Esta noche, a partir de las 20:00, tendrá lugar en el Gran Teatro José Asunción Flores del Banco Central del Paraguay la revista musical “Tape Aviru. El camino ancestral”. El espectáculo contará con más de 50 artistas en escena, fusionando teatro, audiovisual, historia, música en vivo y danza, en una propuesta de arte conceptual que busca rescatar la memoria ancestral de Sudamérica.
Entre los proyectos convocados figuran Las Paraguayas, Herencias del Paraguay, Fussion Dance, Yesenia Zayas y Tobías Martínez. La organización está a cargo de Núcleo Tape Aviru-Ecosistema Dakila y es un evento artístico presentado por el Centro Cultural de la República El Cabildo. La entrada para disfrutar de esta imperdible puesta es totalmente libre y gratuita.
DE INTERÉS CULTURAL
Esta gran producción, declarada de Interés Cultural por la Secretaría Nacional de Cultura, es fruto de una investigación de más de 30 años, impulsada por Urandir Fernandes, presidente del Ecosistema Dakila, bajo la dirección general de Juliet Sarai Giménez y con el libreto original del profesor Carlos Julián González, quienes conjugan ciencia, arte y memoria histórica en una obra que nace desde Paraguay para el mundo.
Dejanos tu comentario
“Py sevo’í” en Paraguay del siglo XX y la experimentación en humanos
En la presente entrega de “Expresso”, Augusto dos Santos visita el campus de la Universidad Nacional de Asunción para conversar con el Dr. en Filosofía, profesor e investigador José Manuel Silvero, quien publicó recientemente su nuevo libro “Pysevo’í. La campaña sanitaria de la Fundación Rockefeller en Paraguay (1923-1928)”, en el que aborda con un importante archivo a disposición la problemática local de la anquilostomiasis de hace un siglo y la consecuencia social que acarreaba, la situación precaria del sanitarismo paraguayo de entonces y los trabajos de la fundación norteamericana, incluyendo la experimentación en humanos que se dio en ese contexto.
- Fotos: Pánfilo Leguizamón
ADS –¿Cómo es que un filósofo lleva a interesarse en un tema como anquilostomiasis?
JMS –La historia guarda relación con una anécdota. Siendo niño nos convocan en la escuela a presenciar, a visualizar una película. Yo estaba entusiasmado porque ya tenía noticias de que había un personaje de nombre Popeye, de que había una pantera de color rosa, me contaban mis amigos y de tanto en tanto algún que otro vecino que tenía algún televisor nos dejaba ver estas maravillas. Todo esto en Caazapá, zona de San Juan Nepomuceno. Entonces automáticamente me dije “esta es mi oportunidad, voy a disfrutar de una hermosa película”. Llegamos, nos acomodamos todos los “mita’i” para visualizar la película en cuestión y era una de las películas de la Fundación Rockefeller, que le enseñaba a los niños a cómo gestionar de manera responsable sus excretas. Años después, (…) en el marco de los 100 años de aquella gran campaña sanitaria, entro en comunicación con la Fundación Rockefeller, y me liberan los archivos oficiales que para mí fue espectacular, porque no solamente tenía datos, informes, sino también imágenes.
–¿Qué hacía la Fundación Rockefeller entre el año 1923 y 1928?
–En Paraguay, en ese arco de tiempo se desarrolla la cooperación, que es una acción oficial que la firman la Fundación y el gobierno de aquel entonces. Eligio Ayala fue el firmante, y se salvaguarda eso a través de una ley ¿Qué hace la fundación? La fundación (Rockefeller) ya venía desarrollando desde 1916, estimativamente, acciones en terreno, en algo así como 140 países del mundo. Y el tema de fondo, el tema más importante de esa acción de la Fundación Rockefeller es la lucha contra la anquilostomiasis. Y en una de esas, un par de médicos muy relevantes de nuestra historia paraguaya, el Dr. Migone y el Dr. Andrés Barbero envían cartas a la Fundación, porque la Fundación tenía una especie de informe anual de sus acciones, envían cartas comentando, por un lado, que aquí también hay una prevalencia muy alta, y por el otro lado, muestran un interés para que la Fundación eventualmente pudiera cooperar. Entonces la Fundación responde diciendo que sí, que tienen interés de cooperar, pero en principio esa cooperación se basaría en el envío de unas cajas, que contenían una especie de proyector a linterna, lo llamaban, folletos, folletitos y algunos pósters. Una campaña educativa que el propio Migone lo paga de su bolsillo. Es interesante. Esa acción es la acción precedente, inmediata que va a dar pie luego a la firma oficial de la cooperación. ¿Y por qué es importante todo esto? Porque en el año 1917 y en el año 1920 se desarrolló en Paraguay sendas campañas de lucha contra el py sevo’i. Pero con un éxito relativo. Se necesitaba el acompañamiento de una organización grande, enorme, importante como lo fue en aquel entonces y como lo sigue siendo la Fundación Rockefeller. Y bueno, ese es el antecedente.
–¿Cuál era la importancia de enfrentarse a esa enfermedad? ¿Cómo afectaba al momento paraguayo?
