El vibrante escenario de Broadway (Nueva York) abre sus puertas a una nueva promesa, y su nombre resuena con el eco de la cultura guaraní. Con tan solo 23 años, la talentosa actriz paraguaya Yvanna Manuela Tassy Giménez está marcando su impronta en el competitivo mundo de la actuación en la meca mundial del teatro.
Yvanna está demostrando que la pasión y el arduo trabajo pueden abrir oportunidades en todos los escenarios, en su caso, en el competitivo y exigente mundo de las artes escénicas, nada más y nada menos que en la Gran Manzana. Graduada Magna Cum Laude de la prestigiosa Universidad Jesuita Fordham, cuna de luminarias como Denzel Washington y Patricia Clarkson, Tassy Giménez se ha abierto camino con determinación y talento innato. Su rápido ascenso es un testimonio de su dedicación.
La joven actriz compatriota ya ha tenido la oportunidad de trabajar con ganadores de Premios Tony, los Óscar del teatro, y recibió formación de maestros de la talla del multifacético actor Stanley Tucci, conocido por su trabajo en la película “El diablo viste a la moda”, y el aclamado director de Hollywood, Michael Hoffman. El año pasado hizo el papel de “Martirio en la casa de Bernarda Alba”, obra que fue dirigida por Dawn Saito, directora de la mundialmente famosa Escuela Juilliard.
LEGADO
La motivación de Yvanna encuentra profundas raíces en el legado de su madre, Larissa Giménez, una figura incansable siempre ligada al mundo de los medios de comunicación, con una notable trayectoria en producción de TV en Estados Unidos, Sudáfrica y Paraguay. Esta influencia familiar, nutrida por una visión global de las artes, sin duda sembró en Yvanna la semilla de la curiosidad y el empuje para perseguir sus sueños.
Desde hace un año, Tassy Giménez es parte del elenco del renombrado Lincoln Center, un hito significativo en su joven carrera. Además, actualmente cuenta con un comercial al aire en los Estados Unidos, llevando su rostro y talento a millones de hogares.
El mes de julio se perfila aún más emocionante para Yvanna, con el estreno de dos obras de teatro: una en el prestigioso Lincoln Center y otra en una de las compañías más importantes de Off-Broadway, solidificando su posición como una fuerza emergente en la escena neoyorquina.
“A todos los castings que voy, lo primero que me preguntan es de dónde soy… cuando les digo Paraguay, se sorprenden y siempre quieren saber más sobre nuestro país”, manifestó Yvanna, resaltando el arraigo guaraní que la define y la impulsa a promover nuestra cultura en el diverso mundo de las artes.
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Grupo seguido por 1 millón de fans revela que fue creado por IA
El grupo The Velvet Sundown, seguido por 1,1 millón de fans en Spotify, reconoció ser generado por la Inteligencia Artificial (IA), lo que confirma las sospechas sobre esta joven formación de rock de gran éxito. En su nueva semblanza en Spotify consultada el martes por AFP, el grupo admite ser “un proyecto de música sintética guiado por une dirección artística humana, compuesto (...) e ilustrado con el apoyo de la Inteligencia Artificial”.
"No es una farsa, es un espejo. Una provocación artística destinada a cuestionar los límites de la creación, la identidad y el futuro de la música misma en la era de la IA", indicó también el mensaje. En unas semanas de existencia, este grupo con un visual muy al estilo de los años 70 accedió a una súbita fama en Spotify, donde tiene 1,1 millón de fans, y se mostró muy prolífico al publicar dos colecciones en el año 2025.
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Este fulgurante ascenso causó dudas de auditores e internautas que sospechaban que el grupo era una creación de la IA. En la página de las colecciones del grupo, Deezer, rival de Spotify, había puesto una advertencia al indicar que era “contenido generado por IA” y subrayó que “algunas piezas de esta colección pueden haber sido creadas con ayuda de la Inteligencia Artificial”.
Preguntado por AFP, Spotify rechazó hacer cualquier comentario sobre el grupo, pero negó cualquier voluntad de dejar prosperar piezas generadas por la IA para no pagar derechos de autor. La irrupción de la IA causa preocupaciones crecientes en la industria musical y en los artistas, que temen ser arrasados por una oleada de música generada artificialmente.
Fuente: AFP.
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Serie “Menem” se estrena este miércoles tras retraso judicial
Champaña, autos de lujo y protestas populares son algunas de las imágenes de la nueva serie sobre el expresidente argentino Carlos Menem, ídolo del actual mandatario Javier Milei, que se estrena este miércoles en la plataforma de streaming Prime Video. Presidente entre 1989 y 1999, ‘El Turco’, como lo apodaron por su ascendencia siria, amaba el lujo, las mujeres, los deportes, el manejo de autos caros, los relojes y el vino espumante.
