Sí, leyó bien. El hecho ocurrió en la Argentina. Los medios del país sudamericano no podían creer lo que escucharon cuando el juez Rodolfo Mingarini, de los tribunales de la provincia de Santa Fe, señaló que no encuentra la lógica en que un agresor tenga tiempo de ponerse un preservativo antes de atacar sexualmente a su víctima.

“No puedo reconstruir cómo hace para colocarse el profiláctico”, señaló el magistrado en una parte de su argumento para liberar a un hombre que estaba acusado de violación. No obstante, le impuso medidas restrictivas.

Mingarini desestimó las pruebas arrimadas en la investigación, como estudios médicos que constataron lesiones compatibles con abuso sexual en la víctima, golpes y material biológico en la escena del imputado.

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Tampoco tuvieron peso las pericias psicológicas a la víctima, ni su testimonio. Para este juez primó su razonamiento sobre un objeto (el preservativo) y la acción (de usarlo) del victimario.

Otro hecho que sumó a favor del imputado, es que se presentó de motus propio cuando supo que era buscado e incluso no negó que mantuvo “relaciones sexuales” con la víctima. Estos hechos hicieron que el magistrado considerara que “pudo haber pasado que se inició como algo consentido”.

Así, en un juzgado argentino, la versión de una víctima de violación fue puesta en duda a raíz del uso de un preservativo por parte del supuesto violador. Para usted, ¿tiene razón el juez?

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