Por Gloria Ocampos Prieto gloria.ocampos@nacionmedia.com - Fotos: Nadia Monges

Todo comienza con un torrente de adrenalina, ansiedad y nervios, pero una vez allá arriba, la sensación de paz, dicen, es única y hasta casi mística. Esa mágica conexión con el cielo eleva las emociones a otro nivel y nadie olvida la experiencia de contemplar la naturaleza desde otra perspectiva, sobrevolando lagos, ríos y cerros, y muchas veces hasta tocando las nubes. Sin dudas, volar en parapente es un convite altamente atractivo para los espíritus aventureros.

“Esta experiencia te asegura muchas emociones porque el prepararse, el equiparse, el escuchar el motor hace que haya mucha adrenalina, pero después de despegar todo se calma, todo se estabiliza y vas prácticamente flotando en el aire disfrutando de los paisajes más maravillosos que te puedas imaginar”, asegura Jorge Luis Silva (33), piloto argentino con licencia FVL (Federación Argentina de Vuelo Libre), que reside en nuestro país desde hace tres años.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Con Paraguay Fly comenzó en el 2021 a ofrecer la aventura extrema de los paseos aéreos en parapente y desde entonces ya son más de 300 las personas que se animaron a vivir esta gran experiencia a más de 500 metros de altura. La Nación del Finde se encontró con Silva para un vuelo demostrativo en el ex Club de Campo y Polo de Patiño, que hoy es sede de la APPPSI (Asociación Paraguaya de Pilotos de Paramotor). Desde este lugar de privilegiada naturaleza a orillas del lago Ypacaraí se realizan los vuelos, previo agendamiento y toda vez que las condiciones climáticas sean las adecuadas.

“La experiencia básicamente es volar en parapente. Es un deporte extremo ideal para quienes quieran romper con la rutina”, dice Silva mientras baja el paratrike de su camioneta. Se trata de un vehículo biplaza de tres ruedas motorizado con una hélice trasera que le permite ganar velocidad.

“Es un equipo ultraliviano que está compuesto por un motor que tiene unas ruedas para deslizarse y despega prácticamente como un avión. El ala con la cual se sustenta el equipo es un parapente. Lleva dos personas, el piloto va ubicado en la parte de atrás, el pasajero va adelante con casco, cinturón de seguridad y todas las medidas de protección. Contamos con un intercomunicador con el cual se puede charlar con el piloto que va guiando en la experiencia, va mostrando puntos específicos del paisaje, los cerros, las localidades que se pueden divisar y todo lo que brinda la naturaleza acá en la zona”, menciona en detalle el piloto.

Se despega a 40 kilómetros por hora, el equipo vuela a esa velocidad. “Es muy suave, va flotando prácticamente”, añade. El vuelo dura un promedio de 15 minutos y se llega a los 500 metros de altura. Se sobrevuela sobre el lago Ypacaraí y el pasajero recibe de regalo un video del vuelo hecho con cámara GoPro.

El cielo es el límite. Lo más importante del equipo es el parapente, que es el ala que sostiene la máquina. (foto: Nadia Monges)

QUIÉNES LO PUEDEN HACER

La edad mínima para disfrutar del vuelo es de entre 6 y 8 años, depende de la contextura, y siempre con el consentimiento de los padres, por supuesto. “Y para arriba de eso, no hay límite de edad. Llegué a volar con personas muy mayores, pero sí existe un límite de peso que son 110 kilos, superando ese peso ya la gente no puede volar. Después casi ya no hay excepciones, toda vez que la persona se sienta bien y tenga las ganas de volar”, indica.

Está recomendado para todas las personas, insiste. “En todo este tiempo que llevo realizando esta actividad siempre viene la gente acompañando a sus hijos diciendo que no se animarían a volar porque tienen presión alta o porque tienen miedo, pero al final terminan tan entusiasmados que también quieren disfrutar de la experiencia y después ya no quieren bajar más”, afirma.

Tiene clientes que ya volaron tres o cuatro veces, pero lo curioso, según destaca, es que son mujeres las que más se animan a hacerlo, especialmente las chicas de entre 18 y 30 años. “A veces sus novios quedan mirándolas desde abajo nomás”, cuenta como anécdota.

Jorge Luis Silva es un joven piloto argentino radicado desde hace tres años en nuestro país que propone vivir esta experiencia a los amantes de las emociones extremas.

UNA OPORTUNIDAD

Jorge Silva, de profesión comerciante, empezó a trabajar en esto en Argentina, en Paso de la Patria, Corrientes, de donde es originario. “Trabajaba en verano, en la playa, desde diciembre hasta marzo, temporada que se llena de turistas y era todo un atractivo porque este equipo te da la posibilidad de despegar, tomar altura y disfrutar de vistas panorámicas increíbles del lugar donde se está sobrevolando”, señala.

