- Fotos: Pánfilo Leguizamón
En esta edición del programa “Expresso”, del canal GEN/Nación Media, Augusto dos Santos recibe al cirujano especialista en coloproctología Prof. Dr. Isaías Ricardo Fretes. Además de reflexionar sobre el sentido de la vocación y la práctica médica, Fretes insta a la población, en especial a los varones, a superar los tabúes y realizarse los controles de rutina para evitar una enfermedad altamente prevenible, pero que puede afectar de manera dramática la calidad de vida, como el cáncer de colon.
–Nuestros padres nos heredan muchas cosas, pero en tu caso hay una herencia aún más poderosa porque tu padre fue médico, tu madre licenciada en enfermería. ¿Se puede decir que tu cuna fue un hospital?
–Sí, y creo haber tenido el privilegio de ver la transformación de la medicina en el tiempo y una transformación en deterioro en nuestro país. Yo he visto a mi papá llegando a las casas del enfermo y tras atender al paciente, venía siempre un agradecimiento con un chipa guasu o alguna cosa al respecto. Y esa imagen de la persona calificada, que era importante dentro de la comunidad, es la que yo capté.
Y ese es un aspecto que ha ido deteriorándose en la medicina, que es la deshumanización de la medicina, donde el mercantilismo empieza a ser prioritario. Yo tuve en suerte de vida formarme en una generación de médicos donde nos calificaban y tenían una nota muy alta la dación que teníamos con el paciente. Además, no se puede formar un cirujano sin disciplina.
–¿Cuáles son los ajustes que a tu criterio se deben hacer al proceso de formación de los médicos?
–Una de las cosas que yo veo en cirugía, por ejemplo, hoy en el Hospital de Clínicas es que el residente no tiene las condiciones para vivir ahí. Nosotros teníamos nuestra cama, nuestro ropero, estaba el baño comunitario, la residencia, podíamos vivir ahí, vivíamos cómodamente y entonces la primera ventaja no había atrasos porque vos estabas ahí.
Y por supuesto teníamos también nosotros dentro de ese ambiente laboral las condiciones de buen trato. Hay otro factor que es muy preocupante, que hay muchos médicos jóvenes en formación que están pasando por situaciones difíciles por consumo de productos indebidos. Eso en mi generación no existía.
–¿Este consumo podría relacionarse con un estrés de la gestión profesional o son síntomas de este tiempo?
–Yo creo que son situaciones de este tiempo y ha ido por supuesto eso incidiendo en la calidad de la formación médica. En mi época era normal que si cometías una falta, el profesor te diga “usted durante una semana no entra a quirófano” y eso era un golpe bajo para nosotros, porque queríamos entrar en quirófano.
FORMACIÓN
–¿Qué es ser médico militar?
–Muchas veces me pregunto cómo hice para sobrellevar ambas carreras. Ostento y tengo el honor de ser hasta la fecha el único almirante médico. Me encontré con una remesa de oficiales de carrera, son mis camaradas, en quienes me apoyé y que me ayudaron a sobrellevar la dura vida militar. Yo fui el primer médico que se fue a Pozo Hondo, año 84, tardé ocho días en llegar.
Fue la primera vez en mi vida que no me bañé ocho días. Ahí se inició mi proceso de formación militar. El médico que no está imbuido de ese entrenamiento militar no puede soportarlo. Yo viví en Bahía Negra en dos situaciones, bajo sombra con 48 grados o en Bahía Negra inundada, donde nos desplazábamos en canoas.
–Estudiaste en Brasil y estudiaste en Francia en términos de especialidad.
–Sí, al terminar yo la residencia médica en el Hospital de Clínicas escribí a Francia, pero no tuve una respuesta. Entonces fui al Brasil, al Hospital das Clínicas, me encuentro ahí con una jefe de servicio, algo impensable en la época, una gran señora, Angelita Habr-Gama, hoy día la mejor coloproctóloga del mundo.
Tuve la obsesión de querer ir a Europa y volví a enviar y ahí me dijeron “acá se rinde un examen en setiembre, si usted está interesado, venga”. Fui con mucho miedo porque sabía que si no salvaba ese examen, no iba a tener derecho a la bolsa, porque mis padres no estaban en condiciones de pagarme, de mantenerme en Europa. Por lo visto me dieron buena formación porque yo pude obtener esa bolsa, porque había un lugar para el extranjero.
Y así tuve la oportunidad de hacer la especialidad dos veces. Y fue una muy linda mancomunión entre el conocimiento de la patología regional, que lo aprendí en el Brasil, y en Europa conocí la tecnología. Pero me ocurrió lo que le ocurre a todo joven que viene con una formación europea y cree saber todo, hasta que la vida y la práctica médica le da unos akãpete y le enseña que la medicina es un proceso.
Decía un gran cirujano que el cirujano aprende a operar a los cinco años de ejercicio, pero en 30 años aprende cuándo no debe operar.
–Hay algo que escuché en una de sus charlas al respecto de la desprotección que existe con relación a la ausencia de los seguros de praxis. Acá los médicos están bastante desprotegidos al respecto, ¿no?
–A la semana que iba a entrar en quirófano en Francia, me dice mi maestro, el profesor Jean-Claude Sarlès, “¿usted tiene su seguro de mala praxis? Si usted comete un error, yo no voy a ser responsable. Vaya y vea”. Fui a la secretaría, hice las averiguaciones, el 85 % del seguro de mala práctica médica lo pagaba el hospital y el 15 % lo descontaban de mi salario. En ese aspecto nosotros en el Paraguay todavía no tenemos competencia entre varias empresas. Hay una empresa que sí está vendiendo seguros, pero desde un monto muy pequeño.
