Los jóvenes Yakarés se alzaron con dos campeonatos mundiales de la serie B de manera consecutiva en un logro que nunca volvió a repetirse. Aquí, tres protagonistas de aquellos campeonatos recuerdan esos días con nostalgia y alegría. También ofrecen sus puntos de vista para intentar ir por nuevas conquistas en el deporte.

Rodrigo “Mazizo” Torres, el popular conductor de “Ani­males de radio” por FM Montecarlo, jugador de aquel equipo, lo cuenta en primera persona: “Hablar de Madrid 1992 significa realmente algo muy especial para mí porque el campeonato mundial obte­nido con la Sub-20 de la selec­ción paraguaya de rugby es uno de esos regalos que te da la vida sin que te des cuenta y lo tenés que aprovechar a un 100 %. La alegría llegó justa­mente cuando viene el pitazo final del partido, que fue con­tra Marruecos, y ahí es como que te cae la ficha de todo el esfuerzo”, recuerda.

Rodrigo Giménez fue el capi­tán del equipo del 92: “Es difí­cil hablar hoy en día. Noso­tros jugamos otro deporte prácticamente. El rugby en aquella época era amateur y nuestra preparación era muy distinta a la que es hoy. Pero sí como capitán te puedo decir que realmente lo que marca la diferencia en una cancha es lo que puedas dejar den­tro de ella. Nosotros éramos un grupo humano excelente y eso pudimos replicarlo den­tro de la cancha. O sea, dejá­bamos todo lo que tenía­mos, salíamos, ganábamos o perdíamos el partido, pero salíamos satisfechos de haber dado todo lo que podíamos”, resume.

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

Ariel Felippo también integró aquel team ganador: “Lo pri­mero que me viene a la mente es lo confiados que fuimos a la gira y al torneo en nuestras habilidades y posibilidades de éxito. Creo que ese estado mental fue fruto del excelente proceso de preparación del equipo. Muy ‘caraduras’ fui­mos a ganar y se dieron los resultados”, dice.

GRUPO HUMANO Y ESFUERZO

Para los tres, la clave estuvo en el grupo humano y la gira de preparación que los con­solidó táctica y técnicamente para afrontar la competencia.

Antes de arribar a Madrid, jugaron un importante par­tido de preparación en Bru­selas contra la selección de Bélgica, para pasar luego a una gira por cuatro ciuda­des de Francia, donde llega­ron a jugar contra la juvenil de París.

Cuenta Mazizo: “A partir de ahí nos fuimos a Madrid, que es donde arrancó la historia y comenzamos a trabajar par­tido por partido, pero siem­pre con una fe y una confianza enorme en el equipo, que en su mayoría estaba integrado por jugadores de los pocos clubes que había en aquel momento, que eran el San José, Curda, Old Kings, Santa Clara, Cristo Rey, Asunción, los clubes tradicionales en esa época”.

Felippo recuerda que “el poder jugar juntos, ya que entrenamos durante casi un año, y la gira en Europa afian­zaron al equipo no solamente rugbísticamente, sino tam­bién como grupo humano. La combinación de esos fac­tores con los excelentes pre­paradores técnicos que tuvi­mos, Francisco Armadans, Alberto Daher, Carlos Zela­rrayán y Jean Pierre Yuan­cich, para mí fue la clave del éxito”, memora.

Para Giménez, además del “grupo humano excepcional, sobre todo hubo una prepara­ción muy especial y dedicada para lo que eran esos años en los que no existía el profesio­nalismo en el rugby”.

ORGULLO Y FELICIDAD

Torres dice que “fueron jor­nadas maravillosas las que vivimos en cada partido, cada día que pasaba, cada compa­ñero de habitación que tenía­mos en cada hotel diferente. Y, sobre todo, cuando está­bamos recibiendo el premio como campeón de la catego­ría B, que te da derecho a ir a la categoría A, donde están los Pumas (Argentina), Fran­cia, Sudáfrica, entre otros. Y cuando nos llamaron para recibir la copa, se pusieron de pie los de las selecciones de Argentina y de Francia, que fueron los finalistas de la A en aquel momento y comen­zaron a aplaudirnos”, cuenta.