–Estudios de aquel entonces, de hecho, van a ser los médicos de la Universidad Nacional de Asunción; el Dr. Velázquez, el primer decano de la Facultad de Medicina, y todo un equipo de médicos, quienes a insistían en la necesidad de contrarrestar al sevo’i, la lombriz, el parásito que se metía por los pies y que empezaba a debilitar al niño, al adulto, da igual. Era tan grande esa incapacidad que uno tenía que administrar que, por supuesto, lo volvía anémico, lo volvía incapaz para trabajos de todo tipo y también de aquel entonces viene el famoso estigma del sa’yju, mita’i sa’yju y compañía. Es una enfermedad, es un mal que le debilitaba al pueblo, le volvía incapaz de producir. El doctor Velázquez cuenta en uno de sus textos cuenta ese escenario dantesco de niños famélicos y de adultos también incapaces de emprender algún tipo de tarea. (…) Manuel Domínguez, en una carta al doctor Insfrán, él habla del py sevo’i, en unos términos muy interesantes, donde dice: “El paraguayo tiene la manera de solucionar este problema y lo mata con el ka’arê –que es el quenopodio– y con la caña”.
–¿Y qué hacía la medicina y los médicos paraguayos antes de la llegada de la Fundación Rockefeller? ¿Era paliativa la tarea?
–Era paliativa. Había una química que probablemente era muy ineficiente, se habilitaron algunos puestos de distribución de algunas medicinas, y el problema más grave de aquel entonces, para llevar adelante esta lucha contra la anquilostomiasis era, por un lado, la eficiencia de la química, que los médicos de la Fundación Rockefeller calibraron muy bien, calibraron a costa de muchas muertes, pero, por un lado, la visión de la Fundación Rockefeller era una visión integral, por eso es una campaña de salubridad.
–Aquel no era un momento de bonanza en nuestro país, precisamente.
–Ese es un punto que a mí me hizo pensar mucho de cómo lo iba a plantear en el libro. Un Paraguay carente de infraestructura, un Paraguay carente de un sistema de salud medianamente fuerte y un Paraguay donde a la gente del campo se le proveía de algunos cuadernillos para consumir, para usufructuar, pohã ñana. De hecho, yo critico eso en un apartadito. Genaro Romero era el jefe de tierras y colonias, y él le recomendaba a los campesinos consumir o usar los yuyos, en ausencia justamente de un sistema medianamente justo, en el sentido de acceso a la salud. Teníamos muy pocos médicos, había una inestabilidad política tremenda
–¿Decís que en el marco de esta sistematización que hiciste del aporte de la Fundación Rockefeller, que esta crea casi lo que se diría es la burocracia a la gestión sanitaria en Paraguay?
–La Fundación Rockefeller tiene una incidencia política administrativa total en la configuración de la salud global. No se puede entender el nacimiento y el desarrollo de la Organización Mundial de la Salud y especialmente de la Organización Panamericana de la Salud sin el concurso y la “inteligencia”, entre comillas, de la Fundación Rockefeller, y su modo de trabajar. En ese modo de trabajar, la estadística, por ejemplo, es muy importante, la recogida de datos es muy importante, la organización con informes, con muchos detalles, el conocimiento del terreno, todo eso formaba parte de esa gran estrategia que lo desarrollaron a nivel mundial y también en Paraguay, por supuesto. En la historia de la salud pública, de la sanidad pública, el ministerio que llevaba, que tenía el control sobre la sanidad, era el Ministerio del Interior, sobre todo el Departamento de Higiene en este caso.
–Hay un capítulo que aborda experimentos humanos, especialmente con niños, que es éticamente cuestionable o condenable. ¿Cuál es la realidad en relación a ese capítulo en la historia de la presencia de la Fundación en Paraguay?
–Efectivamente, la campaña sanitaria, así como habíamos manifestado, se había repartido en diferentes acciones: grupos propiciando la construcción de letrinas, grupos de guardas sanitarios medicando a la población, otro grupo levantando datos para corregir el atlas de Gásperi del año 20, es decir, el tema de censo, una cuestión estratégica, la guerra va a venir después, y otro grupo trabajando en la divulgación, pero un grupo pequeño, sí, efectivamente se dedicó a llevar adelante trabajos de experimentación en contexto de encierro, con grupos vulnerables, en ausencia de criterios éticos razonables para aquel entonces, hay que acordarse que el código de Nuremberg y todo lo que pasó en los campos de concentración va a ser muy posterior, esto es 1923. Entonces en mi investigación yo me encontré con una conducta que se había repetido tanto en Brasil, en Colombia y en varios lugares de los médicos que se metían en los hospicios, en los orfanatos, en la policía, en el ejército, a llevar adelante experimentos con seres humanos. En este caso, con niños, menores de edad, con jóvenes probando sustancias químicas, probando sobre todo dosis. Lo llamativo y lo reprochable, si cabe el término, es que en función a lo que yo investigué, Fred Soper (el director) sabía exactamente que esas sustancias eran tóxicas y que podían causar la muerte. Aun así, siguieron utilizando hasta que llegaron a un punto que causaron muertes, entre 15 y 16 fallecidos durante toda la campaña, mirando la envergadura. El 90 % de ellos eran niños menores de edad, niños pequeños de 2 años, 4 años, 6 años, algunos soldaditos también.
–¿Esto tenía que ver con la aplicación de diversas formas de químicos o algún químico en particular con el que se experimentaba?
–Sí, el tetracloruro de carbono con la mezcla con el aceite de quenopodio. En los informes lo que yo pude notar es, porque claro, tenían que justificar, tenían que dar cuentas, tenían unas fichas donde comentaban las posibles razones de la muerte, y hablaban también de ciertas enfermedades de base. Entonces, que no lo tenían muy manejado, decían “a los epilépticos no hay que suministrarle; a los alcohólicos, tampoco, y a ciertos niños que tenían otros parásitos, tampoco”. Lo que pasa es que esa fundamentación o esa explicación venía después de la muerte. No antes.
–¿En qué momento de la investigación te encontraste con este hecho tan contrastante con el lado positivo de esta campaña y qué generó en vos como investigador?
