Como colofón de las notas históricas sobre la Independencia que publicamos a lo largo de estos domingos de mayo, cerramos este mes de celebraciones patrias con esta reseña sobre los primeros mapas del Paraguay a los que hemos podido acceder, desde inicios del siglo XVII hasta la posguerra del 70, y con un diálogo con el geógrafo Fabricio Vázquez, quien reflexiona sobre el sentido del mapa como proyecto de nación.

La Corona española nunca prestó espe­cial atención a deli­mitar las fronteras entre sus provincias. A conse­cuencia de ello, luego de los procesos independen­tistas existieron numero­sas disputas territoriales entre aquellos nacientes Estados-nación, que termi­naron saldándose con gue­rras y arduas negociacio­nes diplomáticas que dieron lugar a diversos tratados de paz, amistad y límites.

Ahora bien, los enormes vacíos que existen en la cartografía en Paraguay hacen que su investiga­ción no sea una tarea sen­cilla. Los especialistas en la materia son casi inexis­tentes y los estudiosos de áreas afines son renuentes a hacer afirmaciones categó­ricas respecto a precisiones específicas o técnicas. Por ello, este resumen se basa en información oficial de la Comisión Demarcadora de Límites del Ministerio de Relaciones Exteriores del Paraguay y la base de datos de la Imagoteca Paraguaya.

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El mapa de Félix de Azara (1809) es uno de los más precisos de la época y fue utilizado por los primeros gobiernos de la era independiente para fundar las reivindicaciones territoriales

Los primeros mapas de aquel territorio de exten­sión indefinida conocido como Paraquaria (Provin­cia Jesuítica del Paraguay, en latín) son de la autoría de exploradores y misione­ros europeos del siglo XVII. Cabe aclarar que más que el primer mapa de los periodos escogidos hemos tomado las publicaciones cartográficas que hemos encontrado y que están fechadas alrededor de los mismos, a saber: la Colo­nia, Independencia, pre y Posguerra del 70.

La publicación de la ya men­cionada Comisión Nacional Demarcadora de Límites, titulada “Mapas históri­cos”, señala que “durante tres siglos cartógrafos fla­mencos, ingleses o france­ses de la América meridio­nal señalaron con mayor o menor precisión los pobla­dos, principalmente espa­ñoles, dispersos en las extensísimas tierras de los moxos y payaguá, patagones y lenguas, chiquitos y ama­zonas”.

Mapa de 1814 autoría de cartógrafos europeos que tomaron como base el mapa de Azara

CARTOGRAFÍA TEMÁTICA

A renglón seguido añade que “los antiguos mapas conocidos reflejan la con­quista, primero por los españoles y luego por los nacidos en tierras ameri­canas, de territorios que pertenecían a los pueblos originarios. Los jesuitas, a mediados del siglo XVII, elaboran una topogra­fía general –ríos, lagos y mares, sierras y monta­ñas, ciudades y fronteras administrativas– inau­gurando la cartogra­fía temática del Río de la Plata. Los mapas, en algunos casos, señalan tierras de sus estancias, montes y yerbales, tra­zan rutas de sus convo­yes de carretas, ubican con precisión cada uno de sus pueblos misione­ros”.

Los grabados, acuarelas en blanco y negro, y trazos de color, entre otros diferen­tes formatos, “mantuvie­ron su status en la carto­grafía europea indiferente a las sucesivas divisiones administrativas en los virreinatos, provincias, gobernaciones e inten­dencias de España”, pun­tualiza.

Durante el siglo XIX, que fue de los atlas geográfi­cos, el Paraguay deja de ser un territorio acotado para pasar a ser conside­rado en el contexto del Río de la Plata.

Mapa de 1862 de la autoría de F. Mouchez Lieutt. de Vau

EJEMPLARES

El primer mapa del que se tiene registro data de 1647. Es de la autoría del cartó­grafo holandés Willem Blaeu y se titula “Paraguay, o Prov. Río de la Plata cum regioni­bus adiacentibus (con las regiones adyacentes) Tucu­mán et. Santa Cruz de la Sie­rra”. Su lugar de publicación es Ámsterdan. Su descrip­ción señala que “con dos car­telas y rosa de los vientos designa al océano Atlántico como mar del Norte. Gra­bado en metal, coloreado a mano”. Su tamaño es de 37,5 x 48,5 cm.

El último mapa antes de la Independencia fue hecho por el explorador, cartó­grafo y naturalista español Félix de Azara. Su fecha de publicación es 1809; lugar de edición: París; ancho: 600 mm; alto: 430 mm; tipo / técnica: grabado en metal; Publicación de ori­gen: Azara, Félix: “Voyages dans l’Amérique Méridio­nale, depuis 1781 jusqu’en 1801… París, Dentú, 1809. 4 Vols. y 1 Álbum”.

Al respecto, el geógrafo Fabricio Vázquez señala que “este es el mapa más fino y del que se agarraron Francia y los López para reivindicar los límites con Brasil, principalmente”. Asimismo, es la base del que podría ser conside­rado el primer mapa del periodo independiente, fechado en 1814 y que fue realizado también por geógrafos europeos.