Milei, que asumió en diciembre de 2023, calificó aquel gobierno como el mejor “de los últimos 40 años” por sus reformas económicas liberales. En vida, visitó a Menem (1930-2021) y en 2024 inauguró un busto del exmandatario en la Casa Rosada en Buenos Aires, la sede del ejecutivo.
La miniserie “Menem” comenzó a rodarse en junio de 2023, consta de seis episodios y retrata su ascenso al poder, así como sus altibajos como jefe de Estado. Durante su mandato se privatizaron empresas como la petrolera YPF, en litigio por la expropiación del 51 % de sus acciones en 2012, Aerolíneas Argentinas y la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (Entel).
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Menem estableció en 1991 por ley que un dólar valía un peso argentino, un esquema que generó súbita abundancia pero que explotó en 2001 y produjo la peor crisis económica en la historia del país, bajo el mandato del conservador Fernando De la Rúa (1999-2001). Las reformas, como la apertura de importaciones, impactaron negativamente sobre las industrias locales. Durante este período el desempleo escaló al 18 % cuando en el país sudamericano rara vez superaba los dos dígitos.
El actor Leonardo Sbaraglia, que encarna al expresidente, dijo que “la serie habla fundamentalmente de cómo poder gestionar eso tan monstruoso como el poder y cómo te puede comer”, en una entrevista con la emisora local Urbana Play el jueves. “Me cambió la perspectiva haber interpretado a Menem”, aseguró Sbaraglia, que había sido crítico con ese gobierno en la década de 1990.
El estreno de la serie se había retrasado por un reclamo de derechos de imagen de los herederos, resuelto en junio cuando la productora presentó una autorización firmada por el exmandatario. Menem nació en la provincia de La Rioja (noroeste), que gobernó entre 1973 y 1989, con una interrupción cuando estuvo preso entre 1976 y 1983, durante la última dictadura militar.
El exmandatario también fue a prisión en 2001, aunque preventiva y domiciliaria, por un juicio por contrabando de armas a Croacia y Ecuador. Fue liberado semanas más tarde por decisión de la Corte Suprema de Justicia y posteriormente absuelto por exceso de plazo en una causa que llevó 25 años.
Fue senador entre 2005 y 2021, y la inmunidad del cargo le evitó la cárcel por los juicios en su contra, entre estos uno por encubrimiento del atentado contra la mutual judía AMIA en 1994, que causó 85 muertos y 300 heridos, y otro por peculado.
Fuente: AFP.
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Ozzy Osbourne y Black Sabbath se despidieron de los escenarios
Con una última interpretación de “Paranoid”, su mayor éxito, el mítico rockero inglés Ozzy Osbourne y su grupo Black Sabbath se despidieron el sábado pasado de los escenarios en un concierto en su Birmingham natal que rindió culto al heavy metal. “I love you (los amo)”, gritó con su voz todavía rechinante el carismático cantante a la entregada multitud en el estadio Villa Park, donde se rodeó de grandes estrellas del género.
A sus 76 años, el “Príncipe de las Tinieblas” sufre desde hace varios años la enfermedad de Parkinson. El cantante, que escribió su leyenda al morder la cabeza de un murciélago en pleno concierto, cantó en su despedida sentado, prisionero de sus temblores, en un trono satánico confeccionado para el padrino del heavy metal.
Fue un adiós crudo y emotivo, acompañado de sus compañeros de Black Sabbath y de decenas de miles de seguidores del metal llegados del todo el mundo hasta el estadio del Aston Villa, convertido por una noche en una catedral pagana. “Podría ver nuestro apoyo y eso me hizo llorar”, explicó Lilly Chapman, una seguidora de 29 años, todavía emocionada de ver al rockero “mostrarse vulnerable ante miles de personas”.
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“Una vez en la vida”
Hacía 20 años que Black Sabbath, pionero del heavy metal, no se reunía en su formación original de 1968 (Osbourne como cantante, Tony Iommi en la guitarra, Geezer Butler en el bajo y Bill Ward en la batería).
Si eso no fuera suficiente, a ellos se sumaron otras bandas y músicos emblemáticos como Metallica, Guns N’ Roses, Pantera, Slayer, Tom Morello de Rage Against The Machine, Steven Tyler de Aerosmith o Ron Wood de los Rolling Stones.
