• David Sánchez
  • Fotos: Gentileza

Cada julio, esta ciudad francesa de apenas 90.000 habitantes se transforma en el epicentro mundial del teatro con el Festival de Aviñón, el más grande del planeta, que compite en magnitud y prestigio con el Fringe de Edimburgo.

Aviñón, esa joya del sur de Francia, es mucho más que su célebre puente de la canción infantil Sur le pont d’Avignon o su pasado como sede papal durante 68 años, cuando rivalizó con Roma en el siglo XIV.

Cada julio, esta ciudad de apenas 90.000 habitantes se transforma en el epicentro mundial del teatro con el Festival de Aviñón, el más grande del planeta, que compite en magnitud y prestigio con el Fringe de Edimburgo.

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Durante tres semanas, sus calles, plazas y 139 teatros se convierten en un hervidero de creatividad, con más de 1.700 funciones diarias y un programa de casi 500 páginas que desafía cualquier intento de abarcarlo todo. Es una locura teatral que exige organización, instinto y, sobre todo, pasión por el arte escénico.

En los primeros cinco días del festival de 2025, he tenido la suerte de sumergirme en esta vorágine y aquí entrego mis siete premios a las obras más destacadas.

Mejor obra casi muda: “Patrik” – Théâtre Épiscène

De qué va: este espectáculo, protagonizado por Patrik Cottet-Moine, es una oda al humor físico y visual.

Con apenas palabras, Cottet-Moine crea un universo de gags absurdos y surrealistas que conectan con públicos de todas las edades y nacionalidades. Cada escena es una explosión de imaginación, desde transformaciones corporales hasta situaciones disparatadas que desafían la lógica.

Comparado con Rowan Atkinson por su expresividad y genialidad física, Cottet-Moine es un tesoro del teatro gestual.

Su capacidad para transformar su rostro y cuerpo es hipnótica, y su humor, aunque absurdo, es universal. A las 10 de la mañana, con una sala llena, este espectáculo demuestra que no necesita grandes escenarios para brillar. Ver a Patrik es, como dice la crítica, un lujo que todos deberían experimentar al menos una vez.

Mejor obra: 1 “Heure de Philosophie (avec un mec qui ne sait pas grand-chose”) – Théâtre Notre-Dame

De qué va: otra joya de Christophe Delort y PA Prod., este monólogo convierte la filosofía en una experiencia accesible, divertida y profundamente educativa. A través de una pizarra, un panel y una narrativa ingeniosa, Delort desglosa conceptos filosóficos complejos con humor y claridad, invitando al público a reflexionar sobre ideas que, aunque siempre han estado ahí, rara vez nos detenemos a explorar.

Este solo es un prodigio de equilibrio: hace reír, enseña y nunca aburre. Delort demuestra una vez más su maestría como director y actor, transformando un tema que podría ser árido en una experiencia vibrante. Al salir de la sala, el espectador no solo se siente entretenido, sino enriquecido, con nuevas perspectivas sobre la vida y el pensamiento. Una obra que encapsula lo mejor del festival: teatro que transforma.

Christophe Delort y PA Prod., este monólogo convierte la filosofía en una experiencia accesible

Mejor vis cómica: “Titouan Bodin por Shakespeare... Même pas peur!” – Théâtre de Notre-Dame

De qué va: esta obra es un ambiciosa y divertidísima, intento de condensar la vastísima obra de William Shakespeare en una sola función. Tres actores, un biombo y una energía desbordante son los ingredientes de esta comedia que recorre las tragedias, comedias y dramas históricos del bardo inglés con un enfoque fresco, dinámico y absurdamente hilarante.

La estrella indiscutible es Titouan Bodin, un actor que brilla con luz propia. Su vis cómica es un don natural, una chispa que no se puede fingir. Ya sea interpretando a un héroe masculino o a una dama shakesperiana, Titouan transforma cada escena en un espectáculo de humor físico y verbal que roba carcajadas.

Formado en el Acting Studio de Lyon bajo la tutela de Joëlle Sévilla, este actor, activo desde 2013, ha colaborado con numerosas compañías en la región de Auvergne-Rhône-Alpes, destacando en géneros que van desde la comedia absurda hasta musicales y cuentos infantiles.

Su papel como Sherlock Holmes en “¿Quién quiere la piel de Sherlock Holmes?” (2019), representado 150 veces, ya lo había consolidado como un talento polifacético.

En “Shakespeare... Même pas peur!”, su versatilidad, humor inglés y enfoque físico lo convierten en el alma de la obra, haciendo que esta experiencia sea tan instructiva como desternillante. Una joya para quienes aman el teatro que no se toma demasiado en serio.