–La investigación en sí es una tarea en solitario muy interesante. Es un tiempo en que uno se sumerge completamente de manera obsesiva en llevar adelante este trabajo. Funciona unos mojones que es el esquema del trabajo, pero uno piensa muchas cosas. Como docente investigador de la UNA, yo envío un correo institucional y ellos me envían paquetes, paquetes muy importantes de información. En uno de esos paquetes me encuentro con los muertos.
–¿Y en uno de esos paquetes te encontrás con las fotos de esos experimentos?
–En uno de esos paquetes me encuentro con fotos de niños, de niñas, del orfanato, con enfermos mentales, del neuropsiquiátrico, con soldaditos, con militares. Esas fotos están en el libro. Son 60 imágenes inéditas que por primera vez se está viendo en el Paraguay. Estaban guardadas en el archivo de la Rockefeller Center.
–¿En este camino de contacto con la Fundación Rockefeller encontraste en los líderes actuales de la Fundación alguna actitud de ocultamiento digamos?
–Ninguna. En todo momento fueron muy amables conmigo, tengo que recalcar eso en todo momento, fueron cordiales, me ayudaron. Sí les envié un correo cuando el trabajo ya estaba listo, les dije que quería utilizar esas fotos en el marco de la investigación y me dijeron que sí, llené una proforma como se suele hacer.
–¿En estos 100 años, antes de tu libro, antes de tu investigación, ¿hubo algún tipo de denuncia por parte de alguna autoridad de Paraguay respecto de estos experimentos?
–De paraguayos no, yo por lo menos no encontré. Sí, en Brasil. Un médico de aquel entonces que ya en el año 22, en un evento científico del Brasil de aquel entonces, sale a gritar, a vociferar que la Fundación estaba matando a gente inocente, a niños y sobre todo a gente de color, porque en el Brasil la envergadura y la dimensión de la campaña fue muy diferente. Y en Guatemala, si no me equivoco, también se presentó en el año 2010 una investigación que daba cuenta de ciertos abusos que se cometieron con personas en situación de encierro, de grupos vulnerables, la cárcel, el orfanato, un calco de lo que fue en Paraguay. Esto es del año 40 más o menos.
–¿Y cómo reaccionaron las autoridades de la Fundación?
–Ellos sí pidieron una explicación. Obama estaba como presidente, Obama le pide a la Comisión Nacional de Bioética que investigue si eso es cierto. Corroboran que efectivamente porque los datos estaban guardados en un archivo en los Estados Unidos, y Obama pide oficialmente disculpas al gobierno de aquel entonces y ese es un precedente que yo encontré. En este caso de experimentación con seres humanos en Guatemala, Fred Soper aparece en la lista de los médicos. Acá Fred Soper fue el director de la campaña de Paraguay; que, por cierto, fue director de la OPS durante creo que 4 periodos.
–¿Cómo y por qué culmina esta misión finalmente en Paraguay, en el 28?
–Culmina porque la guerra iba a desatarse en cualquier momento. El gobierno de aquel entonces destina los fondos para fines estratégicos. Y entonces se desfonda, se queda sin fondos la campaña. Pero, además, se venía arrastrando una serie de pequeñas inquinas entre médicos paraguayos y médicos paraguayos que trabajaban para la Fundación, y especialmente médicos norteamericanos.
Dejanos tu comentario
Múltiples celebraciones por los 40 años del Live Aid
Hoy 13 de julio se cumplen 40 años del icónico festival Live Aid (1985), donde las más grandes estrellas del rock del momento se presentaron en un festival solidario para ayudar a países africanos que atravesaban una crisis humanitaria. Algunas de las bandas que se presentaron aquella vez y cadenas internacionales difundirán durante la jornada materiales conmemorativos para festejar el aniversario.
- Fotos: Gentileza
Como celebración del alcance icónico y el espíritu solidario del género, desde 1986 cada 13 de julio se celebra el Día Mundial del Rock en conmemoración del gran concierto Live Aid, que tuvo lugar en 1985 de manera simultánea en Londres y Filadelfia, con la presencia de los más grandes representantes del género en ese entonces.
La icónica cita planteó como objetivo la recaudación de fondos benéficos para Somalia y Etiopía, países africanos que se encontraban en ese momento en una gran crisis alimentaria.
Aquel evento, del cual se cumplen 40 años y que fuera impulsado por el músico y activista irlandés Bob Geldof, marcó a una generación y juntó en el escenario, entre EE. UU. e Inglaterra, a grupos como Queen, U2, The Beach Boys, Dire Straits, Reo Speedwagon, Black Sabbath, Led Zeppelin, Judas Priest, The Who e intérpretes como Mick Jagger, Tina Turner, George Michael, Bryan Adams, Kenny Loggins, Eric Clapton, Sting, Phil Collins, David Gilmour, David Bowie, Elton John, Bob Dylan, Paul McCartney, entre otros.
MASIVIDAD
El Live Aid arrancó al mediodía en el estadio de Wembley, Inglaterra, con 74.000 espectadores y en el JFK, de Estados Unidos, con 99.000 asistentes. El evento se transmitió a más de 150 países y se estima que lo siguieron a través de la pantalla 1,9 millones de personas, logrando una recaudación solidaria de 150 millones de libras, gracias a la presencia de más de 70 artistas y bandas en escena.
El rock se encontraba posiblemente en su mejor momento de difusión. A un par de décadas de su surgimiento y posterior afianzamiento, los 80 era un momento de expansión y masividad incomparable, con un avance tecnológico y de libertades en el mundo que hacían de este género la forma de expresión del momento.
