Además de sus monumentales riquezas naturales, el gigante continental hace gala de conjuntos arquitectónicos fascinantes que son ejemplos de una cultura viva y de una rica historia que merecen ser conocidas.

Ouro Preto (Minas Gerais)

Ubicada a solo 100 km de Belo Horizonte, la ciu­dad de Ouro Preto fue la primera de Brasil en recibir el título de Patrimonio de la Humanidad, en 1980. Su historia es muy relevante por haber sido epi­centro de la vida económica y política de la época colonial, parte de la fiebre del oro en Brasil, y haber legado uno de los mayores acervos de arte sacro de América del Sur. Sus calles empedradas, su trazado urbano, sus casas coloridas con techos de tejas y sus iglesias integran un circuito encantador, que merece ser coronado con una buena cachaza y la célebre comida minera. Llegar a Ouro Preto es fácil desde Belo Horizonte, sea en transporte privado, público o tours que incluyen visitas guiadas.

Centro Histórico de Olinda (Pernambuco)

Pasear por el centro histórico de Olinda, la pequeña ciu­dad ubicada a siete kilómetros de Recife, es como revivir los días de la colonización portuguesa en Brasil, en el siglo XVI. Sus 1.500 edificaciones históricas atestiguan a dife­rentes estilos de arquitectura: colonial, fachadas de azu­lejos características de los siglos XVIII y XIX, además de obras neoclásicas y eclécticas de principios del siglo XX. En Olinda –desde donde se tiene una vista elevada de la capital pernambucana– se destaca el Monasterio de São Bento de Olinda, la segunda instalación benedictina en tierras brasileñas, construida en 1586 y reconstruida en 1654 en estilo barroco, y también la Catedral Sé, con su interior lleno de detalles dorados y azulejos portugueses.

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Centro Histórico de Salvador (Salvador)

Uno de los mayores ejemplos del urbanismo portugués de ultramar se encuentra en el Centro Histórico de Salvador. Conjunto arquitectó­nico, paisajístico y urbano formado por una singular concentración de edificaciones de los siglos XVI al XIX, en la cual destacan los conjuntos de arquitectura religiosa, civil y militar. El Centro Histórico de la capi­tal bahiana fue reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1985, con sus puntos altos: la Plaza Municipal, el Terreiro de Jesus, el São Francisco Camino, el Largo do Pelourinho, el Largo de Santo Antônio y el Largo do Boqueirão, todos conectados por coloridas calles, cuestas y callejones.

Paisaje de Río de Janeiro

La Ciudad Maravillosa, como también es llamada Río de Janeiro, es una combinación de mar, montañas y bosque tropical, que durante más de cuatro siglos de historia ha sido escenario de importantes acontecimientos históricos, políticos y culturales. El reco­nocimiento del paisaje de Río de Janeiro como Patrimonio de la Humanidad tuvo lugar en el 2012, siendo la primera área urbana del mundo en obtener tal distinción.

Ruinas de São Miguel das Missões (RS)

São Miguel das Missões guarda uno de los principales vestigios del período de las misiones jesuítico-guaraníes en América del Sur. Las Ruinas de San Miguel Arcángel son edificaciones que datan del siglo XVIII (entre 1735 y 1745) y son un importante testimonio de la ocupa­ción del territorio y las relaciones culturales los pueblos originarios, principalmente de la etnia guaraní, y los misioneros jesuitas europeos.

Brasilia, Distrito Federal

El conjunto urbano y arquitectónico de Brasilia fue reco­nocido como Patrimonio de la Humanidad en 1987, por su monumentalidad. Basado en el Plano Piloto, proyecto del urbanista Lucio Costa, la ciudad fue construida desde cero entre 1957 y 1960, pero aún resulta futurista. Sus monu­mentos icónicos fueron diseñados por el arquitecto moder­nista Oscar Niemeyer, y están en el inconsciente colectivo. Pero ojo, la capital de Brasil es más que imágenes de pos­tal arquitectónica: rodeada de lagos y cascadas, ofrece una excelente combinación de metrópolis con naturaleza.

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