En este viaje “Expresso” a San Ignacio Guazú, Augusto dos Santos visita el Museo Viedma / Experiencia Jesuita-Guaraní (MUVA) para conversar con su creador, el veterano artista plástico Manuel Viedma, quien a sus 84 años sintetiza más de 50 años de creación pictórica basada en la historia, la cultura y la fe del Paraguay.
- Fotos: Pánfilo Leguizamón
¿Cómo se puede empezar relatando su inspiración para que todo este emplazamiento tan gigantesco, de una calidad conmovedora, esté convirtiéndose en realidad?
–El mayor protagonista es una presencia intangible que fue como colocando el norte desde muy pequeño por donde debía transcurrir mi existencia. Ese norte fue marcado desde el principio. Mi padre es combatiente de la guerra del Chaco y de la revolución del 47. Un poco hastiado de todo, sale de Carmen del Panamá. Estábamos tres chicos todavía pequeños y su cuarto hijo fallece en su regazo por problemas de sarampión. Y nuestro país en esos lugares no contaba con médicos ni farmacias y fallece. Y ese fue como un resorte liberado prácticamente para nosotros porque él tomó a toda la pequeña familia y nos trae de mudanza a San Ignacio.
–Acá empieza la fundación de los 30 pueblos jesuíticos ¿Eso le inspiró también supongo?
–Lo que más me inspiró fueron cosas muy simples, que me marcaron mucho. En abril de ese año, llegamos después del 47, habrá sido el 48 o 49, a San Ignacio. Nos ubicamos en una pequeña humilde casa y llega julio, que es la fiesta patronal. Todo el mundo volcado alrededor de la iglesia con la procesión de San Ignacio y mi padre por delante también. Entonces, he visto en ese momento de niño, he visto una presencia rara para mí, nunca he visto, de un señor vestido de negro totalmente y para más elegante y me surge una pregunta, saber quién era ese diferente a los demás. Y le pregunté a mi madre, que ya nos inició en la fe con las oraciones humildes de la casa, de María, del ángel de la guarda y todo eso, ya teníamos en alguna medida una especie de principio en cuanto a una mirada de fe. Entonces, ella se arrodilla y me dice: “Ese señor tiene las manos consagradas”. Es decir, Dios a través de sus manos bendice y la bendición significa liberarnos de nuestros errores.
–¿Los artistas tienen las manos consagradas?, los artistas plásticos en particular.
–Los artistas, creo yo, tienen una misión que cumplir. Solamente que, además de la vocación, que es un don, un talento, una vocación tiene la misión de entender que eso es un don y que está en su voluntad realizar el proceso de profesionalización y de hacer que la profesión de manejar los cinceles, los pinceles, los colores, las esculturas, las proporciones, que son las leyes del arte académico y clásico. Pericles el quinto, el gran gobernador de Grecia, le recomendó a unos artistas descubrir cuáles son las leyes del arte. Ellos lograron identificar la proporción, que no sea desproporcionado; que en la expresión haya una comunicación en la obra y la tercera parte es creatividad, interpretar esos elementos para poder producir una obra que comunique para siempre.
CONTEMPLACIÓN
–Quiero que nos converses un poco al respecto de qué es el Museo Viedma y qué es lo que va a ofrecer a sus visitantes en un futuro inmediato.
–Antes de la inauguración ya tenemos una cantidad bastante considerable de visitantes, curiosamente la mayoría jóvenes y niños, que además de los adultos medianos o mayores, tienen como objetivo no solamente visitar y curiosear, sino descubrir algo muy importante, descubrir las tres capacidades que tiene todo ser humano, que es la de sorprenderse. Luego, el segundo piso de la sorpresa viene ya a continuación la contemplación, porque la contemplación es un estadio donde vos te parás y quedás como fascinado sobre algo. Después de la contemplación viene el diálogo de lo que contemplás. Eso que estás contemplando, que te detenés, no de paso, sino de una manera de entrar en ese universo que llena tu vida interior, intelectual, espiritual y psicológica, llena de plenitud, te induce, te llena de plenitud, te induce a algo, el hacerte un cuestionamiento.
–En esta historia están muy presentes los indígenas que, sin embargo, son muy desconocidos para nosotros, ¿no?
–Personalmente he descubierto en este proceso que la gran respuesta que la humanidad está pidiendo al grito de socorro tienen los ancestros. ¿Por qué? Porque son dueños de una estabilidad emocional impresionante y tienen una capacidad de conducirnos a esa soñada estabilidad, paz y contemplación de lo que nos rodea. ¿Cómo? Los jesuitas, los dominicos y los franciscanos han visto que los originarios eran capaces en comunidad de saludar el día con el sol naciente y dar gracias a Tupã, el creador, que es nada menos que el pytû opa, el ser divino que acabó con la oscuridad. Entonces, en comunidad podían saludar la gran generosidad de Tupã para ofrecerles un día entero de vida y luego ese saludo se repite contemplando el atardecer, el sol que se va.
–Si tuvieras que responder en términos de catálogo, ¿qué es lo que va a encontrar el visitante de este museo en términos de obras de arte?
–Yo les pregunto a los visitantes cuáles fueron las preguntas que surgieron. Y empiezan ¿por qué la medicina de los ancestros? ¿Por qué el remangarse de los sacerdotes con los originarios? ¿Por qué el yvyra pepe es el más alto de todos los árboles que supera las copas de los árboles? ¿Cómo fue el encuentro del padre (Marciel) Lorenzana con el cacique Arapysandu? El yvyra pepe era un árbol gigantesco, alrededor del cual en cada tormenta, en cada brisa fuerte, Arapysandu les reunía a treinta, cuarenta, cincuenta, cien jóvenes, porque el yvyra pepe superaba las copas de los demás árboles. El viento rozaba las ramas contra las otras ramas y emitían sonidos de alto registro, distintos sonidos, siete, ocho, diez tipos de sonidos. Y los jóvenes lo que hacían es copiar, hacer una especie análoga con la garganta. Es por eso que Domenico Zipoli encontró entre los jóvenes nativos las mejores voces de registro, superiores a las voces de los europeos.
