En este diálogo con La Nación/Nación Media, el periodista e historiador Nelson Caula, autor del libro ”Artigas Ñemoñare” (tomos I, II y III) y “Las nueve mujeres de Artigas”, entre otras obras, habla de algunos aspectos poco conocidos de la vida del prócer oriental en nuestra tierra, a la que –asegura–consideró también suya. Su amor al Paraguay, su negativa a volver a la Banda Oriental, sus hijos paraguayos que perdieron la vida durante la guerra contra la Triple Alianza, y el incumplimiento de su voluntad de que sus restos permanezcan en el país que lo acogió y donde fue feliz.

En contra de la visión de que Artigas vivió un exilio triste y solitario durante su larga estadía en el Paraguay, Caula sostiene que Artigas forzó sólidos lazos con la tierra y su gente al punto de que rechazó una proposición de volver al Uru­guay y manifestó su deseo de que su cuerpo sea enterrado en nuestro país, una volun­tad que no fue respetada con la exhumación y repatriación de sus restos en 1855, cinco años después de su muerte.

El investigador celebra la emergencia de una nueva his­toriografía de los pueblos que privilegia el enfoque regio­nal por encima del localista, lo cual arrojó muchas luces sobre aspectos desconocidos de la vida de Artigas que per­miten redescubrir su figura en su justa dimensión lati­noamericana.

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Nelson Caula, historiador

–¿Qué cosas nuevas se fue­ron sabiendo de la vida de José Artigas en Paraguay?

–Había como una idea en las primeras décadas del siglo pasado, que apenas ingresó a Paraguay en 1820 fue poco menos que detenido y preso por José Gaspar de Francia. La realidad es que la entrada de Artigas al Paraguay fue negociada con el comandante que estaba en la frontera, a un lado y otro del Paraná, antes de que Artigas cru­zara. Se estableció cómo iban a pasar los contingen­tes, porque entraron más de 200 personas con él. Los africanos o afroamericanos, que eran numerosos en su regimiento, fueron cerca de 100 y pico, entraron también muchos guaraníes misione­ros que también venían con él en sus tropas. El caso de Matías Agucú, por ejemplo, que fue un lugarteniente muy importante, también lo fue Andresito Guacurarí, este guaraní misionero, esencial comandante artiguista.

–Los separa adrede…

–Francia no los quiere todos juntos porque eso podía pro­vocarle algún problema, pero ahí en Ñu Guasu, Campo Grande, ahí los reparte en tres grupos. Todavía está el barrio Camba Cua, por ejem­plo, que son muy conocidos allí. Francia les da tierras para que las trabajen y pro­ducen muchas cosas, incluso las comercializan fuera de los límites. A Artigas lo tiene medio vigilado, le permite un pedido que él hace a través de su secretario Martínez, por­que cara a cara nunca habla­ron, ese traslado hacia la zona de Curuguaty. Francia le empieza a mandar un salario equivalente al de un minis­tro de su país, una alta jerar­quía, y Artigas agarraba un poquito para su subsistencia y el resto lo devolvía. Enton­ces, consultado por Gaspar de Francia por qué pasaba eso, él decía que en realidad quería un poco de tierra para traba­jarla y ahí es cuando le da la famosa Artigas Cue, que eran como 400 hectáreas.

“FUE FELIZ EN CURUGUATY”

–Fue su actividad prefe­rida en ese tiempo…

–Artigas las trabajó ahí con bastante gente, se decía que estaba muy solitario, con su asistente afroamericano Joa­quín Lencina, Ansina, pero era una romería, iba mucha gente a trabajar ahí. Produ­cía y tenía aves y ganado. Fue muy proficua su labor, estaba bien con el vecindario, con los mbyá-guaraní que andaban en la vuelta porque él siempre fue muy amigo de los indios, de cualquier etnia, desde la que era más asequible para la relación hasta la que era muy intransigente, que con Arti­gas se amigaba enseguida. Se decía que había pasado soli­tario, triste, como expiando sus culpas, una especie de castigo divino. Imagínense en 30 años un hombre casti­gado y viviendo solo, absolu­tamente imposible, y 25 por lo menos que son los que estuvo en Curuguaty, donde era muy querido por los vecinos. Él fue muy feliz viviendo. Ahí lo con­fesó después con la gente, con un peluquero que le cortaba el pelo en Asunción. Los últimos cinco años de su vida, cuando está en Ibiray, él le confesaba ya muy viejito, con más de 80 años, que le gustaría agarrar su caballo y volver a Curuguaty. Fue muy feliz, en una zona muy selvática, de gran producción yerbatera en la época.

