La acusación de Guillermo Duarte Cacavelos, abogado del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), en el caso del crimen de Rodrigo Quintana, más parece una historia sacada de cualquier libro de fábulas, en la que pone de protagonista al líder azul, Efraín Alegre, y hace a un lado, pasándolo a un segundo plano, a la víctima Rodrigo Quintana. Para la querella, que debería representar a los padres de la víctima, su interés máximo es inculpar a los adversarios políticos del partido a quien representa.
Por Rossana Escobar M.
Freddy Aguilera
Armado: Francisco Quiñónez
Y para quedarse con la titularidad de la querella, Duarte Cacavelos intenta dejar de lado a la heredera de la víctima, la hija menor de Rodrigo Quintana, quien debería ser la prioridad en un eventual juicio. La niña está representada por los abogados Ana Mora y Fabián Ramírez Mora.
Duarte Cacavelos desde un principio ha recibido ayuda, primeramente de la Fiscalía, de su amiga íntima Marlene González, quien había pedido la sanción de Ramírez Mora, supuestamente por dilatar el proceso. Pero lo llamativa de esta situación, es que la Cámara de Apelaciones, Segunda Sala, integrada por Bibiana Benítez, José Agustín Fernández y Delio Vera Navarro, había cancelado la personería jurídica de Ana Mora, para que los miembros lleven el caso y apartarlos a los representantes de la heredera del proceso.
Cuando los abogados de la hija de Quintana piden que se esclarezca el hecho del crimen del joven dirigente liberal y que se haga justicia, poco le importa al otro abogado de la querella, quien se aferra a presentar a Efraín Alegre, como el blanco de ese “ataque” policial, del cual habla. Es más, en la acusación se menciona que “la bala no era para Rodrigo, la bala era para Efraín Alegre”.
Actualmente, el caso está paralizado en la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia, que deberá primero resolver sobre la personería jurídica de Ana Mora, y además de la recusación del Tribunal de Apelaciones, Segunda Sala, que favorece a Duarte Cacavelos.
Sospechosa familiaridad del suboficial Báez con los liberales
El suboficial Arnaldo Andrés Báez ingresó a la par, codo a codo, con su camarada Gustavo Florentín, al local del PLRA el 1 de abril del 2017, pero se hizo pasar por detenido y no comentó una sola palabra al Ministerio Público sobre los sospechosos movimientos realizados en la oficina de Efraín Alegre. Él fue testigo de las movidas de la CPU por parte de Stiben Patrón y el hijo del presidente del partido.
Con todas las escenas en la que aparece el mencionado suboficial se le observa una familiaridad con los liberales, pese a que algunos lo habían tomado y sacado sus armas. Fue así que alrededor de las 00:35 fue tomado por adherentes cuando intentaba ganar la calle. Báez admitió que en ese momento entregó su escopeta al suboficial Juan Ramón Garcete.
Esa madrugada, Báez tuvo tiempo de ir hasta la oficina de guardia de la Comandancia de la Policía Nacional, donde tomó un sorbo de tereré con los camaradas, tenía su escopeta, para luego regresar hasta el local del partido y quedarse en la oficina de Efraín Alegre, en el primer piso.
Báez tuvo aliados dentro del partido, primero su camarada Juan Ramón Garcete, a quien le dio su escopeta, y César Agustín Balbuena, el ex intendente de la ciudad cordillerana de Santa Elena, de donde es oriundo el mencionado suboficial.
Balbuena aparece en varios pasajes y en varias dependencias del local liberal, inclusive hablando con Báez. Cuando este último se encontraba en la comisaría de Santa Elena, el otro era intendente (2010-2015).
Se sospecha que Báez fue charlado para que testifique a favor de la causa, para que diga que Efraín era el blanco. Esto se puede deducir ya que el policía nunca testificó de los sospechosos movimientos en el primer piso, cuando los adherentes, encabezados por el hijo del líder azul cambiaban las CPU antes que llegue la comitiva fiscal.
Actualmente, el Ministerio Público pidió el sobreseimiento de Arnaldo Báez, cuando nunca su escopeta fue peritada y que en un principio era el principal sospechoso del crimen de Rodrigo Quintana.
El fiel custodio que nunca fue investigado
Cuando más se avanzaba en la visualización de las nuevas imágenes que salieron a la luz tras la muerte de Rodrigo Quintana, la figura del custodio del diputado Eusebio Alvarenga iba ganando protagonismo, el suboficial Juan Ramón Garcete. Es quien aparece en escena pisando la vainilla que cayó de la escopeta de Arnaldo Báez, y la arrastra posteriormente.
Además, es a quien Arnaldo Báez le entrega su escopeta calibre 12 Maverick, cuando este fue rodeado por los adherentes liberales. Cuando toma la escopeta de Báez, la guarda en el vehículo del diputado Eusebio Alvarenga. La lleva hasta la Fiscalía, cuando el parlamentario fue a radicar la denuncia de los hechos en la sede liberal y a quien posteriormente le dice que tenía el arma de su camarada.
Garcete también llamativamente, pese a no ser procesado, aparece en la lista de los policías cuyas escopetas fueron peritadas. Su arma es una Taurus, calibre 12, pero nunca estuvo procesado. Todo indica que envió su arma al Ministerio Público para que la analicen en vez de la de su íntimo camarada Báez.