El Live Aid surgió en un momento de apogeo del rock y el pop, y permitió marcar un hito en los libros de la historia cultural, capitalizando el alcance que los medios de comunicación, y en particular la televisión, tenían en ese momento.
POR EL ANIVERSARIO
Uno de los inolvidables momentos estuvo a cargo de la banda inglesa Queen, que con un show de poco más de 20 minutos sobre el atardecer nublado de Londres abrió el show con la interpretación de “Bohemian rhapsody”, con Freddie Mercury marcando la melodía en un piano vertical negro de costado al público para concluir posteriormente con “We are the champions”.
La legendaria banda, integrada actualmente por Brian May y Roger Taylor, publicó en la última semana una invitación a sus fanáticos en la red social X, diciendo “¿Listos para cantar con Freddie?”, indicando que este 13 de julio realizarán una transmisión a través de Youtube, a la misma hora que se inició aquel show de hace 40 años, 18:41.
Además, otros anuncios en el marco de la celebración de las cuatro décadas del evento son la publicación de un álbum con el elenco del show que lleva el nombre “Just for one day – The live aid musical”. Este material buscar recrear a través de la música el espíritu solidario y empático que marcó una época del rock. Por su parte, la cadena BBC publicará una serie documental del detrás de escena del festival, que lleva el nombre “Live Aid at 40”, que contará con tres episodios, bajo la dirección de Thomas Pollard. En tanto, algunos canales y radios internacionales realizarán trasmisiones especiales del concierto de hace 40 años.
ROCK SOLIDARIO
El Live Aid marcó un hito en su alcance en tiempos en los que los proyectos musicales se embanderaban con consignas solidarias y posicionamientos sociales y/o políticos.
Antes de ese festival, Bob Geldof y Midge Ure habían ya grabado “Do they know it’s Christmas”, con el mismo objetivo y con la colaboración de Bono, Sting, George Michael, Phil Collins, Simon Le Bon, Andy Taylor y Nick Rhodes, entre otros. En ese mismo marco, Michael Jackson y Lionel Richie, con producción de Quincy Jones, grabaron en 1985 “We are the world”, con el supergrupo denominado USA for Africa, al que se sumaron Tina Turner, Bob Dylan, Paul Simon, Stevie Wonder, Cyndi Lauper y muchos más.
Otros eventos que dieron continuidad a la actividad solidaria y colaborativa de artistas del rock y del pop fueron Live 8 (2005), Afrika Rising (2010), 46664, Global Citizen, entre otros.
Dejanos tu comentario
Ovecha rague, el legado de “la ciudad que te abriga”
En junio pasado fue declarado como Patrimonio Cultural Inmaterial Nacional y se reconoció a dos de sus artesanas como Tesoros Nacionales Vivos. Aquí un panorama de la artesanía en lana en “la ciudad que te abriga”, San Miguel, y un diálogo con algunas de las artesanas que lo hacen posible.
- Por Jorge Zárate
- Jorge.zarate@nacionmedia.com.py
- Fotos Mariana Díaz
“Toda la historia del pueblo se fue tejiendo, por así decirlo, en torno a la artesanía, no solo su economía, sino la identidad de su propia gente”, apunta Enrique Correa, director de Cultura de la Municipalidad de San Miguel, en el departamento de Misiones.
Distante a 180 kilómetros de Asunción, a la vera de la ruta PY01, esta localidad se enorgullece de ser la capital de la lana, “la ciudad que te abriga”, la cuna del ovecha rague. A la vera de la ruta existen unas 15 tiendas/talleres que producen y venden tejidos, pero también hay un número mayor de tejedores que se reparten en el casco urbano de la ciudad y en las compañías Arasape y Hugua.
“Es una realidad bastante compleja porque por un lado están los aspectos patrimoniales, que es lo que hemos logrado o tratado de salvaguardar, por ejemplo, con esta declaratoria, los saberes técnicos que los artesanos han transmitido de generación en generación que tiene un alto valor y que le da un valor agregado importantísimo a la artesanía”, apunta Correa.
Habla de la declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial Nacional del Ovecha Rague, que hiciera el gobierno en junio pasado en un paso importante para buscar apuntalar la actividad.
Después está lo económico porque “es la fuente principal de ingreso y el sustento de varias familias”, describe.
MOTOR ECONÓMICO
“El hecho de que sea el motor económico de la ciudad nos lleva a trabajar en cómo ofrecer el producto, buscar nuevos mercados, el tema de la materia prima también. Hasta influye el cambio climático, los inviernos ya no son tan crudos hoy en día en nuestra región. Eso obligó a los artesanos a innovar, a buscar otros materiales, el algodón, por ejemplo, que fue ingresando bastante”, agrega Correa.
Recuerda que “la lana tiene su salida solamente en el invierno, en el verano hay que pensar en otros productos. Los artesanos se ingeniaron y le dieron con todo, con el tema del algodón, las colchas, las hamacas, que tienen bastante salida en el verano”.
La realidad económica impacta en las familias “que se van desintegrando, los hijos que emigran a otros lugares, entonces todo atenta contra el mantener este proceso, este conocimiento, este saber y este patrimonio que le otorga una identidad al pueblo”.
Correa entiende que es un desafío “para nosotros como un municipio, la gobernación, el Instituto Paraguayo de Artesanía y para la Secretaría de Cultura, la Senatur, cómo hacer alianzas estratégicas para que la artesanía se siga manteniendo, pueda seguir vendiéndose aquí y en el exterior y que nuestra gente siga produciéndola”.
