Este domingo, a una semana de cumplir cinco años de ininterrumpidas publicaciones, Toni Roberto rinde un homenaje a María Raquel Prono, gran campeona de natación de los años 70 y 80, a partir del obsequio de todos sus viejos recortes periodísticos y, además, recuerda a la legión de amigos de barrio que le ofrendaran historias desde hace más de veinte años. El artículo termina con pasajes de una emocionante carta enviada al director del Diario Hoy en julio de 1979 por una compañera de María Raquel del Colegio Inmaculado Corazón de María.

A veces cuando uno cumple años va mirando el pasado, los recuerdos y agrade­ciendo los saludos. Hoy, en este caso, los obsequios que me acercaran oyentes desde hace años, en el transcurso de las dos últimas décadas, que coinciden con mi incur­sión en los medios. Reina de Jara Casco me regaló su colección de Selecciones que atesoraba desde 1952 con su marido, el Dr. Ranulfo Jara Casco, en su casa de la calle 15 de Agosto; “la legión de amigos de barrios” que me ofrendaran sus viejas guías telefónicas para la creación del Museo de las Guías Tele­fónicas o la actriz Cristina Gómez Sanjurjo, que un día toca el timbre y me deja de regalo un valioso catálogo de chalets porteños de la década del 30 e importantes revistas de decoración de esa misma época.

Sentado en el teatro el mar­tes de noche, en el preludio de mi onomástico, en la sala Tom Jobim de la Embajada del Brasil escucho una de mis piezas musicales prefe­ridas, “Se todos fossem iguais a vocé”, de Vinicius de Moraes y Antonio Carlos Jobim. Creo que ahí decidí dedicarle este domingo a todas aquellas per­sonas que fueron bondadosas conmigo en este difícil pero reconfortante camino que tomé en la vida. En ese viaje, también aprendí que las personas que piensan diferente a mí son de mi total respeto.

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Entrega Premios Mario Luis de Finis. M. Raquel Prono, deportista del año. Asunción c. 1974

EL ORIGEN DE ESTE ARTÍCULO

Cuando empecé a recorrer lugares para conseguir imá­genes inéditas del barrio Sajo­nia en primer lugar recurrí a mi querido compañero e hijo jesuita, David Prono, a quien le debo parte de los pasajes de las historias no tan recientes de ese barrio. Por el camino me acerqué a su hermana, María Raquel Prono, gran nadadora de los años 70 y 80, siempre repre­sentando al Club Deportivo de Puerto Sajonia, miembro de una familia que llevó este deporte a las más altas glorias internacionales natatorias, quienes habían empezado en el pontón del río Paraguay, ahí en la ribera con vistas al legendario islote denominado antiguamente Rancho 13.

Un día le llamo a María Raquel, que hoy vive en Villa Morra, siendo numeraria del Opus Dei, y le digo: “Tengo que devolverte todo lo que me prestaste para la realiza­ción de mi libro “Un viaje a Sajonia”, a lo que ella me res­ponde: “No, Toni. No quiero que me devuelvas ni las fotos ni los documentos antiguos. Quiero entregarte además de eso todo mi archivo y unas medallas”.

En ese momento sentí tanta emoción al darme cuenta de que todavía los humanos podemos emocionarnos con los gestos de otros humanos ante un acto tan hermoso, de bondad y de entrega, confiando a alguien todo su archivo de la natación para­guaya de aquellas décadas.

Escudriñando en los docu­mentos entregados por María Raquel, siguiendo la tradición familiar de la natación, fue la ganadora de la categoría damas y primera en juvenil, en el ya legendario “Cruce del lago Ypacaraí de 1975″, orga­nizado por el Club Náutico San Bernardino, donde marcó récord para este deporte, según las crónicas deportivas de la época de esa hazaña que el próximo año, 2025, cumple medio siglo.

Raquel Prono y sus padres. Recepción en el Club Deportivo de Puerto Sajonia. Asunción c. 1975

MARÍA RAQUEL Y EL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

En una emocionante carta enviada al director del Dia­rio Hoy en julio de 1979, su compañera, Rose Marie Maciel, del Colegio Inma­culado Corazón de María, expone cuanto sigue: “En el año 1966 surgía una estrella, con un buen entrenamiento, un cuidado rígido y aquellas clases tomadas únicamente a la mañana, más tarde, a todas horas. Comenzaba ganando las primeras medallas que serían fruto de su esfuerzo. Y les había tomado el gusto y esas medallas se hicieron tro­feos, y llegó a ocupar lugares importantes para luego asis­tir a inolvidables sudameri­canos”, nos dice Maciel, que también enfatiza en la misiva los esfuerzos y sacrificio de María Raquel Prono, cuando no había piletas climatiza­das y mucho menos techadas, pasando frío en épicos entre­namientos de invierno.

Premios Mario Luis de Finis. Asunción, c. 1976. Archivo María Raquel Prono

Sigue diciendo Maciel: “1973 y 1974 fueron años inolvi­dables, en los cuales consa­graba campeón consecutivo al colegio que la había for­mado, el Inmaculado Cora­zón de María. En otro párrafo dice con una notable emoción: “Les cuento, porque me tocó ser amiga, compañera de curso y asiento de esa chica humilde, sencilla, pero con el orgullo de ser. Y que no solo nos deja con recuerdos, sino que nos invita a que compar­tamos todos sus trofeos y vic­torias en general”.

“Para que aquel nombre de María Raquel Prono quede como ejemplo. Y ahora nos enseña otra virtud de saber ser. Porque María Raquel nos colocó entre los primeros colegios en la natación desde su nueva victoria”, termina diciendo Rose Marie Maciel en aquella vibrante carta del último año de la década del 70.

A veces la vida nos da lec­ciones. María Raquel Prono Toñánez, del Opus Dei, decide entregarle o regalarle todo lo que fue guardando a través de las décadas a alguien que tiene otra manera de pen­sar, lo que me hizo recor­dar a aquellas cartas que se enviaban Umberto Eco y el cardenal Carlo María Mar­tini. En este caso, salvando las distancias, de barrio a barrio en Asunción del Para­guay, un inolvidable obsequio que quedará marcado en mí, para siempre, en todos los cumpleaños que me queden por vivir.

María Raquel Prono Toñánez. As. c.1975
María Raquel Prono y Hugo Alborno. As. 1975. Archivo M. R. Prono
Revista de la Federación Paraguaya de Natación. As. 1977. Archivo, María Raquel Prono

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