–Se sabe y se difunde poco acerca de esa felicidad.

–Y sí, es una visión contraria a lo que había hasta que empieza toda una investigación que empieza a cambiar un poco esta mirada. Yo trabajé mucho en eso cuando encuentro una des­cendencia que es muy nume­rosa. Él tiene una relación muy importante con Clara Gómez Alonso. Es una fami­lia de Curuguaty que tam­bién está un poco en Limpio, porque era una de las vías de acceso a la capital. Hace poco conocí a los Gómez, algunos fueron intendentes de Lim­pio, esos eran todos des­cendientes de Artigas, ellos mismos se reivindican como tales. Con esta mujer tuvo un hijo, Juan Simeón Gómez Alonso, que peleó en la gue­rra contra la Triple Alianza. El mariscal Francisco Solano López le tenía muchísimo afecto a este hijo de Artigas, porque Solano, de muy chico, con sus hermanos Benigno y los otros compartieron con él en Ibiray, en el predio de lo que hoy es la Escuela Solar de Artigas.

EL ARTIGUISMO DEL MARISCAL

–¿Algo que contar de su vida en Asunción?

–Y el que lo trae es Carlos Antonio López y le hace construir una casita muy interesante contigua a la resi­dencia en Ibiray del propio presidente López. El futuro mariscal y sus hermanos eran muy chicos y gus­taban mucho de escuchar las his­torias de Artigas. Yo creo que Arti­gas influyó muchí­simo en el maris­cal para lo que fue después su peri­plo en la guerra que genera un poco la gue­rra de la inva­sión, de la Tri­ple Alianza, es muy artiguista la actitud que tiene el maris­cal López cuando sale con sus tropas para el lado de Bra­sil porque había que respal­dar al gobierno de Bernardo Berro en la Banda Oriental, Uruguay, que estaba siendo invadido por los unitarios de Venancio Flores.

–Es todo un símbolo…

–López sale con un montón de descendientes de aquellos africanos hijos de los lance­ros y las lanceras negros, de los que entraron con Artigas que participan también de esta conflagración luchando por Paraguay. Ese es otro de los problemas por los que se esconde y es porque era muy difícil decir que un hijo de Artigas peleó por Paraguay, ¿no?, en contra de la alianza de Uruguay, Argentina y Brasil. Esas cosas se fue­ron escon­diendo, pero hay mucha novedad pro­ducida a partir de fines del milenio pasado y principios de este. Yo tuve bastante que ver y también el maestro Gon­zalo Abella y la muy impor­tante historiadora, hoy es viceministra de Educación y Cultura acá en Uruguay, que es la profesora Ana Ribeiro. Gaspar de Francia protegió a Artigas, porque tanto los portugueses a los que había combatido como el directo­rio porteño, los gobernado­res de Entre Ríos y Santa Fe, que eran sus lugartenientes y se dieron vuelta pasando a las órdenes del directorio por­teño, lo querían eliminar de la faz de la tierra.

–Artigas siempre tuvo en cuenta al Paraguay…

–Siempre lo quiso en la Liga Federal de las Provincias Uni­das y casi lo logra porque era muy amigo de los Yegros, por ejemplo, desde la época de las invasio­nes inglesas, cuando de toda el área del Virreinato del Río de la Plata bajan a la defensa y a la expul­sión de los ingleses que se habían insta­lado en Buenos Aires y ahí van los Yegros y muchos de los liber­tadores del 25 de mayo del 1810 en Buenos Aires. Ahí se conocen todos, se amigan y empiezan a compartir ideas revolucionarias y de inde­pendencia. Artigas siempre quiso mucho al Paraguay y la primera junta de gobierno perfectamente se pudo haber integrado a la Liga Federal Artiguista, pero no se dio.

–¿Qué pasos se vienen dando en el estudio de los años de Artigas en el Para­guay?

–El profesor Alfredo Viola, que prologó mis libros, estaba muy interesado en investigar y ha escrito cosas muy impor­tantes sobre la influencia de Artigas en el proceso histó­rico independentista de Para­guay, que fue muy fuerte tam­bién en la época de Carlos Antonio López. Este le ofrece nada más y nada menos que se pusiera al frente de los ejércitos de Paraguay al general Artigas cuando estaba en Curuguaty y este se siente demasiado viejo para tal fin, pero acepta ser una especie de asesor político de Carlos Antonio López. Juan O’Leary, por ejemplo, dice que se ve una mano de Artigas en algunas medidas republicanas de Carlos Antonio López, es decir, hay una línea muy inte­resante para explorar.

