Una lengua se consolida mediante instrumentos como gramáticas, diccionarios y tratados de ortografía. En Paraguay, la historia de los diccionarios ha sido poco explorada. Estas obras no solo definen palabras, sino también conservan cultura, historia y saberes de distintas épocas.

  • Por Estela Mary Peralta de Aguayo*
  • Fotos: Gentileza

Los diccionarios res­ponden a necesidades diversas y se dirigen a distintos tipos de lecto­res. Pueden ser monolin­gües, bilingües o multilin­gües, en formatos impresos o digitales.

Dada la particularidad lin­güística del país, deberían existir obras monolingües y bilingües en español y guaraní. Sin embargo, la producción monolingüe es escasa en comparación con la bilingüe debido a factores históricos que ralentizaron su desarrollo.

Las primeras notas lexico­gráficas nacionales comen­zaron con los primeros con­quistadores, tanto de habla hispana como de otras len­guas. En el siglo XVI, cro­nistas como Alvar Núñez Cabeza de Vaca y Ulrich Schmidl describieron en sus relatos con asombro la flora, fauna y costumbres del territorio.

COMPRENSIÓN DE LO DESCONOCIDO

Aunque sus textos no eran propiamente diccionarios, ofrecían definiciones y com­paraciones que facilitaban la comprensión de lo desco­nocido a partir de lo fami­liar. Esto se evidencia en la anotación de Schmidl, quien observa: “Tienen algo de trigo turco (maíz) y man­deoch (fariña)”, además de otras raíces como manduies (maní), que se parece a las avellanas (p. 163).

Uno de los más detallistas fue Félix de Azara, quien en su obra “Descripción e histo­ria del Paraguay y del Río de la Plata”, escrita a fines del siglo XVIII y publicada en el XIX, describió la naturaleza y las costumbres locales.

Por ejemplo, al hablar del tarumá decía: “El árbol común llamado tarumá, la da en el tronco, y aun en la raíz, si está descubierta en alguna parte, es morada del tamaño de una ciruela algo larga”. Estas observaciones muestran una conciencia lingüística que anticipa el trabajo lexicográfico.

Antonio Ruiz de Montoya dejó una huella profunda con dos diccionarios bilingües: “Tesoro de la lengua guaraní” (1639) y “Vocabulario de la lengua guaraní” (1640)

EVANGELIZACIÓN

Con la llegada de las órdenes religiosas, especialmente la de los franciscanos y jesui­tas, la producción de voca­bularios y catecismos fue clave en la evangelización. El fraile Luis de Bolaños fue pionero en establecer una grafía para el guaraní y tra­ducir textos cristianos. Pero fue Antonio Ruiz de Mon­toya quien dejó una huella profunda con dos dicciona­rios bilingües: “Tesoro de la lengua guaraní” (1639), que presenta las voces en español seguidas de sus equivalencias en guaraní, y “Vocabulario de la lengua guaraní” (1640), en el que realiza el proceso inverso.

Las obras de Montoya, influenciadas por modelos europeos como el de Anto­nio de Nebrija, autor del “Vocabulario español-la­tino” (¿1495?), fueron ela­boradas con ayuda de len­guaraces –intérpretes indígenas–.

Sus diccionarios, además de recoger voces de la vida coti­diana, están llenos de neolo­gismos religiosos, pensados para clérigos que necesita­ban comunicarse en gua­raní. Esta tradición conti­nuó con textos derivados, como el manuscrito anó­nimo “Phrases selectas y modos de hablar escogidos y usados en la lengua guaraní” (1687), y la versión revisada del “Vocabulario”, por Paulo Restivo, en 1722.

Así, la historia de los diccio­narios en Paraguay es tam­bién la historia de encuen­tros culturales, traducciones y adaptaciones. Desde las crónicas de los explorado­res hasta los vocabularios misioneros, cada texto fue una herramienta para com­prender y comunicar en un territorio donde las lenguas se cruzaban, se influencia­ban y se transformaban.

* Docente e investigadora en el área de lingüística, con énfasis en la historia de la lexicografía paraguaya

Referencias

Azara, F. (1847). Descripción e historia del Paraguay y del Río de la Plata. Biblioteca Virtual Cervantes.

Schmidel, U. (2017). Viaje al Río de la Plata, 1534-1554 [1599]. Edición digital. Internet Archive.

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