Dos arroyos convergen entre viviendas que están pendiendo de un hilo. Allí, 1.000 familias fueron censadas para formar parte del proyecto Chacarita Alta, con la promesa de la vivienda digna. El mismo lleva 4 años de vigencia y recién ahora iniciarán obras menores.

Los vestigios de lo que fuera el primer tren del ferrocarril de Sudamérica en la era de Carlos Antonio López, siglo XIX, son la antesala a una realidad al margen de lo que las fachadas edilicias modernas muestran. Oxidados por el abandono, vagones quemados, rodeados de arbustos son la imagen de un vivo presente. Detrás de la reliquia se halla la entrada a la Chacarita Alta, una zona histórica y emblemática.

El populoso barrio Ricardo Brugada, que fuera inspiración de la recordada canción de Maneco Galeano “Soy de la Chacarita”, es cuna del creador de la guarania, el gran maestro José Asunción Flores, del actor Rubén Vysokolán y el futbolista y cantante Ramón Ángel Hicks, es hoy el reflejo de años de marginalidad.

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Es viernes y el intenso calor de 40 grados arrasa la periferia asuncena, pobladores cuya esperanza se va muriendo ante el incumplimiento de promesas, unen sus voces para coincidir en un mismo denominador común: eterna desidia.

Viven en las alturas, pero al borde de dos arroyos, Antequera y Tacuary, atestados de basura y todo tipo de alimañas, que con la intensidad de cada tormenta, se van desmoronando, con puentes desvencijados y peligrosos. Se trata de uno de los barrios más antiguos de Asunción que según el censo del 2016 es habitado por aproximadamente 1.000 familias.

En noviembre del 2015, el Banco Interamericano de Desarrollo aprobó un préstamo de US$ 30 millones para el Financiamiento del Programa de Mejoramiento de la Vivienda y el Hábitat del Ministerio de Urbanismo, Vivienda y Hábitat, ratificado en el Congreso en el 2016. Cuando iba empezar el proyecto, de la mano de la ex ministra de Senavitat (Soledad Núñez), se vino el cambio de gobierno y de eso han pasado casi dos años y el proyecto no camina como debiera.

OTRA DECEPCIÓN

Una maqueta perfecta a la vista se alza frente al barrio Huracán, donde se aprecia un diseño que pobladores reclaman ejecución desde hace años. El inicio del recorrido nos lleva a duros recovecos rayando el abismo, laberintos estrechos, en donde convergen niños y ancianos acostumbrados claramente a esta situación.

Alberto González nos guía y muestra los rincones, comenta que la última reunión los decepcionó a todos porque la promesa se dilata y entretanto 9 familias de las 65 en estado crítico, fueron trasladadas al albergue temporal y están ahí hace 5 meses, en el predio de Ferrocarriles Paraguayos SA (Fepasa).

Lejos de lo que muestra el audiovisual de la cartera estatal, La Nación verificó que los espacios son una burla, lo que equivaldría a un solo dormitorio convencional es destinado para seis personas que integran una familia, apenas terciadas y chapas, baño compartido, días sin agua y luz.

En estas 9 familias hay 13 niños y tres ancianos. La municipalidad no los oye, afirman. “En esto dicen que se invirtió US$ 300.000 y es una payasada. Esto es regalo, madera, terciada y chapa, no te alcanza ni G. 5.000.000”, expresa Alexis Encina, ubicado en Fepasa. Sospechan de malversación: “Para las casas prefabricadas, está estipulado en US$ 980.000”, asegura González desconcertado por lo que le toca vivir.

SUSPICACIA

En teoría, según el curso del proyecto, alegan que las casas prefabricadas ya deberían estar listas, sin embargo, los encargados de la ejecución anunciaron en la última reunión que iniciarán las obras menores, sin tener en cuenta el problema de fondo de los cauces hídricos, esto los instó a una próxima movilización exigiendo rendición de cuentas sobre lo aprobado.

“Estamos a la deriva, nadie viene a dar la cara. Se tendría que estar ejecutando, lo único que siempre nos dicen es que se van alargando más los plazos de lo que se va a construir. A fines de octubre tenía que estar ya lo que es la casa prefabricada. De fines de octubre pasó a fines de noviembre, después febrero y ahora dijeron abril. Según mi lógica, primero tendrían que solucionar el cauce. Siempre vienen con una promesa, hasta ahora todavía ningún ladrillo se movió. La ex ministra Soledad Núñez fue la que más se acercó a la gente. Ella recorría la zona, con ella se creyó en el proyecto”, expuso González.

Lo que más les molesta es que en lugar de dar prioridad a resolver los problemas en cauces, prefieran primero ejecutar obras menores, como es el caso de la Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo (BIAU), a criterio de los afectados, esquivan la realidad social acuciante con meros pretextos de apariencia. Por ejemplo, cuestionan que le den más importancia a plazas y no a la gente.

