Río de Janeiro, Brasil | AFP | por Pascale TROUILLAUD

Ofendió o insultó a dirigentes de la ONU, de Francia, Alemania y Noruega y compró una enemistad con el probable futuro presidente de Argentina: el presidente Jair Bolsonaro practica una diplomacia de tierra arrasada, que causa preocupación por las relaciones de Brasil con el resto del mundo.

El mandatario de ultraderecha ignora deliberadamente los códigos internacionales de buena conducta y suele recurrir a la réplica brutal o grosera en torno a dos temas: la soberanía de Brasil sobre la selva amazónica y los derechos humanos.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Su último blanco fue la expresidenta chilena Michelle Bachelet, actual Alta Comisionada de Derechos Humanos de la ONU, por haber criticado la "reducción del espacio cívico y democrático" en Brasil.

Bolsonaro le respondió elogiando la dictadura Augusto Pinochet, que tuvo "el coraje de detener a la izquierda en 1973, con comunistas como su padre", un general de aviación que murió en la cárcel tras ser torturado por el régimen.

Pocos días antes, en plena polémica con Francia sobre la soberanía de la Amazonía, Bolsonaro se burló del aspecto físico de Brigitte Macron, esposa del presidente Emmanuel Macron, quien juzgó esos propósitos "extraordinariamente irrespetuosos".

Esa retórica incendiaria y vulgar parece carecer de filtros o límites y avergüenza a muchos brasileños, señalan los analistas.

A mediados de agosto, Bolsonaro se ofuscó con Alemania y Noruega, que habían suspendido el envío de fondos para la preservación de la Amazonía, a causa de la política ambiental de su gobierno.

"¿Noruega no es aquel país que mata ballenas ahí arriba, en el Polo Norte? ¿Que explota petróleo también allí? No tiene nada que ofrecernos. Coge el dinero y ayuda a Ángela Merkel a reforestar Alemania", declaró, colgando imágenes de un método de sacrificio de ballenas usado en realidad en Dinamarca.

“Concurso de insultos”

Bolsonaro ha minado también las relaciones con el probable futuro presidente de Argentina, importante socio comercial, cuando dijo que al inclinarse por el candidato peronista Alberto Fernández, el país vecino estaba "buceando en el caos".

Fernández replicó, tachando a Bolsonaro de "misógino, racista y violento".

"Desde un punto de vista diplomático, su estilo, la forma en la que se expresa, es un desastre", afirmó Christian Lohbauer, especialista en Relaciones Internacionales en la Universidad de Sao Paulo (USP).

"No se administran las relaciones internacionales organizando, cualquiera sea el país, concursos de insultos", sostuvo el ministro francés de Relaciones Exteriores, Jean-Yves Le Drian, a quien Bolsonaro excluyó de su agenda en julio, alegando otras obligaciones, aunque apareció a la hora de la cita en vivo por las redes sociales haciéndose cortar el cabello.

¿Por qué tantos excesos?

"No tiene precedentes, pero sería un error decir que este gobierno es loco o irracional, saben lo que hacen", sostiene Monica Herz, profesora asociada de Relaciones Internacionales en la Pontificia Universidad Católica (PUC) de Rio.

Bolsonaro "tiene un proyecto político muy extremista" que es "peligroso, no solamente para Brasil", alerta. "Sólo le habla al 30% de los brasileños con fuerte inclinación hacia la extrema derecha".

El exmilitar ha apostado por exaltar el espíritu nacionalista para movilizar a su base electoral, en momentos de rápida erosión de su imagen. Según una encuesta del instituto MDA, su índice de aprobación cayó de 57,5% en febrero a 41% en agosto, en tanto que la desaprobación subió de 28,2% a 53,7%.

Bolsonaro comparte con el presidente estadounidense Donald Trump "un estilo no civilizado, mal educado", pero "claro que Trump tiene más poder que él", asevera Lohbauer.

Con su economía todavía tambaleante, prestar el flanco a críticas de destruir la Amazonía puede valerle boicots potencialmente catastróficos para las exportaciones de carne, cuero o soja de Brasil. Y reforzar los argumentos de los adversarios de la ratificación del acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur.

“Un precio elevado”

La postura beligerante del gobierno "tendrá un impacto a largo plazo", prevé Herz. "En términos de prestigio y legitimidad, [Brasil] va a pagar un precio muy, muy elevado" y más dificultades para hacerse entender en las negociaciones multilaterales y bilaterales, añade.

Los líderes mundiales seguirán atentos el discurso inaugural de Bolsonaro ante la Asamblea General de la ONU a fines de este mes, donde hablará de la Amazonía con "patriotismo".

"Cuando 57 millones de brasileños lo votaron, sabían qué esperar", asegura Lohbauer: Bolsonaro era un diputado conocido por sus provocaciones.

“No va a cambiar su comportamiento. Los dirigentes extranjeros deberán lidiar con eso durante toda su presidencia”, concluye.

Dejanos tu comentario