- Por el Dr. Juan Carlos Zárate Lázaro
- MBA
- jzaratelazaro@gmail.com
Para un directivo, una de sus principales características deberá ser que sea responsable de sí mismo y de todos aquellos que conforman la estructura de su equipo de trabajo.
Variados ingredientes se dan para el logro de una mayor eficiencia, efectividad y eficacia: buen juicio, sentido común, experiencia, ductilidad, capacidad de liderazgo, entre otros. Por el camino siempre podrían acontecer imponderables.
Para la elaboración de un plan estratégico, lo recomendable es que lo estructuremos con dos escenarios posibles: uno tomando lo positivo que podría acontecer en el curso de los siguientes 12 meses y, otro pesimista, basado en el impacto que podría tener en la gestión económico-financiera de nuestras empresas, las variables macro y microeconómicas tanto a nivel país como regional y, por qué no, también de extrarregión en el caso que el “grueso” de nuestras facturaciones esté orientado a mercados externos.
Nuestro mundo terrenal como el empresarial es una caja de Pandora, donde podría suscitarse sorpresas de toda índole y habrá que estar preparado para enfrentarlas con éxito.
Dentro del contexto global de nuestras organizaciones se da la conjunción de variables que afectan en forma directa o indirecta a la gestión de negocios explotados, como también a los mercados objetivos a los que apuntamos.
No debemos considerar solo lo cuantitativo, sino también lo cualitativo, el cual engloba a nuestra plantilla de personal, asegurándonos de que estén preparados y capacitados para poder llevar adelante los planes que vayamos ejecutando previendo siempre que los funcionarios ante una eventualidad que se pudiera presentar (ausencia por enfermedad, estudios o bien porque ha conseguido un mejor salario en la competencia) tengamos sustitutos que les puedan cubrir de tal forma que no se produzca un párate desde el punto de vista comercial y administrativo-financiero.
Los buenos administradores de empresas son aquellos que no dejan nada al azar, sino que sopesan antes de la diagramación de los planes estratégicos de acción todas las alternativas y escenarios que se puedan presentar.
Es bueno tener planes de contingencia ante imponderables que puedan surgir, que nunca faltan, y sobre todo no olvidar que la proactividad siempre será nuestro mejor aliado.
Una lección de vida que nos dejó a todos la pandemia sanitaria que venimos soportando desde hace ya más de 1 año, afectando a la performance de la mayoría de los segmentos de negocios a nivel país, es la necesidad de planificar adicionalmente el impacto dentro de un escenario de estrés.
La capacidad de reinvención, innovación y creatividad han estado presentes para todas aquellas empresas que tuvieron la fortuna de seguir operando, pues una mayoría de ellas (principalmente las de tamaño pequeño y medio) debido a que no tienen la misma “espalda financiera” que las de tamaño corporativo, fueron las que más han sufrido, viéndose incluso obligadas a tener que bajar sus persianas, pues tan siquiera podían hacer frente a sus gastos rígidos ante la sensible reducción de sus facturaciones.
Por más que estemos al frente de una pyme, no debe faltar el diseño anual de nuestro plan estratégico económico-financiero, que incluyan ambos escenarios, de tal forma a que cuando ocurran estos tipos de imponderables al menos podamos tener chances de mantener en pie a nuestro negocio a pesar de la tormenta.
Los directivos deben hacer un seguimiento/monitoreo en forma al menos trimestral que les permitan realizar los ajustes/correcciones que sean necesarios, pues si nos quedamos “panchamente” sentados con lo que habíamos hecho por más que nos consideremos inteligentes, proactivos y con buenas ideas sería insuficiente poder sacar a nuestras empresas de la cuneta coyuntural en que se encuentran. Así de simple.