Proceso de remate contaminado de irregularidades, que se presta para la corrupción, se realiza en Talleres del km 21,5 (Ruta 1), a partir de las 7:00.
La Policía Nacional lleva adelante en la fecha, a partir de las 07:00, en Talleres del Km 21,5 (Ruta 1) la subasta de casi 500 automotores, con la llamativa y sospechosa contratación de un rematador público, Osvaldo Gabriel Luces, quien desde el 2011 viene acaparando las más “jugosas” subastas en los entes públicos. El proceso de remate de casi 500 camionetas lujosas, autos, ambulancias y motos, en su mayoría “carneados”, tiene todos los condimentos de estar plagado de irregularidades y estaría hecho a “medida” para favorecer a los amigos.
El rematador público es egresado de la Universidad Nacional de Asunción (Facultad de Derecho). En su página web se autocalifica como “profesional independiente: Abogado y Rematador Público” y detalla los lugares donde ya realizó subastas. En el año 2011 fue rematador en una subasta en Aduanas; en el 2014 organizó una subasta para Industria y Comercio; en el 2015 otra vez para Aduanas; en el 2016 fue contratado para una subasta en la Ande y el Ministerio de Turismo y este año la Policía Nacional le adjudicó la organización del remate de casi 500 vehículos.
De acuerdo con las Bases y Condiciones para la compra en el remate, está estipulado que el Rematador percibirá una comisión del 10%, más el 8% en concepto de gastos de publicación y otros inherentes a la subasta sobre el precio de venta de cada rodado (IVA incluido). Es decir, Luces se alzará con el 18% del total de transacciones. Este dinero es abonado al mismo en efectivo por los compradores al momento de la transacción. Los compradores pueden entregar como “seña de trato” un 50% del valor total del vehículo adquirido, pero deberán pagar el resto en un plazo de 10 días para poder retirar el rodado. Aquel que efectivice la suma total de la transacción podrá retirar el vehículo al término del evento.
Llama la atención que el rematador perciba un 8% más por cada transacción alegando “gastos de publicación”, ya que la difusión de la subasta de los automotores la realizó íntegramente por internet (Facebook, Clasipar y página web personal) a costo cero prácticamente.
Entre los vehículos ofertados se encuentran, por ejemplo, camionetas Ford Ranger, Izuzu y Nissan Frontier a tan solo G. 3.000.000 cada una. También se ofertan lotes de cinco motocicletas de diferentes marcas y modelos a un costo de G. 500.000 y G. 600.000.
“CARNEADOS” PARA... ¿DESVALORIZARLOS?
Si bien el mecanismo de subasta consiste en la venta al mejor postor, según denuncias arrimadas a nuestro diario los vehículos habrían sido “carneados” en las últimas semanas para ser presentados como chatarras a fin de devaluarlos y venderlos por sumas insignificantes. Muchos interesados acudieron entre el miércoles 19 y este viernes 21 para verificar los rodados, pero quedaron sorprendidos por el estado lamentable. Llamó la atención que la subasta se realice en un horario inusual, a las 7:00, prestándose a sospechas de “arreglos” previos con los que lleguen primero.
La desaparición de costosas piezas de vehículos, poco antes de su venta, es una práctica común en las instituciones públicas, que difícilmente pueda hacerse sin el conocimiento de altos jefes, subalternos y a veces hasta de los propios organizadores del remate. Esta modalidad permite el enriquecimiento de unos pocos funcionarios.
El negocio consiste en despojar sistemáticamente a lujosos vehículos de piezas costosas tales como faros, llantas, compresores de aire acondicionado, picos inyectores, masas de ruedas de tren delantero, radiadores, etc., quedando expuestos sobre tacos, lo que los desvaloriza. Tras la transacción, los nuevos propietarios “recuperan” las piezas de sus propios rapiñadores.
TOTAL FALTA DE TRANSPARENCIA
Las sospechas de corrupción se acrecientan considerando que en el listado de vehículos ofertados –vía internet– no se detallan el número de motor, el número de chasis de cada unidad, el tipo de desperfecto y las piezas faltantes, lo que se presta para cualquier maniobra en el momento de concretar la transacción. En la nómina cada vehículo es codificado con un “número de lote”, se señala la marca (a veces el modelo) y el precio de oferta inicial, pero sin detallar siquiera el año del rodado y desperfecto. Muchos vehículos ni siquiera tienen número de chapa. Nadie tiene la certeza de que aquello que ve en la publicación es lo que adquirirá.
Según trascendió, este tipo de remates favorece generalmente a personas allegadas a los altos jefes, quienes acceden de esta manera a vehículos costosos a precios irrisorios. No es otra cosa que un solapado sistema de corrupción. El irregular negocio, practicado en las instituciones públicas, reditúa ganancias para una red de gente bastante amplia.
POLICÍA NO RESPONDE
La Nación contactó el miércoles 19 último con la portavoz de la Policía, comisaria Elisa Ledesma, a través de su correo electrónico rrpnacional@gmail.com, a los efectos de tener una versión de la Policía Nacional con respecto a esta subasta, pero no nos respondió. La funcionaria acostumbra a pedir a los periodistas las consultas por escrito a través del mencionado correo.