DESCENDENCIA

–La relación de Artigas con Para­guay tiene múl­tiples facetas. ¿Qué nos podés contar de las mujeres paraguayas del Pro­tector de los Pueblos Libres?

–Había una idea de cuatro hijos de Artigas, tres con una mujer y uno con Clara Gómez Alonso, que es Juan Simeón, al que mencionamos. Él se instala en Itá y ahí tiene una descendencia importante. No pudimos conseguir el documento que habla de un muchacho muerto en la gue­rra contra la Triple Alianza al que el comandante le hace un homenaje diciendo “este hijo de Artigas que vertió su sangre en esta guerra”, pero está en la transmisión oral popular. Artigas tuvo amo­res serios, no pasajeros, con mujeres indígenas o descen­dientes de indígenas gua­raníes en Corrientes, Entre Ríos. Uno de mis libros es sobre “Las nueve mujeres de Artigas” y sus quince hijos. Hay sangre de Artigas mez­clada con sangre indígena en algo muy multiétnico. Él quiso mucho a la tierra para­guaya y los uruguayos no res­petamos su voluntad porque él quiso ser enterrado en Paraguay, se exhumaron sus restos y se los trajeron para Uruguay en contra absoluta­mente de la voluntad que dejó bien expresa Artigas.

–Hay mucho por rescatar de su legado…

–En algún momento, cuando le mandan plie­gos del Gobierno uruguayo para que regrese si quiere, ya muy viejito, en el periodo de los López, él lo rechaza, dice que no, pero sin embargo le pregunta a los López “si es de alguna utilidad que yo vuelva al Uruguay para el Paraguay, entonces vuelvo; si no, no”. Es decir, impor­taba que fuera impor­tante para Paraguay, como una especie de relación diplomática o tratar de fomentar una buena relación entre los dos pueblos y ahí me parece que él ya se siente como una espe­cie de ciudadano paraguayo. Estas cosas se han obviado y se ha preferido tener un manto de oscuridad sobre la vida de Artigas en Paraguay, porque es muy fuerte decir estas cosas cuando había un enfoque historiográfico nacionalista. Ahora la lectura es más de carácter regional y eso es muy bueno que esté pasando, que haya un enfo­que de patria grande más que de patria chica.

UN CENTENARIO ESPECIAL

Para Eduardo Bouzout, embajador uruguayo en Asunción, “la Escuela Solar de Artigas es actual­mente muy reconocida, respetada y existen listas de espera de alumnos que desean ingresar, por lo que se aprecia que la misma seguirá creciendo exponencialmente”, expuso.

Eduardo Bouzout, embajador uruguayo en Paraguay

Ante el centenario de la institución educativa, ase­gura que “sin duda seguirá por la misma senda de crecimiento y con resultados altamente positivos, así como los valores transmitidos desde una socie­dad a la otra, que han permitido ir cimentando la riqueza del vínculo bilateral entre nuestros gobier­nos y pueblos”.

El representante diplomático recordó que desde el 19 de junio de 2015, día en el que se celebró el 251 aniversario del natalicio del prócer, la escuela cuenta con el Museo Artigas, Karai Guasu, cuyo significado no es otro que Artigas, Gran Señor. Esta iniciativa tiene como objetivo difundir la historia de Artigas durante su exilio en suelo guaraní.

“Desde la Embajada del Uruguay en Paraguay permanentemente colaboramos para el mante­nimiento y la mejora del citado museo, y propicia­mos eventos para que los historiadores puedan presentar sus investigaciones y libros”, comentó.

Bouzout saludó especialmente a los jinetes uru­guayos que recorrieron más de 1.000 kilóme­tros para venir a conmemorar el centenario de la escuela agradeciendo especialmente “al pueblo paraguayo por el cálido acompa­ñamiento durante su trayecto”.

Sobre la relación bilateral, comentó que ambos países “mantienen una larga tradi­ción histórica de amistad y cooperación, al influjo de la propia condición geopolítica de ambos, zanjada por diversos hitos de suma impor­tancia, como la permanencia del general José Ger­vasio Artigas y sus doscientos lanceros en el Para­guay, la devolución temprana de los trofeos de la guerra contra la Triple Alianza por parte del general Máximo Santos y la revisión histórica de los hechos a cargo del Dr. Luis Alberto de Herrera y sus múlti­ples manifestaciones de apoyo al Paraguay, incluso a lo largo de los episodios de la guerra del Chaco”.

