• Jimmi Peralta
  • Fotos: Gentileza

El especialista en desarrollo humano es reconocido por sus presentaciones enfocadas en superación y liderazgo.

El conferencista mexicano Jorge Font (56) arribó al país la semana pasada y durante varios días ofrecerá sus charlas con deferentes referente y colaboradores del ámbito empresarial nacional.

Font, quien es licenciado en administración de empresas y posee un máster en Desarrollo Humano, vive desde hace 5 años en Orlando, Florida, Estados Unidos, y desde allí coordina sus actividades y ponencias.

De muy joven demostró su pasión por el deporte, con récords bien tempranos, hasta que a los 19 años sufrió un accidente que lo dejó con la parálisis de la mitad de su cuerpo para abajo.

A pesar de ello, su vínculo con el deporte no mermó y logró nueves campeonatos mundiales como deportistas con discapacidad. Desde hace años Font comparte su historia de vida y de superación, actividad comprendida por él como el camino para llevar un mensaje.

Jorge habló con La Nación sobre los temas sobresalientes de sus conferencias, abordando conceptos como sentido de la vida, resiliencia, entre otros.

–¿Qué propuestas temáticas traés en tus conferencias en Asunción?

–Son como 2 propuestas. Una está más basada en la conferencia de “Ensanchar la vida”, que tiene que ver más con una exposición como testimonial, como de historia de vida. Esa conferencia es como más vinculada a lo que me ha regalado el deporte. Sobre todo con lo que tiene que ver con la cultura del esfuerzo con la parte como de hacer hábitos de disciplina y de ejecución, también de aprender a hacer las cosas en el momento que hay que hacerlas. Yo después tuve un accidente deportivo, me rompí el cuello, y tengo una lesión medular y eso me provocó pues una parálisis de más o menos como desde la altura del pecho para abajo. Entonces, esta conferencia también incluye como esta parte también de la rehabilitación, que más bien es como de reconstrucción personal, de cómo afecta y tienes que aprender a volver a construir tu vida y de los aprendizajes de eso.

“Y yo creo que ese es el verdadero sentido del sacrificio. El hacer algo que tiene que valer tanto la pena para todo lo que estás dejando de lado”

–¿Aprendizajes para reconstruirte?

–Si tuviera que resumirlo rápido como que en dos aprendizajes más importantes serían: 1- que cuando la vida te pregunta y te pregunta fuerte, no se puede contestar en la primera persona del singular, se contesta en el plural y en nosotros, y el valor que tiene en mi vida, y yo creo que eso sirve para la vida de todo mundo, el valorar las redes, no necesariamente las redes sociales, entendidas como ahora, sino las de a verdad, las redes que te atrapan cuando te estás cayendo y que te sirven como una contención para no irte al fondo del abismo. Estas redes no son solo de muchas personas, sino de personas significativas, de personas importantes y de personas que están dispuestas a estar contigo en los momentos importantes. Por otra parte, yo diría que la otra propuesta de conferencia o de conversación tiene que ver con 2 ideas que es la resiliencia y el alto rendimiento. La resiliencia como la capacidad de enfrentar adversidades y salir fortalecido de las mismas. Y el alto rendimiento, como esta invitación a ver qué puedes aprender del deporte de alto rendimiento para vivir vidas intensas, vidas profundas, vidas que valgan la pena.

–Estamos en tiempos hedonistas y planteás hablar sobre el sacrificio

–El sacrificio normalmente se entiende de manera, por lo menos en mi contexto mexicano, como “el ya ni modo. No hay mucho que hacer”. A mí me gusta el poder de las palabras. La palabra sacrificio viene del latín “sacrum” “facere” que significa hacer algo sagrado. Y cuando algo es sagrado uno deja de lado otras cosas menos importantes para ponerle tiempo, talento y atención a eso que es sagrado y muy importante. Una persona que está contigo le tuvo que decir no a 1.000.000 de cosas más para estar contigo. Y esos son los pequeños milagros cotidianos que damos por hecho. Y yo creo que ese es el verdadero sentido del sacrificio. El hacer algo que tiene que valer tanto la pena para todo lo que estás dejando de lado.

–También planteaste la relevancia de una respuesta plural, pero vivimos centrados en el individualismo

–A mí me decía mi abuelo, que era neumólogo, “mirá, viejo, si tú solo inhalas, si tú solo piensas en ‘yo, mí, me, conmigo’, te ahogás. Pero si solo exhalas y solo vives enajenado y para los demás, también te ahogas”. Y yo creo que la vida tiene momentos de inhalación para encontrar el sentido, para encontrar fuerza y luego poder soplar para impulsar los veleritos de la vida de otras personas. Y la vida es inhalar y la vida es exhalar, la vida es buscar dentro y también vaciarte en el servicio a los demás. Y yo creo que ese es el equilibrio que nos hace personas.

