• Jorge Zárate
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  • Fotos Base Antártica Belgrano II

Junio comenzó con una impresionante tormenta solar que, además de brindar coloridos destellos en la Antártida, puede poner en jaque comunicaciones satelitales, internet y las redes eléctricas.

Una severa tormenta solar, con brillantes erupciones, dio inicio este mes a un fenómeno que se extenderá en el tiempo. Lo hizo con vientos en la superficie del astro rey que superaron la impresionante velocidad de 600 kilómetros por segundo (km/s).

No es, sin embargo, nada anormal. Es un momento denominado máximo solar, que se caracteriza por un incremento en la frecuencia e intensidad de erupciones y fulguraciones en un ciclo que se repite cada 11 años, comentaron los expertos.

Es bueno recordar que el Sol, distante a 149 millones de kilómetros de la Tierra, emite vientos solares de manera constante. Su superficie arde a 5.800 grados centígrados y la corona solar, la parte más alta de su atmósfera, puede alcanzar hasta tres millones de grados.

Para dar una dimensión de lo impactante de la tormenta verificada en estos días, vale señalar que llegó al Kp8. Uno de los máximos valores de la escala Kp (índice geomagnético) que se utiliza para medir la actividad geomagnética global y se expresa en valores del 0 al 9.

Esta fuerte actividad solar generó las auroras australes que fueron fotografiadas en la Base Belgrano II que la Argentina tiene en su sector antártico. Las fotos tomadas por el personal militar y científico de dicho asentamiento les requirió estar a la intemperie a unos 18 grados bajo cero.

DURACIÓN

Mario Suárez, jefe de meteorología de la Base, contó al diario Clarín que “estuvimos 30 minutos afuera. Este espectáculo natural hizo que toda la base saliera a sacarse fotos con la aurora de fondo. Teníamos viento calmo y nubosidad cero. Se pudo aprovechar perfectamente. Así que avisamos a nuestros compañeros… porque en promedio, las auroras pueden durar minutos o no más de un par de horas”.

La intensidad de la tormenta hizo posible que se la viera durante 10 horas.

La belleza de estas luces, de rara frecuencia en el Polo Sur, suelen ser habituales en el Polo Norte. Según explican los meteorólogos, desde marzo/abril hasta setiembre es la temporada en la que suelen avistarse auroras australes. El número varía desde 40 a un centenar al año.

Vale señalar que las tormentas comienzan a gestarse con una eyección de masa coronal, conocida como CME, que fue detectada el domingo 1 de junio y que, al alcanzar la magnetosfera terrestre, elevó los niveles geomagnéticos hasta un punto que no se registraba desde mayo de 2024, oportunidad en la que también se visualizaron auroras australes en toda la Patagonia, tanto en Argentina como en Chile.

En dicha oportunidad se organizaron expediciones de fotógrafos para poder registrar las fosforescencias fabulosas que provocan y en redes sociales abundan tomas de gran belleza.

INCONVENIENTES ELÉCTRICOS

Una erupción solar por intensidad y velocidad se transforma en una tormenta geomagnética y eyecta nubes de plasma que en muy raras ocasiones alcanzan la Tierra.

Se espera que esta vez no lo haga, porque vale recordar que tienen la capacidad de causar daños en el sistema eléctrico, ya que son las explosiones más grandes y potentes de nuestro sistema solar.

La tormenta hizo que la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) y la NASA recordaran que el fenómeno geomagnético puede afectar incluso la conectividad de internet. O el caso de lo señalado por la Agencia Espacial Española (AEE), que seguirá monitoreando la tormenta para evitar daños colaterales, como un posible apagón general.

ALTERACIONES

Según comunicó, puede provocar “alteraciones en redes eléctricas de alta latitud, perturbaciones en comunicaciones por radio de alta frecuencia, posibles errores temporales en sistemas de navegación por satélite y efectos transitorios en satélites en órbitas bajas debido al incremento de la densidad termosférica”.

Las tormentas solares liberan grandes cantidades de energía en forma de radiación y partículas cargadas. Estas emisiones se desplazan a través del espacio y, si están orientadas hacia la Tierra, pueden interferir con el campo magnético del planeta. A este tipo de alteraciones se las conoce como tormentas geomagnéticas, cuya intensidad depende del tipo de erupción solar que las origine.

Las eyecciones de masa coronal (CME) son especialmente peligrosas por la densidad y el volumen del plasma que contienen, así como por la velocidad que pueden alcanzar durante su propagación, que en algunos casos supera los 500 kilómetros por segundo.

COLOREADAS POR LOS GASES

Como se dan en la alta atmósfera, las auroras australes pueden verse sin necesidad de usar lentes especiales.

Fueron nombradas en homenaje a Aurora, diosa romana del amanecer, en tanto que austral deriva de “auster”, palabra latina para llamar al sur.

El fabuloso rol de los gases en el color es el siguiente: el ozono determina los verdes amarillentos o los rojos y también genera violetas. El nitrógeno, en general, provoca los azules y el helio hace lo propio con rojos y púrpuras.

“El color de la aurora austral depende de contra qué gases choquen estas partículas que vienen cargadas eléctricamente cuando tocan la atmósfera”, explican los meteorólogos.

“El color verde es el más común, también suele verse azul. Pero cuando hay mayor intensidad y movimiento del fenómeno, en el centro se puede ver bien amarillo y con algún que otro borde de color rojo o anaranjado”, cuenta Mario Suárez, jefe de Meteorología de la Base Belgrano II en la sección que custodia Argentina de la Antártida.

Se puede saber cuándo ocurrirán siguiendo la página Space Weather.

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