Río de Janeiro, Brasil | AFP, por Pascale TROUILLAUD.

"Cuando vi arder el Museo Nacional de Río en la televisión, rompí a llorar", cuenta el reconocido físico brasileño Luiz Davidovich, que alerta del estado de decadencia que vive la ciencia en Brasil, similar al deterioro de la cultura en este país en crisis.

"En los laboratorios de la Universidad Federal de Rio de Janeiro (UFRJ), los investigadores están comprando con su dinero el material o ratones genéticamente modificados para realizar sus investigaciones sobre el zika", explica el profesor Davidovich, presidente de la Academia Brasileña de Ciencias.

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Michelle Klautau, especialista en esponjas marinas, recibe a los periodistas de la AFP en la UFRJ y les muestra un gráfico donde la curva del presupuesto científico comparte la pendiente abrupta del Pan de Azúcar.

Después de un pico en la década de 2010, la inversión se desplomó en dos tercios en un Brasil con las arcas vacías. En 2017, se hundió un 44%.

La bióloga muestra todo lo que ha tenido que financiar en su laboratorio para continuar investigando: "Una máquina fotográfica de 1.200 euros, dos de los tres aires acondicionados, la mayoría de las sillas, la pintura, las baldosas del suelo".

"Estamos llegando a un punto en el que esto va a ser imposible", anticipa. "El investigador no va a poder continuar financiando su investigación con su salario".

"Ya hemos empezado a disminuir la cantidad de estudiantes en nuestros laboratorios, la cantidad de proyectos e, incluso, su amplitud", explica. También las becas.

Uno de sus estudiantes, Marcio França, muestra la "caixinha", una pequeña caja que acumula los reales que aporta el equipo para comprar agua, café o el papel higiénico del laboratorio.

País de gran vocación científica -y que acaba de inaugurar uno de los aceleradores de partículas más potentes del mundo-, Brasil cuenta con numerosos investigadores que han publicado en las mejores revistas internacionales y alcanzó el auge en diferentes sectores gracias a la ciencia.

Muchos de sus avances se aplicaron en dominios como la extracción del petróleo con alta tecnología en los yacimientos del presal (en aguas muy profundas del Atlántico debajo de una capa de sal), para expandir su importante producción animal o en triplicar la cosecha de soja.

Bajo amenaza

"No fue un milagro, fue la ciencia", explica Davidovich, quien trabajó durante mucho tiempo con el francés Serge Haroche, premio Nobel de Física en 2012.

El sector científico despegó en Brasil bajo la dictadura militar (1964-1985), debido a su conexión con la seguridad nacional. "Había jóvenes coroneles en la investigación", recordó Luiz Davidovich.

"Luego, los años de Lula (2003-2010) fueron formidables para las ciencias", con un aumento considerable de los presupuestos, la multiplicación de los campus universitarios y la creación de infraestructuras para la investigación.

Hasta que los fondos se contrajeron con la crisis económica que marcó los últimos años de Dilma Rousseff. Tras ser destituida por el Congreso en 2016, su sucesor Michel Temer ordenó una congelación catastrófica del gasto público para los próximos 20 años, que afectó de lleno a la investigación al no considerarla prioritaria.

"La ciencia en Brasil está amenazada por la falta de fondos", asegura desde otro piso de la UFRJ Marcos Farina, profesor en el Instituto de Ciencias Biomédicas.

"Cuando llueve mucho, al día siguiente se forma una piscina" en el techo. "Después el agua comienza a gotear sobre nuestros equipos", afirma mostrando un microscopio de epifluorescencia japonés cubierto, como todos los demás instrumentos, con una lona de plástico.

"Individualemente, todos los investigadores trabajan con amor", añade, "pero su pasión puede tener un lado malo, porque ellos reparan [lo que no funciona], pese a que debería ser el trabajo de la institución".

Para Farina, esta decadencia quedó también retratada en la tragedia de septiembre, cuando el Museo Nacional de Rio, el mayor centro de historia natural de América Latina, ardió bajo la mirada impotente de un país que ya nada podía hacer para salvar los 20 millones de valiosas piezas de su catálogo, descuidadas financieramente desde hacía años.

"Tierra plana"

Por ello, Michelle Klautau "piensa, cada semana, cuando un equipo se avería, en renunciar, e incluso en el exilio, como muchos colegas".

Afectado igualmente por la fuga de cerebros, el laboratorio de Marcos Farina perdió un profesor y un posdoctorando, que se fueron a Estados Unidos.

"Lo que nos da la energía para continuar (...) es el reconocimiento de nuestros colegas extranjeros", explica Klautau.

Además, muchos científicos vieron con miedo el nombramiento del astronauta Marcos Pontes como ministro de Ciencia del futuro gobierno del ultraderechista Jair Bolsonaro.

"Una de las primeras frases que dijo fue: 'Voy a luchar contra los enemigos internos'", recuerda el profesor Farina. "No tengo ni idea de lo que va a pasar".

“Hay gente en este gobierno que piensa que la Tierra es plana y que Isaac Newton era un impostor. Es aterrador”, concluye.

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