Por Carolina Vanni, carolina.vanni@gruponacion.com.py - Fotos: Cristóbal Núñez y Néstor Soto

El quebranto se respira en el aire en el único centro asistencial de soporte de alta complejidad que funciona las 24 horas. Allí trabajan 1.826 personas que a diario lidian con todo tipo de casos, extremos en su mayoría.

“Esto fue un intento de homicidio”, dice Alcides Ayala con el rostro consternado y la voz entrecortada por el llanto. Sale a tomar aire mientras sus hermanas y sobrinas se quedan en la sala de espera del Hospital de Trauma Dr. Manuel Giani. El sector de Urgencias ahora está ubicado sobre la calle Acá Vera y los familiares esperan en una cómoda sala con aire acondicionado y televisor.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

A pesar del confort, el quebranto se respira en el aire. Por un lado, cada minuto parece una eternidad y, por el otro, cada vez que el médico llama a “familiares de…” la incertidumbre se siente a flor de piel.

Afuera, Alcides intenta relajarse caminando por la rampa. Dos horas antes, a su madre, Feliciana Ayala, le clavaron 14 puñaladas. Se ensañaron con ella porque reconoció al ladrón que robó su despensa. “Sabemos quién lo hizo”, dice y mueve la cabeza tratando de asimilar lo ocurrido. “Pero no sabemos cómo evoluciona ella”, sigue el hombre, expresando la angustia por el difícil momento.

Los 75 médicos y enfermeras que hacen las guardias de 12 horas cada día están acostumbrados a recibir a los pacientes graves. El Hospital de Trauma es uno de los pocos que funcionan íntegramente las 24 horas y se constituye en el único centro asistencial de soporte en los 300 km a la redonda y tal vez más.

A 200 metros de la entrada, el chiflo de la ambulancia se apaga y la llegada de un nuevo paciente resulta imperceptible para los familiares que están sentados de espaldas a la entrada al Servicio de Urgencias. “La sirena es solo para abrir paso en el tránsito”, explica Alfredo Cherife, jefe de Urgencias del hospital.

Los convalecientes llegan especialmente los fines de semana y cuando reina la oscuridad porque no todas las noches de jarana terminan bien. Algunos derivan en accidentes, otros en grescas, heridos de bala, asaltos, etc., lo que queda demostrado en las estadísticas del 2018 con 112.212 pacientes atendidos.

El traslado hasta el hospital también se hace en vehículos particulares y muchas veces las patrulleras socorren los casos más graves porque la rapidez en el transporte de la persona gravemente lesionada a un centro de referencia es fundamental para salvarle la vida.

“Las posibilidades de supervivencia del accidentado grave disminuyen rápidamente después de la primera hora, con un aumento de mortalidad al triple por cada 30 minutos de retraso en el tratamiento”, sostiene la médica residente Adelaida Portillo.

Apenas se ingresa al servicio, al menos 5 a 7 profesionales evalúan al paciente para determinar a qué sector será llevado: quirófano, terapia o sala de recuperación. Es que, en caso de politraumatismo, los cirujanos de Trauma resuelven lo más urgente para salvarle la vida.

Es por esto que las 220 camas casi siempre están ocupadas. “Hay días en que no damos abasto”, dice el director general del hospital, el doctor Agustín Saldívar, quien explica que el porcentaje de eficacia en el área de Urgencias es del 60%.

A este hospital llegan pacientes de todo el país, no solo de Asunción y Central. Don Guillermo Torres recorre la rampa impaciente, ya que lleva cuatro horas esperando noticias de una vecina a la que trasladó en su vehículo desde el Chaco. La mujer cayó y se fracturó. No sabe si quedará internada o volverá a su casa, pero no quiere regresar sin conocer el diagnóstico certero.

A metros de él, Anahí Romero sube la rampa con un paquete en la mano. Explica que el cuadro de su marido no es de urgencia. “Cirugía de rodilla”, comenta.

El Hospital de Trauma también ofrece servicios de consultorio externo, lo que hace que de día las salas de espera estén repletas. “Cuando le damos de alta, el paciente ya puede buscar turno para seguir su tratamiento en consultorio”, dice el doctor Sixto Escobar, director médico del centro asistencial.

