La realidad que viven las personas de la tercera edad es de las más difíciles de sobrellevar, tanto para ellas como para el entorno familiar. Necesitan cuidados y atención especial y la familia no siempre quiere o puede ocuparse de ellas. A nivel país, existen varios hogares que las acogen y cuidan de ellas.
- Por Adriana Zacarías
- adriana.zacarias@gruponacion.com.py
- Fotos PÁNFILO LEGUIZAMÓN
Los adultos mayores, o cariñosamente abuelos, forman parte de cada familia, no importa cuan disfuncional sea esta, ellos esperan recibir la misma retribución que brindaron a sus hijos al cumplir más de 60 años. Pero existen diversas circunstancias que los ubican en situaciones favorables o desfavorables. ¿Qué pasa con los abuelos desamparados y en situación de abandono? ¿Qué les ofrece el Estado?
De acuerdo a la Constitución Nacional, según la Ley Nº 1885/ De las Personas Adultas, que establece derechos e intereses de las personas de la tercera de edad, mayores de sesenta años, en su Artículo 4: “El Estado concurrirá al logro del bienestar social de las personas de la tercera edad, garantizando el ejercicio de sus derechos y velando para que aquellas que se encuentren en situación de vulnerabilidad, carezcan de familia o se encuentren abandonadas, sean ubicadas en lugares públicos o privados y se les ofrezcan programas de servicios sociales intermedios”. El Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social tendrá a su cargo la aplicación de la presente ley.
En otro orden, la Ley Nº 3728/2009 “Establece el derecho a la pensión alimentaria para las personas adultas mayores en situación de pobreza”. Ambas normativas deberían garantizar una vida digna a los abuelos.
PENSIONES ESTATALES
El Estado paraguayo brinda tres tipos de beneficios para los adultos mayores: Las pensiones graciables y alimentarias, cuyo monto no debe exceder al mínimo (G. 1.950.048) y la asistencia social dependiente del Ministerio de Desarrollo Social, “Tekoporã”, para el adulto mayor (hasta 1 persona) es de G. 40.000 (que se suma al monto que recibe la familia).
Con relación a la pensión alimentaria, “el adulto mayor recibe un cuarto del salario mínimo. Actualmente, sería G. 528.000 al mes”, indica Juan Ángel Ávarez, director de Pensiones No Contributivas del Ministerio de Hacienda.
Álvarez explica que según la Ley Nº 4027/2010 las pensiones graciables serán concedidas solo a las personas que se encuentren imposibilitadas de generar ingresos necesarios para una vida digna; hayan cumplido 60 años de edad; y hayan prestado significativos y perdurables servicios al país. No puede exceder el sueldo mínimo legal, sin embargo, el Congreso puede, en grado de excepción, aumentar el monto.
A octubre de este año, 195.458 adultos mayores figuran activos en el Programa de Pensión Alimentaria del Ministerio de Hacienda. En total, existen 203.573 beneficiarios: 195.458 adultos mayores; 78 veteranos de la Guerra del Chaco; 7.266 herederos de veteranos; 399 beneficiarios de pensiones graciables; 372 herederos de policías y militares fallecidos en acto de servicio.
Recientemente, el senador Salyn Buzarquis presentó un proyecto que fue vetado. El mismo apuntaba a la universalización, es decir, que toda persona que cumpla los 65 años ingrese automáticamente al sistema, además de terminar con el censo para discriminar a las personas que necesitan y aquellas que no, pues hay personas que son pudientes y aún así cobran. Afirma que son cerca de 500 adultos mayores quienes están fuera del programa.
HOGARES ANTE ABANDONO
Hay 5 hogares del Instituto de Bienestar Social (IBS), dependiente del Ministerio de Salud y Bienestar Social. La directora General del Instituto, María del Carmen Villar, expone que la cantidad de ancianos en cada hogar varía. “En un hogar tenemos 45, en otro 47, en otro 22, en otro 7. El Hogar Santo Domingo (cupos llenos) y Nuestra Señora de la Asunción para adultos mayores son los que más abuelos reúnen por su capacidad”, revela.
