A 61 km de Asunción, en la ciudad de Caacupé, en los límites entre los distritos de Atyrá y Tobatí, en el departamento de Cordillera, en una superficie de 110 hectáreas se eleva una espectacular formación geológica de 370 metros de altura conocida como cerro Kavaju, declarada junto con su entorno zona protegida a cargo de la administración departamental.

El cerro Kavaju, ubicado a apenas siete kilómetros del centro urbano de la capital del tercer departamento, es parte de la cordillera de los Altos y desde Asunción se llega a él a través del ramal Caacupé-Tobatí, del cual se desvía a la mano izquierda a través de un camino de tierra de tres kilómetros que se encuentra en buen estado.

Su pintoresco nombre se debe a que desde la distancia la formación rocosa presenta cierta similitud con la silueta de un equino. La mayor parte del cerro se encuentra en los dominios de la ciudad de Caacupé, pero la zona más alta se erige en la jurisdicción del municipio de Atyrá.

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En una fría mediamañana de finales de junio llegamos a la sede de la Gobernación de Cordillera, ubicada a unas cuatro cuadras de la basílica menor de Nuestra Señora de los Milagros. En la oficina de la Secretaría de Ambiente y Turismo nos recibió el ingeniero agrónomo Néstor Delgadillo, secretario de la mencionada dependencia, quien empezó relatando que el cerro Kavaju fue declarado área silvestre protegida bajo dominio público departamental con la categoría de paisaje protegido por la Ley 5377 de 2014.

Añadió que esta área silvestre está incluida en la Lista del Patrimonio Mundial de la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).

PLAN DE MANEJO

Con el fin de coadyuvar a la autoridad de aplicación de la Ley 352/94 “De áreas silvestres protegidas” y su modificatoria Ley 1561/00 “Que crea el sistema nacional del ambiente, el Consejo Nacional del Ambiente y la Secretaría del Ambiente”, se creó un comité de gestión que está conformado por representantes de la Gobernación de Cordillera, la Municipalidad de Atyrá y Caacupé, la Secretaría del Ambiente (actual Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible, Mades), la Secretaría de Cultura del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC) y la Secretaría Nacional de Turismo (Senatur), además de representantes de la sociedad civil y la comunidad científica.

Delgadillo expuso que el cerro Kavaju es la única área protegida que está a cargo de una administración departamental en todo el país. En ese sentido, apuntó que actualmente se encuentran abocados a redoblar el cuidado del sitio y potenciarlo como destino turístico, para lo cual están trabajando en un proyecto de infraestructura elaborado de manera conjunta con expertos de la Facultad de Ciencias Agrarias (FCA) de la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Esto a raíz de que al tratarse de un área protegida las intervenciones deben seguir rigurosos protocolos con el fin de minimizar el impacto sobre el entorno natural y la riqueza paisajística siguiendo los criterios jurídicos y técnicos pertinentes en la materia.

LA TRAVESÍA

Ya pasadas las diez de la mañana nos dispusimos a partir rumbo al cerro. El designado para acompañarnos fue el ingeniero ambiental Denis Ortega, antiguo poblador de la zona y asistente del secretario de Ambiente. Al iniciar el recorrido nos empieza explicando que el circuito a través del sendero yvyty Kavaju consiste en cinco terrazas o miradores, una caverna conocida como la cueva del Moñái, la pista natural de piedras y el tobogán, totalizando unos tres kilómetros de recorrido que, debido a la lentitud del avance por las subidas y pendientes a través de senderos cubiertos de piedra, se completan en unas dos horas y media.

Este valioso ecosistema es hogar de numerosas especies nativas de flora y fauna. Nuestro guía aseguró que es frecuente la aparición de pequeños zorros, monos, marsupiales, reptiles, anfibios, roedores silvestres y gran diversidad de especies de aves. En efecto, a lo largo del camino pueden observarse numerosos nidos de armadillos, pero a pesar del agitado tumulto en la espesura no logramos divisar ningún ejemplar.

Las nacientes que bajan del cerro y su ladera forman en su entorno lagunas y arroyos. El sitio es ideal para el turismo de aventura y actividades como senderismo, rappel y escalada.

INICIATIVA VECINAL

Ortega explicó que la declaración de área protegida surgió como una iniciativa vecinal para enfrentar el problema de la tala de árboles y la extracción de piedras para la construcción. Esto movilizó a los pobladores de la colonia Teniente José María Fariña y a varias organizaciones juveniles para salvaguardar este recurso ecológico que estaba amenazado por la actividad extractiva y la deforestación. Además de ello, esta valiosa riqueza ecológica y paisajística estaba siendo objeto de perforaciones de parte de buscadores de oro, cuyas secuelas pueden observarse aún en la explanada de piedras que se extiende hacia la ladera.