La intermediación es otro elemento que se intenta resolver a la hora de conseguir un “precio justo” para los artesanos. “Es importante que puedan llegar directamente al consumidor”, apunta ya que “muchos al vender el producto final recuperan quizás lo invertido en materia prima, pero la mano de obra y las horas invertidas en cada uno de los procesos que conlleva elaborar esa prenda muchas veces no son tenidas en cuenta y no son monetizadas. Entonces esos son los grandes desafíos que estamos enfrentando”, indica.
TESOROS VIVOS
Ella está escardando la lana en su sillón favorito, en la galería de la casa, en compañía de gatos y gallinas. Fermina Fernández viuda de Correa tiene 84 años y desde que tiene memoria hila y teje. “Cuando tengo 7 años ya mi abuela me enseñaba cómo tengo que hacer por la lana”, memora la mujer que en junio pasado fue reconocida como Tesoro Nacional Vivo por la Secretaría Nacional de Cultura.
Fermina muestra su rueca, monta las fibras de lana con oficio y con el suave y mecánico impulso de un pedal va construyendo el hilo con el que luego elaborará sus finos tejidos.
La tarea también se puede hacer a mano con un huso, para conseguir un hilo más fino, como el que usa en sus fantásticos vichu, chales de fina lana, todo un símbolo de la cultura de los tejedores de San Miguel. Los teje a crochet y los vende desde los 120 mil guaraníes.
“El otro día vinieron las bailarinas y llevaron casi todo de mí”, dice entre risas, contenta por la particular venta que tiene la prenda, infaltable en las integrantes de los ballets folclóricos. Fue en junio durante el festival del Ovecha Rague que recibió a unas 50 delegaciones de artistas.
Mueve a reflexión cómo se valora este trabajo artesanal que tiene un proceso que incluye el lavado de la lana, el escardado, el blanqueo, que puede llevar un mes, de no mediar lluvias y humedad, antes de que las manos de Fermina aborden la prenda. “El tejido no tarda más de una semana”, cuenta.
Solo ella y otra artesana tejen los vichu en el centro de San Miguel, pero en la compañía Arasape queda todavía un grupo importante de tejedoras que ayudan a mantener esta bella tradición.
Fermina supo hacer frazadas, de gran factura, pero “ya me va es demasiado pesado manejar el telar, se hace complicado, se tiene que tener fuerza”, explica. Muestra una que confeccionaron con sus hilos unos artesanos asociados que cuesta 900 mil guaraníes. Se siente que vale más.
El tejido exige un compromiso de los cuerpos que los artesanos padecen. Dolores articulares, reuma y artritis aparecen cuando se convierten en adultos mayores.
Por eso se la ve contenta con el reconocimiento que se le hizo: “Me sentí demasiado bien. Estoy orgullosa con mi trabajo. Porque de chiquitita yo comencé y hasta ahora estoy trabajando gracias a Dios”.
Tiene 7 hijos que aprendieron con ella a trabajar la lana. “Ahora nomÁs ellos se van todos de acá por estudio, por trabajo… por acá no hay trabajo”, dice.
Relata que los precios en mucho responden al alto precio de la lana cruda. “Te venden a 60 o 70 mil guaraníes el kilo. ¡Muy caro ya es!”, considera . “ Por eso no podemos hacer más barato nuestro trabajo porque el material es demasiado caro. Tengo que lavar con agua oxigenada y jabón en polvo con agua caliente”.
Fermina aborda personalmente el hilado porque de ello depende la calidad de la prenda. “La gente quiere trabajar, pero no quiere hacer bien el trabajo, ese es el problema, el hilado es muy delicado, si el hilo se va a usar en el telar, entonces requiere torcer un poco más, hacerlo un poquito más firme. Si lo va a hacer a crochet tiene que ser un poco más suave”, explica.
“Yo ahora poco vendo porque no salgo más”, cuenta de su actualidad. Relata entonces que antes iba a la Expo de Mariano Roque Alonso, y recorría el interior llegando a Santa Rita, Saltos del Guairá, Colonia Yguazú, Ciudad del Este. También que hubo señoras que hicieron llegar sus tejidos al exterior con gran éxito y valoración.
Le gusta ir a descansar los domingos a la casa materna de Costa Hû, un barrio de San Miguel, en donde comenzó su historia como tejedora. “Cuando yo me muera ustedes van a vender, pero ahora no porque es mi herencia”, cuenta que les dice a sus hijos. Allí su mamá y su madrina le enseñaron los oficios de la lana y allí siempre vuelve.
UNA VIDA CON LA LANA
Eustaquia Palma de Garay tiene 95 años y fue también reconocida como Tesoro Nacional Vivo. “Y la verdad es que yo no sé, parece que les gustaron las cosas que hice”, comenta.
Hace un tiempo que ya dejó de tejer y ahora, con su marido, se dedican a la venta de piezas confeccionadas por otras manos en su negocio ubicado sobre el Paseo de los Artesanos, que se puede visitar a la vera de la ruta PY01 en San Miguel.
Desde niña comenzó a tejer gorras, luego fue el tiempo de los vichu y más tarde su especialidad fueron las frazadas de lana bordadas. “Mi hermana empezó a hacer la frazada con otra artesana y después mandamos a hacer un telar y comenzamos esa tarea”, cuenta.
Sus ojos brillan al rememorar los motivos que adornaban cada pieza: “Una planta de rosa o de clavel nosotras hacíamos desde el tallo hasta la hoja, las flores y todo, quedaban muy lindas”. “En la feria yo vendía mi frazada antes, me fui a Roque Alonso, llevamos el telar y hacíamos las muestras”, recuerda de años pasados.
