- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
Nuestro mercado de capitales vino observando en lo que va del año una mejor performance comparada con el 2018, reflejado en los volúmenes de emisión de bonos de renta fija y variable.
No obstante, la retracción económica observada desde hace varios meses ha afectado el normal crecimiento y expansión de varios segmentos de negocios a nivel país sumándose a ello la crispación política de los últimos días, lo cual tiene un impacto directo tanto en nuestra macro como en la microeconomía.
La estimación del mercado bursátil es poder llegar este año a US$ 1.000 millones de emisiones de títulos-valores (de renta fija y variable), la que de concretarse sería superior al año precedente.
Ojala se pueda lograr, pues quiérase o no los últimos acontecimientos impactan de una u otra forma en un país de economía emergente como el nuestro, por lo que si no llegáramos a recomponer lo antes posible “el rompecabezas”, podría hacerse cuesta arriba, teniendo en cuenta que nuestra estructura económica-financiera sigue siendo sensible a todo esto, lo que se corrobora a través de la proyección del crecimiento económico que podríamos alcanzar este año, muy distante a lo que fue el 2018.
Precisamos hacer una reingeniería de nuestra debilidad estructural institucional, pues independientemente de los aspectos de orden económico que se han visto “golpeados” en los últimos meses, los aspectos políticos/jurídicos juegan su “propio partido”, y nuestro mercado de capitales que recién empezó a “tomar vuelo” desde hace algunos años sería de lamentar que no pueda observar el nivel de continuidad necesario justo cuando mejor estaba evolucionando coadyuvados por mayor cúmulo de información cuali/cuantitativa y transparencia que aportan al sector las empresas calificadoras de riesgos y las casas de bolsas.
Las transacciones bursátiles en los mercados primario y secundario observaron un trend de evolución favorable, destacándose nítidamente este último dando al mercado una señal positiva, pues los tenedores de bonos no precisan esperar que sus títulos-valores venzan previamente para hacerlos líquidos en caso de una necesidad anticipada.
La retracción económica que nos aqueja se ha visto trasuntado en una sensible disminución de la capacidad adquisitiva de nuestra gente, impactados por un menor dinamismo de las obras de infraestructura, que son las que mayor efecto multiplicador o derrame han tenido históricamente, a lo que se agrega la disminución de volumen de la cosecha sojera, y la performance por debajo a lo esperado del sector ganadero, atribuidos ambos a factores endógenos como exógenos, debilitando a nuestra balanza comercial.
Si lo macro no permea a los niveles esperados en la micro, impacta en el “apetito” de emisiones de bonos por parte de las empresas inscriptas en los registros de la Comisión Nacional de Valores (CNV).