Experiencia vivencial, conocimiento antropológico y turismo de proximidad se conjugan en el circuito mitológico-etnobotánico “Aprendiendo con Jakaira”, que será guiado por la antropóloga Gloria Scappini en Itacurubí de la Cordillera, el próximo fin de semana. Se trata de un recorrido por el mundo de la religión y la cultura guaraní, a través de su culto a los árboles y elementos naturales, una aventura en torno a los saberes ancestrales en el Centro Experimental de Recursos Medicinales (CERM).

La difusión de sabe­res tradicionales, el fomento de una reflexión crítica con base en conocimiento ancestral y la puesta en valor del pensa­miento y la filosofía indígena motivan una nueva edición de la experiencia mitológica-et­nobotánica denominada “Aprendiendo con Jakaira”, una aventura por los bosques del Yhaguy, en Itacurubí de la Cordillera, donde el Cen­tro Experimental de Recur­sos Medicinales será nueva­mente el punto de encuentro.

La segunda propuesta del año está marcada para el próximo sábado 28 del corriente, de 15:00 a 18:00. Guiados con la narración de la antropóloga Gloria Scappini, los partici­pantes tomarán los senderos del CERM donde abundan las especies de árboles nativos con alto rol simbólico-mítico y viajarán a través de nuevos espacios de subjetividad y memoria colectiva.

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“Creemos en la importan­cia de la resacralización de la naturaleza para aportar a los procesos de resistencia frente a la crisis planetaria y destrucción acelerada de la biodiversidad, de la cual somos los únicos responsa­bles”, dice la facilitadora de la experiencia. “Urge la revisión de nuestro modelo de civili­zación y el fomento de nuevas maneras de ser y estar en el mundo”, añade.

Scappini es graduada en Etnología con énfasis en Historia y máster en Antro­pología Social y Sociología Comparativa por la Univer­sidad de París X-Nanterre, Francia, con especializa­ción en Etnología America­nista de las Bajas Tierras de América del Sur. Es docente, coordinadora de varios espa­cios de formación y difusión del pensamiento antropoló­gico, consultora y asesora en DD. HH. y pueblos indígenas, interculturalidad y desarro­llo, rescate lingüístico y cul­tural. La investigadora, en charla con La Nación del Finde, brinda detalles de la propuesta que combina experiencia vivencial con turismo de proximidad.

“El contacto con la naturaleza y con contenido de narración es beneficioso para dar rienda suelta al despertar de los sentidos muchas veces dormidos por el peso del automatismo cotidiano”, aduce la antropóloga Gloria Scappini

–¿Cómo nació la idea de ofrecer esta experiencia?

–Esta experiencia nació del encuentro con el colega Urbano Palacio al frente del Centro Experimental de Recursos Medicinales, quien con mucho entusiasmo albergó la iniciativa para la geolocalización en el predio del CERM de las especies de árboles y plantas nativas con alto rol simbólico en la religión indígena gua­raní, y la posibilidad de orga­nizarlas en un circuito que refleje el orden narrativo pre­sente en el acervo mitológico Mbya Guaraní y por exten­sión arquetípicamente com­partido por los demás grupos guaraníes en Paraguay.

Fue un hermoso proceso la construcción del guion ini­cial que a medida que vamos desarrollando más edicio­nes del circuito se ve enri­quecido por más contenido y elaboración a base de inves­tigación, tanto sobre los ele­mentos que lo contienen como sobre las dinámicas de difusión y transmisión a un público amplio, aprendizaje que agradezco, ya que todo se trata de sacar los conoci­mientos de los estantes, de los libros y hacerlos circular mediante la palabra. Este es uno de los objetivos primor­diales de los saberes indí­genas, la reproducción de la oralidad y, mediante ella, el contacto con el tejido espiri­tual y afectivo sagrado que nos conecta a la naturaleza y la parte divina que llevamos cada uno de nosotros dentro.


–¿Por qué el nombre Jakaira?

–Jakaira es una de las divi­nidades de la religión Mbya Guaraní, es el nombre gené­rico de la pareja de divinidades Jakaira Ru Ete y Jakaira Chy Ete. Es la que trae la primavera cambiando y haciendo rotar el ciclo cósmico de la tierra yvy pyau (en lengua Mbya Guaraní), que es aquella donde vivimos todos ahora, como copias de prototipos divinos que se encontraban en la pri­mera tierra, yvy yma, en un tiempo primigenio, ára yma.