Los espectadores, con camisetas de metal, espesas barbas y grandes tatuajes, acompañaban los himnos que conocían al dedillo sacudiendo la cabeza en un ambiente que poco tenía que envidiar al generado por los “villanos”, los seguidores del Aston Villa que suelen ocupar ese lugar.
“Esto solo ocurre una vez en la vida”, decía entusiasmado Rich Newlove, llegado del norte de Inglaterra. Ozzy “estaba en mejor forma y mejor estado de salud de lo que esperaba”, afirmó con una cerveza en la mano tras el concierto.
El sentimiento, sin embargo, es “agridulce” al haberlo podido ver por primera, pero también por última vez.
Algunos llegaron de muy lejos. “Va a ser el mayor concierto de metal de todos los tiempos”, expresó Jared Higginbotham, un estadounidense de 34 años que vino junto a su novia desde Texas.
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Entradas agotadas en 16 minutos
A pesar de los elevados precios, las entradas para el espectáculo se agotaron en apenas 16 minutos. Los fondos obtenidos se destinarán a organizaciones benéficas como Cure Parkinson’s y el Hospital Infantil de Birmingham.
Henry Broderik, un barrendero de Cambridge de 22 años, se gastó 415 libras (560 dólares) por su entrada porque “era todo lo que quedaba”.
Es el precio a pagar para asistir a la despedida de Ozzy, un ícono conocido por sus fechorías, pero también por la emisión de un programa de telerrealidad de su familia en los años 2000, “The Osbournes”, que se convirtió en un gran éxito en MTV y lo conectó con nuevos públicos. Black Sabbath ha vendido más de 75 millones de álbumes en todo el mundo y es ampliamente reconocido como uno de los pioneros del heavy metal con grandes éxitos como “Paranoid”, “War pigs” o “Iron man”.
Fuente: AFP.
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El ñandutí: una tradición que lleva el pan a los hogares
- Jimmi Peralta
- Fotos: Matías Amarilla
El ñandutí, tejido tradicional del Paraguay, presenta en sí misma una sutil metáfora de su naturaleza dentro de la ciudad que sin dudas es su hogar, Itauguá. Situado a 30 kilómetros de Asunción, el distrito es conocido como el centro de producción de vestidos, cuadros, blusas y manteles confeccionados a base de este tejido artesanal, que representa al suelo guaraní en todo el mundo en diversas instancias y certámenes. Las artesanas redoblan la apuesta y ahora van por el Récord Guinness.
El ñandutí es realizado generalmente de manera individual por manos de mujeres. En su desarrollo, tejen más allá del bastidor una trama de producción en comunidad que traza formas, líneas rectas y curvas interconectadas en la diversidad de colores y direcciones.
Como artesanía, el ñandutí se aprende en la casa, con la magia de la formación no sistemática, que da vuelo y vida a su esencia. Al mismo tiempo, pone el sentido de la transmisión de conocimiento de madres a hijas y de hijas a madres, entretanto se cimenta parte del sustento familiar. Este tejido primero pone pie en la función más elemental: llevar el plato de comida a los hogares de los itaugüeños para después barnizar el vínculo colectivo de una ciudad que cuenta con varios centenares de tejedores y tejedoras.
“Mi abuela no sé si tejía, pero yo aprendí de mi mamá, de muy chiquita, y ni bien cuando yo empecé a hacer los bordados, me daba la plata mi mamá. ‘Este es tu trabajo. Te va a servir para comprar otra vez tus materiales’, me solía decir mi mamá. Y así nunca dejé de hacer. Este trabajo también ayudó para criar a mis tres hijas”, comenta Antonia Morínigo, tejedora itaugüeña que esta semana se sumó a la Red Tejiendo Cultura, una plataforma que nuclea a más de 500 artesanas del ñandutí del Paraguay y de países como Australia, Puerto Rico, Chile, Reino Unido, España y Argentina.
Más de 150 de estas artesanas son de Itauguá, algunas jóvenes y otras de más de 90 años. Ahora forman parte de este proyecto que busca sumar el trabajo individual para armar el tejido de ñandutí más grande el mundo, que será de 120 metros de largo por 5 metros de ancho, buscando el récord mundial.
TEMPRANA INICIACIÓN
Como la mayoría de las tejedoras, Antonia empezó de niña. Ahora es abuela y ya no puede producir en bastidores grandes como antes. Ella tiene a su cargo las labores del hogar y todos los días, después del almuerzo, se sienta en su dormitorio a dibujar con el hilo y la aguja sobre su tela. “Este bastidor armado yo termino en un día, porque yo soy ama de casa, tengo que cocinar todo, yo soy la mamá de la casa. A la tarde, puede comer la comida, me suelo sentar acá en mi pieza y hago mi ñandutí, a la noche ya quiero descansar”, comenta. El proceso de producción arranca con el dibujo sobre el papel “y regla”, recuerdan las tejedoras. Luego se estira la tela en el bastidor, se dibuja en la tela y se comienza a tejer. Terminado el trabajo, se separa el tejido de la tela, se lo lava y finalmente se le pone el almidón para que se endurezca.
