Alrededor de mil personas se manifestaron este sábado en el centro de Roma para protestar contra la obligación de vacunar a los niños en edad escolar o de llevar mascarilla en plena pandemia de coronavirus.

“No a la obligación de vacunar, sí a la libertad de elección”, “No a las mascarillas en las escuelas, no al distanciamiento”, “La libertad personal es inviolable” y “Viva la libertad” eran algunas de las consignas en pancartas. La mayoría de los asistentes no llevaba mascarilla, comprobó la AFP. Uno de ellos llevaba una foto del papa Francisco con la palabra Satán escrita encima, así como las cifras 666, consideradas símbolo del diablo.

El jefe del gobierno italiano, Giuseppe Conte, había expresado su postura días atrás ante esta reunión de complotistas y militantes antivacunas: “más de 274.000 enfermos y 35.000 muertos [por el coronavirus]. Punto final”. Conte manifestó su esperanza de que el otoño no conlleve un nuevo confinamiento general, sino tan solo “intervenciones puntuales” donde sea necesario.

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Papa Francisco se reencontró con fieles

“¡Viva el papa!”. Fieles y curiosos pudieron intercambiar algunas palabras el miércoles pasado con el papa Francisco, aunque sin abrazos y con mascarillas, en su primera audiencia al aire libre en seis meses, en El Vaticano.

“Después de todos estos meses, retomamos nuestro encuentro cara a cara y no pantalla a pantalla”, se regocijó el papa argentino, de 83 años, gran adepto al contacto estrecho con los fieles, y obligado desde marzo a transmitir por video su audiencia tradicional de los miércoles. “¡Es hermoso!”, lanzó con una sonrisa ante unas 500 personas presentes.

Un retorno limitado y con mascarillas, muy lejos de las multitudes jubilosas en una Plaza de San Pedro concurrida, donde el sumo pontífice hacía una llegada triunfante en su papamóvil, para estrechar miles de manos y tomar en sus brazos a una cantidad de niños.

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La última audiencia general del papa en la Plaza de San Pedro rodeada por los brazos de las columnatas de Bernini dando la benvenida, contó con un público de 12.000 personas, el 26 de febrero pasado. “La epidemia actual ha puesto en evidencia nuestra interdependencia, todos estamos ligados”, subrayó el papa.

Tras haberse tomado la temperatura, los participantes en la audiencia de este miércoles tuvieron el privilegio de dirigirse al patio de San Dámaso, donde se recibe habitualmente a los jefes de Estado, pasando por una majestuosa escalera de mármol del palacio pontificio con los guardias suizos inmóviles y con mascarillas de rigor. Cada uno ocupó una de las 500 sillas instaladas a distancia entre sí, en dos zonas separadas por una especie de amplio pasadizo vacío destinado al papa.

Fuente: AFP.

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