Humilde, compañero, maestro de actores, así se lo recordará a este grande de la escena nacional. Versátil como muy pocos, teatro, cine y televisión lo vieron representar innumerables papeles con solvencia y calidad. Aquí un repaso de fragmentos de su rica vida con familiares y amigos.

“Mi papá fue un hombre de una huma­nidad inmensa, de princi­pios sólidos, humilde y de una generosidad que dejaba huella”, dice Dulce Pérez, hija de Jesús, apenas después de la última misa en su nombre, un adiós espiritual.

“Tenía una presencia que imponía respeto, pero al mismo tiempo irradiaba calidez. En casa, era un padre presente, protector y muy amoroso; para los demás, un amigo leal y un profesional ejemplar”, apunta.

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La Secretaría Nacional de Cultura recordó tras su falle­cimiento el sábado 9 pasado: “Maestro de inglés y actor por vocación, brilló en las tablas desde 1977, compartiendo escenario con referentes de varias generaciones”.

Entre esos grandes está Clotilde Cabral, su compa­ñera en la muy recordada “Sombras en la noche”, que marcó un hito en la televi­sión nacional. “Imposible describirlo sin recordar su hermosa risa, su caba­llerosidad y su gran sen­tido del humor”, destaca. “Un compañero talentoso, respetuoso, responsable y solidario. Un maestro de la cultura, un gran profesor de inglés, tan bien recor­dado por los alumnos que pasaron por sus aulas, un ser humano maravilloso”, señala.

Héctor Silva, su par en “muchísi­mas obras de teatro”, lo evoca así: “Fal­tan pala­bras para describir la figura de un hermano, de un amigo, de un colega, de un profesional enorme que tanto ha dado al tea­tro, que tanto ha brindado, tan bondadoso… un lucha­dor coherente, profesional y un enorme compañero. Compartimos ‘Miss Ame­riguá’ y siempre reíamos al recordar la escena en que le pegué un balazo en la cabeza por ser el milico que subyugaba al pueblo en esa historia que filmamos allá por los 90 y que disfru­tamos muchísimo”.

Por su parte, el cineasta Juan Carlos Maneglia lo atesora como “un ser impresionante que amaba la actuación como nadie. Siempre le decía a los más jóvenes ‘tienen que saber esperar porque este es el arte de la espera’, una gran sabiduría”, indica.

Gustavo Ilutovich lo recuerda como un “formi­dable compañero, un tipo muy querible realmente. Mi primera obra con él fue allá por el 84, cuando hicimos ‘El comedor’ con un elenco maravilloso”. Reflexiona luego: “Bueno, ¿es la vida, no? , pero para los que compartimos tanto con ellos haber perdido en diciembre a María Elena Sachero, hace un mes a José Luis Ardisonne y ahora a Jesús Pérez es una segui­dilla demasiado triste, demasiado fuerte de pér­didas enormes para el tea­tro paraguayo”.

Dulce Pérez, su hija, destaca que su padre fue un hombre humilde y de principios sólidos

LEGADO

Su hija Dulce piensa que “su mayor legado es el ejemplo. Me enseñó que la honesti­dad es innegociable, que el trabajo debe hacerse con amor y que la humildad es el mejor traje que uno puede vestir. También me dejó la pasión por perseguir los sueños y la fuerza para sobreponerse a las adversi­dades con humor y amor”. A la hora de actuar “su entrega era total, no impor­taba si el papel era grande o pequeño, él lo abordaba con la misma dedicación y pasión. Estudiaba cada personaje a fondo, cuidaba cada detalle y siempre bus­caba transmitir verdad en escena. Tenía un carisma natural que traspasaba la pantalla y el escenario, y una capacidad de conec­tar con el público que no se aprende: se nace con ella”.

Para Clotilde, “era una de las pocas personas con una versatilidad fuera de lo común. En teatro era un gran actor y en cine y tele­visión tenía una natura­lidad inigualable. Su más importante legado, además de la docencia y los perso­najes de grandes clásicos, fue para mí lo que hizo en ‘Sombras en la noche’ y ‘Nuestros fantasmas’”, que por suerte quedan en los archivos.

VERSATILIDAD

Silva siente que tenía “un amor tan grande por este oficio que no conoció edad ni enfermedad. El legado que deja es entrañable, un ser que les ha enseñado a muchos. Para él no había ninguna diferencia, te encaraba tanto una cámara como una sala llena con 300 personas, como un corto para los estudian­tes de cine, como una clase de inglés, como una locu­ción. ¡Un maestro! Por algo le decíamos el maestro y la versatilidad que ha tenido ese hombre ha sido fantástica”.

Maneglia apunta que tenía “un chip inmediato de lo que era cine, televisión o teatro, porque los volúmenes acto­rales son distintos. Él manejaba eso a la perfección. O sea, podía hacer las tres cosas y se ubicaba perfectamente en el arte que tenía que desem­peñarse y eso, que es compli­cado, lo hacía demasiado bien. Era muy positivo, el popular buena onda que llegaba e irra­diaba buena energía y nunca tenía proble­mas con ningún actor… Es un pla­cer trabajar con per­sonas cumplidas, respetuosas, positivas, era realmente brillante”.

Gustavo reflexiona: “Bueno, Jesús Pérez deja un legado de trabajo muy amplio, muy fecundo y de muy buena cali­dad. Así que realmente es muy doloroso haberlo perdido y realmente es muy fuerte esto que nos está pasando”.