En tanto que el último mapa hallado que corres­ponde al periodo anterior a la guerra contra la Triple Alianza es de la autoría de F. Mouchez Lieutt de Vau, “realizado con la ayuda de las observaciones realiza­das y los documentos reco­pilados en el lugar durante los tres viajes de Bisson en 1857-58-59″. El ejemplar fue publicado en 1862 y se titula “Mapa de la Repú­blica del Paraguay durante Paraná y Paraguay (Amé­rica del Sur)”. Sus carac­terísticas técnicas son las siguientes. “Tipo: mapa separado. Altura de obj: 96 cm. Ancho de obj: 64 cm. Escala 1: 817.000. Nota: Mapa incoloro de Paraguay preparado por Ernest Ame­dee Barthelemy Mouchez”.

Por último, el primer mapa posterior a la Gue­rra Grande es de 1885. La ficha refiere que “su autor principal es Estévanez, N.; Garnier; Grabador: Gui­llot; Dufrenoy Hnos. Lugar de edición: París. Ancho: 205 mm. Alto: 315 mm. Tipo / técnica: Cromolito­grafía. Publicación de ori­gen: Estévanez, N.: Atlas Geográfico de América. París, Lib. Garnier Hnos”.

Mapa publicado por el español Nicolás Estévanez en 1885

VACÍOS

Vázquez señala que el prin­cipal vacío en el registro cartográfico de nuestro país se debe a que la pobla­ción nunca fue numerosa y estaba concentrada en Asunción, por lo que no era posible hacer mapas de algo que no se conocía.

“Por ejemplo, no se conocía Canindeyú ni Alto Paraná. Se sabía que existía, pero no había ocupación de toda esa zona. Entonces, ¿cómo hacer un mapa si no cono­cés? Pero más allá de eso se necesitaba ubicar y recono­cer el territorio. El mapa de Félix de Azara, que es el último antes de la Inde­pendencia, era la referen­cia todavía. Entonces, el hecho de que nos hayamos independizado no generó un cambio brutal en todo. Al contrario, fue mucha continuidad y la geografía fue igual, no se usaban los mapas. Si nos centramos en el periodo independiente, el énfasis estaba en otra cosa, en generar estabili­dad, en defender las fronte­ras. No había tiempo para una actividad más sofisti­cada como crear mapas”, afirma.

–Es posible encontrar varios mapas de la época de la Colonia, pero a principios del periodo independiente se nota un cierto vacío. ¿Es así?

–En realidad hay muchí­simos vacíos porque, por ejemplo, no había ninguna motivación para irse al este. El Bosque Atlántico del Alto Paraná era dema­siado denso y la población estaba tan tranquila en Asunción y su área que no vio la necesidad de irse hacia allá. En lo que ahora es Coronel Oviedo había una especie de barrera natural, que era el Bos­que Atlántico del Alto Paraná, y los paraguayos nunca fuimos demasiado numerosos para decir “ya no entramos todos acá, vamos a expandirnos”. Entonces siempre sobró espacio y esa existencia altísima de espacio con­geló las posibilidades de expandirse. Entonces yo creo que es por eso que la reflexión geográfica y el mapa estuvieron muy poco presentes en la vida social y política. Imaginate que hasta ahora no tenemos la carrera de geografía. Al no existir una tradición cartográfica, el mapa ha servido solo para locali­zar y lastimosamente no ha servido para pensar el territorio de forma alter­nativa para ver su voca­ción y sus posibilidades de desarrollo.

–¿Cuál es la función del mapa?

–El mapa sirve para reflexionar qué hay en el territorio, qué se puede hacer y qué significa para los actores. Entonces, si el énfasis es el periodo independiente, las preo­cupaciones principales de ese periodo era la defini­ción de límites con Bra­sil. Carlos Antonio López tenía una gran preocupa­ción sobre eso. Lo que más le preocupaba era la zona del Apa y ahí tenés la gran ventaja de que no necesi­tás mapas porque están los ríos. El Apa es un río muy importante y los brasileños no podían decir “acá encon­tramos un arroyito que es el APA”. Demarcar la frontera con límites naturales es bastante fácil. El pro­blema es cuando tenés que hacer un límite sobre tie­rra. “Dos metros más allá, dos metros más acá” y ahí empieza el conflicto. Y eso Paraguay no necesitó si no hasta la guerra del Chaco. Ahí tenemos nuestros úni­cos límites de tierra. Des­pués con Alfredo Stroessner empieza el conflicto por los saltos del Guairá. Y eso fue 20 metros aquí y 20 metros allá e incluso Stroess­ner envió un batallón. Yo creo que lo interesante es la reflexión en torno al mapa, no solamente sobre el primer mapa del período independiente. Qué signi­ficó el mapa y si necesitába­mos o no un mapa en aquel momento. El mapa carto­gráfico es tu análisis de san­gre y de orina. A partir de lo que vos sos, lo que tenés, ahí hacés tu plan de vida. El mapa es primero un auto­conocimiento, tenés que tener un mapa para auto­conocerte y a partir de ahí encontrar tu vocación de futuro. Pero para encon­trar esa vocación, hay que ver también quiénes son tus vecinos. La cartografía es un dibujo que tiene que llevar a una reflexión sobre qué tenemos, quiénes somos y qué vamos a hacer con lo que somos.

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