Ahí destaca: “Antes las frazadas se vendían, por ejemplo, en Yacyretá yo vendía muchísimo. Recorría las casas de los trabajadores y me compraban. Ahora mermó un poco la venta”, relata.
Sobre la calidad de la artesanía refiere que “ahora la gente quiere rápido y no se hace así. Con atención tenemos que hacerlo. Lleva su tiempo y su paciencia también”.
“Desde los 7 años yo ya empecé a trabajar, cuando mi papá murió. Entonces teníamos que ayudarle a nuestra mamá. Ellos lavaban la lana y nosotros escardábamos”, recuerda.
Las lanas naturales tienen diferentes colores, blancos, grisáceos, distintos tonos de marrón, algún exquisito negro más escaso y valorado. “Ibamos a comprar la lana a San Ignacio, a San Juan y eso y traíamos la bolsa encima de la cabeza, pobrísimos éramos. A veces las personas te ayudaban a traer un poco tu bolsa”, memora de su vida con la lana.
En setiembre cumple 96 años y le sigue gustando cocinar. “Hago guiso, locro, polenta, puchero. Tenemos que seguir únicamente porque ese es nuestro sustento. Si no trabajamos no vamos a comer”, dice mirando al cielo entre los tejidos colgados en su tienda.
MUÑECA, EL FUTURO Y LOS PONCHOS
Julia Cristina Álvarez García se llama, pero para todos es Muñeca y su taller de confecciones fue incluido en la Ruta de la Artesanía, una iniciativa que busca promocionar sitios destacados en el país.
Allí, además de una muestra muy bien seleccionada y cuidada de la artesanía local, se puede apreciar desde un llamativo ventanal el trabajo de los telares. Muñeca los va mostrando: “Aquí se teje una colcha de algodón, este es un poncho modelo triángulo y más allá se está por empezar un poncho masculino”. Cuenta que allí se teje de todo un poco: “Producimos individuales de algodón, alfombras, que serían más nuestras opciones de verano y ahora en el invierno ponchos, ruanas, mantas”, comenta.
“Ahora están saliendo mucho los ponchos”, dice recordando que tienen precios que van desde los 330 mil guaraníes. “Depende del material, porque nosotros trabajamos este tipo de lana industrializada importada de Argentina. También usamos la materia prima local, pero esos trabajos son más exclusivos y hacemos en menor cantidad. Por lo que lleva tiempo producir el hilo de lana de oveja”, explica. Un poncho de pura lana paraguaya se consigue desde 900 mil guaraníes.
En el muy bien montado local hay una rueca a pedal y un muestrario del proceso de la lana que ayuda a entender del gran trabajo que se necesita para tejer con hilo propio. Así un chal de lana pura se consigue desde 300 mil guaraníes.
Consultada sobre la posibilidad de industrializar la lana misionera, entiende que hay algo en la ecuación que todavía no cierra como para emprender esa inversión. “Es todo un tema, por ejemplo, para nosotros buscar la lana adecuada para hacer ese hilo, producirlo durante todo el verano para obtener material para febrero, marzo, para nosotros es mucho trabajo y mucho proceso. Sin embargo, si estuviera industrializado sería más fácil, vamos a ir a escoger medidas, colores y comenzamos a confeccionar”. Entre tanto se usa lana argentina que “es menos caliente, es un material más económico y más fácil de conseguir”.
Tejedora desde los 13 años más o menos, comenzó haciendo cosas pequeñas hasta llegar a los ponchos y frazadas, el derrotero tradicional de los cultores del oficio en San Miguel. “Era una tradición, antes todo el mundo tenía su frazada. Ahora creo que ya no se usan tanto porque son pesadas y aparecieron los edredones livianos que son calentitos también”, especula. “También son más caras, está el tema de las alergias… muchas razones, pienso yo”, dice.
Entiende que se debería interesar a los jóvenes en el trabajo y apunta el que hacen sus hijas con las redes sociales. “Toda promoción nos viene bien, ellas venden a través de las redes, está funcionando muy bien”, cuenta.
“María Elena Ruiz es la encargada de las fotos, de las redes sociales e inclusive también ella trabaja en la máquina porque terminó la carrera de diseño de moda. Mis cuatro hijos son profesionales y yo trabajo aquí con mi esposo, ojalá los jóvenes sigan adelante”, concluye.
BLANCA, LA MAESTRA DE LAS JERGAS
La lana natural se seca al sol que generoso baña la casa de Blanca González, artesana, especialista en jergas, unos paños que ayudan a alivianar el roce que la montura le produce al caballo. “Hago unas 20 semanales”, dice la mujer que con gran espíritu lava a mano la lana en el patio en un proceso que le lleva 24 horas. “Primero la dejo en remojo con jabón en polvo y al otro día la enjuago y la paso por el secarropas”, explica.
Blanca se entusiasma que la venta de su artesanía, muy demandada desde las estancias ganaderas del Chaco, le ayuden a afrontar una nueva operación de rodilla. “Yo siempre quiero tener mucha lana, esa es mi obsesión”, dice entre risas mostrando su acopio y explicando que es la manera de conseguir bajar el precio de su insumo.
“Está difícil el trabajo en la lana, necesitamos más ayuda de las autoridades. Imagine que todavía las personas de la generación que me sigue, los que tienen 40 años todavía trabajan la lana, pero los más jóvenes ya no, se van todos”, expone.
Una vez que tiene seca la lana se encarga de hilar en unas máquinas que hizo construir para acelerar los procesos. Primero hace el yva, el hilo fino y en otra parte de su tiempo se dedica a producir el poyvi, el hilo grueso.
