• Fernando Moure
  • Crítico y curador de arte y cine

La artista recibe el premio Adquisición de la Colección Mendonca en la Feria de Arte Oxígeno 2025.

Con la obra fotográfica titulada “La punta de la madeja”, la artista Alejandra Mastro (Buenos Aires, 1951), acaba de obtener la prestigiosa distinción por parte de la Colección Mendonca de Arte Contemporáneo, otorgada en el marco de la octava Feria de Arte Oxígeno. Además de esta obra, otras piezas de Mastro ya forman parte de este acervo fundado por el abogado y mecenas Daniel Mendonca (Asunción, 1962).

Esta obra trata a la Naturaleza (en mayúsculas) de una forma que no deja de sorprender, en palabras del propio coleccionista al momento de la designación del premio. La imagen, de una potencia disruptiva, remite a la visión distópica de una flora extraña, de unos vegetales que no lo son pero fingen serlo, en una aglomeración desenfrenada y barroca.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Desde una percepción tanto humanista como ecológica, la fotografía se propone subrayar lados emocionales dibujados en un paisaje abigarrado, conformando una materia vibrante de formas e ideas.

El tema y el género del paisaje se adensa en el pensamiento de Mastro a un nivel complejo pero a partir de una percepción actualizadora, si se quiere subjetiva y psicologista, emprendiendo una investigación visual, nivelando una identificación entre la Naturaleza y la psique humana.

LA SERIE

Estableciendo una firme conexión entre forma y tema, el punto crucial de esta investigación visual plantea la tendencia óptica a percibir otras formas asentadas en el follaje y en el suelo. Esta imagen forma parte de la serie más extensa y nominada “La punta de la madeja”, donde la artista sitúa enramadas, lianas o malezas; o como en este caso, alambres y cercos de púas emulando la organicidad vegetal.

Aún cubriendo y congestionando la composición, las frondas permite distinguir un cuerpo humano, una silueta ubicada a la derecha de la imagen teñida en una pátina ocre.

Cual el “punctum” o centro visual de la fotografía, este sujeto sugiere asunciones sobre lo salvaje, lo reprimido o la violencia generada por la confusión y el ruido de situaciones existenciales.

PARADOJA Y ACERTIJO

Alejandra Mastro prefiere la paradoja y el acertijo antes que la literalidad, entreviéndose la ironía o la crítica, ambos advertibles en formas naturales pero incorporadas al mundo interior o mental. Capturando los sueños y pesadillas que evocan ciertos lugares del bosque real o inventado, esta obra disuelve la figura del artista en la Naturaleza, que no es solo romántico, sino fundando un relato fantástico entre el sujeto que la ve y la observa.

Alentada por la idea de un espectador omnisciente, Mastro enmarca y encapsula sitios y escenas donde íconos botánicos como troncos, hojas, lianas y arbustos componen extrañas alegorías silvestres.

Al visionar estas estructuras fitomorfas nuestra mirada pareciera expandirse o conducirse hacia un giro perceptivo paralelo; despejando, aclarando el espacio para ver de cerca la hojarasca, la maleza y las ramas al servicio de un relato emocional.

Observa y reconoce formas análogas entre la materia natural, conjugando emociones y estados existenciales en un ecosistema encarnado monocromáticamente, con la única licencia de color para algunas obras de la serie “La punta de la madeja”. Los efectos del claroscuro marcan surcos y huellas, heridas, fracturas, desgarros, y toda clase de violencias literales y metafóricas.

Agotando las posibilidades formales de la fotografía, las obras resultantes transmutan su estatuto realista al ser reducidas a sus componentes esenciales, aumentando su “aura fría”, como diría el investigador visual español José Luis Brea (España, 1957-2010).

El vínculo sumamente gráfico de luz y sombra, advertible en todas las piezas y muy especialmente en la materialidad de los soportes acrílicos para los que fueron pensados, permite traslucir diferentes capas y estratos vegetales.

Esta dinámica de ocultamiento y revelación buscaría una transformación, una externalización de lo inconsciente, o si se quiere, esta obra podría constituirse en una gran invitación al psicoanálisis, o a la interpretación derivada de esta disciplina.

Mediante las técnicas de edición digital destinadas a exprimir las formas hasta sus últimas consecuencias, Alejandra Mastro inventa un universo seductor e inquietante a la vez, moldeando el mundo natural a una consagración de una fantasía distópica.

RENOVACIÓN Y AIRE FRESCO

La Naturaleza como representación de ideas sobre lo inquietante y hasta lo imposible encuentra en esta extraña flora de Mastro un regusto humanista y, desde luego, ensaya un comentario ambiental. Esta Naturaleza contiene aquí una especie de melancólico y peligroso discurrir, remitiendo algunas imágenes a sitios olvidados, al baldío, a formaciones ominosas o abyectas, a secretos, siempre en las antípodas del bosque romántico o del orden del jardín.

Esta perspectiva de favorecer un horizonte de reflexión en crisis y que integre la vida vegetal, promueve una distancia de la teoría antropocéntrica convencional del arte, centrada usualmente en la creatividad del artista. Desdoblando y adoptando una teoría ontológica del arte y de las fuerzas naturales, Alejandra Mastro genera un paisaje, un ecosistema inestable, una contracara de la Naturaleza hacia costados oscuros y trágicos.

Como parte de una investigación “caníbal” que revisa novedosamente símbolos y temas naturales, Mastro interpreta una sinfonía contemporánea valiéndose de la edición técnica de la imagen. No solo se trata de la perspectiva o de la imaginación de la creadora; sabemos que la Naturaleza también sigue principios de circularidad, de gravedad, de fuerzas eléctricas, de corrientes del agua o movimientos tectónicos del subsuelo, de micelios, de polen viajero.

HISTORIA PROFUNDA

Esta obra reciente puede verse entonces como una exploración que toma por excusa la historia natural pero aspira, en un sentido general o universal, a ser una historia profunda y oculta de lo que se encuentra más allá de los grandes relatos o las historias conocidas. Una fotografía plasticista, que a modo de rayos X, forman una investigación distópica donde la Naturaleza declara la belleza de la ruina.

En análoga paradoja, la serie de la que forma parte esta pieza ha sido captada de forma directa en un espacio construido y no natural; sin embargo, sus compañeras están situadas en los bosques de robles y hayas de Europa y en las selvas húmedas de América Central.

Esta iconografía también puede leerse metafóricamente como hitos de infortunio, de restos devenidos en sustrato geológico, de la misma piel, pulpa y carne despellejadas por el invierno del futuro al que nos acercamos.

Por último, subrayar que esta serie nace del tránsito emocional de la artista al abandonar el Paraguay, país donde vivió ocho años junto a su compañero y participando activamente del pulso visual del país. Iniciada en el 2022 y trabajada entre inviernos helados y calores tropicales, el inicio de esta investigación visual de la que forma parte la serie “La punta de la madeja” culmina y es coronada con la muestra “El paisaje es el del yo”, realizada en octubre de 2024 en Asunción y curada por quien esto escribe.

Déjanos tus comentarios en Voiz