Fotos: Pánfilo Leguizamón, Eduardo Velázquez.

A lo largo y ancho del río Paraguay, que sufre –junto al Paraná– una de las bajantes más importantes de las últimas décadas, la vida de la gente que depende del cauce hídrico y de los animales ha variado notablemente. Esto se suma a las consecuencias económicas a nivel país, ya que la exportación e importación que se mueve por vía fluvial se ven afectadas.

No obstante, esas aguas bajas dejan al descubierto también el paso de los años y las historias que se van quedando bajo en los alrededores del río. Las lanchas en las riberas, los lanchones pretendiendo cruzar, las barcazas tratando de llegar lo máximo posible todavía en zonas navegables, aquellas islitas que se dejan ver en medio de los cauces. Todo el mundo que gira en torno al río, en este caso Paraguay, hoy atraviesa una fuerte crisis. Los expertos hablan de que todavía la sequía seguirá, pero hay quienes se aferran a la esperanza y la fe de que las lluvias lleguen a los puntos necesarios para que de nuevo, tanto el río Paraguay como el Paraná vuelvan a ser esos enormes brazos que envuelven al territorio nacional.

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