Ya en el telar, que monta de manera ágil y eficiente, los entrecruzará de manera maestra para conseguir la jerga. Cada unidad se vende en precios que van de los 40 a 45 mil guaraníes.
“Esta es mi vida”, dice satisfecha del oficio que aprendió con sus mayores cuando tenía apenas 7 años. “En esa época tejíamos gorras porque se vendían muy bien”, cosa que ahora no pasa tanto.
Madre de cuatro hijos, solo una de las mujeres heredó el oficio y también teje jergas. “No se valora nuestro trabajo”, dice lacónica Blanca, para volver luego a una sonrisa transparente cuando posa para la foto en su cálido taller.
ESFUERZOS PARA LA PROMOCIÓN
Patricia Alvarenga es la directora de Formación y Coordinación Departamental del Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA). “Nosotros nos encargamos de llevar adelante el Programa Nacional de la Ruta de la Artesanía, del cual forma parte de Artesanía Muñeca”, cuenta.
“Queremos acercar estas experiencias vivenciales de conocer el proceso de la producción de artesanía a todo el público”, apunta. El local junto a muchos otros en el país está incluido en un recorrido turístico. “A través de una página web tenemos la posibilidad de acercar de forma directa al público todos los datos para que puedan acceder a la experiencia de conocer el proceso de la lana acá en el taller de Muñeca”, informa.
La idea es que visitando la web: ruta.artesania.gov.py, las personas encuentren información que la ayude a escoger destino. “También estamos trabajando con agencias de turismo y organizaciones, también con la Secretaría de Turismo que nos apoya para este programa”, relata explicando que lo hacen en alianza con los gobiernos locales y departamentales.
Alvarenga apunta: “Sabemos que la realidad nacional afecta al sector de la artesanía por eso buscamos traer tanto a turistas nacionales como internacionales a visitar los espacios y a comprar de forma directa del artesano productor a su cliente directo para que pueda tener una ganancia justa”, señala.
Dejanos tu comentario
¿Paraguay fue una potencia antes de la guerra contra la Triple Alianza?
Uno de los principales tópicos en el imaginario nacional respecto al Paraguay de la preguerra del 70 es que nuestro país era una potencia que despertó la envidia de los vecinos, que se conjuraron para destruir a una nación próspera y rica. Los historiadores Margarita Miró Ibars, Mary Monte de López Moreira y Jorge Coronel Prosman brindan sus puntos de vista sobre esta histórica controversia.
- Por Jimmi Peralta
- jorge.zarate@nacionmedia.com
- Fotos Gentileza / Archivo
“El único país independiente de toda América”
Paraguay era una potencia. Era realmente el único país independiente de toda América. Y su potencial era gigantesco. Uno de los celos que despertó Paraguay es que contrataba los técnicos para venir a hacer las instalaciones como la siderurgia, los arsenales, el ferrocarril, que eran todas empresas estatales, es decir, estaban a cargo del Gobierno.
Entonces, toda esa autonomía y ese poder que tenía era lo que, por supuesto, despertaba celos porque era un mal ejemplo para América, que se estaba independizando. Entonces, no podían hacer que se copiara ese modelo de gobierno. Poco se analiza desde el gobierno del Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia, porque él dejó un país rico, disciplinado, con las mujeres que tenían autonomía económica, que las liberó de la esclavitud española. Ellas podían comercializar, disponer de sus productos y todo eso hacía que haya un circulante de dinero y la producción, que era algo en lo que él insistía.
Una de las obras que generó más envidia es la fabricación de hierro. La Rosada de Ybycuí se manejaba a carbón vegetal y sin importar hierro. El hierro y los otros materiales que se necesitaban eran traídos de San Miguel, Caapucú y de los alrededores, llevados en carreta y también por agua, a través del Tebicuary. Fue también una obra financiada totalmente por el Gobierno paraguayo y también se fabricaba el acero, que era en ese entonces lo fundamental para las piezas más delicadas que necesitaban cierta ductilidad y ese acero se hacía con carbón vegetal.
¿Cuál era la ventaja de ese acero a carbón vegetal? Que era de mejor calidad que el resto de las industrias que lo hacían con carbón mineral, ya que esto hacía que el material fuera contaminado. Además, también había astilleros donde se fabricaban barcos de la Armada Nacional.
“Paraguay estaba dispuesto a convertirse en una potencia”
Paraguay estaba dispuesto a convertirse en una potencia, estaba en vías de desarrollo como los demás países. Lo que a Paraguay le diferenció de sus países limítrofes es que durante el gobierno de Carlos Antonio López se habían contratado más de 200 técnicos especialistas en diversas actividades. Fueron traídos además maestros, arquitectos e ingenieros ingleses que instalaron el ferrocarril, que mucha gente dice que fue el primer ferrocarril del Río de la Plata y no es cierto.
Argentina ya tenía el ferrocarril en el año 1857. Se inauguró una línea desde el Teatro Colón hasta el barrio La Floresta en Buenos Aires. Si bien Brasil no tenía ferrocarriles, tenía una red de tranvías que comenzaron hacia 1859, Chile tuvo ya 1851 y fue una de los primeros países en Sudamérica.
El Paraguay inauguró su ferrocarril el 21 de octubre de 1861, una línea corta que iba del puerto hasta cerca de Trinidad y posteriormente recién hacia 1912 el ferrocarril llegó hasta Encarnación. Pero era un país que estaba siendo desarrollado. Lo importante es que el Paraguay en 1850 tuvo la primera fundición de hierro del Río de la Plata, tenía astillero y también tenía telégrafos. Si bien Uruguay inauguró una línea telegráfica en 1855, se utilizó recién hacia 1860.