Surge en el diálogo la pregunta de por qué no volvie­ron a repetirse actuaciones a ese nivel.

Mazizo entiende que “esas fueron muy buenas seleccio­nes, las del 92/93 son cama­das con muy buen rugby y la otra gran verdad es que nues­tro rugby sigue siendo ama­teur”, por lo que la cuestión económica juega un rol.

Para Giménez, “no pudo repetirse una hazaña como esta porque nunca más Paraguay preparó con tanto tiempo y con tanto énfasis equipos juveniles”, en tanto que Felippo en coinciden­cia considera que “la falta de esos procesos largos, pacien­tes y continuos hizo que no se pudiera capitalizar. Hubo cambios en la dirigencia y mezquindades e intereses particulares desviaron la atención y no aprendimos de lo que hicimos bien (y mal)”.

Torres recuerda el apoyo del propio Gobierno, que les faci­litó un avión de Líneas Aéreas Paraguayas (LAP), “en el que fuimos de Asunción a Dakar y de allí a Madrid y, una vez que hicimos tierra en el aero­puerto de Barajas, toda la gira hicimos en tren normal, no el tren de alta velocidad que existe hoy día. Nosotros hici­mos de Madrid a Bruselas en tren y de Bruselas a las cua­tro ciudades que estuvimos en Francia, todo en tren, y en Francia volvimos nueva­mente en tren a Madrid y ahí jugamos el Mundial. Y des­pués volvimos en un vuelo directo”, rememora.

A FUTURO

Al pedirles un diagnóstico sobre el presente, Ariel Feli­ppo entiende que se está “en un momento complicado. Desde la Unión de Rugby del Paraguay (URP) están haciendo esfuerzos para promocionar y mejorar en el nivel superior (selecciones y franquicia profesional), pero descuidando a los clubes y, por ende, nuestros semille­ros”, considera.

“Para mí no es un problema de ‘jugador’, es de dirigen­tes. Así como para preparar un pilar, un medio apertura o un wing se necesita apren­der y entrenar habilidades específicas, también se debe enseñar y preparar a los diri­gentes. Fortalecer a los clubes en su institucionalidad para que luego estos puedan desa­rrollar a las bases”, propone.

Para Rodrigo Giménez, el rugby nacional “está bien en los últimos tiempos, pero está sufriendo un abandono a nivel dirigencial de casi 20 o 30 años. Entonces, la maqui­naria recién se está empe­zando a mover y nos estamos poniendo a tono con lo que son los nuevos tiempos, con lo que son los planes de alto rendimiento, trabajar con las juveniles con más inten­sidad en la parte física, en la alimentación, en todo lo que implica un jugador en forma integral, que es la nueva onda que viene”, comenta.

“Creo que tenemos que for­talecer los clubes, donde la gente vaya al club a diver­tirse, a hacer amistades, a pasar un buen momento y desde ahí van a salir los chicos o los jugadores que realmente quieren hacer la carrera de rugby profesional. Son claves para captar jugadores, por­que no todos los chicos tienen las ganas, las necesidades ni el hambre de volverse profe­sionales, lo que implica entre­nar prácticamente todos los días”, entiende.

Torres coincide: “Creo que el gran secreto siempre va a estar en las inferiores, que hoy están trabajando mucho. El rugby es hoy un deporte muy global, ya que en nuestra época era Argentina, Uruguay y después el tercero mejor de Sudamérica era Paraguay o Chile. En los 90 no existían Colombia, Brasil, Venezuela, pero hoy por hoy todos juegan y todos tienen un muy buen nivel. O sea, la vara hoy día está muy alta”, insiste.

“Algo muy importante que está haciendo la URP ahora es organizar torneos con algunas provincias de Argen­tina para que no seamos siempre los mismos equi­pos jugando entre nosotros. Se está jugando con equipos de Chaco, Corrientes, Misio­nes y Formosa y eso es muy bueno porque tenés un roce internacional, sobre todo con Argentina, que es una cuna importante de rugby, es el país más referencial del deporte en la región y llegar a los logros que llegaron es bastante difícil”, concluye señalando.