“Hay gente que tuvo que migrar a otros países, pero se llevaron parte de sus culturas y otras que se dedicaron a enseñar y así esparcir por todo el mundo. La ciudad de Itauguá es conocida como la capital del ñandutí y cuna de la misma. En cada compañía de Itauguá te encontrarás con un o una artesana elaborando su trabajo porque la técnica fue otorgada de generación a generación y se ha vuelto una tradición para las familias. Es por ello que hay más cantidad de artesanos en la localidad de Itauguá”, comenta Guillermo Acosta, coordinador de la Red, itaugüeño y profesor de ñandutí, quien en su propio perfil vital narra la historia del tejido y las familias de su ciudad.
“Todo se inició desde la tristeza de mi querida Maximina Quiñónez. En una tarde se puso triste y observaba su ñandutí y me dice ‘qué pena que ninguna de mis hijas va a legar esto que yo hago, ninguna de ellas dos sabe hacer’. Sentí tanta pena al oírla decir eso que entonces le pregunté cuál era el dechado más difícil y complicado de hacer. A lo que ella me respondió el arasape y la filigrana, que coincidentemente estaba haciendo. Entonces me fijo en sus idas y vueltas que realizaba sin decirle nada en absoluto. Como ella trabajaba cama adentro y venía a casa los fines de semana, la sorprendí con un trabajo que estaba realizando sin decirle nada. Era una imagen de san Blas, pero en ñandutí. Me pregunta quién hizo y le digo que yo.
Me mira y dice que no me cree. Para que me pudiera creer, me siento y le muestro que sí lo podía hacer y desde entonces le tomé como hobby”, narra Acosta sobre cómo en el ñandutí se reafirma el tejido social y el empoderamiento económico de las mujeres de una ciudad.
TRANSMISIÓN INTERGENERACIONAL
Juliana Centurión (88) y Esmérita Antonia Centurión (91) son dos hermanas tejedoras que viven junto a la hija de la segunda en una humilde casa en el centro de Itauguá, donde las tres comparten además el amor al ñandutí y su creación.
Las hermanas aprendieron el oficio desde pequeñas. Su madre transmitía el conocimiento a su descendencia femenina, “porque los varones buscaban otras formas de aportar, como trabajando en la carpintería y otras cosas”.
“Cuando teníamos entre 7 u 8 años nosotros mirábamos a escondidas cómo trabajaba nuestra mamá y hacíamos que practicábamos en papel. No podías hacerlo bien porque ella no quería que nosotras trabajemos. Pero cuando se dio cuenta de que ya lo hacíamos, finalmente decidió mostrarnos cómo hacerlo bien”, comenta Esmérita.
“Cuando me siento puedo producir rápido, pero ahora ya no puedo sentarme por mucho tiempo, ya estoy grande”, explica Juliana.
“Antes valía más nuestro trabajo, se pagaba mejor por el ñandutí. Nosotras ya no salimos a vender ahora, no nos vamos a ninguna parte. Vienen a hacernos el pedido y hacemos. Antes salíamos, ahora tenemos una patrona. Antes producíamos muchísimo más”, explica Esmérita.
El oficio que le legó su madre le sirvió para sostenerse durante una larga vida y para la crianza de su hija, que también teje. Las hermanas se sumaron esta semana al proyecto que busca batir el récord mundial con un tejido de producción colectiva.
ENSAMBLE
Actualmente la producción de las tejedoras se realiza de diversas maneras, pero la preferida es la realización individual de piezas que después son acopiadas e integradas a vestidos, manteles y otras piezas.
Los precios pueden variar y los productos se realizan en algunos casos bajo pedido y en otros es un proceso a la espera de clientes. Las pequeñas piezas se suman entre sí y de esta manera diversas tejedoras pueden finalmente articular sus trabajos en un producto final, que provee a sus hogares de sustento y de prendas a las principales tiendas especializadas de la ciudad o, como varias de ellas dicen, “a mi patrona”.
Entre tanto, para el proyecto del tejido más grande del mundo se les proveerá a todas las artesanas de insumos (bastidores, lienzos, hilos, agujas) y ellas decidirán cuántos módulos realizarán de acuerdo a sus capacidades y habilidades. Las piezas serán posteriormente certificadas para el ensamble. Como es dable esperar, la producción del tejido significará un ingreso económico.
