El 17 de diciembre de 1993, una llamada a la Comisaría Tercera decía que desde un edificio ubicado sobre 14 de Mayo casi Ygatimí se escuchaban gritos y al parecer un hombre cayó desde un segundo piso. Una patrullera llegó rápidamente y encontró casi en la vereda el cuerpo de una persona ensangrentada, lo socorrieron y entraron al departamento donde había varias personas también fallecidas y otras heridas. La historia luego contaría que Vidal Benítez Alarcón, exdirector del Tesoro durante la época estronista, fue el autor de la muerte de su esposa, dos de sus hijos e hirió a sus otras hijas.

Durante la dictadura estronista, Vidal Benítez Alarcón era el director del Tesoro y tenía un buen pasar, se acomodó en la alta sociedad. Benítez amasó una fortuna cuando era miembro del gobierno de Alfredo Stroessner, pero con la caída del régimen en 1989 también la vida de Vidal tuvo un giro inesperado, malas inversiones, estafas y otras malas movidas económicas lo llevaron a tener un cambio total.

Vidal Benítez dejó su vida lujosa para ser uno más en una sociedad que a inicios de los 90 estaba cambiando después de una larga dictadura. De ser una persona influyente, Benítez se convirtió en una marcada por el estigma de la dictadura.

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Todos estos cambios bruscos en su vida lo llevaron a pasar por una quiebra económica y eso derivó en una depresión que no pudo superar y que con los años se fue agigantando. Su entorno familiar fue el más afectado. Maltratos y peleas eran la constante, según se supo después de la tragedia.

Hoy en día, hablar de la salud mental es todavía muy complicado en una sociedad que sataniza a psicólogos y psiquiatras, entonces imaginar en los 90 a una persona mayor que pueda buscar ayuda para superar su depresión era una cosa muy poco probable.

El 17 de diciembre de 1993, una de las tantas discusiones se salió de control en el seno de la familia Benítez Alarcón. Vidal tomó sus dos armas, un revólver calibre 38 y otro calibre 22, para iniciar su sangrienta obra. Primero asesinó a tiros a su esposa Grisel Laura Cler, luego hizo lo mismo con sus hijos menores Rodrigo Julián y Sofía Lorena Benítez Cler. Pero en la otra habitación también estaban sus tres hijas mayores, fruto de otro matrimonio, a quienes también trató de matar, pero felizmente solo las hirió y se salvaron de morir ese día.

Sin embargo, Vidal creía haber matado a toda su familia, por lo que se arrojó desde el balcón de su edificio de un segundo piso para suicidarse, pero cayó entre unas plantas que amortiguaron su caída, entonces volvió a subir y se lanzó otra vez , pero la muerte ese día no lo había marcado y quedó solo malherido en el suelo, fue ahí que llegó la Policía y lo socorrió.

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Vidal Benítez Alarcón, luego de sanar de sus lesiones, tuvo que enfrentar a la Justicia por el triple homicidio. En el juicio se pudo demostrar que el exhombre fuerte de la dictadura utilizó dos armas de fuego para matar a su esposa y sus hijos. La defensa alegó que Benítez en el momento del hecho estuvo nublado por una locura momentánea. Que sufría de un trastorno mental pasajero producto de la depresión.

El juez Nelson Mora no tomó en cuenta esa teoría y condenó a la pena máxima de 25 años de prisión a Vidal Benítez Alarcón por el triple homicidio. Pero en el 2002, el Tribunal de Apelación anuló el fallo de primera instancia y declaró que Benítez Alarcón no estaba en sus cabales en el momento en que cometió el triple crimen y lo dejó en libertad. No purgó ni 10 años de los 25 a los que fue sentenciado.

Vidal Benítez siempre fue un hombre inteligente, de profesión economista, fue el mejor de su promoción y una vez preso se juntó con otros internos y formaron una especie de cooperativa de reos, que tenía por intención ayudar a los internos a buscar su reinserción a la sociedad. Una vez fuera del presidio, siguió ayudando a los presos presentando un proyecto de ayuda a los reos.

Actualmente es un hombre libre que no sabemos si tiene remordimientos de haber matado a su esposa y a sus dos hijos, por lo que no pagó ni un tercio de la condena.

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