Río de Janeiro, Brasil | AFP |por Jorge SVARTZMAN

El desempleo en Brasil se redujo dos décimas en el periodo febrero-abril, su primera caída en cuatro meses, un respiro marcado por un número récord de personas desalentadas que dejaron de buscar trabajo y con una economía amenazada por una nueva recesión.

El índice de paro cayó de 12,7% en enero-marzo a 12,5% en febrero-abril, según datos divulgados este viernes por el instituto de estadísticas IBGE, que realiza sus estudios sobre la base de trimestres móviles.

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En febrero-abril, había 13,2 millones de desempleados, 200.000 menos que a fines de enero. En el mismo periodo de 2018, la tasa de paro era de 12,9% y el número de parados llegaba a 13,4 millones.

El dato puede aportar cierto alivio al gobierno del presidente Jair Bolsonaro, que desde que asumió el cargo en enero se vio confrontado a una rápida erosión de la confianza de los mercados, que le habían dado un fuerte apoyo en la campaña electoral, a causa de las dificultades para hacer aprobar sus reformas.

El IBGE anunció el jueves que el PIB de Brasil se contrajo 0,2% en el primer trimestre del año respecto al trimestre precedente -su primer retroceso desde fines de 2016- con marcadas caídas en la industria (-0,7%) y las inversiones (-1,7%).

El desempleo fue reflejando esas frustraciones: de 11,6% en el último trimestre de 2018 llegó a 12,7% en el primer trimestre de este año, antes de reducirse a 12,5% en febrero-abril.

Récord de “desalentados”

El número de "desalentados", aquellos que dejaron de buscar trabajo por falta de oportunidades, llegó al récord de 4,9 millones, unos 100.000 más que en enero-marzo y 199.000 más que en el mismo periodo de 2018 (4,7 millones).

El trimestre febrero-abril también cerró con un récord de 28,4 millones de personas subutilizadas, que incluye a los desocupados, a los subocupados con menos de 40 horas semanales -y que querrían trabajar más- o personas con potencial para trabajar pero que no logran buscar y/o comenzar un empleo por "motivos diversos".

Es el número más alto de la serie histórica, que comenzó en 2012.

Aumentó además a 11,2 millones el número de trabajadores informales, frente a 11,1 millones en enero-marzo, indicó el IBGE, que elabora sus informes con encuestas presenciales en miles de domicilios.

En 2017, el gobierno del entonces presidente conservador Michel Temer promulgó una reforma laboral, que flexibilizó las normas de contrataciones y despidos, con la expectativa de dinamizar el empleo, algo que hasta ahora no se plasmó en realidad.

Pero según José Ronaldo Souza Jr, director de estudios y políticas macroeconómicas del IPEA (un instituto de investigación vinculado al ministerio de Economía), sin esa ley, "dada la situación de la economía, podríamos estar mucho peor".

"Buena parte de los empleos que se generan actualmente se deben a las enmiendas posibilitadas por la reforma del régimen laboral", dijo Souza Jr. a la AFP.

Visto desde el llano, el razonamiento no es de mucho consuelo.

En un centro de búsqueda de trabajo de Rio de Janeiro, Lucia Santos, de 23 años y madre de dos hijos, espera su turno. Desde hace cinco años vive de expedientes y le gustaría ser contratada como cajera.

"Es difícil y teniendo hijos es extremadamente complicado. Pienso que la tendencia va a empeorar, más que a mejorar", afirma.

Riesgo de nueva recesión

El gobierno de Bolsonaro está empeñado en la aprobación de otras reformas y en especial la del régimen de jubilaciones, vista como el primer paso para sanear las cuentas públicas.

Pero las resistencias sectoriales y las peleas internas atrasaron la iniciación de la tramitación y revirtieron el entusiasmo inicial de los inversores por el exmilitar ultraderechista.

Las expectativas iniciales, de un crecimiento de 2,5% este año, ya fueron rebajadas a 1,6% por el gobierno y a 1,2% por los mercados. 2019 va así en vías de convertirse en otro "año perdido", después de la recesión de 2015-2016 y del débil repunte de 2017 y 2018 (+1,1% en ambos casos).

"El proceso de revisión de las expectativas y la cautela de los agentes económicos puede intensificarse", advirtió el viernes la Confederación Nacional de Industrias (CNI), un gremio patronal.

"En otro momento, la elevada confianza de inicios de año ya se hubiera reflejado en más producción y más consumo", agregó.

Para el analista Souza Jr, "si Brasil no resuelve el problema fiscal, corre un riesgo serio de volver a caer en recesión, porque el ambiente de confianza se volvería muy malo y no habría condiciones para un repunte fuerte de las inversiones".

“Actualmente, no hay ningún sector que funcione muy bien. Los servicios están un poco mejor, la industria peor, pero no hay ninguno con un desempeño excepcional y duradero”, admite.

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