El blush draping es un nuevo término para un antiguo método: se basa en escul­pir el rostro con el labial y marcar sus ángulos. De esta manera, crea la ilusión de una estructura ósea más esculpida en contraste con el aspecto redondeado que produce la aplicación del rubor. Otorga un efecto de sonrojamiento y un aspecto saludable al rostro gracias al suave rubor. A pesar que muchos estilos de make up buscan reducir rasgos, corregir imperfecciones o reflejar más luz, esta técnica produce toques de colores difuminados.

Otra de sus cualidades es que genera volumen a los pómulos, mejillas y nariz. A su vez favorece y rejuve­nece cualquier rostro. Para realizar este maquillaje es importante contar con bro­chas de forma cónica o angu­lar que sean suaves a fin de trabajar mejor el difumi­nado. Para iniciar es nece­sario utilizar una crema o hidratante habitual para preparar el rostro para el siguiente paso, que se trata de la aplicación de la base. Luego debemos elegir el tono del labial.

En este punto, es necesario tener en cuenta el resto del maquillaje. Si lo que busca­mos es uno más neutro para un look sutil de día o algo más subido y atrevido para la noche. Ya es momento de aplicar el labial en los pómu­los del rostro. A partir de allí se trabaja hacia la sien, siem­pre en movimientos circula­res y siguiendo la línea del pómulo.

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Con el excedente del labial que queda en la brocha pode­mos dar ligeros toques en el tabique de la nariz e incluso en los párpados, para crear la sensación glow y unifi­car el maquillaje. Al termi­nar, se agrega un fijador de maquillaje para que dure más tiempo.

El uso del labial para marcar las facciones surgió en los años 80 y después de mucho regresa, pero con mucho más protagonismo para favorecer y rejuvenecer al rostro.

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