La estrella indiscutible es Titouan Bodin, un actor que brilla con luz propia.

Mejor sorpresa: “Madame Arthur fait son Opéra” – Rouge Gorge

De qué va: esta ópera cabaretera es una explosión de música, humor y provocación. Cuatro artistas, vestidos con pelucas extravagantes, maquillaje estridente y transparencias que no dejan nada a la imaginación, reinterpretan la ópera clásica con un toque sádico, erótico y profundamente íntimo. La obra juega con la cercanía física entre actores y público, creando una experiencia sensorial única. Presentada en el magnífico Théâtre Rouge Gorge, cuya arquitectura interior —con su balcón central y lámparas de ensueño— ya es un espectáculo por sí misma, esta obra rompe todos los prejuicios sobre la ópera. Los artistas no solo cantan con maestría, sino que tocan piano y violín, exhiben físicos imponentes y despliegan un humor que transforma lo que podría ser un género elitista en algo accesible y vibrante. La elección de programarla a las 22:00, una hora poco común en el off, es un acierto del director Harold David, que logra llenar la sala con un público que sale maravillado. Es una ópera que no solo se escucha, sino que se siente en el cuerpo, una sorpresa que redefine lo que significa asistir a un espectáculo lírico.

“Madame Arthur fait son Opéra” – Rouge Gorge

Mejor obra semiseria, semihumorística: “Al Capone” – Théâtre Notre-Dame (Salle Rouge)

De qué va: esta obra, producida por la compañía PA Prod., dirigida por el talentoso Christophe Delort, narra la vida del infame gángster Al Capone, desde sus inicios hasta su reinado como capo de la mafia. Con un equilibrio perfecto entre drama, humor y música, la pieza utiliza transiciones musicales en vivo para marcar el paso del tiempo y las escenas, creando una narrativa fluida y envolvente.

“Al Capone” es un ejemplo de cómo el teatro puede ser profundo sin ser pretencioso. Con un elenco reducido de cuatro o cinco actores y dos músicos, la obra combina momentos de brutalidad con toques de humor sutil y una interacción medida con el público. La genialidad de Delort radica en no excederse en ningún aspecto: ni en el drama, ni en la comedia, ni en la violencia. Cada elemento está dosificado con precisión, lo que resulta en una experiencia redonda, emocionante y memorable. PA Prod. y Delort confirman aquí su capacidad para convertir cualquier idea en oro teatral.

Al Capone

Mejor solo humor: “Yohann Métay - Le Sublime Sabotage” – Théâtre des Corps Saints

De qué va: en este monólogo, Yohann Métay interpreta a un escritor frustrado que, en un intento de crear una novela de éxito, desata un torbellino de humor ácido y autocrítico. La obra comienza con un falso anuncio de cancelación que descoloca al público, para luego sumergirlo en una montaña rusa de gags que abordan sus miedos, inseguridades y encuentros con los espectadores. Métay es un huracán en escena. Con su bolso bandolera y una actitud irreverente, se mete con todo el mundo: mayores, parejas nadie está a salvo de su lengua afilada. Su humor, extremo pero inteligente, hace que el público termine con dolor de mandíbula de tanto reír. Este solo es un despliegue de energía y carisma, una masterclass de cómo un solo actor puede llenar un escenario y mantener al público en vilo durante toda la función. Una obra imprescindible para los amantes de la comedia sin filtros.

En este monólogo, Yohann Métay interpreta a un escritor frustrado

Mejor improvisación: “Anthony Joubert en Le Dîner des Cons” – Cinévox Théâtre

De qué va: basada en la célebre comedia de Francis Veber, esta versión de “Le dîner des cons” (“La cena de los idiotas”) dirigida y protagonizada por Anthony Joubert ofrece una mirada fresca a la historia de un grupo de amigos que organiza cenas para burlarse de invitados “tontos”. La trama, conocida por su humor cruel pero hilarante, cobra nueva vida gracias a la espontaneidad de Joubert. Joubert no solo actúa, sino que dirige y aporta una naturalidad única a la obra. Su vis cómica brilla especialmente en los momentos improvisados, donde no duda en señalar los errores de sus compañeros o interactuar con el público, generando risas espontáneas. Esta capacidad para romper la cuarta pared (si es que en teatro existe) y convertir los tropiezos en momentos de genialidad hace que esta versión destaque entre las muchas que se presentan en Aviñón. Es una obra que respira frescura y demuestra que, incluso en un clásico, hay espacio para la innovación.

Anthony Joubert ofrece una mirada fresca a la historia de un grupo de amigos que organiza cenas para burlarse de invitados “tontos”

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