Menos de seis meses después del final del primer confinamiento, los franceses deben permanecer en sus casas este fin de semana. Pero una parte de la población, en particular los pequeños comerciantes, apoyados por alcaldes, se muestra menos inclinada a cumplir con las reglas.

Las medidas de este confinamiento reducido, que entró en vigor el viernes, son claras: como en primavera (boreal), sólo se puede “tomar aire” durante una hora como máximo y en un radio de un kilómetro de su domicilio. Las excepciones también permiten ir de compras o ir al médico. Pero todos los restaurantes, bares y comercios considerados “no esenciales” deben permanecer cerrados.

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Pero algunos se resisten. Los alcaldes de ciudades pequeñas y medianas como Perpiñán, Beaune, Valencia o Colmar, entre otras, han aprobado decretos que autorizan la apertura de comercios no alimentarios en su municipio, denunciando la “desigualdad” de tratamiento frente a la gran distribución y la venta en línea.

En el mercado popular del Vieux Saint Ouen, en la periferia de París, los callejones están llenos, los clientes no parecen preocupados por el confinamiento y disfrutan del sol.

“Nos acostumbramos a la segunda temporada de confinamiento, no tenemos elección. Sólo quiero que me dejen trabajar, no quiero los 1.500 euros (que les prometió el gobierno)”, comenta Anas Ansour, carnicero. “Los pequeños comerciantes no quieren la ayuda del Estado, siempre nos las hemos arreglado solos, hay que dejarnos trabajar”, explica.

Reapertura de las librerías

La Confederación de Pequeñas y Medianas Empresas (CPME) asegura que “el comercio de proximidad, ya debilitado por el comercio en línea, está hoy en peligro de muerte”.

Las llamadas se multiplican para la reapertura de las librerías. Editores (Antoine Gallimard, Odile Jacob etc.), autores (Enki Bilal, Patrick Modiano, etc.) y libreros firmaron una tribuna publicada en el diario Le Monde el sábado, pidiendo la apertura de estos “lugares seguros” gracias al protocolo sanitario establecido estos últimos meses.

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Con este nuevo confinamiento previsto “por lo menos” hasta el 1 de diciembre, el gobierno pretende volver a “unos 5.000” casos de contaminación por día, frente a los casi 50.000 registrados el viernes. En un laboratorio de la ciudad Tours (centro del país), la cola era interminable en los últimos días y el público cambió. “Hay una verdadera preocupación. El público es más joven, más familiar”, constata François Blanchecotte, al frente del grupo ABO+ en Indre et Loire.

Este segundo confinamiento tiene por objeto reducir la presión sobre el sistema hospitalario. Según las últimas cifras publicadas el viernes, 3.368 enfermos de COVID-19 están ahora en reanimación o en cuidados intensivos (para las 6.400 camas actualmente existentes en el territorio).

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Las autoridades temen la saturación del sistema hospitalario en las próximas semanas. Como en el primer confinamiento, los franceses que quieran tomar aire o ir al mercado este sábado deben ir provistos de un justificativo temporal, bajo pena de una multa de 135 euros.

Pero hay tres cambios importantes con respecto a la primavera: escuelas, colegios y liceos volverán a abrir el lunes después de las vacaciones de Todos los Santos; se podrá visitar a los residentes de los establecimientos para ancianos y el trabajo in situ podrá continuar, incluso si el recurso al teletrabajo se convierte en la regla. Las autoridades evaluarán cada dos semanas la evolución de la epidemia, que ya causó más de 36.500 muertes en Francia, para ver si es necesario reforzar o aligerar las medidas.

Fuente: AFP.

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