Solo en PET’s se recoge casi el 65% de las botellas que se generan y desechan, y se reincorporan más de 300 millones de unidades por año.

En Paraguay desde hace más de 30 años se viene practicando la economía circular, que para entender en qué con­siste, se puede decir que es un sistema o proceso de aprove­chamiento de recursos, en el que prevalece la reducción, la reutilización y el reciclaje de elementos como los plásti­cos, cartones, vidrios, meta­les ferrosos y no ferrosos.

¿Y qué sabemos del plástico? Que es dañino y que tarda cientos de años en descompo­nerse en el medio ambiente, se dice que incluso hasta 1.000 años según el tipo de plástico, y que nadie está exento a las consecuencias finales, pero buscando la manera de eli­minarlos, a pesar de que la constante lucha es bastante difícil, surgió un método para aprovechar ese mal desperdi­cio y reducir su uso, al ser jus­tamente una materia prima reutilizable, que es el terefta­lato de polietileno, más cono­cido como PET.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Para posicionar en un con­texto global, en principio, a nivel mundial se produ­cen más de 400 millones de toneladas de plástico al año y solo un 9% de los desperdi­cios producidos es reciclado, según publicaciones; mien­tras que en el mercado local, por más que no se conozca un número exacto de utilización de plásticos, se estima que se recoge o recicla cerca del 65% de las botellas de PET que se generan y se desechan.

Además, se cree que existen cerca de 20.000 familias de recicladores y acopiadores, que serían aproximadamente unos 100.000 paraguayos que viven del reciclaje, incorpo­rando de esa manera cada año a la economía circular más de 300 millones de botellas de PET en desuso, lo que equi­vale a cerca de 1 millón de botellas al día, conforme a datos de la Cámara de Indus­trias Sustentables del Para­guay, en la que están aglutina­das cuatro empresas locales: Compañía Recicladora SA (Coresa), Karton Técnico del Paraguay SRL (Kartotec), Fábrica Paraguaya de Vidrios SA (FPV) y Brassur SA.

Metalpar recibe a más de 3.000 clientes, desde gente que vive de la recolección de latitas hasta vendedores casuales.FOTO:NADIA MONGES

Del contexto citado nace la “economía restaurativa”, que es parte de la economía circular, cuyos 3 pilares son reciclar, reutilizar y redu­cir el impacto en el medio ambiente. Una de las acepcio­nes del término restaurar en la economía circular, además del concepto señalado más arriba, es devolver a su sitio lo que se ha utilizado o reintro­ducir en el circuito productivo los desechos reciclables como materias primas secundarias para volver a elaborar nuevos productos reciclables.

EXPERIENCIAS

Y para conocer más a fondo el proceso, la firma Coresa explica que, en su caso, las botellas posconsumo y posin­dustrial ingresan a la planta con cerca de más de 3.000 ppm (partes por millón) de conta­minación, que son preselec­cionadas con lectores ópticos, prelavadas, seleccionadas manualmente, molidas, vuel­tas a lavar, para luego sacar el flake (pequeño pedazo de plástico ya molido-hojuela) que vuelve a ser seleccionado con lectores ópticos (con­forme y no conforme). La hojuela es analizada en labo­ratorio por muestreo y al ser aprobada, es catalogada como producto terminado para la exportación o para la fabrica­ción de láminas de PET para la exportación.

Ambos productos, flake y láminas, cuentan con la cer­tificación más difícil de obte­ner en el mundo respecto a calidad para contacto con alimentos, que es la FDA. “Haber obtenido y mante­ner esta certificación de los Estados Unidos es un orgu­llo y logro para una industria 100% paraguaya”, expresó Gampiero Musso, director de la empresa.

Solo una empresa ahorra al país una recolección anual promedio de 11.500 camiones compactadores.FOTO:ARCHIVO

Es así que una vez obtenido el flake o lámina, es exportado al mundo como materia prima para múltiples aplicaciones, sean bandejas para alimen­tos, fibras para confección textil, nuevas botellas y enva­ses. De esa manera, se ahorra al país una recolección anual promedio de 11.500 camio­nes compactadores, además de aliviar a vertederos y cau­ces hídricos cerca de 240.000 metros cúbicos de plásticos. Y solo Coresa fabrica alre­dedor de 4.800 toneladas de resina de PP (polipropileno) y PEAD (polietileno de alta densidad).

Por otro lado, también se encuentra la empresa Metal­par SA, que se dedica a la compra de metales no ferro­sos como las latitas, cobre, bronce y radiadores, para su posterior exportación al mercado de los Estados Uni­dos. Teniendo en cuenta el potencial, durante el 2018 se amplió la fábrica que se encuentra en Fernando de la Mora, sobre la ruta Mcal. Estigarribia c/ Tte. Etienne, y trabaja con más de 3.000 clientes, desde la gente que vive de la recolección de lati­tas, así como los vendedores casuales.

El valor por kilo del metal ferroso es de G. 5.500 y cual­quier persona puede ir a ven­derlos, solo debe registrarse y luego se evalúa el estado de los mismos para corroborar que estén limpios.

“Me suele salvar muy bien”

MARÍA ASUNCIÓN ESPÍNOLA - Recicladora

María Asunción Espínola, más conocida como Lali, se dedica a reciclar desde hace 10 años latitas, plásticos y cartones, para “salvar” el mes, porque no alcanza llegar a fin de mes con el ingreso de otros trabajos. Por las mañanas trabaja en una mipyme deshidratando frutas, y por las tardes de niñera, además de ayudar en casas en la lim­pieza, ya que tiene dos hijas a quienes debe mantener.

La acti­vidad del reciclado, es una alternativa para ella, ya que va jun­tando todo lo que pueda, y muchos conocidos incluso le donan. “Me suele salvar muy bien, pero se tiene que juntar muchísimo”, expresó. En lo que respecta a plásticos, el intermediario pasa a buscar y le paga G. 1.500 el kilo, logrando un promedio mensual de G. 300 mil, mientras que la latita le paga G. 5.500 el kilo, ori­llado los G. 400 mil, y el cartón es el de menor valor, G. 250 el kilo por lo que se tiene que juntar mucho más.

Dejanos tu comentario