Como en el magistral cuento policiaco “La carta robada” de Edgar Allan Poe, en el que lo muy visible pasa no pocas veces desapercibido a los ojos, el cerro Kavaju es un destino turístico aún poco conocido a pesar de sus proporciones y su cercanía a un concurrido lugar de peregrinación.

No obstante, Ortega refirió que luego de la declaración de zona protegida se incrementó notablemente la oferta de posadas turísticas, como bien puede corroborarse a lo largo del camino.

Mientras tomamos un descanso en el primer mirador, ubicado en la cabeza del caballo y con una preciosa vista al valle, Ortega explicó que, aunque el área está delimitada bajo precisas coordenadas, hasta ahora no se ha logrado hacer la agrimensura judicial y amojonamiento para que las 110 hectáreas sean tituladas a nombre de la Gobernación y no se puedan realizar loteamientos en su interior.

Néstor Delgadillo y Denis Ortega, funcionarios de la Secretaría de Ambiente y Turismo de la Gobernación de Cordillera

LA CUEVA DEL MOÑÁI

Con paso lento y bajo el constante asombro por la belleza que se abre ante nuestros ojos, pasamos por la segunda y tercera terraza hasta llegar a la caverna conocida como cueva del Moñái, ubicada al pie del mirador principal coronado por un banco de madera, que es casi el único rastro humano visible en el lugar, además de las ya mencionadas perforaciones y algunas señalizaciones reflectivas en los árboles que fueron instaladas para competencias deportivas.

Mientras nos deleitamos con un poco de sol y contemplamos el vuelo de los cuervos que anidan en los picos, Ortega nos cuenta algunas de las leyendas vinculadas a la caverna, que según los relatos populares es hogar del ser mitológico protector de los pájaros, señor del aire y de los campos, cuyo rugido resuena en el valle como preludio de las tormentas.

Según la memoria popular, las terrazas fueron utilizadas por los misioneros franciscanos como puntos de monitoreo y para prepararse ante las incursiones de las bandeiras portuguesas que saqueaban las misiones y capturaban indígenas para venderlos como esclavos. Asimismo, en la parte final de la contienda el estratégico emplazamiento también fue utilizado como puesto de vigilancia por las tropas paraguayas durante la campaña de las Cordilleras, en la fase final de la guerra contra la Triple Alianza.

Entretanto bajamos hacia la pista natural de piedras, donde se realizan los acampes, se despliega una hermosa panorámica de los acantilados. Una torcedura de tobillo sufrida por nuestro reportero gráfico nos obliga a ralentizar el descenso. Para poder seguir el camino improvisamos un vendaje comprimiendo la zona afectada con una bolsa de polietileno en la que guardábamos los restos del desayuno que en breve servirían de almuerzo.

Considerando la no poca dificultad que ofrece el tramo, se recomienda hacerlo con un baqueano. Para agendar una visita guiada se puede contactar con Ortega al (0984) 218-879, quien realiza expediciones en el lugar los sábados y domingos de 7:00 a 15:00 en el horario de invierno y de 7:00 a 17:00 en el horario de verano.

RECURSOS BIOFÍSICOS

Un material informativo y la propuesta de área protegida proporcionados por la Gobernación de Cordillera aportan algunos datos fundamentales para conocer las características del lugar. Entre ellos se destaca que la topografía del sitio está constituida por “un paisaje de serranías con relieve muy empinado (8-15 %) o quebrado (15 %) con drenaje excesivo que se encuentra dividido por una depresión encuadrada entre declives rectilíneos”.

En cuanto a su geología, señala que “el sitio conforma el grupo de Caacupé, formación Tobatí, que posee un escarpe entre 200-250 metros, con espesor promedio de 150 metros. Está constituida por areniscas friables de aspecto sacaroidal, a veces calcárea, en forma aparentemente maciza. Las areniscas son de colores claros (blanquecina o amarillenta), generalmente friables y presentan granulación media a gruesa, con clastos de cuarzo bien seleccionados, pero poco redondeados”.

En un pasaje del diagnóstico ambiental se detalla que “el cerro Kavaju se encuentra en su totalidad cubierto por una vegetación boscosa, formada por arbustos y árboles de altura y diámetros regulares que es característico de los cerros de Cordillera. Existen zonas con rastros de tala de árboles de mayor diámetro y altura. Las rocas son en su mayor parte de origen sedimentario. Se han observado huellas de animales silvestres, como armadillo y zorrito, además de monos”.

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