Concluye Dulce: “Más allá de su talento, mi papá fue un hombre que nunca dejó de ser sencillo. Nunca se creyó más que nadie y siempre tenía tiempo para una palabra amable, un consejo o una broma. Los aplausos y los recono­cimientos fueron parte de su carrera, pero su verdadero éxito fue ganarse el cariño y el respeto de todos los que lo conocie­ron. Hoy su ausen­cia duele pro­fundamente, pero su luz sigue viva en sus obras, en nuestros recuerdos y en el corazón de quienes lo amamos”.

ANÉCDOTAS DE UNA RICA VIDA

Clotilde Cabral fue su compañera en la muy recordada “Sombras en la noche”

Cuenta Dulce Pérez, la hija de Jesús, que “cuando tenía 6 o 7 años vimos en ‘Sombras en la noche’ que lo asesinaban y quedamos tan impactadas con mi hermana que después pasamos a buscarle de un set de grabación una noche y no entendíamos ¡por qué él estaba ahí si acababan de asesinarle…! Y bueno, ahí entendimos que lo que él hacía era actuar y que estaba trabajando sano y salvo”, rememora.

Héctor Silva recuerda que le gustaba la improvi­sación y que era su cómplice en las peripecias de su oficio: “Hacíamos una obra en la Alianza Francesa y venía medio aburridota la cosa, los dos medio a contra­mano con el director y nos dieron un camarín juntos, así que no teníamos más remedio que entretenernos y pasarla bien como siempre. Entonces llevába­mos unos tetra de vino rosado y lo escon­díamos detrás de una tabla floja. Como fueron muchas funciones se fueron amon­tonando, así que yo digo que el día que se haga una demolición ahí van a sacar esa tabla y van a encontrar esos fósiles y van a decir ¿qué pasó acá? Bueno, obra de Jesús Pérez y Héctor Silva (risas)”.

Cuenta Clotilde Cabral: “Estábamos haciendo un capítulo en San Bernar­dino, donde él hacía de un mendigo que dormía en los bancos de la plaza, y Wilfrido Acosta hacía de policía que hacía una recorrida por ahí en la patru­llera. Para eso prestamos la camio­neta de la comisaría de San Bernardino, que finalmente no arrancaba. Entonces Jesús se levantó todo vestido de men­digo y se puso a empujarla. ‘Jaha katu’, decía desatando las carcajadas de todo el equipo (risas)”.

Gustavo Ilutovich trae al presente el momento en que viajaron junto a Jorge Ramos a Washington, capital de Estados Unidos, a presentar “Crónica de un secuestro” en el Teatro de la Luna. “Frente al hotel había un liquor store donde íbamos a comprar nuestro vinito para la cena. Entre el hotel y la tienda había una de esas típicas avenidas norteamericanas de tres carriles por lado. Íbamos caminando y cuando llegamos a la esquina buscando el cruce de la senda peatonal, de repente Jesús me pregunta ‘Rusito, ¿dónde está Jorge?’, porque lo perdió de vista. ‘Ahí anda, cruzando al estilo Paraguay la avenida’, le dije señalándole y le dio un ataque de risa a él por mi reacción y el acto del otro esquivando vehículos en la avenida”.

Juan Carlos Maneglia relata que Jesús “fue mi profe de inglés, en realidad mi profe era su esposa, María Inés Rive­ros, y cuando ella no podía, me enseñaba él… ¡Hablábamos más de cine que de otra cosa…! Entonces una vez me dijo: “Ay, cómo me gustaría hacer una película, pero no quiero más aprender tanto texto. Me gusta­ría hacer de mudo”. Entonces en el tiempo creé un personaje para “Los buscadores” de un abuelo que tuvo un ACV y que entonces no hablaba más y cuando le conté saltó de alegría y me dijo ‘¿En serio?... ¡mi sueño!’. Y es una locura cómo no teniendo ningún texto vos mirás la peli y él lo expresa todo”.

TRAYECTORIA

Jesús Pérez actuó en más de 100 obras de teatro con grandes referentes como José Luis Ardissone

Jesús Pérez nació en Asunción el 1 de febrero de 1937. Fue actor de teatro y docente de inglés y locutor. Debutó en la actuación en 1977, en la obra “Espíritu burlón”, con el grupo Gente de Teatro. También incursionó en tele­visión con “Sombras en la noche”, “González vs. Bonetti”, “La Chuchi” y en cine con “Lec­tura según Justino”. Llevó su talento a Argen­tina y EE. UU. Actuó en más de 100 obras de teatro en sus 44 años de carrera con grandes de la escena como José Luis Ardissone, María Elena Sachero, Margarita Irún, Anita Recalde, Humberto Gulino, Gustavo Ilutovich, Jorge Ramos, Ramón del Río, Miguel Gómez, Beto Ayala, Rubén Vysokolán, Clotilde Cabral.

En cine actuó en “Miss Ameriguá”, “Felipe Canasto”, “Lectura según Justino” y “Los bus­cadores”. En televisión hizo “La Chuchi”, “González vs. Bonetti” y “Sombras en la noche”. Entre sus premios están el de la Revista Cartelera a Mejor Actor de Tea­tro (1993 y 1994), el Molière al Mejor Actor de Teatro (1995), Maestros del Arte, premio entregado por el Centro Cultural de la Repú­blica El Cabildo (2021), el Luis Alberto del Paraná y el Premio de Honor de los Premios Edda (2019).

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