Perder a un ser querido por una causa previsible de por sí es devastador, pero la situación se agrava si el fallecido es un jefe/a de hogar, pues la familia queda prácticamente sin sustento. A esto se suma el alto impacto económico estatal, ya que el 80% de los accidentados debe acceder a quirófano y requiere de una inversión millonaria para su rehabilitación, en algunos casos, parcial. En el Hospital de Trauma se gasta, en promedio, G. 300 millones por accidentado. Salud Pública estima, al año, 62.000 personas asistidas por siniestros viales.

Perder “La gente piensa ‘A mí no me va pasar’, pero luego se encuentra con esta triste realidad en los hospitales”, dice el doctor Alfredo Chirife, director médico del Hospital de Trauma al referirse a que la ciudadanía no tiene una percepción real del riesgo al que se expone diariamente de sufrir un choque, arrollamiento o vuelco mientras transita por las calles o está en algún sitio cercano al tránsito vehicular.

De acuerdo a los datos de la Organización Mundial de la Salud, en el planeta cada 45 segundos una persona pierde la vida en un evento vial, mientras que en Paraguay las estadísticas indican que cada día fallecen tres personas y ocurren cinco siniestros de tránsito. “Es peor que una epidemia de dengue. Cada 40 horas muere una persona en este hospital”, añade el doctor Chirife.

Si bien los percances viales afectan a la sociedad en general y a toda clase social, la mayoría de los casos de muerte se dan en personas que viajan en motocicleta, uno de los medios de transporte más económicos y de fácil acceso en todo el país, debido a las comodidades financieras brindadas por las casas comerciales y hasta cooperativas.

El desmedido aumento del parque automotor (existen más de 2.300.000 vehículos inscriptos en el Registro del Automotor, de los cuales 800 mil son motocicletas), las malas condiciones del servicio del transporte público, el mal estado de los caminos, la escasa observancia de las normas de tránsito, entre otros factores, convierten a la mayoría de los ciudadanos en posibles víctimas de un siniestro vial, un evento totalmente previsible. En casi todos los casos el ser humano juega un papel fundamental en los percances ruteros, como por ejemplo manejar bajo los efectos del alcohol, con exceso de velocidad, realizar maniobras indebidas, hasta la falta de arreglo de caminos en mal estado, entre otros.

REPERCUSIÓN ECONÓMICA

Además de lo devastador que resulta perder a un ser querido por una causa previsible, las consecuencias de un percance fatal en el tránsito también tienen alta repercusión en el ámbito económico, más aún si la víctima es un jefe/a de hogar. “Es un golpe económico muy grande, porque los ingresos se ven reducidos”, explica el analista financiero Stanley Canova.

Cuando fallece el jefe/a de hogar, los hijos menores y la viuda quedan prácticamente desamparados, quedando en jaque la educación y la calidad de vida, lo que obliga a otro miembro de la familia a buscar el sustento. Esto, muchas veces trunca los sueños de jóvenes que se ven obligados a dejar sus estudios para insertarse al campo laboral sin tener la preparación necesaria, ya que se convierten en el sostén de la casa.

Los familiares de quienes trabajan legalmente y aportan al sistema jubilatorio previsional pueden recibir un pequeño resarcimiento por la pérdida de su ser querido. El Instituto de Previsión Social prevé el pago de una pensión del 60% del salario del aportante fallecido para la viuda, concubina o hijos menores de 18 años, así como a los hijos con capacidades diferentes. Pero esto se da siempre que el asegurado activo haya fallecido en accidente de trabajo o enfermedad profesional, o que haya adquirido derecho a jubilación con más de 750 semanas de aporte. Si el aporte es menor a lo mencionado se paga por única vez el equivalente a un salario mínimo por cada año de antigüedad.

“Algunas cooperativas dan un resarcimiento, pero no es mucho. Y no se tiene mucho la cultura de un seguro de vida”, explica Stanley al indicar que las aseguradoras promocionan mayormente los seguros para bienes materiales, aunque algunas empresas también ofrecen seguros de vida, pero los montos que pagan no son muy altos.

Stanley Canova, analista financiero.
Agustín Saldívar, director general de Trauma.
Alfredo Chirife, director médico de Trauma.
César Martínez, titular de la Senadis.

MORTALIDAD

La mortalidad en Paraguay por siniestros viales llegó a 22,7 por cada 100.000 habitantes en el 2016, según datos de la OPS/OMS. Esto sitúa al país como el 6º en la región con más personas fallecidas por catástrofes viales. También se ubica 2º en la región por la cantidad de motociclistas fallecidos (11,9 por cada 100.00 habitantes), mientras que a nivel mundial está 8º por esa misma causa.

Aunque disminuyeron los sucesos fatales que involucran a los automovilistas, en contrapartida la cantidad de peatones fallecidos va en aumento, situándose en 5,1 muertes por cada 100.000 habitantes. Las cifras de fallecidos en siniestros viales tienden a subir, pese a que Paraguay adoptó como legislación varias de las recomendaciones de la OMS para reducir los percances ruteros, como por ejemplo, que los motociclistas porten obligadamente el casco, usar cinturones de seguridad y sillas especiales para niños en coches, controlar el consumo de alcohol a conductores.

