La Valeta, Malta | AFP | por Matthew XUEREB

Los 49 migrantes bloqueados en el Mediterráneo, algunos desde hace más de dos semanas en dos embarcaciones de ONG alemanas llegaron el miércoles en Malta después de que se lograra un acuerdo para distribuirlos en ocho países europeos y repatriar a otros.

"¡Se terminó!". En la embarcación de la ONG Sea-Watch, los 32 migrantes que fueron rescatados el 22 de diciembre gritaron, lloraron, cantaron y besaron a los rescatistas cuando se enteraron que finalmente pondrían pisar tierra firme, según un video difundido por la ONG.

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Todos subieron a lanchas de la marina maltesa que los trasladaron a La Valeta, al igual que otros 17 migrantes que habían sido rescatados el 29 de diciembre por la ONG Sea-Eye.

Los dos barcos de las ONG alemanas habían sido autorizados hace una semana a protegerse del mal tiempo en las aguas de Malta, pero el acuerdo para que desembarcaran tardó en alcanzarse luego que Malta exigió que se incluyera a otros 249 migrantes que este país rescató y acogió en los últimos días.

"Se logró un acuerdo ad hoc (...), 220 personas será distribuidas en otros países miembros o serán devueltos a sus países de origen", anunció Joseph Muscat en una conferencia en Malta.

Los migrantes serán repartidos entre Alemania, Francia, Portugal, Irlanda, Rumania, Luxemburgo, Holanda e Italia, precisó Muscat.

En paralelo, 44 bangladesíes del grupo de los migrantes que ya estaban en Malta serán repatriados porque las autoridades estiman que no tienen razones para pedir asilo. Al final, 78 migrantes del primer grupo permanecerán en Malta, el país más pequeño de la UE con 450.000 habitantes.

"Queríamos transmitir un fuerte mensaje político de que la carga debe compartirse porque es un problema europeo. No se trata de un discurso en contra de las ONG, solo queremos que todos sigan las reglas ", explicó Muscat (del Partido Laborista, izquierda).

“Un signo de debilidad”

"Cada hora que pasó sin solución, no fue una hora de la que me sintiera orgulloso", agregó el primer ministro maltés, que lamentó que la solución implique solo a algunos países y no al conjunto de la UE.

Malta ha sido firme en reclamar una solución "completa y global" porque teme que las llegadas a sus aguas se multipliquen.

"Malta jamás ha cerrado sus puertas y sigue siendo un puerto seguro. Simplemente queremos que todos respeten las normas internacionales que no hemos creado nosotros", declaró Joseph Muscat.

"Está en nuestra naturaleza ayudar a las personas en peligro, pero como Primer Ministro, no puedo eludir la responsabilidad de preservar nuestra seguridad e intereses nacionales", dijo Mascate, repitiendo que el acuerdo alcanzando en las últimas horas no constituye un "precedente".

Según el comisario europeo encargado de las migraciones, Dimitris Avramopoulos, "estas últimas semanas no fueron las mejores para Europa. Tener 49 personas en barcos durante casi tres semanas, no es eso lo que la Unión Europea representa".

Avramopoulos reclamó "la implementación de mecanismos perdurables" par evitar las próximas crisis, recordando los acuerdos precedentes para repartir a migrantes rescatados por otras embarcaciones de ONG o incluso por los guardacostas italianos.

En París, un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores también pidió "un mecanismo sostenible" y recordó los principios defendidos por Francia, que a diferencia de Italia, Malta y España, nunca ha abierto sus puertos para migrantes rescatados de Libia: "Desembarco de barcos en el puerto seguro más cercano, solidaridad en la recepción de personas que necesitan protección".

En Italia, los quince migrantes que el jefe de gobierno, Giuseppe Conte, aceptó recibir provocó un debate agitado, al punto que los responsables de la mayoría tendrán que reunirse de urgencia en la noche. El ministro del Interior y hombre fuerte de Italia, Matteo Salvini, se opone tajantemente a todo arribo de inmigrantes.

“En Bruselas, se hacen los que no entienden nada y facilitan el trabajo de los contrabandistas y de las ONG”, reaccionó Salvini, líder del partido de extrema derecha la Liga. “Ceder a las presiones y amenazas de Europa y las ONG es un signo de debilidad que los italianos no se merecen”.

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