La partida de Ángela “Catita” Oddone Sarubbi de Scavone es el disparador de estos viejos recuerdos de inmigrantes italianos que llegaron al Paraguay en las primeras décadas del siglo pasado.

Corría la última década del siglo XIX y un médico italiano llegaba al Paraguay de cace­ría desde San Pablo, donde tenía un establecimiento hospitalario. El nombre: Doménico Scavone, quien se enamora de una dama de apellido Chiriani.

Con su arribo no solo estaba consolidando un amor eterno y su radicación definitiva en nuestra tierra, sino que tam­bién la venida de muchísimos italianos de un remoto pue­blo, de donde era oriundo, en la vieja bota, denominado Tito, en la antigua Lucania, en el sur de Italia.

Antonio Scavone y Catita Oddone. Asunción c.1974

LA GUERRA Y LA INDUSTRIA

Poco tiempo después, llegan dos hermanos más, Laviero y Michelle. Estos fundaron en 1905 la Botica y Drogue­ría Catedral, siendo pione­ros en la farmacología en el Paraguay. Este rubro evolu­cionó aún más con la llegada de los sobrinos de estos, hijos de otro hermano, Francesco Scavone y su esposa Emilia Scavone, que nunca vinieron a nuestro país.

Primero Vicente y Laviero antes de la guerra del Chaco y después en 1933, Antonio, los tres apellidados Scavone Scavone, todos ellos contri­buyeron grandemente en la provisión de medicamentos para la dura contienda y desa­rrollaron después una gran industria farmacéutica.

TITO Y EL PARAGUAY

Luego le traen a otros titeses en sucesivos viajes, como fue el caso de Francisco Oddone, casado con Rubí Costanzo, y otras familias como los Altieri, los Lotito, los Sapienza y a mi mismí­simo padre en 1949. Tanto es así que dicen que en los años 50 la ciudad se había quedado sin la mitad de sus habitan­tes, que se mudaron a tierra guaraní.

ÁNGELA BEATRIZ ODDONE SARUBBI DE SCAVONE

Pero ¿qué desencadenó las ganas de escribir este domingo estos prolegóme­nos de una historia no escrita sobre los titeses? La partida de Ángela “Catita” Oddone Sarubbi de Scavone, esposa de Antonio, el último her­mano llegado al Paraguay a finales de la década del 20, y un audio/video de Bea Bosio González Oddone, quien se encontraba con su prometido Pedro Cataldo por las calles de aquel histórico antiguo pueblo italiano, que toda­vía conserva sus tradiciones ancestrales.

En esta región de vitivini­cultores, encontraron por casualidad a una persona que les pregunta de dónde son. Al responderle que eran de Asunción, Paraguay, el ciu­dadano les dijo: “Sono (soy) Carmine amico (amigo) de Toni, titese del Paraguay”. Este detalle me llenó de emoción hasta las lágrimas, ya que lo conocí en mis idas al lugar donde nació Rocco, mi padre.

Vicente, Laviero y Antonio Scavone y sus respectivas familias. Asunción, c. 1953

DESPEDIDA

Con este artículo de recuer­dos y nostalgias casi familia­res, despido a Catita Oddone, aquella tan hermosa dama asuncena que fuera electa reina del barco en 1954, cuando venía con Ana Altieri de Italia, la última titese llegada al Paraguay.

La quien fuera señorita Oddone Sarubbi vivía de sol­tera en la vieja casa familiar de la calle Colón casi Haedo, después con su esposo y sus hijos, María Julia, Antoñito y Juanfra, en un amplio depar­tamento en el segundo piso de la Farmacia Catedral (altos). Así se llamaba a los grandes departamentos del centro, sobre la legendaria Farma­cia Catedral.

Las historias son casi intermi­nables y esto es solo el comienzo de la memoria de muchos des­cendientes de aquella vieja región de Italia llamada Luca­nia, pequeñas batallas persona­les que con el correr del tiempo acumulan recuerdos que se vuelven universales.

“Viejos recuerdos trae mi memoria”, parafraseando una inolvidable guarania de Samuel Aguayo y Pedro Car­lés, en este caso una despe­dida, símbolo que une a la gran descendencia de lucanos titeses en la tierra que les aco­gió ya desde finales del siglo XIX, en el corazón de la Amé­rica del Sur.

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