, tampoco ayuda a impulsar la demanda de los carburantes en general.

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El sector aéreo

Para Guy Maisonnier, experto del instituto de investigación IFP Energies nouvelles (Ifpen), la filial tendría que volcarse hacia el sector aéreo, porque esta industria “no dispone de tantas soluciones alternativas” como el transporte por carretera.

En el 2019, los biocarburantes solo representaban el 0,01% de los combustibles utilizados en el sector aéreo, pese a que esta cuestión forma parte de las medidas presentadas por las compañías en sus objetivos a largo plazo, recuerda la AIE. Los grupos petroleros también abordan el tema. Un consorcio de empresas, entre ellas el gigante francés Total, trabaja en la producción de bioqueroseno a partir de residuos agrícolas, cuya producción podría ver la luz “en el 2025”.

Fuente: AFP.

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