Apuntó que “en materia económico-comercial, Paraguay es un socio estratégico de Uruguay. Sus ventajas comparativas, sus fortalezas macroeco­nómicas consolidadas y las complementariedades comerciales tradicionales hacen de Paraguay un socio natural en cuanto al relacionamiento econó­mico e inter­cambios comerciales, tanto en el ámbito bilateral como en el contexto de participación en sus cadenas de valor”.

“ESTAMOS SORPRENDIDOS CON LA GRAN HOSPITALIDAD PARAGUAYA”

Los jinetes uruguayos llegaron a Asunción después de una impresionante travesía de más de 1.000 kiló­metros y hoy participarán de los actos del centenario de la Escuela Solar de Artigas.

La delegación que ingresó por Encarnación se detuvo en Nueva Italia como última parada antes de su arribo. Desde allí, el coronel del Ejército uruguayo Daniel de Armas comentó sus impresiones del viaje a La Nación/ Nación Media: “Estamos sorprendidos por la amabi­lidad, la hospitalidad del pueblo paraguayo. Desde que cruzamos en todos los lugares nos sorprendió el cariño, la gente nos expresa admiración, recono­cimiento, nos convida chipas, empanadas, agua, ir a sus casas, nos comparte agua para los caballos, esta­mos muy agradecidos con la generosidad con que nos han recibido”, dice.

Le suma a esa sorpresa el respeto popular a la figura de José Artigas, prócer de la independencia del Uru­guay, uno de los libertadores de América. “Lo comen­tamos entre nosotros, cómo la gente está imbuida de la historia y el reconocimiento que tiene el pueblo paraguayo al general Artigas”, expresó.

La delegación de jinetes uruguayos que ingresó por Encarnación se detuvo en Nueva Italia como última parada antes de su arribo

Un punto central en el viaje fue el paso fortuito de la delegación por General Artigas, localidad situada a 360 km de esta capital y a 80 km de Encarnación, sobre la línea del Ferrocarril Central del Paraguay. “Visitamos el pueblo Artigas, desviamos 40 kilóme­tros de la ruta y allí nos sorprendió que la escuela lle­vara su nombre, el liceo se llama Uruguay, la biblioteca José Pedro Varela, este reconocimiento del pueblo paraguayo hacia el general y nuestro país”, comentó.

En la travesía “lo difícil, lo más adverso fueron algu­nos días de temperaturas muy altas, de más de 36 grados que se sienten mucho, porque hay que cuidar los caballos porque estábamos en los primeros días de la marcha en territorio argentino, donde tuvimos que cabalgar por un par de rutas sobre ripio, piedra y hubo que hacerlo muy despacio para no lastimar a los caballos. Después alguna lluvia, aunque también nos moja, nos refresca y nos revitaliza, pero nada como la alegría de la gente, todo este tipo de cosas que recar­gan las energías para seguir la marcha”.

“NO LO PUEDO DESCRIBIR”

Arturo Ávalo, jinete representante de la aparcería Rosa Blanca, celebra esta experiencia recordando que “es la segunda vez que vengo a caballo. La anterior vez lo hicimos por Chaco y Formosa, pero esta vez, y es la primera vez que se hizo, venimos por Encar­nación”, comentó.

“El ingreso a Paraguay fue conmovedor porque venía­mos de atravesar una zona rural de Argentina, cuya gente nos atendió de maravilla, pero uno no tiene encuentros tan seguidos como ocurre aquí. Luego de Encarnación se suceden las partes urbanas, así que nos comunicamos mucho con la gente que nos sale a saludar, a alcanzarnos chipas, darles agua a los caballos, nos sacamos fotos, videos. Sentimos un gran calor afectivo que nos tiene conmovidos, nadie imaginaba una cosa de este tipo que con palabras no puedo describir”, expuso.

Para Ávalo fue también importante conocer Gene­ral Artigas: “La familia Benítez nos llevó en auto a la ciudad que tiene edificios construidos con donación del gobierno uruguayo de Luis Alberto de Herrera, bisabuelo del actual presidente Luis Lacalle Pou, y la verdad es que ha sido muy bueno porque no tenía­mos conocimiento de tantos detalles”.

Explicó que entiende necesaria una investigación de la ruta de Artigas en el Paraguay. “Nosotros desde la escuela primaria tenemos una instrucción en la que el general es central en la construcción de la nación, pero no sabemos detalles de su vida, de cómo vivía, cómo se relacionaba con la gente de aquí. Está en debe la historia y nuestra marcha al revivir sus pasos va encontrando pautas culturales que alguien las va a ir tomando y reescribiendo y reeditando, esta huella desconocida. Artigas tomó una decisión personal, un sacrificio que valoramos muchísimo”, indicó.

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