“A nadie le interesa las obras menores, el cauce es lo que preocupa”, agrega Alexis Encina. “Las casitas parecen un cajón porque no quieren que se haga ventana. Están más preocupados en el paseo verde, placita, y no en la gente”, sostiene Estefanía Irala.

Según los encargados, dos proyectos ya fueron ejecutados por la BIAU con apoyo de la municipalidad. Hay 10 proyectos restantes, de un total de 12 y los ejecutados en su totalidad son los proyectos Portal Comuneros y Plazoleta Amapola.

Sobre precarios puentes deben cruzar los pobladores de la Chacarita Alta, además de peligrosos caminitos sin protección.

VOCES QUE CLAMAN ACCIÓN

Floria Quiñónez (88) nos relata animada con voz de niña que ella quiere seguir trabajando, se la ve muy jovial, pero su hijo ya no la deja trabajar por su avanzada edad. “El 22 de diciembre es mi cumpleaños”, ilustra con una sonrisa genuina, es una las antiguas pobladoras. “Antes acá jugábamos, había un puente. Cuando tenía siete años vine. Tengo 57”, dice Vivian Núñez. Marta Beatriz Aguilera asevera que en 30 años nunca se hizo nada y cada vez que llueve están con el corazón en la boca.

“Yo quité préstamo de mi bolsillo para hacer muralla”, aduce Rosana Gómez. “La única solución es cerrar la calle y manifestarse. Siempre fue un terreno municipal, no estamos en contra de que nos quieran sacar. Pero toda la vida hubo gente acá y tiene título que le avala. Nunca pedimos gratis nada, sino lo justo”, exclama Estefanía Irala.

“Nos vinieron a engañar porque dijeron que los cauces iban a ser prioridad, que iban a solucionar eso primero. Ahora hacen al revés. Tengo la zanja encima. Nací acá en la Chacarita. Lo que más nos preocupa es que aparece gente que no conocemos y casi todos los días gente nueva que no es referente de la zona. ¿Qué vienen a hacer acá? Somos pobres, pero no pueden hacer lo que quieran con nosotros”, lamenta José Miguel Prieto.

Nelson Gómez, cuya casa está a punto de caer al barranco, declara: “Hace 4 años no hicieron nada, solo mentirnos. Nadie gastó por su casa porque nos prometieron. Colaboramos entre todos para hacer camino de nuestra plata”.

“Mario Ferreiro apareció una vez para pedir votos para su candidatura”, añade González. “No saben de nuestra realidad, hay una zona donde la gente trepa por la pared para poder llegar”, sentencia Vivian Núñez.

Mercedes Fariña (75), que vive desde hace 57 años en Chacarita Alta, destaca: “En 1962 compramos esta casa, una piecita nomás era. El único puente que se hizo fue con Carlos Filizzola (ex intendente de Asunción). Nadie después. Cuando hay campaña electoral entran en nuestra cocina y comen para la foto”.

UNA EXPLICACIÓN

El arquitecto, Gustavo Glavinich, director general de la Unidad Ejecutora del Proyecto, del MUVH, explicó que para intervenir en el Componente II, primero hubo un trabajo social, a cargo de la oenegé Hábitat para la Humanidad.

“Ahora están saliendo los fondos para las obras menores, surgidas de un taller de la gente de la Bienal que trabajó con la gente para sus espacios públicos. Por otro lado, estamos ya en llamado, próximos a recibir las ofertas, de una prórroga para las viviendas temporales en Fepasa, de características prefabricadas. Esa es la obra cumbre. Pero hay 14 familias que siguen viviendo ahí en los cauces en condiciones más favorables, hasta tanto se haga la protección de los cauces Antequera y Tacuary”, expone.

Asegura que está listo el pliego y llamado a licitación para la realización de la obra, de protección de cauces, cuyo llamado culminaría en diciembre. Estima que en el primer trimestre del 2020 podrían iniciar esas obras. “Tenemos que desmantelar todo, ganar suelo, limpiar todo. Es una obra al borde de los US$ 3 millones según estimaciones”, enfatiza.

Paralelamente se hacen tareas de reubicación y construcción de obras temporales, además de estudios de impacto ambiental de todo el polígono que comprende 15 hectáreas, que afectan a 1.000 familias. Comenta que también se desarrollaron proyectos como “Chacarita Emprende”, impulsado por la oenegé Hábitat para la Humanidad.

“Estamos con un avance importante, trabajando con los referentes. No es fácil, pero es importante abordar este fragmento urbano de la ciudad para poder después mirar con mayores posibilidades al resto de la ciudad y sobre todo al Centro Histórico. Ahora se adjudicaron las obras menores por G. 1.500 millones”, resalta.

La Chacarita se encuentra entre los arroyos Antequera y Tacuary.
Floria Quiñónez (88) en su precaria vivienda al borde del arroyo.
Viviendas prefabricadas para seis personas que parecen un cajón de madera terciada.
El proyecto tiene tres componentes: Mejoramiento y ampliación de viviendas, mejoramiento integral del barrio y fortalecimiento de gestión institucional.

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