Posteriormente, surgió la oportunidad de venir a trabajar a Paraguay, donde encontró terreno fértil para desarrollar la actividad, todavía muy poco explorada en nuestro medio. “Vi que prácticamente no había desarrollo de esta actividad acá y me puse a publicar por las redes que hacíamos vuelos de bautismo en el Club de Campo. Desde febrero del 2021nos dedicamos a esto acá, ahora nos llamamos Paraguay Fly y venimos en crecimiento constante”, resalta.

FORMACIÓN

Silva se formó en esta disciplina en Corrientes, con dos instructores con mucha experiencia. “Me perfeccioné con Gastón Waisblatt, un referente en la zona en parapente, que tiene más de 25 años de experiencia. Él me formó. Luego obtuve la licencia y trabajé con él. Es como pilotar un avión que requiere de horas de experiencia, necesitás horas de vuelo. Sos un buen piloto cuando tenés muchas horas de vuelo”, subraya.

“Yo tengo licencia FAVL, pero pertenece a Argentina, a la Federación Argentina de Vuelo Libre, que es la que expide y controla esto. De Paraguay aún no, obviamente, porque estamos en formación justamente basándonos en la experiencia argentina”, agrega, al tiempo de destacar que la Asociación Paraguaya de Pilotos de Paramotor (APPPSI), presidida por Walter González, se halla realizando las tramitaciones para que esta actividad se regule en Paraguay.

“Esto va a dar la posibilidad de que si hay gente que probó la experiencia y quiera tomar un curso lo pueda hacer con un instructor matriculado, con experiencia. Se va a regular esto porque como es de vuelo y se toma altura tiene sus riesgos como toda aventura extrema, pero con los equipos adecuados, los conocimientos y el control adecuado no hay problema”, apunta.

POR EL INTERIOR

“Los fines de semana estamos por acá en el Club de Campo, pero también vamos al interior. La gente nos llama a cualquier punto del país y nos vamos. Hace poco estuvimos en Presidente Franco sobrevolando el nuevo puente que está en construcción y fue una experiencia muy linda. Te da la facilidad de despegar en cualquier lugar abierto que no tenga muchos árboles; y se tiene la posibilidad de despegar en un corto trayecto”, argumenta.

Silva anima a vivir esta experiencia, que es ideal para quienes quieran romper con la rutina y disfrutar de sensaciones únicas. “Hay mucha adrenalina, pero al mismo tiempo te relaja y te da paz porque volando y viendo todo alrededor desde las alturas, ver los cerros, ver el lago, ver tantas cosas hermosas que ofrece la naturaleza es una emoción que no se puede explicar simplemente con palabras, hay que vivirla”. Paraguay Fly Viajes en Parapente está en todas las plataformas sociales; el número de contacto es el (0986) 771-408.


El equipo despega y vuela a 40 kilómetros por hora. “Es muy suave, va flotando prácticamente”, asegura el piloto.

MÁXIMA SEGURIDAD

El pasajero se sienta como en una silla normal y tiene tres anclajes de seguridad.

El equipo es muy seguro, está compuesto de piezas y partes que son homologadas. “Los arneses, las sillas son homologadas, están hechas en fábricas de parapentes bajo estrictas normas homologadas”, remarca Silva. El chasis se fabrica bajo licencia italiana, el motor es italiano al igual que el parapente. “Lo más importante del equipo es el parapente, que es el ala que nos sostiene, y este particularmente fue fabricado en España. Se hace un chequeo del velamen cada seis meses, se chequean las líneas y porosidad... y si está todo ok se extiende seis meses más. El parapente tiene una vida útil de tres años al sol, por eso es que cada seis meses se hace una revisión”, apunta.

Aparte se cuenta con un paracaídas de emergencia, destaca Jorge. “Si llegara a pasar algo con el parapente principal, se extiende el paracaídas de emergencia, que eso sería en un caso extremo que no nos puede pasar a nosotros porque volamos en las condiciones correctas para que todo salga bien”, asegura.

El pasajero se sienta como en una silla normal y tiene tres anclajes: dos que le sostienen del hombro a la cintura y uno que sería la pernera, que sale de entre las piernas y se sujeta en tres partes. Va sentado, cómodo y seguro durante todo el vuelo.

BUEN CLIMA PARA VOLAR

“Tiene que haber hasta 15 kilómetros por hora de viento”, menciona Silva mientras acomoda las cuerdas del parapente.

El piloto señala que la planificación de los vuelos se hace de acuerdo con el estado del tiempo. El clima es fundamental. “Si alguien quiere volar, nos consulta en la semana y 48 horas antes del día de vuelo chequeamos el clima. Tengo una aplicación que nos indica precisamente cómo va a estar el día. Entonces, acordamos, venimos y volamos. Tiene que haber hasta 15 kilómetros por hora de viento y muy buena visibilidad para que se puedan contemplar los paisajes. Se tienen en cuenta otras variantes también para que la experiencia sean realmente placentera e inolvidable. Es muy lindo, hay que vivirlo. Los amaneceres y atardeceres son mágicos”, expresa.

Déjanos tus comentarios en Voiz