• Jimmi Peralta
  • Fotos: Cristóbal Núñez

El empresario, publicista y escritor José Daniel Nasta presentará esta semana su nuevo trabajo editorial. Se trata de una compilación de narraciones acopiadas en su memoria. Algunas fueron escritas allí por su propia vida, otras colectadas de boca de amigos, pero que juntas, y entre cada punto final, invitarán al lector a la risa, la emoción y la reflexión.

“El libro recoge anécdotas, algunas son personales y otras son de muchas personas. En algunos casos las nombro y en otros, no; quedan como anónimas. Cuando les consulté si podía citarlas, algunos dijeron que sí y otros me pidieron no aparecer, aunque sí me autorizaron la publicación de la historia”, explica José Daniel Nasta, reconocido empresario, quien con mucha frecuencia “se pone el sombrero de escritor”.

Nasta presentará el próximo jueves 29 de mayo, a las 19:00, su último trabajo editorial: “Pequeñas historias que hacen grande la vida”. El acto tendrá lugar en la residencia de la Embajada de Francia (Rca. Dominicana 146 casi Mcal. López). Se referirá a la obra el anfitrión, S.E. don Pierre-Christian Soccoja.

Se trata del decimoquinto libro de Nasta. Si bien en ellos ha abordado diferentes temas, excusas y formas, siempre tiene como hilo la propuesta de una narración que atrape al lector.

DESCUBRIMIENTO

“Desde que empecé mi trabajo profesional hace 60 años, siempre quise salir a descubrir el mundo y que el mundo me descubriera. ¿Por qué? Porque a mí siempre me fascinó la oportunidad de conocer otros países, conocer otro tipo de gente, otros idiomas y tratar de mantener diálogos que me enseñen cosas. Por otro lado, hay personas que se podrían estar perdiendo algo de la vida, porque en vez de aprender de ella están estableciendo una medida rígida que no les permite descubrir y crecer. ‘Pequeñas historias que hacen grande la vida’ son esas pequeñas historias que están ahí. Muchas veces uno no se da cuenta del significado de las pequeñas historias”, explica Nasta sobre el fino matiz que pone en valor las experiencias, desde la apertura hacia las vivencias y del significado que de ellas nacen.

Para José Daniel todo acto humano hace grande la vida. Sea pequeño, sea gigantesco.

Él plantea mirar la vida como una oportunidad, oportunidad de conectarse con la intensidad que le es propia, con los desafíos, alegrías y hasta los sinsabores.

“La vida no es lineal, la vida es siempre extremos por los cuales vas pasando y lo que vos tratás es de mantenerte lo más posible en la mitad de ambos extremos, sabiendo que ambos son momentos. Y la clave para mí es mirar la vida y ejercer la vida desde la paz, que es la parte más difícil, porque la paz te permite llegar a la felicidad, pero la felicidad no siempre te permite llegar a la paz. Y entonces ahí es donde uno tiene que saber establecer sus propios valores”, comenta.

LA ACCIÓN

José Daniel es un hombre afable de 77 años. Rodeado en su oficina de una colección monumental de obras de arte cargadas de historia, es la cabeza de un grupo empresarial que está en la vanguardia del rubro publicitario en el país desde hace varias décadas. Él define el sentido de su ser enfocándose en el hacer, con la mirada puesta adelante, buscando siempre avanzar dentro de los múltiples roles que asume.

“La palabra que me define a mí es ‘acción’. Yo soy una persona que hace cosas. Y necesitamos buscar palabras mantra que nos impulsen. ¿Por qué? Porque esas son las verdaderas motivaciones detrás de todas las acciones de nuestra vida”, explica.

“El autor de este libro es un profesional que se dio a sí mismo varios roles. Se pone el sombrero de empresario, se lo saca; se pone el sombrero de padre de familia, se lo saca; se pone el sombrero de escritor, se lo saca. No se pone el sombrero de intelectual porque no le interesa esa clasificación, se pone sombreros que impliquen acciones”, agrega.

VITALISMO

Esta definición lo plantea no como una actitud, sino como un modo de actuar, de ser, que se proyecta hacia el tiempo futuro. Es hasta podría decirse una suerte de vitalismo nietzscheano; es decir, no un sistema de ideas, sino una filosofía para la acción.

“El tiempo pasa y uno comete una gran cantidad de errores en el camino. El tema está en que uno no puede quedar pegado a esos errores porque si no se olvida de mirar adelante y la vida es para adelante, para avanzar, no para mirar hacia atrás. En un determinado momento de mi vida yo hice una reflexión y dije ‘caramba, yo le falté el respeto a fulano, mengana, perengano’. Hice una lista de todas las personas, les pedí una reunión y me fui a pedirles disculpas. ¿Qué hice yo? Me saqué mochilas de encima, mochilas para avanzar con más libertad hacia adelante”, reflexiona.

Desde la mirada filosófica de Daniel, el ser humano es energía y, como tal, tiene la capacidad de atraer y repeler, sean personas, hechos, circunstancias, negocios u oportunidades.

“Todo hecho que te sucede, sea bueno, regular o malo, acaba produciendo un efecto y una influencia. Hay personas que se quedan en el lado negativo del hecho. Yo siempre me dije a mí mismo que, aun en una situación negativa, tenía que sacar enseñanzas positivas. ¿Por qué? Porque yo soy una persona que miro la vida desde lo positivo y no desde lo negativo, y eso me ha traído más satisfacción que pensar negativamente”, explica.