Si bien el hogar ideal para los abuelos es donde vive su familia, en muchos casos se recurren a los hogares de acogida porque lastimosamente son abandonados y están en situación de calle.
“En caso de que un adulto mayor esté en abandono, tenemos que hacernos presentes. Tomamos los datos y luego hacemos la intervención correspondiente. Se les brinda servicio integral, asistencia psicosocial, incluso espiritual. Hay un sacerdote designado a trabajar con salud. Hay equipos multidisciplinarios”, precisa Villar.
Los hogares de estadía permanente están destinados a personas mayores, de ambos sexos, con autonomía física o sin ella. Estos lugares ofrecen alojamiento estable y regido por personal de la institución, donde se garantiza la atención integral de los residentes.
“En caso de que no tengamos un espacio a nivel público, hay convenios con 7 hogares privados para casos de extrema necesidad. Los mismos están en Natalicio, Guairá, Caacupé. Lastimosamente, muchas veces tienen familiares, pero los abandonan. Se comprometen a visitarlos, pero en la gran mayoría de los casos nunca lo hacen. Lo que ellos más necesitan es que se los visite. La compañía es lo que más precisan”, resalta.
REHABILITACIÓN DE LUJO
La alternativa para los jubilados del Instituto de Previsión Social (IPS) es el Centro Residencial Especializado en Atención y Apoyo al Adulto Mayor (CREAM), inaugurado en el 2016 en el ex hotel San Bernardino, con todas las comodidades.
Lourdes Giménez, ex directora médica del CREAM, fundó el lugar y habla con “conocimiento de causa”, dice. Actualmente, es directora de Medicina Preventiva del IPS y detalla que el CREAM es un centro de rehabilitación, contención y apoyo al adulto mayor.
“No es un hospital, no es un asilo y se diferencia de otros centros por su programa de actividades. Tiene rehabilitación, fisioterapia, ejercicios físicos, danza, canto y nutrición. Es un centro multidisciplinario en el que interviene un médico de guardia las 24 horas, enfermeras y auxiliares. Hay también contención psicológica y social. Es para un soporte, no tiene laboratorio ni dependencias para estudios auxiliares. Los adultos mayores traen su certificado médico y estudios. Viven en el centro, recibiendo toda la atención multidisciplinaria”, refiere.
La condición para acceder es ser jubilado o pensionado del IPS y tener desde 60 años hasta 94 inclusive, además de cumplir con documentaciones. En relación a la edad, se recomienda no pasar los 75 años. “Una década más es un tiempo considerable en el cual las discapacidades muchas veces ya son irreversibles. Nuestro centro apunta a rehabilitar. Hay 150 plazas y es mixto. Incluso van matrimonios y amigos jubilados en habitaciones dobles. Los tiempos de estadía son variables, comienzan con tres meses, seis meses y de acuerdo a la respuesta se amplía hasta dos años. No queremos abuelos abandonados, esto no es un asilo. Nosotros incentivamos los lazos familiares. Ellos van a sus casas los fines de semana. Viven con nosotros de lunes a viernes, sábado y domingo los familiares pueden visitarles”, remarca.
HERMANOS CAPUCHINOS
La Fundación en San Pío Róga, ubicada sobre San Juan 2055, barrio Trinidad, realiza un curso hasta el 22 de noviembre sobre la atención a adultos mayores, con el objetivo de capacitar para el futuro laboral. Las clases son desarrolladas en la fundación por instructores del Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP) y el Ministerio de Salud. El hermano Ramón Arévalos, vocero de la fundación, cuenta que poseen un hogar y una clínica para ayudar a los más necesitados. Casa Alivio del Sufrimiento, sito sobre Vía Férrea esquina Del Rosario Miranda, está habilitada para consultas con profesionales voluntarios que donan su tiempo. “Tenemos consultorio de odontología y farmacia. Hay peluquería el primer sábado de cada mes. También hay una tienda de ropa usada que se vende a precio simbólico”, menciona.