Tiempo y espacio se super­ponen en cambios de ciclo y transformaciones, los vien­tos cambian de dirección y las almas están llamadas a sanar de las experiencias del invierno, simbólicamente asociado a la oscuridad y al frío. Jakaira trae vientos nue­vos, yvytu pyau e invita a todos a explorar la “buena ciencia” sanadora del alma, cuerpo y mente; limpiando los restos de un tiempo viejo.

–¿ Por qué un circuito mitológico-etnobotánico?

–Se trata de un circuito mito­lógico-etnobotánico porque he plasmado en su diseño la selección de elementos del culto a los árboles de la cul­tura Mbya Guaraní, uno de los grandes temas en la obra del etnólogo paraguayo León Cadogan, máxima referen­cia en etnografía guaraní. Estos árboles aparecen en distintos momentos del acervo narrativo del pue­blo y traen consigo otras claves de conocimiento reli­gioso, que se van revelando con la palabra en distin­tos momentos. Esos momentos tam­bién se plas­man en el cambio de e s p a c i o que opera­mos con la caminata colectiva, el “oguata” (ethos caminante) propia del concepto de migración guaraní que se superpone a la idea de elevación espiri­tual y cognitiva.

En este escenario se realizará el próximo sábado 28 de octubre otro encuentro del circuito mitológico-etnobotánico “Aprendiendo con Jakaira”

–¿En qué con­siste la diná­mica de la acti­vidad?

–La dinámica de la experiencia no es una sola, porque en todas las ocasiones toca ajustarse a ciertas caracte­rísticas del grupo de asis­tentes, pero en regla general es la de introducir en pri­mer lugar nuestras fuentes de información y el espíritu de la convocatoria. Luego se inicia con el recorrido guiado de aproximada­mente una hora de duración y se cierra con un encuentro colectivo, aty, entre todos los presentes para poner en común las percepciones en torno a la experiencia y esta­blecer redes de interpreta­ción afectiva que fomente el interés investigativo de las personas una vez de vuelta a la realidad cotidiana.

Se fortalecen los inter­cambios, las preguntas, las curiosidades y se crea un ambiente de cohesión muy interesante. Cada persona lo vive a su manera, desde su subjetividad, pero también desde sus ideas preconcebi­das, lo que aumenta la capa­cidad del espacio en estable­cer nuevos paradigmas, que son esenciales al aprendizaje como seres humanos miem­bros de una gran red de inter­dependencia y no los dueños superiores de una realidad que debe someterse a la vani­dad de nuestro ego. Ya está muy demostrado que ese es el camino que nos lleva a la autodestrucción.

Se fortalecen los intercambios, las preguntas, las curiosidades y se crea un ambiente de cohesión muy interesante

–¿Quiénes pueden parti­cipar?

–Todas las personas inte­resadas en pasar una tarde diferente pueden participar, sin límites de edad, instruc­ción, credo, etc. Es una acti­vidad de difusión de saberes ancestrales locales y, tanto intelectualmente como emo­cionalmente, eso trae con­sigo muchos beneficios. Los niños y niñas son muy bienve­nidos porque el CERM tiene una gran experiencia adap­tando actividades al grupo que concurra y personalmente opto por una metodología par­ticipativa. La caminata per­mite la asistencia de personas de tercera edad, se trata de sen­deros de fácil acceso con cual­quier situación de movilidad.

–¿Qué significado tienen los momentos elegidos para realizar el circuito?

–El equinoccio de prima­vera, simbolizado por la lle­gada de Jakaira, ocurre en setiembre en el hemisferio sur, y anuncia el cambio de ciclo de estaciones frías a las estaciones calurosas, esto en un sentido más bien clásico puesto que con el recalenta miento del planeta las refe­rencias del ciclo se pierden en ambos hemisferios. Es en ese sentido que tratamos de hacer coincidir el contenido con la reproducción de los ciclos cosmogónicos uni­versales que marcan tiem­pos que son los de una tie­rra sana. La organización de ese tiempo natural se ha perdido para nuestras men­tes, y es la observación de la naturaleza con informa­ción acorde más allá de lo biológico o de lo botánico la que nos permite vivir un regreso, si bien sea limi­tado, a lo que nos une como humanos a un sistema muy complejo y que merece ser redescubierto.

