• Toni Roberto

Este domingo, Toni Roberto rinde homenaje a su vieja radio casetera y cuenta un episodio vinculado con el maestro Demetrio Ortiz como parte de los recuerdos sacados de la galera de una época que ya no volverá.

Estaba ahí olvidada en un rincón de la casa. Había sido adquirida por mi padre de De Angelis y de los Ríos en el ya lejano año 1973, cuando se inauguró Radio Curupayty.

Participó de la vida familiar desde aquella época. Viejos programas de la antigua radio Cáritas; alguna discusión de domingo de mañana de Humberto Rubin con Zulema Noceda y Margarita Dolsa, la hermosa voz de Rosana Penayo, los programas de Myrian Sienra haciendo de María Marta González Martínez de Pérez y Pérez, una señora de la alta sociedad asuncena de los años ochenta.

También algún comentario de don Gerardo Halley Mora, un editorial de don Gerardo Torcida, la voz de Menchi en la primera Radio Cardinal, un melodioso programa denominado “Cuando Italia canta” en aquella época, la radio de los franciscanos o el inconfundible “incorpóreo amigo Gabriel”, de Fernando Cazenave. Todo esto fue convocado por los duendes de mi memoria en estos días pasados recordando aquella radio.

PLAY, RECORD Y A GRABAR

Las tardes de té en la casa de la calle Fulgencio R. Moreno de las eximias hermanas Nelly, Aida y Edith Jiménez. De fondo el casete escuchando alguna pieza pianística de Mozart o Chopin, las grabaciones de las charlas con el gran maestro Lívio Abramo; la pesada radio acompañada de cuatro grandes pilas sobre la austera mesa del taller del gran periodista y dibujante brasileño. Un apretar play y record, era todo lo que faltaba para grabar aquellas épicas clases de historia del arte en el viejo local del ex Centro de Estudios Brasileños allá por 1983 en esta mismísima radio grabadora.

Reclame publicitario. Asunción, 1973

LA RADIO, EL VENTANAL Y EL VIEJO CANAL 9

Esta moderna setentosa joya de la tecnología japonesa de la época era tan completa que, además de la radio AM, FM, onda corta y casetero, traía un micrófono parlante y en tardes de vuelta del colegio me acompañaba en los ensayos con mi hermana para participar de los programas de canto de “Margarita y sus niños”; el gran ventanal con persiana del segundo piso con vistas a la alta antena del antiguo Canal 9 cantando y soñando estar actuando frente a esas enormes cámaras de televisión del único canal de la época.

Los años pasaron y la vieja radio fue a cuarteles de invierno hasta que hace unos días, revisando el “desván de mi abuela”, me reencontré con ella. Ahí salieron todos estos recuerdos de la galera de una época que ya no volverá.

INTENTO DE RESTAURACIÓN

En mi afán de recuperarla fui hasta la esquina de Electrónica Uruguay, sobre Gral. Bruguez y José Asunción Flores, donde atiende su dueño, un señor charrúa. Llego y me mira con cara de ¿qué vas hacer con este viejo transistor? Le cuento la historia de mi radio, se estremece y me dice: “Tal vez puedas encontrar un cable de la época en la esquina, allá arriba de esta calle y la avenida Eusebio Ayala”. Me encontraba en Ciudad Nueva, el barrio que parece de varios pisos por las grandes alturas de esa zona de Asunción.

Pregunto en el lugar y me dicen “tal vez encuentres enfrente”. Cruzo y consigo el viejo cable que le correspondía. Probamos y anduvo perfectamente. Al llegar a mi casa enchufo, prendo la radio y de repente suena, increíblemente, “Mis noches sin ti”, de Demetrio Ortiz:

“Sufro al pensar que el destino logró separarnos, guardo tan bellos recuerdos que no olvidaré, sueños que juntas forjaron tu alma y la mía, en las horas de dicha infinita, que añoro en mi canto y no han de volver…”.

Unos segundos después… el aparato hace una pequeña explosión y deja de funcionar para siempre. Acto seguido, entre estupefacto, asustado y asombrado le llamo a Esperanza, la hija de Demetrio Ortiz, y le digo: “Doctora, hoy se despidió para siempre una radio que yo quise tanto desde niño y que llegó a mi familia en 1973 para empezar a escuchar la maravilla y novedad de aquella época, la frecuencia modulada, pero lo hizo nada más y nada menos con una estrofa de “Mis noches sin ti”.

Por eso, este homenaje eterno al creador de esta guarania y parafraseando digo: “Hasta siempre, mi vieja radio, mis noches ya no serán iguales sin ti.

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