Sin embargo, varias serían las causas que mantienen el alto índice de mortalidad en siniestros viales. Además de los factores mencionados anteriormente, se suman la facilidad de acceder a una licencia de conducir, las coimas que impiden aplicar multas correctivas en casos de infracciones, la falta de un control real al estado de los rodados, entre otros.

“Esa combinación de oferta y demanda que hay sobre la coima por supuesto que incide, porque se sale por lo más fácil y se mantienen los índices”, sostiene Luis Christ Jacobs, director de la Patrulla Caminera. Dice que con la aplicación de las multas electrónicas se podrán disminuir las coimas.

Al analizar la situación del país, Christ Jacob reflexiona que en Paraguay no existe ingeniería vial, por lo que, calles y rutas no tienen infraestructura adecuada para hacer que estas se tornen seguras para el tránsito automotor. “Las señalizaciones y el buen estado de las vías son fundamentales para evitar los accidentes”, añade.

ALTO COSTO

El principal centro de referencia de atención para lesiones graves en el Paraguay es el Hospital de Trauma “Dr. Manuel Giagni”. Por el servicio de urgencias pasaron 7.424 personas de enero a junio de este año, víctimas de alguna desgracia rutera, y de las cuales 5.450 circulaban en motocicleta, muchos de ellos niños y adolescentes.

“Hay días en que no tenemos lugar para ubicar los pacientes”, dice el doctor Agustín Saldívar, director de este hospital. Asegura que trabajan con una ocupación del 90% de las camas, aunque hay fechas en que se ven sobrepasados.

En el sistema de salud pública se estima que al menos 62.000 personas son asistidas cada año tras un choque, vuelco o atropellamiento. Los casos más graves son derivados al Hospital de Trauma, generalmente para su traslado a una de las 29 unidades de cuidado intensivo o para alguna cirugía vascular que permita salvar algún miembro afectado durante el percance.

Este hospital gasta aproximadamente G. 300 millones por cada accidentado en la unidad de cuidados intensivos, donde la permanencia de los pacientes es de 8 a 11 días, dependiendo de la gravedad de cada caso. Una cifra inferior invierte el Estado para las lesiones de menor gravedad. Se estima que el 80% de los accidentados debe ingresar a quirófano, ya sea por algún tipo de fractura o por la necesidad de cirugía estética (maxilofacial, reconstrucciones, etc.), que debe realizarse, a veces posterior a pasar el momento crítico.

“Aquí tenemos un equipo multidisciplinario que asiste al paciente de forma integral. Contamos con 8 quirófanos, dos de ellos para urgencias”, sostiene Saldívar.

Pero, además del luto que trae a las familias la pérdida de uno o más seres queridos en un siniestro vial, esta es una de las principales causas de discapacidad permanente en Paraguay. Se estima que 300 personas que pasan por este hospital (muchos niños y adolescentes) quedan parapléjicas cada año a causa de un percance vial.

Solo en el Hospital de Trauma en el primer semestre del año se dieron 17.346 consultas de rehabilitación, la mayoría para combatir secuelas de un accidente de tránsito. “Pasado el periodo crítico se inicia la rehabilitación porque la mayoría queda con algún grado de secuela y eso se tiene que tratar”, indica el doctor Saldívar.

Las frías estadísticas en el país manejan alrededor de 500 personas secuelares que quedan parapléjicas, a causa de los graves daños neurológicos causados por un evento vial. “Podría salir más barato comprar un Fusca a cada persona que conduce una moto”, sostiene el doctor Chirife al hablar de los graves daños causados en los siniestros de tránsito.

Cuando hay sobreviviente con secuelas, el estilo de vida de toda la familia se ve modificado. Un miembro necesariamente debe hacerse cargo del cuidado, lo que significa que un adulto deja su trabajo o estudio para encargarse de cubrir las necesidades de la personas que no pueden valerse por sí mismas. En muchos casos, las secuelas son reversibles mediante largas y continuas terapias, mientras que en otros resultan permanentes incapacitando a la persona de llevar una vida normal en lo que que le resta de existencia.

El titular de la Secretaría Nacional por los Derechos Humanos de las Personas con Discapacidad (Senadis), César Martínez, dijo que el 57% de los recursos de la institución (más de 54 mil millones al año) es destinado a rehabilitación.

En los últimos años las víctimas de siniestros viales son los mayores beneficiarios del servicio de recuperación, donde la inversión aproximada es de 100 millones de guaraníes por persona, en vista que los tratamientos duran como mínimo seis meses, algunos incluso cuestan más. En el Senadis también se entrega ayuda técnica, como silla de ruedas, bastones y prótesis a las personas que pierden algún miembro, en especial los inferiores.

Para los accidentados, el Senadis no solo facilita las citas para terapias, sino además ayuda psicológica y en muchos casos psiquiátrica, en especial para aquellos que deben enfrentar el nuevo estilo de vida que tienen.



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