EL LIBRO

“Pequeñas historias que hacen grande la vida” reúne en 196 páginas narraciones breves, con una propuesta gráfica que juega en cada página con la idea de ofrecer una diagramación original en función de la historia que cuenta. La editora del material fue Flavia Laterza, mientras que el diseño es de María Celeste Prieto.

“La estética es una manera de relacionarnos con la vida. Entonces el hecho de presentar una propuesta distinta yo creo que le genera un valor agregado al libro. ¿Por qué? Porque las historias pueden tener dos páginas o pueden tener un párrafo. Sea como sea son pequeñas cosas que hacen grande la vida”, refiere el escritor.

“Si bien las historias del libro me las fueron contando, hago también reminiscencia de lo que fue la Asunción de mi infancia, la Asunción de mi juventud, los raudales de la plaza de los Héroes que teníamos que cruzar cuando pretendíamos ir al cine los días de lluvia los fines de semana. Venían los chicos de la Chacarita y te ponían unos ladrillos y unos tablones de madera para no mojarte los zapatos y había que pagar 50 céntimos para eso”, comenta.

La metodología de producción de Nasta es apoyarse en su oralidad. El trabajo para las publicaciones le suele llevar entre 12 a 18 meses. El material se va constituyendo a través de un flujo de dictado, transcripción y corrección. En ese proceso va adquiriendo una forma, una idea final y de ahí nacen los nombres.

“La gente que ha podido acceder a los manuscritos del libro me ha dicho que hubo momentos en que rieron de las historias y otros momentos en que se quedaron sensibles. Esa es la vida, esa es la dualidad en la que transcurre”, comenta.

LAS HISTORIAS

Según explica, durante el proceso de redacción él busca ponerse en los zapatos del lector para hacer un libro interesante y atractivo, alejándose del aburrimiento. Así, la narración la termina por destacarse como herramienta en esa búsqueda.

“En 1983 publico mi primer libro por insistencia de Humberto Rubin. Yo siempre le decía ‘me gustaría escribir un libro’. Mi papá fue periodista durante muchos años y yo decía que me gustaría escribir un libro. Y Humberto me dijo ‘¿por qué no escribís sobre nombres raros? Que vos tenés una colección de nombres raros absolutamente insólita’. Ahí me puse a buscar y bucear en mi archivo de nombres para tratar de darle algún sentido lógico, divertido y conceptualmente interesante. Los nombres vienen de un lugar, tienen historias. Entonces me dije ‘si contás historias alrededor de los nombres, ahí pasan a adquirir otra dimensión’”, ejemplificó.

“Pequeñas historias que hacen grande la vida” es una forma más que Daniel encontró para trasmitir sensaciones e ideas y con él abrirá también un nuevo espacio de escucha de otras sensaciones e ideas, siempre a través de historias. “Lo que te quiero significar es que todos los días tenemos oportunidades de incorporar historias que hacen grande la vida”, afirma.

Nasta confiesa que hace muchos años estudia la cábala, un sistema místico y esotérico judío que se vale de las historias de la Biblia para revelar ciertos conocimientos que guardan relación con el sentido íntimo de las cosas.

“Mi primer maestro cabalista me dijo que hay que contar siempre historias a los niños para que se duerman y a los adultos para que despierten, porque de repente una historia contada a tiempo te puede permitir abrir los ojos a una situación que estás enfrentando si estás lo suficientemente alerta para percibir la situación como es”, concluye.

EL COLECCIONISTA

José Daniel Nasta es un reconocido empresario del rubro de la comunicación y el marketing. Así también, se destaca por ser un importante coleccionista de arte, con más de 7.000 obras en su inventario. Su relación con el ingenio, la creatividad y la estética lo terminaron de acercar a un mundo donde repite un quehacer que es también familiar en diferentes rubros: su hermano colecciona instrumentos, su hijo motos y su padre libros.

“¿Cuáles son los roles que están involucrados en el arte? Hay diversos tipos de artistas, pintores, ejecutores, artesanos; están los curadores, los críticos y estamos las personas como yo que somos coleccionistas. Yo definí mi rol como coleccionista y decidí no estudiar el arte desde su formación técnica para decir ‘esto es naif, esto es moderno, esto es posmoderno’. A mí no me interesa. Yo siempre he tratado de que las cosas tengan respuestas simples y lógicas”, explica.

Su vínculo con la obra se da a través de lo que llama la sorpresa estética, el placer frente al momento estético que genera emociones.

“¿Cómo compro una pintura? Me pregunto ¿es atemporal?, ¿qué significa la temporalidad? Que pueda, pese a que ese cuadro haya sido diseñado en el 64 o en el 68, hoy en la segunda década del siglo XXI siga estando vigente. Entonces es atemporal. Y eso me enseñó mi colección de sillas. Y la segunda pregunta es ¿lo colgaría en mi casa? Recuerdo que Mónica Matiauda hizo un cuadro fantástico del presidente Stroessner. Entonces me pregunté ¿es temporal? Sí. ¿Lo colgaría en mi casa? No. Pero si yo me hubiera hecho la pregunta de si ¿tiene valor museístico? Lo hubiera comprado. Porque esa es la tercera pregunta que tenemos en la Fundación de Arte Texo y un museo. ¿Por qué? Porque hay cosas que están en los museos que están hechas para crear un shock, pero uno no puede vivir con cuadros shock en su casa, sino que necesita la intensidad de la calma que un cuadro pueda transmitir”, asevera.

Dejanos tu comentario