Se estima que se juntarán unas 2.200 piezas a través de la red. Esta será de los diez dechados (dibujos) seleccionados para la ocasión: jazmín poty, mbokaja poty, buey pypore, machete punta, arasape, arapaho un lado, estrella de cuatro puntas con kurusu’i, takuru con karê’i doble, margarita y pensamiento. A los costados la pieza contará con randas con cadenilla doble y en las esquinas estrellas de cuatro puntas con filete. La puesta en valor del ñandutí a través de este proyecto genera un aporte inmediato mediante la generación de pedidos para las tejedoras. A mediano plazo centralizará una red de trabajadoras, lo que podría facilitar a futuro la producción, la adquisición de insumos y la comercialización. A largo plazo se busca la valoración cultural y pecuniaria a nivel nacional e internacional de este tejido que data del XVI, y que surgió en estas tierras de la unión de una técnica europea y la creatividad de la mujer paraguaya.
“CADA VEZ QUE TE TENGO PEDIDO VENDO TODO MI ÑANDUTÍ”
Porfiria González (61), de Itauguá Guasu Costa Dulce, teje desde los 13 años. Ella valora la iniciativa del proyecto y celebra que significará más trabajo para ella.
“Aprendí a hacer ñandutí viendo a mi tía y mi prima. Al darle el primer trabajo que hice, mi tía ya lo llevó, vendió y me trajo ya directamente materiales para hacer más”, comenta Porfiria, quien trabaja mechando su artesanía con las labores domésticas con la ayuda de su hija.
“Yo me levanto a la mañanita y en medio de mi mate hago mi ñandutí. Después me levanto a hacer para el almuerzo, hago todo eso y ya me siento otra vez a trabajar. Si no hay pedido, igual nomás hago yo. En algún momento va a venir el pedido. Cada vez que tengo pedido vendo todo mi ñandutí; si no hago mi ñandutí, hago chipa”, comenta.
Relata que para ella la parte más difícil es el dibujo. “Eso se hace primero, el dibujo, con la regla se hace, se hace bien eso en el papel, después tenés que estirar con el bastidor la tela y dibujar. Ahí se trabaja”, narra sobre el proceso de producción.
“DESDE MUY CHIQUITA ME PAGABAN POR MI TRABAJO”
Felipa López (63) desde los 7 años se sumó a su mamá, su abuela y sus hermanas, todas de la ciudad del ñandutí, en el oficio de tejedora.
“Hago diferentes dibujos, con hilo fino y con hilo grueso, de ambas formas. Eso también me enseñó mi mamá. A ella le enseñó mi abuela. Desde muy chiquita me pagaban por mi trabajo. La plata me servía para mi escuela, para mis útiles. Tengo siete hijos, ahora conmigo ya solo vive uno. A tejer le enseñé solo a dos hijas mías”, comenta Felipa, quien desde sus manos y el arte dio de comer a su familia junto con su marido, quien es constructor.
“JAGANA´I, PERO JAGANA, UPÉA LA HE´ISÉVA”
Filemona Figueredo (68) arrancó como tejedora a los 12 años con su madre y sus seis hermanas. Ella también se sienta con su bastidor entre las actividades de cuidado y de la labor doméstica en su hogar itaugüeño.
“Recuerdo que cuando era chiquita cada 15 días nos tocaba a cada una ir a vender. De esa plata comprábamos para nuestra ropa para farrear”, comenta entre risas.
“Nunca trabajamos para otra persona”, refiere acentuando que nunca tuvo un trabajo en situación de dependencia.
“Siempre jagana’i, pero jagana, upéa la he’iséva. Igusto remba’apo, revende ha rejúma nde platamíre” (siempre ganamos poco, pero ganamos, eso es lo que importa. Da gusto trabajar, vender y venir con tu platita), explica Filemona, quien es madre de tres hijos.
SOBRE EL PROYECTO
Tejiendo Cultura – El Ñandutí Más Extenso del Mundo es una iniciativa impulsada por Innovaciones Comerciales y la Asociación de Ñandutí en Japón, con el acompañamiento de la Municipalidad de Itauguá y la alianza estratégica de la EBA.
Su objetivo no solo es confeccionar de forma colaborativa la pieza de ñandutí más grande del mundo, sino también visibilizar el trabajo artesanal, fortalecer el turismo cultural y abrir nuevas oportunidades económicas para las tejedoras del país a través del arte textil.