- Luis Vera (*)
- Fotos: Gentileza
En la Casa Bicentenario de las Artes Visuales Ignacio Núñez Soler, del CCR El Cabildo, con el apoyo del Centro Cultural de España Juan de Salazar, permanecerá abierta hasta el próximo 5 de diciembre la muestra “Impermanencia”, de la artista Lucy Yegros, que encapsula toda una vida de investigación estética y compromiso ético.
Marcando el octogésimo quinto año de vida de la maestra Lucy Yegros, la exposición reúne transformaciones realizadas por Lucy sobre fotografías del arquitecto y fotógrafo alemán Joachim Zangemberg, a quien le rinde homenaje póstumo. Ella no interviene; ella transforma. Esta distinción semántica hecha por ella misma no es trivial; es la clave para comprender todo el proyecto.
No es un gesto que borra, sino el de una reinscripción; no de una conquista de la imagen, sino de un ritual de reencuentro. Desde el principio establece desde una relación no jerárquica y respetuosa con la obra de su amigo. Con un gesto que es a la vez diálogo y danza, sigue los surcos del mundo moderno para despertar en ellos los espíritus de la cosmología guaraní.
Es una serie que encapsula toda una vida de investigación estética y compromiso ético. En un momento de merecido homenaje a su vasta trayectoria, que incluye participaciones en las bienales de Venecia y Sao Paulo, Lucy no ofrece una retrospectiva, sino un audaz paso hacia adelante, un gesto de su incesante vitalidad creativa.
Las fotografías de Joachim, que registran las marcas y líneas de la intervención en un edificio, representan un rastro de la modernidad occidental: racional y estructural. Sobre ellos, el acto de seguir los trazos y pintar esos surcos entra en un diálogo con las líneas existentes, tratándolas no como un lienzo en blanco, sino como un interlocutor. Esta capacidad para percibir el potencial latente en cualquier forma es una constante en su práctica artística. En una vieja pala, un pedazo de madera, tejidos u otros restos, la artista desarrolla su inmensa creatividad.
Su arte no se puede separar de su inmensa alegría y su generosidad desbordante. Porque para ella crear no es un acto solitario, sino la forma más elevada de festejar la vida y de tejer comunidad. En estas obras, como en su propia existencia, Lucy nos muestra que la belleza más profunda es, y siempre ha sido, un modo de ser en el mundo.
ARETÈ: MÁS ALLÁ DE UN NOMBRE
Aunque es una palabra guaraní, Lucy lo escribe con el acento grave francés, como declaración de su libertad creadora. Desde 1990, en la exposición en el Museo de Arte de Sao Paulo, firmó sus obras como Aretè, que es polisémica y rica en connotaciones. Contiene la raíz “ára” (tiempo) y el sufijo “ete” (verdadero), sugiriendo la idea de un “tiempo verdadero” o “fiesta sagrada”, en la cultura guaraní occidental.
La clave para interpretar la praxis de Yegros como arete nos la proporciona el antropólogo paraguayo José Antonio Gómez Perasso, quien escribió una de las presentaciones más lúcidas de su obra. Él afirma: “Sobre diversos soportes, Lucy Yegros, como en invitación a la danza ritual, nos lleva de la mano a su mundo, a la búsqueda de un tiempo en el que el hombre era rico; rico porque era capaz de comunicarse con la naturaleza toda; rico porque era capaz de soñar… Lucy firma ‘Aretè’, apelativo que en el vocabulario ghiriguano-guaraní designa al rito de ‘reencuentro’ con los antepasados”.
En esta celebración, ritual y conexión con un tiempo primordial, Aretè no es un sustantivo estático, sino un verbo, una acción permanente de conexión con el mundo.
El concepto de arete como “tiempo verdadero” sugiere que la obra de Lucy Yegros opera fuera de la concepción lineal y progresiva del tiempo occidental.
Volviendo al “encuentro”, un aspecto crucial es que Lucy no pertenece a un grupo específico de artistas, está incluida en todos. Esta aparente paradoja es, en realidad, la clave de su virtud e influencia. Los movimientos y colectivos artísticos a menudo se definen por programas estéticos estrictos y por exclusión.
Lucy, en cambio, opera con una libertad soberana que le permite conectar con todos los sectores de la comunidad artística. Esta posición social es una verdadera manifestación de su filosofía del encuentro.
ESPÍRITU MEMETE
En el Paraguay, este término celebra a quien se pone frente a la vida con el mejor de los ánimos y esperanzas, a quien se involucra, participa y se entrega con una energía vital contagiosa. Es la encarnación de lo que la propia Lucy Yegros afirma sobre nuestra esencia: que somos “espíritus alegres”. Este espíritu no es pasivo; es una fuerza activa que impulsa su generosidad, su capacidad para conectar con todos y su negativa a ser encasillada. Es el motor del espíritu memete de su tekoporã, la prueba de que el buen vivir no es solo un estado de armonía, sino una práctica gozosa y valiente de creación constante.
SOBRE LUCY YEGROS
“Nací en Asunción el 26 de octubre de 1940 y renací en Villarrica ese mismo día”, expresa la artista, reafirmando su vínculo con la tierra y su espíritu de transformación constante.
Artista visual de múltiples lenguajes, investigadora de las formas primigenias, combina instalación de objetos, literatura y performance. Estudió en varios talleres de arte de Sudamérica, Europa, Estados Unidos y Japón.
Lucy dedica su vida a la investigación y transformación de papeles, fibras vegetales y reciclaje de objetos, sin descuidar las técnicas clásicas de pintura. Su incursión en la orfebrería la realizó en el taller del maestro Michael Oliver, experiencia que aplica a la reinterpretación de diseños de joyería colonial, y en el desarrollo de objetos de su vestuario personal.
Ha publicado recientemente “Vida de gatos”, libro que reúne haikus e ilustraciones.
* Curador de la muestra y director de la Casa Bicentenario de las Artes Visuales Ignacio Núñez Soler

