Suboficial que acompañó a Gustavo Florentín, acusado por el crimen de Rodrigo Quintana, fue supuestamente retenido por los liberales en el local partidario, pero en medio de eso tuvo tiempo de pegar una vuelta fuera, saludar a sus compañeros y luego volver para quedarse en oficina de Efraín Alegre para esperar a la Fiscalía.

El suboficial Arnaldo Báez, de la agrupación motorizada, quien en los sucesos del 31-M actuó de apoyo y que ingresó junto con Gustavo Florentín y Jorge Ramírez a la sede del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA), donde cayó muerto Rodrigo Quintana, tuvo una misteriosa actuación luego del fatal hecho.

En las imágenes del circuito cerrado del citado local par­tidario se le observa ingre­sar a tres agentes de la Poli­cía Nacional, entre ellos Báez, con su escopeta y casco de color blanco, a las 00:22:08, momento en que Rodrigo Quintana recibe el mortal disparo.

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LIBRE. Baja por la escalera tras ser “liberado” por el comisario Sergio Insfrán de Investigación de Delitos.

De la escopeta de Báez cayó el primer cartucho que luego fue levantado por los libe­rales, el suboficial estuvo ordenándole a la gente que se tire al suelo.

Luego fue hasta el estacio­namiento y cuando regresó a la calle, supuestamente fue tomado por los sim­patizantes, que según la cámara de seguridad fue a las 00:34:54 horas, alre­dedor de las 00:35, lo lleva­ron al fondo del estaciona­miento, cuando desaparece de la escena.

TERERÉ EN LA COMANDANCIA

Pero lo más llamativo del caso del suboficial Báez, cuando ya fue “tomado” por los liberales, extraña­mente minutos después, a las 00:44, se lo ve al men­cionado policía ingresar con su casco blanco, su escopeta reglamentaria, a la oficina de guardia de la Comandan­cia, saludó a los oficiales que se encontraban en el lugar, se quitó el casco, luego tomó un sorbo de tereré, para des­pués nuevamente salir a la calle, a las 00:45.

A las 00:46:58, el agente en cuestión nuevamente ingresa al local liberal por el estacionamiento, sin su casco y su arma y posterior­mente, a las 01:15 subió al primer piso y quedó en la oficina de Efraín Alegre, en compañía de quien supues­tamente sería el chofer del líder liberal. Había salido minutos antes de la Coman­dancia con su escopeta en manos, lo que no se entiende es para qué volvió junto a los adherentes, cuando ya sus compañeros habían aban­donado el lugar.

En esta mencionada depen­dencia del Partido Libe­ral, Báez se despojó de su uniforme, sacó su chaleco antibalas, su cinta reflec­tiva, hasta su camisa, ade­más sobre la mesa puso un objeto de color blanco, aparentemente una caja de cartuchos.

TESTIFICAL. Parte de la declaración de Báez ante la fiscala Raquel Fernández a quien dice que fue tomado y que estuvo secuestrado en la sede del PLRA, en ningún momento dice que fue a la Comandancia.

En su declaración ante la entonces fiscala Raquel Fernández, el suboficial Báez sostuvo que estando en el estacionamiento, se encontró con los agentes de la sección Crimen Orga­nizado del departamento de Investigación de Deli­tos, a cargo del comisario Tomás Paredes Palma, sin embargo, luego se quedó solo por lo que la turba lo rodeó, lo despojó de sus pertenencias, una pistola, su escopeta, su radio y su casco. Lo golpearon y rato después lo llevaron hasta el primer piso donde lo man­tuvieron por tres horas, hasta que llegó la comitiva fiscal y fue el comisario Ser­gio Insfrán quien lo rescató.

En ningún momento mani­festó que estuvo por unos minutos en la guardia de la Comandancia, ya que este momento fue registrado por las cámaras de seguridad de dicha dependencia policial.

Para esta situación, existen varias preguntas. ¿En qué momento los liberales sol­taron a Báez para que vaya hasta la guardia de la Coman­dancia?, ¿qué se fue a hacer en dicha dependencia policial? y ¿por qué volvió a la sede partidaria, para darse por detenido?, ¿qué ganó Báez al entregarse a los liberales?

COMO EN CASA

Mientras Báez dijo estar “secuestrado y personas golpeán­dole a cada rato”, en las oficinas de Efraín Alegre le dieron de tomar agua, le dieron permiso dos veces para ir al baño, le dieron tiempo de sacarse la ropa, pareciera que estuvo relajado en todo momento.

Cuando subió al primer piso de la sede del PLRA, acompañado de quien supuestamente era el chofer de Alegre, saludó a un cono­cido y además cómo pudo ganar la calle y salir del sitio si en reali­dad le mantuvieron cautivo.

Mientras Báez permanecía en la oficina de Alegre con las luces apagadas, de allí un joven sin camisas identificado Efraín Alegre Irún, hijo del presidente del Partido Liberal, sacó una CPU para esconder de la Fiscalía.

De esta oficina descendió Báez para conversar con la fiscala inter­viniente y declaró los “trágicos” momentos que le tocó pasar como rehén de los liberales. Se le olvidó manifestar que se retiró unos minutos del lugar, hizo una suerte de visita de cortesía por la Comandancia y volvió para caer en las garras azules.

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