Oriunda de Malasia, Anita Yusof es una profesora de educación física jubilada, está haciendo un viaje en moto por los siete continentes y planea llegar hasta la Antártida. Pasó por aquí y le gustaron Asunción, la ruta que la trajo desde Ciudad del Este y la amabilidad de los paraguayos. Asegura que los paisajes, la gente, la naturaleza, la diversidad que pudo apreciar en sus miles de kilómetros de ruta la van enriqueciendo y hacen que valga la pena el esfuerzo.

De niña soñaba con recorrer el mundo y ya de joven salió a cumplir parte de ese man­dato infantil viajando de mochilera a Europa. Lo sor­prendente del caso es que Anita, que hoy tiene 57 años, siempre viajó sola.

Lo de la moto le apareció en 2012 como una vía de escape a una situación difícil en su vida, pues se estaba sepa­rando de su pareja. “Me dije ‘hagamos algo loco antes de volverme loca’”, comenta entre risas desde la casa de Barrio Obrero en la que se alojó por unos días en su paso por nuestro país.

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Había leído el blog de un ciclista malayo que viajó a Kirguistán con el que entabló contacto. Allí este le advir­tió que viajar en bicicleta le insumiría más tiempo que las vacaciones que disponía Anita cuando todavía era pro­fesora de educación física en la universidad.

Entonces, le recomendó hacerlo en moto y así fue que Yusof se subió a una, practicó durante un tiempo y se largó a dar la vuelta a su país.

En 2015 se propuso hacer 40 países en cuatro continentes, en el que fue su primer viaje mundial.

“Fue una experiencia fantás­tica, pero no quedé satisfe­cha. Así que comencé a pla­nificar este segundo viaje para el que tuve que ahorrar dinero durante tres años”, cuenta.

Así, en 2019 nació el “Viaje de ensueño mundial 2″ (Global Dream Ride 2, en inglés) que actualmente sigue en mar­cha recorriendo Sudamérica. En ese trance, pasó por nues­tro país.

Aquí su diálogo con El Gran Domingo de La Nación:

–¿Qué te pareció Para­guay?, ¿qué te llamó más la atención?

–Y lo primero que realmente me impresionó fue la auto­pista entre Ciudad del Este y Asunción. La verdad es que hace tiempo que no siento tranquilidad andando en moto. Es grande y no hay tantos vehículos, tanto transporte, tráfico, no como en Brasil. La otra cosa que me llamó la atención es la amabilidad de la gente. El otro día llegando a Asunción me seguía un señor en un camión, se me adelantó y bajó la velocidad, así que no sabía cuál era su intención, hasta que bajó la ventanilla, son­rió y me pidió que me detu­viera. Resulta que también era un motociclista que gusta de los viajes y me ayudó car­gando un tanque de gasolina. ¡Fue muy amigable y esto también me sorprendió! No podía hablar inglés, así que nos entendimos en el poco español que hablo yo.

PLANIFICACIÓN

–¿Cómo preparás la logís­tica de tus viajes? ¿Redes de motociclistas, amigos?

–Siempre he creído que no planificar es planificar el fra­caso. Me aseguré de inves­tigar mucho para prepa­rar mi ruta y también para obtener soporte. Por suerte en internet puedes conse­guir cualquier cosa. Leo los blogs de otras personas que han hecho esto antes y me comunico con ellos. Y luego también me uno a grupos de Facebook para gente que viaja así como yo y a partir de ahí empiezo a construir mi red con clubes de motociclis­tas donde algunos de ellos me reciben o me muestran su ciudad y para los lugares en los que no pude obtener apoyo voy a casas de hués­pedes u hostales que sean baratos. Ahora, en los paí­ses caros uso mi equipo de camping, por ejemplo en EE. UU., Canadá o Alaska. También en algunos países de Europa como Noruega, que es muy caro.

–¿En qué vas pensando mien­tras recorrés los caminos?

–No tengo nada especial en mente porque me concen­tro en el tráfico, voy atenta a la carretera, si hay baches y demás. Pero cuando el camino está tranquilo y hay una hermosa vista, normal­mente lo que tengo en mente es alabar a mi Dios. Soy musulmana, así que siem­pre recito oraciones y admiro la vista y la creación de Dios. ¡Alabado sea Dios! También a veces, cuando estoy con­duciendo, el camino está tranquilo y no hay alguna hermosa vista para disfru­tar. Así que mi mente vaga hacia algunos recuerdos de mi infancia o con mi familia, del trabajo con mis colegas y cosas así.

–¿Cuál es el destino final de esta travesía y qué expectativas tenés?

–Quiero llegar a la Antár­tida, pero por el momento no lo he confirmado y no quiero hacerme ninguna expecta­tiva. Mi lema es “si no quie­res frustración, no te pon­gas expectativas”. Así que sé que la Antártida es hermosa, pero también que ir hasta allí depende del clima. Una vez que llegue a Ushuaia, Argen­tina, que es la ciudad más aus­tral del mundo, veré si puedo llegar. No compré el tour en este momento, pero si logro ver esa belleza le daré gracias y alabaré a Dios. Pero si no logro ver la belleza, enton­ces está bien, no es para mí en este momento.

RECORRIDO DIARIO

–¿Cuántos kilómetros hacés por día?

–En general un mínimo de 50 kilómetros y un máximo de 750 kilómetros, que fue lo que hice durante mi primera vuelta al mundo. Ahora para esta segunda lo máximo que hice fue 500 kilómetros o poco más. Cuando hice mi primera vuelta tenía 47, pero ahora ya voy a tener 57 años. Entonces, ya no soy joven y mis fuerzas se han reducido mucho. Noté esto especialmente después de recibir la vacuna contra el covid-19. Pero en días normales, si no tengo prisa, no recorreré más de 300 kilómetros por día.

