- Toni Roberto
- tonirobertogodoy@gmail.com
Elba Micheletto de Genovese o Elba Genovese, así le gustaba que se la llame. La vida de esta artista paraguaya de Asunción, nacida en 1914 y fallecida en 2010, nos lleva a una vida tranquila de vecinos de una ciudad que iba adentrándose en la modernidad.
Es 1957, un recorrido por el viejo centro de Asunción, gente caminando, rostros anónimos, personas de la vida urbana, de la ciudad que va dejando la vida pueblerina y empieza lentamente la modernidad, es lo primero que pensé viendo los rostros de mujeres desconocidas del siglo XX retratadas por Elba Micheletto de Genovese, Elba Genovese, así le gustaba que se la llame.
La vida de esta artista paraguaya de la zona del barrio Dr. Francia, al oeste de Asunción, nacida en 1914 y que falleciera en 2010, nos lleva a una vida tranquila de vecinos, como lo fuera la de estas dos familias, que, en la juventud de dos de los hijos, Elba y Ramón, cuando llegó el amor, allá por 1934 deciden casarse frente al altar de la mismísima María Auxiliadora, preferida de los devotos de la gran colectividad italiana llegada a Asunción ya desde las últimas décadas del siglo XIX, y que muchas de ellas residían en ese enclave asunceno.
EL AMOR ENTRE LADRILLOS Y TELAS
Los Micheletto y los Genovese vivieron siempre en casas contiguas, las dos, de tres generaciones de industriales, la primera una familia de tradición en la fabricación de tejas y ladrillos, que se confeccionaban en Villa Hayes; muchísimas casas de Sajonia, del barrio Dr. Francia y toda zona de influencia usaban esos famosos productos de la olería Micheletto, y por otro, los Genovese que se dedicaron a la industria textil desde la venida de Pietro Genovese que llegó al Paraguay allá por 1890.
El amor fue construyendo de a poco su nido y ellos mismos edificaron las primeras piezas de la casa, primero una, después otra, así hasta que después de cinco años hicieron la fachada que hasta hoy se encuentra en pie en la calle Cnel. Gracia 347, siendo testigo de ello una instantánea inédita en blanco y negro que hoy presentamos en estos cuadernos de domingo.
1957
Con el tiempo llegaron los hijos que después se pusieron grandes y aquella mujer de padres inmigrantes italianos que amasaba pastas caseras decidió en 1957 estudiar en la Escuela Nacional de Bellas Artes, a partir de ahí empieza retratar a personajes anónimos, con énfasis en la zona del puerto y la antigua recova, pintando más de 90 óleos, gente sencilla que trabajaba en la zona, así podemos ver, maestras, chiperas, profesoras normales, amas de casa, marchantes, todas ellas con una particular mirada y un estado de ánimo parecido, las manos de la influencia académica llevadas a una singular manera de pintar y dibujar, bajo la impronta de esta fémina.
LO ACADÉMICO Y ARTE NUEVO
En 1965 la escuela realiza cursos de verano para principiantes, donde Genovese forma parte de los profesores de donde salen nuevos valores académicos y es en esa misma época se acentúan las diferencias entre Bellas Artes y el Grupo Arte Nuevo, fundado en 1954, en el que participan Josefina Plá, Laterza Parodi, Lilí del Mónico, Olga Blinder, entre otros. Hoy después de más de setenta años de aquella ruptura con lo académico queda mucha historia que rever y esta muestra, donde también vemos “la cocina de lo académico” debe servir como insumo para ello.
UN HOMENAJE A “LAS QUE NO PUDIERON SER”
En aquella época en que las mujeres paraguayas empezaban a votar, Elba Genovese las retrataba en alguna esquina pintando o dibujando, en algún rincón de la ciudad que la vio nacer hace 111 años, es también un homenaje a aquellas artistas “que no pudieron ser” y que hoy me vienen a la memoria, como Carmen Pusineri de Fanego, Goyita Figueredo de Ballart o Elizabeth Conti de Prieto y otras que fueron desconocidas en sus diferentes actividades en una sociedad a la que le costaba dejar solamente el poder masculino.
LA INUNDACIÓN DEL GRUPO HABITACIONAL AEROPUERTO
Pero las vueltas de la vida, como ocurriera en otro eventos climatológicos donde se perdieron grandes archivos en Asunción, en el caso de la memoria de Elba Genovese no corrió la misma suerte. En 1981, en la gran inundación que arrasó con el Grupo Habitacional Aeropuerto en el límite entre Asunción y Luque, donde hasta hoy vive su hijo Pirulo quien atesora gran parte del acervo, salvándose milagrosamente el 90 por ciento del archivo, quedando algunas secuelas en las piezas artísticas y que se pueden apreciar en muchas de las obras expuestas sin que esto dañe su calidad estética.
Ese mismo año realiza su última exposición en el Salón de Primavera en la Casa Argentina, con artistas de la talla de Roberto Holdenjara, Alborno (h), Ignacio Núñez Soler o Luis Toranzos, que se puede certificar en un pequeño catálogo de aquella muestra de principios de la década del 80 que se encuentra en poder de la familia.
¿ACUMULADORES? ¡POR SUERTE!
Dice su nieta Tatiana Genovese Ostertag: “Administro tres generaciones de acumuladores en las dos familias”, y yo le respondo: “¡Por suerte!”, porque como cuenta su hijo Pirulo Genovese que con casi 90 años se encuentra con toda su lucidez mental: “Cuando yo tenía doce años mamá empezó a pintar, nosotros guardábamos cada una de ellas y es por eso que hoy podemos presentar estas 90 pinturas, 40 dibujos y muchos cuadernos de apuntes y todas sus cajas de pinturas”.
Si bien es cierto que la muestra que se encuentra en la casa Castelví presenta retratos, naturalezas muertas y paisajes chaqueños del Paraguay, hoy me detengo en la serie de retratos de estas mujeres asuncenas del siglo XX, damas anónimas que se vuelven universales ante la actitud y la mirada de la pintora y dibujante Elba Genovese, que a partir de ahora, y forma parte de la memoria del arte paraguayo.