El momento siguiente, en el que se realiza el próximo circuito, es octubre, a caba­llo entre el equinoccio y el solsticio de verano, que marca tiempo de siembras y cosechas, otra marca importante de la organi­zación social del tiempo natural.

–¿Por qué se hace nece­sario el retorno al espa­cio-tiempo mítico y a la función simbólica de la memoria colectiva?

–El mito, por tradición occidental, está asociado a la mentira, a lo falso, a lo pagano, a lo oral por oposición a lo escrito que daría a las cosas su legiti­midad, su seriedad…todo esto es parte de la identi­dad occidental y de la con­cepción colonial que con la conquista de América ha vaciado nuestros territo­rios de su contenido origi­nal autóctono, en términos reales y simbólicos.

No obstante, el mito es la forma de educación más antigua, por ser el cen­tro de las culturas orales, que son incluso anterio­res a las escritas. Volver al tiempo mítico es lo que una caminata colectiva con narración antro­pológica y enfoque vivencial de proxi­midad con arque­tipos simbólicos puede provo­car en térmi­nos de reco­nexión con una suspen­sión del tiempo y de las ideas (sobre todo las que juzgan a ese “otro”, a lo desco­nocido y extraño), el epojé griego utilizado por los escépticos, como una puesta entre paréntesis de lo que creemos saber o conocer, y una apertura hacia otras sabidurías y maneras de llegar a ellas. Son las que aún subsisten en la cultura de los pue­blos indígenas, principales sobrevivientes de la colo­nialidad y a las cuales tene­mos acceso en gran parte gracias al registro antro­pológico.

–¿En qué radica la impor­tancia del conocimiento de la etnobotánica?

–El conocimiento de la etnobotánica por un lado es esencial al redescubri­miento de nuestra bio­diversidad en peligro de desaparición, a la justa valorización de los ecosis­temas que nos rodean, pero sobre todo, lo que intenta el circuito es demostrar la íntima interdepen­dencia entre el patri­monio tangible y el intangible, profun­dizando los conoci­mientos de “conoci­miento tradicional” o “tradicional knowle­dge” que es uno de los puntos centrales de las políticas de protección y salvaguarda de la diversi­dad cultural y de la lucha contra el cambio climático. Debemos reapropiarnos de los contenidos filosóficos y prácticos que nos rodean desde el entorno natural y que son opacados tanto por la colonialidad interna como por las dinámicas de explotación de la natura­leza. Debemos volver a un diálogo inter-especies, una interacción íntima, un for­talecimiento del tejido que nos hace hijos de esta tierra, nuestra madre. Y qué mejor hacerlo con identidad, desde el conocimiento antropoló­gico local, sus depositarios y transmisores.

–Los saberes ancestrales, ¿cómo siguen presentes en nuestra vida cotidiana?

–Los saberes ancestrales pueden seguir presentes en nuestra vida cotidiana de múltiples maneras. La memoria de nuestras infan­cias son saberes ancestra­les de alguna manera y la reconexión con una idea del pasado nos lleva a explorar inexorablemente los oríge­nes de nuestra identidad, como individuos en nuestra historia de vida, y como pue­blo a un nivel macro.

El contacto con la naturaleza y con contenido de narra­ción es beneficioso para dar rienda suelta al desper­tar de los sentidos muchas veces dormidos por el peso del automatismo cotidiano. Son varios los elementos de la experiencia que nos hacen descubrir saberes dormidos e información oculta, y que nutren la consciencia colec­tiva para la valorización de la diversidad cultural y la bio­diversidad.

Tras el recorrido guiado, los participantes podrán degustar los productos del bar medicinal del CERM: agüitas, jugos espirituosos de frutas de la estación y plantas medicinales del vivero

“Uno de los objetivos primordiales de los saberes indígenas es la reproducción de la oralidad y mediante ella el contacto con el tejido espiritual y afectivo sagrado que nos conecta a la naturaleza y la parte divina que llevamos cada uno de nosotros dentro”

“La caminata permite la asistencia de personas de tercera edad porque se trata de senderos de fácil acceso con cualquier situación de movilidad”.

“El conocimiento de la etnobotánica por un lado es esencial al redescubrimiento de nuestra biodiversidad en peligro de desaparición, a la justa valorización de los ecosistemas que nos rodean”

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