TABÚ
–Aparte de tener un nombre un poco complicado, la coloproctología es una especialidad que está un poco damnificada por el tabú, la ignorancia, especialmente los hombres, ¿no?
–Mi papá fue un docente de alma, profesor de la Facultad de Medicina, formador de médicos. Y él tenía que hacer sus consultorios a la tardecita, porque el varón que iba a consultar sabía que tenía que tener un tacto rectal. Eso ha cambiado mucho, pero todavía hay un tabú en relación a ello, sobre todo en el varón.
–Quiero pedirte una referencia a un problema que es de tu permanente atención, como es el cáncer de colon, y que nos expliques en qué contexto se encuentra nuestro país en esa problemática.
–Con mis residentes decidimos indagar cómo está nuestra casuística y tomamos como referencia los hospitales más importantes de Central, que es donde se puede operar un cáncer de colon. Para sorpresa nuestra, encontramos que el 30 % de los cánceres de colon son operados de urgencia y eso es inadmisible en una enfermedad que es prevenible.
DIAGNÓSTICO PRECOZ
–¿Por qué?
–Porque el cáncer se inicia de unas pequeñas bolitas, uvitas que cuelgan en la luz del intestino que se llaman pólipos. Si uno a partir de los 50 años, aunque uno no tenga la más absoluta sintomatología, se realiza el estudio, que se llama colonoscopia, y si se encuentra ese pólipo se extirpa, uno está haciendo prevención.
Pero ¿qué sucede en nuestro país? O la información no llega, las sociedades científicas tienen pocos rubros para hacer campaña de concienciación, la difusión cuesta plata o nos topamos con que ese individuo, sobre todo en el interior, no puede acceder a la tecnología o aparece nuestra cultura fuerte con el efecto tabú que hace que, por más que lo conozca, no se hace de rutina ese estudio.
–¿Será que por eso también se demora tanto ya en una situación de afectación?
–Se opera de urgencia y se le tiene que quitar el intestino y ser lo que nosotros llamamos ostomizado. Es decir, abocar el colon a la pared del intestino y hacer su necesidad hacia una bolsita que se adhiere a la pared del abdomen. Y no debería llegarse a esa instancia.
El pronóstico no quiere decir que no se cure, pero el pronóstico es más feo, el sufrimiento es mayor y la persona que tiene un cáncer de colon debe ser conciente de que el proceso hacia la curación es prolongado. Estamos hablando de un año y no solo sufre ese paciente, sino que también detrás de él arrastra a la familia.
Y es un cáncer que es prevenible, como el cáncer de cuello uterino, pero hay una incidencia alta todavía a pesar del gran esfuerzo del Ministerio de Salud.
LABOR SOCIAL
–Hablanos un poco, doctor, antes de despedirnos de esa obra fantástica de la promoción 1983.
–Estábamos en Yataity del Guairá unos tres médicos, pueblo chico, viene un vecino preguntando si podíamos atender a una paciente. Fuimos, vimos a la paciente, era una ancianita, estaba deshidratada. Enseguida nos dimos cuenta de que no iba a poder comprar la medicación que necesitaba.
Fue este colega a comprar el suero, le pusimos antibióticos y la señora insistió en pagarnos y nos pasa seis huevos, a dos huevos cada uno. Ahí nos dimos cuenta de que la satisfacción que obtuvimos al salir de la casa de esa ancianita fue muy importante. Y surge la idea de hacer una atención médica grande en esa misma ciudad.
Y así iniciamos en 2015 la atención médica en Yataity del Guairá. En sus inicios tomamos solamente la parte médica con escaso instrumental o aparataje de diagnóstico. Crecimos en el tiempo gracias a la credibilidad y hoy día somos 185 médicos que nos vamos a poblaciones alejadas y carenciadas de la república a llevar una medicina de muy alto nivel, amparados en el trabajo conjunto con amigos no médicos que vieron honestidad y credibilidad en el proyecto, porque estos 185 médicos no van a poder aplicar su buen arte si no son acompañados por estos amigos no médicos que nos hacen trabajar.
–Este es uno de los proyectos de civilidad más importantes de esta década...
–Este año vamos a ir a Yegros. Estamos hablando de un contingente de 335 personas. El 5 y 6 de setiembre vamos a estar tomando como epicentro a Yegros, pero vamos a abarcar las ciudades de Yuty, 3 de Mayo, Bertoni y Yegros, o sea cuatro comunidades. Es largo hablar del proyecto, pero voy a comentar solamente este hecho. Ya fuimos a conocer las cuatro comunidades porque antes introdujimos una metodología militar.
Es lo que aprendí en las Fuerzas Armadas, el estudio de situación. ¿Dónde íbamos a ir? ¿Qué hay? ¿Qué no hay? ¿Qué tenemos que llevar? ¿Qué prevalencia de enfermedades hay? Y ahí nos enteramos, por ejemplo, que en 3 de Mayo uno puede enfermarse solamente de lunes a viernes de 7:00 a 15:00. Después ya no hay médico.
–Imaginemos una escena que le tocan el timbre o golpean la puerta en la casa y es un chico que hizo un estudio vocacional y encontró que quiere ser médico. ¿Cuáles son dos o tres cuestiones básicas que le recomendaría para que su vida sea de satisfacción y plenitud?
–Hoy día el ejercicio médico es riesgoso si es que uno no está bien formado y no adquiere el concepto de la capacitación constante. Eso está ligado a un costo. Segundo, no tiene ningún valor ser un profesional médico muy capacitado sin humanismo. En la conjunción de ambas cosas viene la aureola de la vocación. La vocación es la que le quita a uno el cansancio y abre la vía para llegar a la satisfacción espiritual, que es el privilegio de esta profesión que vanamente intenta emular al creador.