Otra de las actividades para incentivar a esta franja etaria es el “Akã morotĩ”. Se trata de un grupo de adultos mayores, que totalizan 120 y que se reúnen todos los jueves, de 14 a 16 horas, en la Casa Alivio del Sufrimiento.
“Ellos ahí se forman, comparten, hacen manualidades y se les enseña sobre salud mediante charlas. Se promociona también la cultura paraguaya, hacen teatro, bailan. En principio venían con su bastón y no tenían con quien compartir y ahora increíblemente tiran su bastón. Se sanan, mejoran. De ellos, unos 60 son de escasos recursos. Entonces, a ellos se les da canasta familiar una vez al mes, esto se consigue con donación”, comenta.
Por su parte, Vivian López, funcionaria de Alivio del Sufrimiento, señala que tienen una farmacia hace 7 años y que a la misma acuden cerca de 5.400 personas al año.
HOGAR HERMANO ANTONINO
El Hogar para Adultos Mayores Hermano Antonino, inaugurado el 11 de abril del 2019, por el hermano Laercio Ferreira, acoge a 12 abuelitos. “Este hogar es para abuelitos en situación de calle y viven aquí 24 horas, en este momento tenemos seis abuelitos, ellos necesitan cuidado las 24 horas. La capacidad es para 12. Algunos tienen familia, pero están abandonados”, relata.
“Para estar a la altura de la ley, debemos contar con profesionales, esto implica contratar seis enfermeras para cada abuelito, es decir, sueldo para cada uno. La casa es maravillosa, tienen todo. Algunos se bajaban de la cama porque estaban acostumbrados a dormir en el piso. Es todo un trabajo y todos se ayudan mutuamente. Es una realidad, una alegría y un desafío. Nuestro sueño es recibir al menos 5 abuelitos más. Tenemos una trabajadora social que hace todo el proceso. Es un hogar, no un hospital, tenemos que ver ancianos que no requieran ser hospitalizados y que se manejen todavía solos”, subraya.
“El desafío más grande es ocuparlos. Porque ellos se sientan y los voluntarios le hacen hablar, cantar, pintar, caminar. Ahí trabajan su mente, su cuerpo y eso les mantiene vivos. El estar quieto es lo que más les enferma. Cuando iniciamos el hogar no teníamos plata para ese fin. Ahora terminamos. Más de G. 2.000 millones es el presupuesto de equipamiento. Nos aventuramos y confiamos en la providencia. Todo lo que se dona tiene boleta de factura legal. Para nosotros también es sinónimo de transparencia. Nosotros no ganamos plata. No tengo nada, pero al mismo tiempo tengo todo”, cuenta.
Carlos Rodríguez, coordinador del hogar, afirma que los ancianos reciben todos los servicios básicos y atención personalizada.
“Soy el más joven del grupo. Estaba reciclando y me agarró la creciente. Entonces, me dijeron que había un hogar para adultos mayores para vivir mientras tanto. Contacté con la trabajadora social. Llegué al hogar y acá estamos como en nuestra casa. La atención es buena, nada nos falta. Tenemos enfermera de 6 a 6 en tres turnos. Hay fisioterapia. Los martes viene una señora para hacer dibujos con nosotros, jugamos bingo y rezamos el rosario. Medicamentos tomamos a hora, Carlitos nos lleva a las consultas”, relata uno de los abuelos, Hugo Gadea (65), quien expresa que está ciego en el ojo izquierdo.
Si bien él tiene hijos grandes, de 14 y 15 años, son de escasos recursos y no lo pueden mantener más. “Mi familia sabe que estoy acá, pero no me puede mantener”, narra y agrega que, como es el más joven del grupo, ayuda a las enfermeras con el cambio de pañales, puesto que se necesita fuerza para sostener a los ancianos.