CONTRATACIÓN DE TÉCNICOS
De todas maneras, Paraguay sobresalió por la contratación de técnicos que no tuvieron los demás países. Lastimosamente vino la guerra y el proceso de esta primera modernidad en el Paraguay fue interrumpido.
Los viajeros que venían al comienzo del gobierno de Carlos Antonio López decían que Asunción era como una aldea, ya que las casas eran todas de techos de paja, de un solo piso, con algunas excepciones.
Sin embargo, cuando vienen los técnicos a partir de 1853-54, la fisonomía de Asunción y de muchas ciudades del interior cambió. De hecho, estaba en vías de desarrollo con los demás países gracias a estos técnicos. Con ellos se tuvo un desarrollo tecnológico importantísimo, una inversión que el gobierno estaba haciendo con todos estos adelantos técnicos.
Lastimosamente luego vino la guerra. Además del cercenamiento de nuestro territorio, porque la Argentina y Brasil llevaron más de 144.000 kilómetros cuadrados, también se ocasionó un déficit extraordinario en la demografía. Quedaron cerca de 200.000 habitantes, en su mayoría mujeres y niños, y unos 30.000 hombres útiles de 14 a 60 años. Se los llama hombres útiles porque podían trabajar.
Se calcula que antes de la guerra Paraguay tenía casi 500.000 habitantes y más de la mitad de la población murió en esa hecatombe. Además, también fueron llevados niños a los países aliados en calidad de esclavos. Los soldados regalaban a los niños o los vendían.
Esta hecatombe retrasó al Paraguay por un siglo en todos los aspectos, no solamente en el aspecto material, sino también en el aspecto cultural, educativo y científico.
“Tenía todo para convertirse en un polo de desarrollo”
En líneas generales el Paraguay tenía una diferencia importante con los países de la Alianza, ya era un Estado-nación. En cambio, Brasil era un Estado esclavist a, Argentina estaba en una pelea casi inacabable entre federales y unitarios, y eso afectaba a todas las provincias, provocando profundas divisiones. Y Uruguay, sobre todo luego de la derrota de José Gervasio Artigas, tampoco encontraba un camino como nación, atrapado en la tensión entre los intereses argentinos y brasileños, y su población o sus líderes formaban parte de una u otra tendencia, lo que en definitiva impedía su consolidación como nación.
Paraguay, sin embargo, en la década de 1860 ya tenía características propias. Eso le permitió ser el país, en la región, que tenía un Ejército nacional, cosa que no ocurría con Brasil, que tenía una guardia nacional, integrada por pequeñas milicias locales. Paraguay sí ya tenía su ejército, que al comienzo de la guerra se calcula que tenía reclutados más o menos 65.000 hombres.
Militarmente tenía un ejército bastante numeroso, pero no logró avanzar en cuanto a la tecnología, no llegó a modernizarse antes de desatarse el conflicto. Los fusiles, los cañones, los barcos no eran los nuevos armamentos que se estaban ya usando en Europa y que el Ejército aliado sí usó masivamente. Cañones rayados y fusiles a repetición, belgas y franceses como el fusil Minié, no a chispa como eran los de Paraguay, y barcos militares acorazados, etc.
Económicamente, los países del Plata también tenían diferencias. La administración del Dr. Francia había dejado un país económicamente consolidado, con reservas para el Estado, lo que le permitió ser uno de los pocos países que no tenían deuda externa, cosa que no pasaba con Brasil, Argentina o Uruguay, que tenían fuertes deudas con la banca británica, principalmente.
Pero tampoco se puede concluir que era un país rico y poderoso. Era un país con una economía rural-campesina, relativamente pobre, pero con tierras propias. Si bien legalmente las alquilaba el Estado, era de hecho una finca familiar propia, con una calidad de vida donde la igualdad era bastante llamativa. Las crónicas de la época informan que no era fácil ni barato contratar mano de obra en Paraguay, pues la población prefería trabajar su tierra.
ADQUISICIÓN DE TECNOLOGÍA
En la década de 1850, Paraguay empieza a comprar tecnologías, ferrocarril, telégrafos, arsenal, siderúrgica y gran parte de eso se pagaba al contado. Es decir, Paraguay poseía esa capacidad de pagar al contado las compras de barcos, trenes y pagar sus técnicos. Esto sin necesidad de recurrir a los bancos, a los que estaban recurriendo los países de la Alianza.
Sin embargo, no se puede hablar aún de una potencia industrial. El astillero era más bien para barcos mercantiles y casi artesanales, la siderúrgica de Ybycuí producía, principalmente, pequeña cantidad de utensilios, balas, herramientas, etc. Es difícil caracterizar eso como industria siderúrgica. El ferrocarril, si bien novedoso para la región, tenía pocos kilómetros de vía y un solo ramal, Asunción-Paraguarí.
También en la educación se habla mucho sobre las varias menciones de extranjeros, describiendo un Paraguay sin analfabetos.
Esto no es del todo cierto porque, por ejemplo, las mujeres en general no recibían ninguna educación. Pero en líneas generales los hombres recibían una educación y eso quedó también patente en la guerra.
El Ejército paraguayo fue bastante burocrático en el sentido de que todas las órdenes eran escritas, permitiendo que queden bastantes documentos. Eso significaba que una gran parte de los oficiales escribían y leían.
También la proliferación de los periódicos de trinchera jocosos, como Cabichuí, Lambaré y otros, que estaban destinados para levantar la moral de los soldados. Es decir, la gente leía, los soldados paraguayos leían, a diferencia de las tropas de la Alianza (que estaban conformadas sobre todo por esclavos y gauchos reclutados forzosamente, ndr).