VOZ UNIVERSAL
–¿Cómo fue esa fusión?, ¿fue armónica o traumática?
–Yo no le llamaría fusión. Los predicadores de la Iglesia llegaron a estas tierras para evangelizar, para dar la buena nueva. Pero ¿con qué se encontraron? Ellos decían: “Nosotros somos evangelizadores, pero somos también evangelizados”. O sea, que ellos lograron descubrir que los nativos ya estaban preparados para tener una inmersión, un acople a la dimensión divina como tenían capacidad para sorprenderse, para contemplar, para dialogar con la naturaleza. El Espíritu Santo tiene distintos sonidos que se pueden comprender en cualquier lengua. O sea, es una sola, es una voz universal.
–¿Cuál es la ilusión del fundador de este proyecto al respecto del cómo las personas del futuro se relacionarán con el arte y con las historias jesuíticas?
–Ya se está cumpliendo a la edad que tengo. Aterrizaron personalidades como el doctor Miguel Ayuso, exasistente principal de Benedicto XVI, y el periodista Amaro Gómez-Pablos. Se presentaron artistas, historiadores, filósofos y escritores de dimensión sana y fuerte internacionalmente, con ganas de remangarse con nosotros. ¿Cómo? Escribiendo, haciendo música clásica, música típica, música folclórica, teatro, coros. Entonces, ¿en qué va a ayudar esto? Comunicar estos canales saludables y ver que es posible todavía conseguir una estabilidad y una felicidad alegre y sana.
–¿Cómo fuiste forjándote como un artista que es reconocido y que hoy en día devuelve con un museo, entre otras cosas, ese camino?
–A mí me calaron muy fuerte dos cosas. El primero, la capacidad de sorprenderse, de contemplar y de dialogar que tienen los ancestros y que hace falta en este mundo hoy para explicar y llenar la expectativa del mundo. Hace falta actitud de diálogo, pero los discursos de la humanidad hoy día apuntan a lograr que una empresa recaude. Entonces, el avance prácticamente son esas dos cosas. Entender que acá en este lugar fácilmente puedes entrar en una contemplación y al entrar en esa contemplación surge la necesidad de diseñar, de realizar una temática sobre el paisaje. O sea, que hay suficiente material para contemplar y crear y poner en mano de las nuevas generaciones.
ENCUENTRO
–¿Cuántas obras son?, ¿cuánto tiempo te demoró pintarlas?
–Hay aproximadamente 50 años de proceso, 50 o más años, y más de 80 obras. Eso no ha sido producto de una elucubración individual, ha sido el producto del encuentro que ya estaba maduro en nuestro pueblo querido. Yo trabajé muchísimo tiempo hasta los 50 y tantos años y tuve un problema pulmonar por el tema del polvo de la piedra. Yo aprendí escultura y pintura a la manera antigua, sin máquinas peligrosas.
–¿Cuál fue la fuerza que te movió?
–Yo soy un fervoroso católico, no porque me impusieron, sino porque he encontrado que la fe católica es una fe real, una fe verdadera. El museo tiene esa finalidad, hacer que la gente encuentre, no porque se le habla solamente, sino porque existe una realidad tan intangible que le puede mudar la vida. La gente se levanta y dice “yo estoy contento por haber elegido mi profesión” o “me faltan dos años para recibirme y ahora encuentro la motivación suficiente para culminar y servir al país”. Entonces, es una forma de promover una sociedad sana, una sociedad que pueda autosustentarse.
–¿Cuál es la importancia de la identidad para ese futuro?
–Hay cinco pilares. Historia, es decir, de dónde venimos, cómo hemos atravesado el tiempo; cultura, ese tiempo que hemos atravesado con los sacerdotes, con los indígenas, qué sello puso en la cultura, hablar el guaraní jopara, hacer música, entendernos, vencer en la guerra del Chaco con el guaraní, pelear la guerra de la Triple Alianza. Entonces, es historia, cultura, fe, educación e identidad. La madre indígena tiene un bebé y no lo desmamanta a los un mes o dos meses. Las indígenas tenían cuatro o cinco años en el regazo. ¿Por qué? Porque la mirada de la madre debía ser descubierta.
Por eso San Roque González llevaba la imagen de la Virgen Vicentina, de la Virgen Conquistadora, pues tenía unos ojos muy grandes. Los indígenas identificaban a la mamá que les miraba y decían “esa es nuestra madre” (péa ñande sy guasu), Tupasy, la madre de todos. Por eso San Roque González llegó a fundar 10 ciudades y ha convertido a muchísima gente, por la mirada impresionante de la madre a los hijos. Por eso Caacupé concita a millones de personas. Una vez un periodista muy agudo le pregunta a un campesino “¿cómo es tu Dios?, ¿cómo es la Virgen?, ¿es grande o es chica?”. Y le dice el campesino “es tan grande que no cabe en la cabeza de un sabio como usted, pero es tan pequeño que cabe en el alma y en la cabeza de un hombre humilde como yo”.
–¿En qué mes es la inauguración?
–En noviembre, porque en noviembre pueden todos los popes. Se comprometió el cardenal y ojalá pueda venir la primera dama a cortar la cinta. Va a ser como un pilar que sustenta el encuentro con lo que nosotros somos. Paraguay puede ser un pequeño David que puede tumbar a un Goliat.