En el hospital trabajan 1.826 personas, de las cuales 501 son enfermeros y 555 médicos de las distintas especialidades. El presupuesto anual es de G. 149 mil millones. Pero el dinero resulta insuficiente debido a que nunca se tiene todo. “Es necesario aumentar”, dice Saldívar al explicar que se necesita multiplicar la capacidad de respuesta para salvar más vidas.

NEGOCIOS

En la vereda del hospital, don Pedro Chamorro conversa con todos. Los médicos y enfermeras lo conocen y es que luego de 4 años de estar allí vendiendo panchos sabe los gustos de cada uno y siempre quiere complacerlos.

En ocasiones le toca alegrarse por una favorable evolución, en otras ser el consuelo mediante historias de casos parecidos y un final feliz. Su trabajo le permite mantener a su familia y pagar los estudios de sus hijos. Todos los días viaja desde San Antonio en su moto, una Kenton “chopera” que fue acondicionada para llevar todos sus enseres. Él vende solo panchos y gaseosas. Para otras opciones está la casilla o el copetín.

En la otra acera hay cambio de guardia. Los cinco “delivery” de las farmacias aledañas dejaron su turno y ahora ingresa un nuevo grupo. Los muchachos están siempre pendientes de la gente que baja por la rampa y en ocasiones se acercan a ofrecerles crédito rápido para cubrir la urgencia.

“Siempre hay algo que falta”, alude Diego González, de la Farmacia San Antonio, y explica que el trabajo se hace por turno y por orden de llegada. “Ndaipóri tesapo’ê (no nos jodemos)”, dice y ríen todos.

“Hay gente que viene sin un peso y tiene que cubrir las necesidades. Nosotros le damos facilidades, esa es la ventaja”, añade Gabriel Alfonso, quien lleva 5 años captando clientes para la Farmacia Arce.

Las guardias son de 8 horas y se rotan los turnos. Son personas del barrio y llevan años trabajando con este sistema. “Hay gente que trabaja en esto hace 20 años”, comenta Gabriel.

Al costado del hospital, bajo los árboles y casi escondido en la oscuridad, una ambulancia de asistencia funeraria también monta guardia. Las casas de duelo, al igual que las farmacias, se organizan para cubrir las urgencias porque del hospital no siempre se sale caminando y para esos casos resulta necesario un servicio que se encargue del traslado del féretro.

En el puesto de don Pedro llega Martha Segovia, una mujer de 44 años procedente de Yhú, Caaguazú. Ella tiene el maquillaje corrido de tanto llorar. Esa mañana su hijo de 17 años iba en motocicleta y dice que le chocaron. Lo bueno es que el muchacho tenía el casco puesto y no necesitará una de las 21 camas de terapia intensiva del hospital, de los cuales 8 son para niños.

El jefe de Urgencias, el doctor Chirife, dice que el 80% de los casos graves de accidentes atendidos en el hospital son de motociclistas, de los cuales el 60% es producto de la imprudencia y se podría prevenir.

La preocupación de Martha es por la pierna de su hijo, que posiblemente la pierda. De hecho, en los accidentes de tránsito los miembros inferiores son los más afectados, en especial en el caso de los motociclistas, explica el doctor Escobar.

Mientras don Pedro sirve la guaraná que Martha pidió, él le dice que lo más importante es que su hijo está vivo y que de alguna u otra forma saldrá caminando y no en un ataúd. Así es el día a día en el Hospital de Trauma, donde se lucha por la vida ante el acecho de la muerte.

Pequeñas medidas, grandes efectos”

El promedio de internación en la unidad de cuidados intensivos pudo reducirse de 13,5 días a 9,5 días. Evitamos que ciertos elementos se crucen, por ejemplo, la comida con la basura. Estas pequeñas medidas tienen grandes efectos. La seguridad del paciente aumentó considerablemente gracias al trabajo conjunto en el área de reanimación. El hospital del trauma es multidisciplinario, hay muchas especialidades.

Agustín Saldívar, director general

Nos dijeron que se cayó”

“Le rompieron el labio, le clavaron en el cuello, en la espalda, en todo el cuerpo. Nos dicen que él (victimario) estuvo toda la tarde en la acera y cuando mamá abrió el portón, ingresó y le atacó. Es lamentable que los padres del muchacho les encubre. Cuando nos avisan, nos dicen que ella se cayó y así se hizo las heridas. Ya radicaron la denuncia ante la comisaría”.

Alcides Ayala, familiar de paciente.


Déjanos tus comentarios en Voiz