–¿Qué lugar ocupan los demás en nosotros así?

–Hay regalos que te da la vida que vienen en empaques feos, muy complicados. Uno de ellos, yo diría desde mi experiencia, es la discapacidad. Por mi discapacidad, soy dependiente de otras personas para cosas muy básicas, pero tú también y todas las personas las que nos pueden escuchar o compartir, pues también lo que pasa es que se nos olvida. A mí me gusta una expresión “Yo tengo lo que a ti te falta y tú tienes lo que yo necesito”. Es decir, cualquier chavo o chava, digamos, sin una discapacidad física, puede ser las manos, la voz, los ojos de una persona con discapacidad, pero una persona con discapacidad puede ser la sonrisa diferente, la manera de vivir la vida de otra forma, el sentido de la vida que se te olvida. Cada quien tendrá una idea de lo que es ser persona. Para mí, ser persona es eso. Ser persona es encontrarte y perfeccionarte en el encuentro con otras personas. En un mundo individualista, egoísta y posesivo. A mí me gusta pensar en la comunidad, en la gratitud y en el hábito de buscar desarrollarse en el servicio a los demás.

“Yo creo en la empatía, en la capacidad de las personas de ponerse y de intentar meterse en tu piel. Y entonces, yo desde ahí es donde entiendo la resiliencia”

–¿Cómo se comparte en el diálogo la idea de resiliencia, que es algo más bien vivencial?

–A mí me pasó en algún momento, y creo que a todos nos ha pasado en la vida, que se acerca alguien, ojo, con buena intención, no estoy juzgando las intenciones, pero se acerca alguien, tú estás roto a lo mejor en algún sentido y se acerca alguien y te da una recomendación de lo que deberías de hacer. Entonces, cuando una persona te da una recomendación, es como si apuntara con la mano, y cuando alguien te apunta y te dice “tú deberías”, un dedo apunta para allá, pero 3 dedos apuntan hacia acá. Yo creo que lo que más sirve en la vida es el testimonio, más que las recomendaciones del deberías tal. Entonces yo cuando comparto algo trato de conectarlo con la humildad de decir a mí que me ha servido y desde ahí te lo comparto con la generosidad, y también con la humildad de decir a lo mejor a ti no te puede servir igual porque cada quien tiene su historia. Y a veces estamos muy preocupados por qué decir. Y lo que más útil es en la vida es lo que decimos con la presencia, lo que decimos con la mirada, lo que decimos con el silencio. Jaime Sabines, poeta mexicano, decía las más hermosas palabras de amor son aquellas que se dicen entre dos personas que no se dicen nada. Ese es el silencio que construye catedrales de escucha, de comprensión y de reconstrucción.

–¿La gente conecta a través de las historias antes que del consejo?

–Yo así entiendo la resiliencia y puede tener una parte de aprender de la experiencia de los demás. Hay esta frase que dicen que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes. Yo creo que es una mentira. Yo no me voy a esperar a que una persona tenga una lesión medular para compartir ideas, emociones, ilusiones, sentimientos. Yo creo en la empatía, en la capacidad de las personas de ponerse y de intentar meterse en tu piel. Y entonces, yo desde ahí es donde entiendo la resiliencia. A mí me gusta pensar en la inspiración, pero no en la inspiración como de admiración, sino la verdadera inspiración es las personas que sirven más que una luz. Hay personas que son así.

Hay personas que son como estrellas en la noche y que sirven para el rumbo y la navegación de otros. Yo no soy de esos. A mí me gusta más intentar ser un espejo, un espejo en donde las personas se reflejen y encuentren sus capacidades, sus fortalezas, sus cualidades, no desde la admiración, sino desde el espejo útil para descubrir las capacidades de las personas y que desde ahí puedan fortalecer su resiliencia y reconstruir lo que tenga que reconstruir en su vida.

–¿Dónde está ese sentido de la vida que hablaste?, ¿cómo se lo encuentra?

–Puede ser como superengañosa a veces pensar que hay como un sentido ahí y tú lo tienes que descubrir, y encontrar la llave de la gruta mágica del sentido. A mí me gusta más pensar que cada uno de nosotros vamos construyendo y dándole sentido a las cosas que hacemos y que somos seres en proceso. Entonces, eso es muy bonito porque siempre hay por construir y mejorar, dicho esto, a mí me parece. Decía Víctor Frankl que no hay que preguntarse por el sentido de la vida. Es la vida la que nos está preguntando. Y lo que hay que hacer es escuchar qué te está pidiendo la vida. Porque hay preguntas grandotas. La pregunta grandota es cuál es tu regalo al mundo.

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