–¿Cuántos países ya visi­taste?

–Si sumamos los viajes de mochilera y estas giras en motocicleta, he estado en más de 100 países. En mi primer recorrido mun­dial pasé por 40 países y para este segundo reco­rrido Paraguay fue el país número 72.

–¿Cómo compaginás esta actividad con tu rol de mamá y de profesora?

–Tengo dos hijos y ambos son mayores. El más grande está casado y tiene 2 hijos. Entonces, soy abuela de un niño y una niña y mi otro hijo va a cumplir 30 años, entonces no tengo nin­gún problema con mi rol de madre porque mis hijos ya son adultos. Como pro­fesora, antes de hacer mi segunda vuelta al mundo opté por la jubilación anti­cipada. Entonces, ya no tra­bajo porque ya me jubilé. Así que soy libre de hacer lo que quiera y no hay más restric­ción o limitación de tiempo para mí.

SOBRE LA VIAJERA

Anita nació en Batu Pahat, Johor, en Malasia, pero se crió en Ipoh, Perak. Fue profesora en la Universidad de Educación Sultan Idris (Departamento de Educación Física del IPG Campus Ipoh). En su primer viaje en moto hizo 64 mil kilómetros. Le gustan el rock y el heavy metal de los años 80 y 90, y su libro favorito es “Anything”, de Sidney Sheldon.

Anita Yusof, viajera en moto. Foto: Roberto Zarza

UN RECORRIDO AMBICIOSO

Anita Yusof en su paso por Sudamérica ya visitó Perú, Chile y Bolivia en un primer tramo hace unos años. En la oportunidad recorrió el río Amazonas.

De allí pasó a las Guayanas, Venezuela y luego regresó a Brasil, desde donde llegó a nuestro país. De aquí cruzó a Argentina para dirigirse a Uruguay. De allí reingresará a Argentina para ir hasta Chile, desde donde planea llegar hasta Ushuaia para, si logra conseguirlo, tomar un crucero a la Antártida.

“Entonces, a finales de 2024 terminaré Sudamérica. Después de eso, enviaré mi motocicleta a Australia, continuaré viajando desde Melbourne, probablemente hasta Darwin, y luego desde Darwin cruzaré a Timor Oriental y luego haré un ‘island hopping’ (salto de isla en isla) desde Timor Oriental hasta Lombok, Bali y la isla de Java, y luego de regreso a mi país, Malasia. Así que lo más probable es que termine la gira en algún momento de 2025″, detalló.

La viajera Anita Yusof, de Malasia

UNIENDO CONTINENTES

“Por el momento ya estuve en cinco continentes en este segundo viaje”, cuenta Anita Yusof, la motociclista malaya que pasó por Paraguay en su increíble recorrido.

“Lo más emocionante fue estar en África por primera vez”, cuenta. “Es un gran continente, así que sabía que no podría llegar a todos los países, por lo que elegí 16. Luego, por la pandemia del covid-19 logré ir a 14 de ellos. Los otros dos tenían las fronteras cerradas, pero ya no importa”, expone. “Pude ver las diversas tribus africanas, sus culturas tan singulares, la ropa y todos los accesorios que usan, que fueron realmente fascinantes para mí”, comenta. “¡Y algunos ni siquiera usan nada.

No usan ropa. Las mujeres están en topless! Me tocó ver al pueblo himba en Namibia que tiene esta costumbre”, apunta. “Esto es algo que no verás en ningún otro lugar del mundo como la vida silvestre que vi deambulando que es maravilloso. En otros países solo verás vida silvestre en el zoológico, pero en África ves elefan-tes al borde de la carretera, muchas jirafas y muchas cebras. Es realmente muy interesante y emocio-nante”, dice entusiasmada.

UNOS ANFITRIONES ESPECIALES

Estableciendo su red de contactos, Anita Yusof se encontró con Manuel “Toto” Velázquez y su señora Pushpa Pana­dam, también de Malasia, que la alo­jaron en su casa de Barrio Obrero. “Les estoy muy agrade­cida por recibirme aquí y tratarme como a un miembro de su familia. Esto real­mente tocó mi corazón y porque me die­ron una muy buena bienvenida y me sentí segura, a salvo”, comentó la intrépida viajera malaya.

Manuel cuenta que “fue a través de mi señora que se hizo el contacto y ella vino a casa y estuvo tres noches compartiendo con nosotros y nuestros hijos Lisa Gayatri y Jiva José Velázquez Panadam. Después se fue a Encarnación”, expuso. “La verdad que para nosotros fue una buena visita, más para mi señora poder encontrarse aquí con una compatriota fue una experiencia muy buena. Así que salimos por Asunción a pasear haciéndola conocer algunos sitios, el Cabildo, el Palacio de López, la costanera”, contó. “También ella estuvo cocinando para nosotros un plato tradicional de Malasia, lo cual fue muy bueno para nosotros”, mencionó.

Anita Yusof se encontró con Manuel “Toto” Velázquez y su señora Pushpa Pana­dam, también de Malasia. Foto: Roberto Zarza

“Ella es musulmana y tiene sus costumbres por supuesto. También nos estuvo comentando que acá en Sudamérica únicamente necesitó visas para Colombia, Bolivia y Paraguay. Algo que siempre decimos es cómo es que Paraguay presenta estas trabas para los visitantes. Porque es una dificultad para los extranjeros conseguir visa para entrar, es raro que todavía tengamos esas restricciones”, consideró Velázquez. “Fue muy agradable tenerla acá en casa, escucharla con todas sus anécdotas de los diferentes países por donde estuvo. Por supuesto que es una persona con una experiencia diferente. En fin, es como si fuera que uno al escucharla está también recorriendo el mundo”, concluyó.

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