CON LA OREJA “COLGANDO”

El campeonato mundial juvenil de rugby de 1992 dejó un ramillete de anécdotas que suelen recrear los miembros del equipo campeón. Sin embargo, un episodio del juego final destaca a Rodrigo “Mazizo” Torres, quien lo cuenta así: “Es muy diferente jugar acá que tener el roce con la gente de Europa y África, sobre todo dos equipos que fueron muy difíciles, Túnez y la final contra Marruecos, durísima. Fal­taban 10 minutos para que termine el partido y en un ruck (forma­ción en defensa de la pelota) quedé en el piso y recibí un pisotón en la oreja que prácticamente me la dejó colgando”.

A pesar del dolor, había que seguir en la disputa de la final: “Nunca había sentido un dolor tan importante como ese, no podía hablar, entraron los médicos y yo no podía responder­les qué me pasaba… Y ¿qué hizo el médico? ¿Qué decidieron los técnicos? Nada, en vez de cambiarme, me vendaron con cinta y el técnico francés me dijo que jugando el partido iba a estar más despierto… lo que hizo el técnico fue concentrar mi furia en seguir metiéndole puro huevo el resto del partido hasta que ter­minamos y salimos campeones”, apunta.

“Festejamos un poco y me tuve que ir al hospital para que me cosie­ran, me vuelvan a colocar la oreja, mientras la mayoría de los perros estaban afuera esperando, aplaudiendo, tirando fuerzas”, evoca.

DOS EQUIPOS GANADORES

Rodrigo “Mazizo” Torres

La selección M19 de 1992 viajó por invitación de FIRA (Federa­ción Internacional de Rugby Amateur) a Madrid, España, a par­ticipar del 24.º Campeonato del Mundo Juniors, en la catego­ría B (en la categoría A se encontraban equipos de gran calidad como Francia, Argentina, Italia, España, Uruguay y otros).

Jugaron contra Suiza, Túnez, Andorra y la final contra Marruecos y se consagraron campeones por primera vez para el Paraguay.

Integraron el equipo Jesús Mereles (pilar), Jorge Reyes (hooker), Rodrigo “Mazizo” Torres (pilar), Juan “Anchi” Cam­pos (2.ª línea), Ramón “Monchi” Amarilla (2.ª línea), Rodrigo “Melón” Giménez (capitán y ala), Leo Cuevas (octavo), Pedro Gutiérrez (ala), Gabriel “Negro” Riveros (medio scrum), Néstor “Caio” Arrúa (apertura), Pablo Pappalardo (inside centro), Óscar “Cacheto” Cano, Vicente “Vico” Martínez (wing), Hugo Torales (2 wing) y Rodrigo “Uru” Volpe. Diego Ermakoff, Nicolás Urrutia, Ariel Felippo, Gus­tavo Doldán, Rodolfo Bittar, Julio Lovera, Santiago Gonzá­lez, Ángel Borja, Ricardo Ovelar, Christian Noguera, Víctor Páez, Julio Cardozo, Nelson González.

Un año después (Francia - Lille - 1993), la FIRA reestruc­tura su 25.º Campeonato Mundial de Rugby M19 creando las categorías B2, B1 y A . Paraguay permaneció en la categoría B1 y, con una gran mayoría de jugadores pro­tagonistas de la hazaña anterior (1992), nuevamente llegó a la final, cayendo ante el equipo de Bélgica, que tiempo después fue despojado del título por haber fal­sificado las edades de algunos jugadores, con lo que Paraguay se quedó nuevamente (y en forma consecu­tiva) como campeón mundial de la categoría B1.

La actuación en Lyon (Fran­cia) 1994 fue también muy destacable, donde Para­guay consiguió un cuarto lugar. Luego de esos tres años dorados de la selec­ción Juvenil M19, Paraguay no ha conseguido otro logro internacio­nal como estos.

Déjanos tus comentarios en Voiz